miércoles, 20 de enero de 2010

Un año de la mentira Obama

Hace un año Barack Obama se posesiono como Presidente de los Estados Unidos en medio del entusiasmo universal luego de los 8 años del gobierno Bush. La ilusión mediática establecida alrededor de Obama se había capitalizado. El 20 de enero de 2009 el mundo sería salvado por aquel hombre nacido en Hawái, para los demócratas, o nacido en Kenia, para aquellos detractores republicanos. El país sanearía sus problemas fiscales, la confianza en el sector financiero se recobraría, los inmigrantes tendrían mejores condiciones de vida, el sistema de salud cambiaria, se acabaría la invasión a Irak, se mejorarían las operaciones en Afganistán, Guantánamo se cerraría y hasta la ciudad de Chicago obtendría la sede para albergar los Juegos Olímpicos del 2016.



Es evidente que en los primeros meses de gobierno no es mucho lo que se puede hacer, pero luego de un año de posesionarse como presidente Obama ha brillado por su ausencia. El 9 de octubre del año anterior el comité Noruego decidió hacer reír al mundo entero otorgándole a Obama el Premio Nobel de la Paz haciendo de la obtención de este galardón su mayor logro, o más bien el único. “Por sus extraordinarios esfuerzos para fortalecer la diplomacia internacional y cooperación entre los pueblos” citaba aquel anuncio del comité Noruego, en pocas palabras, por no tener la visión incendiaria del presidente Bush y no haber hecho nada en sus primeros meses de gobierno. De esta forma, Obama obtuvo injustamente un galardón que personajes como Gandhi o el papa Juan Pablo II no recibieron.


A estas alturas se hace visible la gran responsabilidad que tuvieron los medios de comunicación en la elección de Obama. Constantemente en 2007 y 2008 un tipo carismático de poca experiencia y quien hace 4 años era desconocido para muchos, aparecía en todos los canales de televisión, todos los diarios, y recibía los mejores halagos en una combinación de culpa y machismo. Obama de ascendencia africana fue la excusa perfecta para que muchos estadounidenses agobiados por sus culpas, de un pasado de racismo, hicieran algo para remediarlo. Del mismo modo el efecto mediático puso contra las cuerdas a Hillary Clinton, la candidata del Partido Demócrata más apta y de mejor experiencia para ocupar la presidencia de los Estados Unidos.

Hoy, 20 de enero de 2010, las “gracias” de los medios de comunicación colocan a los Estados Unidos en un estado de incertidumbre. A Obama, como a cualquier otro presidente, no se le puede pedir que un año cumpla con todo lo que prometió, pero tampoco que haga tan poco. A pesar de que se ha anunciado el fin de la recesión económica la crisis sigue afectando a los norteamericanos, la reforma inmigratoria está estancada, la reforma al sistema de salud avanza lentamente, se siguen enviando tropas a Irak, Afganistán es cada vez mas ingobernable, Guantánamo sigue abierta y hasta la ciudad de Chicago hizo el ridículo siendo la primera eliminada en la puja por los Juegos Olímpicos la cual ganaría Rio de Janeiro.

A las ya sumadas deficiencias de la administración Obama, el 2010 plantea un nuevo desafío internacional con la catástrofe en Haití. Y apenas un día antes de su aniversario como presidente, Obama recibe un duro golpe con la elección en Massachusetts del Republicano Scott Brown para ocupar el espacio dejado por Ted Kennedy en el Senado. Así pues la mentira se sigue desatando, Obama baja en popularidad y efectividad mientras que los medios que alguna vez le aclamaron hoy lo critican duramente (haciendo a un lado el estilo republicano claramente parcializado que realiza la cadena Fox News).

Mientras tanto Obama es objeto de controversia en América Latina. Además de la polémica suscitada por las bases militares estadounidenses en Colombia, algunos ya hablan de intervencionismo en Haití como lo señaló el presidente de Nicaragua Daniel Ortega, así como el gobierno venezolano a acusado paranoicamente a Washington de usar armas sísmicas al mejor estilo de la película “Conspiracy Theory”. Del mismo modo, los Estados Unidos nunca fijaron en este año de gobierno una clara posición sobre el golpe de Estado en Honduras.

