DOCUMENTOS PARA PENSAR LA CRISIS
Luego de conocer el informe del profesor Carlos Medina , ahora está en circulación esta carta del profesor Leopoldo Múnera, donde tiene unas consideraciones en torno a lo que él denomina la universidad bloqueada, y dos propuestas para darle salida a la crisis, antes que haya medidas de fuerza más gravosas que las que ya padecemos.
En la fórmula que el colega Múnera plantea acude a un mecanismo democrático, en el sentido que haya representación de todos los estamentos para resolver el monto del aumento a los trabajadores, y de otra parte, para cuidar que la gestión presupuestal ante las instancias superiores al gobierno de la Universidad, en efecto ocurra, y que esto sea antes de la fecha del 15 de septiembre, afirman otros, más conscientes de los plazos existentes. N de la R.
Carta
abierta a la comunidad universitaria (La voz de un profesor ante un futuro
incierto)
La
Universidad Bloqueada
El bloqueo físico e institucional que están
viviendo los campus de Bogotá y Palmira de la Universidad Nacional
de Colombia la debilita como institución
pública y proyecto común de la sociedad
colombiana. Comparto el sentimiento de
desasosiego y frustración que tienen otros profesores
y muchos estudiantes y trabajadores, ante
la imposibilidad de desarrollar las actividades
académicas que le dan sentido a la
primera institución de educación superior en
el país. Una universidad bloqueada es
incapaz de responder frente a los inmensos desafíos que implica la deuda
histórica del Estado colombiano con la mayoría de
los bachilleres y con los problemas
que nos aquejan como colectividad.
La reivindicación hecha
por el Comité Promejora Salarial (CPS) en
lo relacionado con la nivelación de los ingresos
económicos de los trabajadores de la
Universidad Nacional, con respecto a los funcionarios del mismo nivel
dentro de la administración pública colombiana, ha sido
reconocida por la actual dirección de
la U.N. y por los expertos nombrados
como consecuencia del Acta de Compromiso
suscrita el 18 de marzo del año en curso. Falta por
definir el porcentaje del incremento salarial, que en los estudios fluctúa
entre el 19 y el 63%, y los reajustes a la planta administrativa. Por
consiguiente, existen razones para la protesta;
no obstante, no sucede lo mismo con los medios
utilizados por el CPS.
La Universidad, dentro
de los límites de su autonomía, no
está en capacidad de aprobar incrementos
salariales, pero sï debe construir y
apoyar una solución justa. Solo el Gobierno
Central, en especial la rama ejecutiva
y el Ministerio de Hacienda tienen la competencia
para hacer los reajustes en la remuneración de los trabajadores. En
consecuencia, la U.N. no debería ser
la afectada principal por una protesta que
debe tener otro destinario y que como
está planteada desdibuja al principal responsable de
la financiación adecuada de las
universidades públicas: el Estado colombiano.
Un campus vacío, con
edificios cerrados, donde a los miembros
de la comunidad universitaria nos impiden
ingresar para reunirnos, desarrollar los cursos,
realizar las investigaciones, impulsar los proyectos de
interrelación con el resto de la
sociedad o construir la vida y los lazos de solidaridad de
una comunidad universitaria es el peor escenario
para legitimar una reivindicación que se
considera justa. Además, conlleva un conflicto
de derechos que alimenta los llamados
a las soluciones autoritarias.
El bloqueo físico
realizado por el CPS agrava el
bloqueo institucional al que está sometida
la comunidad universitaria de la U.N.
desde hace muchos años y que en la
actualidad repercute en el manejo equivocado
de los conflictos por parte de la
administración y en la elusión o
tratamiento coyuntural de los problemas centrales
que nos aquejan. Solo a modo de ejemplo,
las actividades académicas de los viernes
por la tarde han sido suprimidas, en virtud de una
medida adoptada por la Vicerrectoría de la Sede que no soluciona
los problemas causados por el microtráfico
de drogas ilícitas en el campus de
Bogotá, pero que sí denota el talante
autoritario de la dirección de la
universidad y desidia frente a la vida
académica.
Día a día asistimos a la
adopción de medidas que únicamente consultan los intereses de
una minoría de los miembros de la comunidad
universitaria o de políticas que desatienden los problemas estructurales de
la U.N. El despotismo institucional se ha
ido imponiendo como una forma de bloquear
la participación de los profesores, estudiantes y trabajadores en la adopción
de las decisiones que afectan su trabajo y su
cotidianidad, o de evadir las soluciones concertadas
que requerimos con urgencia.
El bloqueo institucional,
tan grave como el físico, exige que
encontremos el camino para que la comunidad universitaria
defina sus derroteros y no siga siendo sometida las decisiones
de miembros de los cuerpos colegiados
que no representan a las mayorías de
sus estamentos. Cuando me veo sometido
a una institucionalidad que inhibe mi
participación activa y decisoria, como profesor,
en la definición del destino de una universidad
con una autonomía única y especial reconocida por la constitución de
1991, siento el mismo desasosiego, la
misma frustración y la misma negación
de mis derechos que me suscitan los bloqueos físicos.
No deseo acallar mi
voz ante el debilitamiento de la
Universidad Nacional de Colombia, el cual
puede llevar a una intervención externa
o a una escalada de imposiciones
autoritarias, derivada de la ruptura de
los diálogos y la deliberación propios de
la academia que fue propiciada por
el Rector y los Vicerrectores en el Consejo
Superior. Por tal razón, propongo que
exijamos la apertura inmediata de los
campus bloqueados, así como la transformación
de la actual institucionalidad autoritaria, y acojamos
las propuestas siguientes:
1. Formar una comisión
compuesta por representantes de los
profesores, los estudiantes, los trabajadores y las directivas de
la U.N. que decida sobre el porcentaje justo para el incremento
del salario de los trabajadores e
implemente una veeduría pública que le haga
el seguimiento al trámite que debe
hacer la Rectoría ante el Ministerio de
Hacienda, con el objetivo de obtener
los recursos necesarios para responder a la
reivindicación del CPS, ponderada por la comunidad universitaria. Es el momento
de unirnos para que el presupuesto de la Universidad y de las instituciones
públicas, que actualmente se discute en el Congreso, satisfaga sus
necesidades reales.
2. Realizar una
consulta por estamentos en la que se
le pregunte a la comunidad universitaria si
considera que los órganos colegiados de
dirección de la U.N deben estar conformados
mayoritariamente por sus representantes directos,
para que sean ellos los que definan las reformas urgentes que necesita la
institución y las propuestas que debemos hacerle al
país con el objetivo de superar la
crisis de la educación superior colombiana.
El resultado de dicha consulta, cualquiera
que sea, debe ser tomado como un mandato
imperativo por todos los que participen
en ella y por la dirección de la
universidad. Si es el caso, se deben
efectuar los cambios estatutarios necesarios y proponer
las reformas legislativas pertinentes. De
esta manera, se podría empezar a interrumpir el bloqueo
institucional que nos afecta.
Esta carta solo me
compromete a mí, como profesor de la
Universidad Nacional de Colombia. No debemos
guardar silencio cuando la vida de
nuestra comunidad universitaria está amenazada
por diferentes autoritarismos que inhiben el
diálogo, la deliberación y la participación
decisoria, y por bloqueos físicos e
institucionales que niegan su razón de ser.
Bogotá, 3 de septiembre de 2013
Leopoldo Múnera Ruiz
Profesor Asociado
Universidad Nacional de Colombia.
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