miércoles, 4 de septiembre de 2013


DOCUMENTOS PARA PENSAR LA CRISIS

Luego de conocer el informe del profesor Carlos Medina , ahora está en circulación esta carta del profesor Leopoldo Múnera, donde tiene unas consideraciones  en torno a lo que él denomina la universidad bloqueada, y dos propuestas para darle salida a la crisis, antes que haya medidas de fuerza más gravosas que las que ya padecemos.

En la fórmula que el colega Múnera plantea acude a un mecanismo democrático, en el sentido que haya representación de todos los estamentos para resolver el monto del aumento a los trabajadores, y de otra parte, para cuidar que la gestión presupuestal ante las instancias superiores al gobierno de la Universidad, en efecto ocurra, y que esto sea antes de la fecha del 15 de septiembre, afirman otros, más conscientes de los plazos existentes. N de la R.


Carta abierta a la comunidad universitaria (La voz de un profesor ante un futuro incierto)


                                                                   La Universidad Bloqueada 

El bloqueo físico e institucional que están viviendo los campus de Bogotá y Palmira de la  Universidad  Nacional  de  Colombia  la  debilita  como  institución  pública  y  proyecto común  de  la  sociedad  colombiana.  Comparto  el  sentimiento  de  desasosiego  y frustración que tienen  otros  profesores  y  muchos  estudiantes  y  trabajadores,  ante  la imposibilidad  de  desarrollar  las  actividades  académicas  que  le  dan  sentido  a  la primera  institución  de  educación  superior  en  el  país.  Una  universidad  bloqueada  es incapaz de responder frente a los inmensos desafíos que implica la deuda histórica del Estado  colombiano  con  la  mayoría  de  los  bachilleres  y  con  los  problemas  que nos aquejan como colectividad. 

La  reivindicación  hecha  por el  Comité  Promejora  Salarial  (CPS)  en lo relacionado con la  nivelación  de  los  ingresos  económicos  de  los  trabajadores  de  la  Universidad Nacional, con respecto a los funcionarios del mismo nivel dentro de la administración pública  colombiana,  ha  sido  reconocida  por  la  actual  dirección  de  la  U.N.  y  por  los expertos  nombrados  como  consecuencia  del  Acta  de  Compromiso  suscrita  el  18  de marzo del año en curso. Falta por definir el porcentaje del incremento salarial, que en los estudios fluctúa entre el  19 y el 63%, y los reajustes a la planta administrativa. Por consiguiente,  existen  razones para  la  protesta;  no obstante,  no  sucede  lo  mismo con los medios utilizados por el CPS. 

La  Universidad,  dentro  de  los  límites  de  su  autonomía,  no  está  en  capacidad  de aprobar  incrementos  salariales,  pero  sï  debe  construir  y  apoyar  una  solución justa. Solo  el  Gobierno  Central,  en  especial  la  rama  ejecutiva  y  el  Ministerio  de  Hacienda tienen la competencia para hacer los reajustes en la remuneración de los trabajadores. En  consecuencia,  la  U.N.  no  debería  ser  la  afectada  principal  por  una  protesta  que debe  tener  otro  destinario  y  que  como  está  planteada  desdibuja al principal responsable  de  la  financiación  adecuada  de  las  universidades  públicas:  el  Estado colombiano.  

Un  campus  vacío,  con  edificios  cerrados,  donde  a  los  miembros  de  la  comunidad universitaria nos  impiden  ingresar para  reunirnos, desarrollar  los  cursos, realizar las investigaciones,  impulsar  los  proyectos  de  interrelación  con  el  resto  de  la  sociedad  o construir la vida y los lazos de solidaridad de  una  comunidad  universitaria  es  el peor escenario  para  legitimar  una  reivindicación  que  se  considera  justa.  Además,  conlleva un  conflicto  de  derechos  que  alimenta  los  llamados  a  las  soluciones autoritarias.  

El bloqueo  físico  realizado  por  el  CPS  agrava  el  bloqueo  institucional  al  que  está sometida  la  comunidad  universitaria  de  la  U.N.  desde  hace  muchos años  y  que  en  la actualidad  repercute  en  el  manejo  equivocado  de  los  conflictos  por  parte  de  la administración  y  en  la  elusión  o  tratamiento  coyuntural  de  los problemas  centrales que nos aquejan.  Solo  a  modo  de  ejemplo,  las  actividades  académicas  de  los  viernes  por  la  tarde  han sido suprimidas, en virtud de una medida adoptada por la Vicerrectoría de la Sede que no  soluciona  los  problemas  causados  por  el  microtráfico  de  drogas  ilícitas  en  el campus  de  Bogotá,  pero  que  sí  denota el talante  autoritario  de  la  dirección  de  la universidad  y  desidia  frente  a  la  vida  académica.  