Aprovechando el paso por Latinoamérica la coyuntura mantiene grandes tensiones y algunos cambios. En Colombia el presidente Uribe no resuelve su “encrucijada en el alma” dilatando el debate y las reglas de juego de cara a las elecciones de este año. En Venezuela los racionamientos aumentan y el Bolívar vale la mitad de que solía costar. Y en Chile la derecha ha llegado al poder con la elección de Sebastián Piñera planteando una nueva era para ese país a pesar del buen gobierno de Michelle Bachelet.

Jonathan Gamboa Melo
Politólogo. Universidad Nacional de Colombia

domingo, 17 de enero de 2010

POR QUÉ GANARiÁ FREI

¿POR QUÉ GANARÍA FREI?
Miguel Angel Herrera Zgaib
Proyecto Autonomista
A boca de urna

Es una especie de protesta. Lo que queremos mostrar es que la prohibición del voto de los chilenos en el extranjero es una de tantas fallas que tiene el sistema democrático en Chile. John Charney.

Hoy se cumple la segunda vuelta electoral en la elección presidencial chilena, y será la tercera vez que ocurra desde 1990, cuando se puso fin a la dictadura directa de Pinochet y su clique cívico-militar que gobernó desde 1973 con el apoyo intelectual de los economistas formados en la Universidad Católica, los Chicago Boys, ordenadores del "milagro" económico.


Pese a la popularidad alcanzada por Michelle Bachelet (81 porciento) Chile hizo agua en materia de igualdad social, de lo cual son indiciarios dos resultados¨: el tercer lugar en la votación de la primera vuelta. Marco Enríquez Ominami obtuvo el 20,13 porciento, por fuera de la Concertación, en rebeldía con el PS; y, sobre todo, la diferencia de ingresos entre la población, porque el 10 porciento más rico gana 57 veces más que el 10 porciento más pobre.


Estos índices solo son superados por Brasil, un gigante con pies de barro, y Colombia, el paraíso de la seguridad "democrática", excluyendo provisoriamente de este conteo a Haití, desgraciado por la naturaleza y el desastroso protectorado estadounidense que con apoyo de la ONU tiene como primer ministro Renée García Preval, a raíz de la defenestración de Aristide exilado en Suráfrica desde entonces.


El desenlace de Chile

No se puede hacer pronósticos, porque se ha dicho que los resultados serán estrechos". Eduardo Frei.

Aquí hablo de representación, no, por supuesto, de participación política. Porque está claro que la democracia liberal no existe en Chile después que se impuso la fórmula autoritaria por los militares que comandó Pinochet asistidos por el gobierno Nixon y su canciller de "hierro colado", Mr. Kissinger.

Hasta ahora, por ejemplor, no fue posible que los chilenos exilados por la dictadura y motivos menores a ésta, quienes suman cerca de un millón, no pueden votar, como lo recuerda y lucha por la Asociación por el Derecho al Voto, que preside Juan Antonio Garrido. Ésta lo recordará votando sin contabilización oficial en Francia y Gran Bretaña.

A pesar de todo, en la segunda vuelta, este domingo 17 de enero, se enfrentan un candidato de derecha, Sebastián Piñera, economista cercano a la generación de los Chicago Boys, quien preside el partido Renovación Nacional ( recreación vergozante del Partido Nacional), y Eduardo Frei ruiz-Tagle, un expresidente (1994-2000), candidato único de la Concertación por segunda vez, quien obtuvo apenas el 29, 6 porciento en la primera vuelta frente al 44,05 conseguido por el empresario Piñera.

El prometió que al ganar venderá algunas de sus mayores empresas "para poder poder dedicarme a la vocación de mi vida". Eso sí, Piñera no ha vendido ni LAN, Chilevisión, ni renunció a la propiedad del Club Colo-Colo. Es una fortuna calculada en US 1200 millones que empezó a amasar durante el gobierno autoritario que duró 17 años.

La última encuesta conocida mostró un empate técnico, 1,8 porciento, entre los dos contrincantes. Se reafirma lo sabido, que los votantes por Marco Enríquez serán decisivos. El hijo de Miguel Enríquez, dirigente histórico del MIR asesinado por los militares golpistas, dirigió el trabajo en el cinturón industrial de Concepción, y apoyó las reivindicaciones agrarias de la nación Mapuche. Ésta sigue su reclamo ancestral por la tierra, algo así como 165.000 has fértiles en el sur del país, sin importar quién sea ahora el ganador.

Novedades de última hora
Es abusivo lo que ha hecho el gobierno: uso y abuso de los recursos públicos, de las instituciones públicas, de los funcionarios públicos. S. Piñera, Declaración de 15 enero de 2010.

Frei es una persona honesta que ha separado negocios y política. Presidenta Michelle Bachelet.

La Concertación, sumados los votos comunistas, 6,2 porciento, con los que obtuvieron 3 diputados en la pasada elección, disputará el 75 porciento de la votación por Enríquez Ominami (MEO). A su turno, Frei visitó los barrios obreros de Santiago, Piñera se reunió con los trabajadores concentrados en Concepción. Y los dos hicieron compra virtual del esquivo voto de abajo con el "bono de marzo". Piñera pagará 80 dólares, y Frei 60 dólares más uniforme y útiles para alumnos de los colegios públicos. Lo último nos recuerda ahora la intempestiva "rebelión de los pingüinos", una sacudida inesperada a la entonces tímida política social de Bachelet.

Más aún, la candente pugna electoral hizo cambiar lo dicho por MEO, quien no apoyaría a Frei, porque ambos aspirantes representan la política tradicional. Él votará sin ningún acuerdo programático. La presidenta favorece la Concertación, con su increible popularidad, y los proyectos de última hora: la inscripción automática y la votación voluntaria sin incluir a los chilenos expatriados.

¿Por qué perdería Piñera?

Recordando la historia electoral de Chile antes del golpe de Estado, Salvador Allende obtuvo el 37 porciento de la votación con una alianza de izquierda entre el PCCh y el PS, más socios menores del espectro de la izquierda; y fue elegido por el voto favorable de la mayoría demócrata cristiana en el congreso. Dicho de otro modo, la Unidad Popular no ganó la elección con el voto directo de su electorado. Uno de los dos candidatos, Eduardo Frei Montalva, al ganar la presidencia, en 1993 obtuvo el 58 porciento de los votos.

Guardadas las debidas distancias, con aritmética simple, puede concluirse que la derecha que apoyó en forma directa o contempló el golpe de Pinochet se dividió desde los años 80, y la Democracia cristiana, en particular, se alinderó con la izquierda electoral triunfando desde 1990. En la fecha, esta división afectó a la Concertación, que ahora se recompuso en buena parte con la aceptación del disidente Marco Enríquez.

Él se juega su futuro en esta final definitiva, y no quiso llevar el peso histórico de una derrota electoral, después del quiebre de la Unidad Popular, que le fuera atribuido a las fuerzas radicales situadas a la izquierda de su espectro, entonces, en primera persona, el MIR y su secretario, Miguel Enríquez, padre de Marco, la revelación político electoral de la hora.

Siguiendo con las sumas, y el comportamiento electoral de tendencia, quien ha venido subiendo es el candidato de la Concertación, 49,1 porciento de intención de voto, y su rival se quedó estancado en 50,9 porciento. Ambos aceitaron la máquina de promesas para el photo finish, ofreciendo la compra futura del voto esquivo, que comprueba la calamidad de la política social impulsada por los presentes gobiernos con las multitudes de trabajadores y pobres, quienes deciden el ganador, votando nulo, en blanco, o positivamente.

La dirección de Centro-izquierda aspira a conseguir el triunfo con un 51.8 porciento, sumando a los votos comunistas el 75 porciento de los que se depositaron por el exsocialista MEO. Mientras que Piñera, aunque no lo diga estaría satisfecho con solo parar su caída en 50,9 de los votantes efectivos. Si el llamado de MEO fuera acatado en todo, el triunfo de Frei tendría el 55,93 porciento de los votos positivos.

Todo lo cual indicaría a la fecha, de acuerdo a los resultados de 1993, que la derecha de herencia pinochetista económica y política, habría ganado, en casi 20 años, 2 puntos porcentuales en la disputa histórica con la centro derecha. Y la izquierda independiente, heredera de la UP tendría un voto actual superior al 26 porciento, constituyendo así más de la mitad del potencial votante de la Concertación y su aliado circunstancial, MEO y su coalición.

Más allá que se confirme o no, el triunfo en elecciones de Eduardo Frei, heredero del presidente "envenenado", a quien la derecha bautizó equivocadamente el Kerensky latinoamericano, los resultados de Chile son ejemplarizantes, en el sentido que las convicciones e inconsecuencias en procura de la igualdad social no desaparecen con el brutal bisturí de una dictadura apoyada por el poderío político-militar del gobierno estadounidense, tal y como se practicó en la tierra de Neruda y Allende.