Día  a  día  asistimos  a la adopción de medidas  que  únicamente  consultan los intereses de una  minoría  de  los  miembros  de la comunidad universitaria o de políticas que desatienden los problemas estructurales de  la  U.N.  El  despotismo  institucional se  ha  ido  imponiendo  como  una  forma  de bloquear la participación de los profesores, estudiantes y trabajadores en la adopción de las  decisiones que  afectan su  trabajo  y su  cotidianidad,  o de evadir  las  soluciones concertadas que requerimos con urgencia.  

El  bloqueo  institucional,  tan  grave  como  el  físico,  exige  que  encontremos  el  camino para que la comunidad universitaria defina sus derroteros y no siga siendo sometida  las  decisiones  de  miembros  de  los  cuerpos  colegiados  que  no  representan  a  las mayorías  de  sus  estamentos.  Cuando  me  veo  sometido  a  una  institucionalidad que inhibe  mi  participación  activa  y  decisoria,  como  profesor,  en  la  definición  del  destino de una universidad con una autonomía única y especial reconocida por la constitución de  1991,  siento  el  mismo  desasosiego,  la  misma  frustración  y  la  misma  negación  de mis derechos que me suscitan los bloqueos físicos.  

No  deseo  acallar  mi  voz  ante  el  debilitamiento  de  la  Universidad  Nacional  de Colombia,  el  cual  puede  llevar  a  una  intervención  externa  o  a  una  escalada  de imposiciones  autoritarias,  derivada  de  la  ruptura  de  los  diálogos  y  la  deliberación propios  de  la  academia  que  fue    propiciada  por  el  Rector  y  los  Vicerrectores  en el Consejo Superior.  Por  tal  razón,  propongo  que  exijamos  la  apertura  inmediata  de  los campus  bloqueados,  así  como  la  transformación  de  la  actual institucionalidad autoritaria,  y acojamos las propuestas siguientes:   

1.  Formar  una  comisión  compuesta  por  representantes  de  los  profesores,  los estudiantes, los trabajadores y las directivas de la U.N. que decida sobre el porcentaje justo para  el  incremento  del  salario  de  los  trabajadores  e  implemente  una  veeduría pública  que  le  haga  el  seguimiento  al  trámite  que  debe  hacer  la  Rectoría  ante  el Ministerio  de  Hacienda,  con  el  objetivo  de  obtener  los  recursos  necesarios  para responder a la reivindicación del CPS, ponderada por la comunidad universitaria. Es el momento de unirnos para que el presupuesto de la Universidad y de las instituciones públicas, que actualmente se discute en el Congreso, satisfaga  sus necesidades reales.  

2.  Realizar  una  consulta  por  estamentos  en  la  que  se  le  pregunte  a  la  comunidad universitaria  si  considera  que  los  órganos  colegiados  de  dirección  de  la  U.N deben estar  conformados  mayoritariamente  por  sus  representantes  directos,  para que sean ellos los que definan las reformas urgentes que necesita la institución y las propuestas que  debemos  hacerle  al  país  con  el  objetivo  de  superar  la  crisis  de  la  educación superior  colombiana.  

El  resultado  de  dicha  consulta,  cualquiera  que sea,  debe  ser tomado  como  un  mandato  imperativo  por  todos  los  que  participen  en  ella  y  por  la dirección  de  la  universidad.  Si  es  el  caso,  se  deben efectuar  los cambios  estatutarios necesarios  y  proponer  las  reformas    legislativas  pertinentes.  De  esta  manera,  se podría empezar a interrumpir el bloqueo institucional  que nos afecta.  

Esta  carta  solo  me  compromete  a  mí,  como  profesor  de  la  Universidad  Nacional  de Colombia.  No  debemos  guardar  silencio  cuando  la  vida  de  nuestra  comunidad universitaria  está  amenazada  por  diferentes  autoritarismos  que inhiben el  diálogo, la deliberación  y  la  participación  decisoria,  y  por bloqueos físicos  e  institucionales que niegan su razón de ser.  



Bogotá, 3 de septiembre de 2013 

Leopoldo Múnera Ruiz 
Profesor Asociado 
Universidad Nacional de Colombia.

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