domingo, 27 de febrero de 2011

EXCEPCIONALIDAD, DEMOCRACIA, Y HEGEMONÍA EN EL POSFORDISMO.

Miguel Ángel Herrera Zgaib

miguel.herrera@transpolitica.org

maherreraz@unal.edu.co

PRIMERA PARTE

LA TRANSICIÓN COLOMBIANA, 1999-2009.

El imperio gobierna un orden global fracturado por divisiones y jerarquías internas, y abatido por la guerra perpetua. M. Hardt, A. Negri. Prefacio, en: Multitud. Guerra y democracia en la era del Imperio, p. 15.

Sí, el proceso de trabajo ha sido revolucionado por la innovación tecnológica, el trabajo industrial es ahora marginal en el mundo occidental, aunque tiende a devenir central en el resto del mundo, la figura del obrero masa ha sido fragmentada sin el retorno, a pesar de la ideología del nuevo trabajo en la fábrica integrada, a la figura del trabajador profesional…El aspecto más evidente de las nuevas tecnologías es la supresión pura del viejo trabajo y la precarización salvaje del nuevo. Mario Tronti (2001). Prólogo, en: Obreros y capital. Akal, p. 14.

Resumen

Parto del proyecto de investigación, Democracia y presidencialismo de excepción. La transición política en Colombia, 1999-2009, como referente principal para este ensayo con el cual avanzo en la comprensión de una relación política problemática, la relación entre la democracia actual y el régimen de excepcionalidad que las elites colombianas en el poder imponen sobre los grupos subalternos.[1] Con esta perspectiva investigativa quiero explicar las razones de la de-democratización[2] que experimenta Colombia en la última década.

Señalo como hipótesis fundamental que el estado de excepción es el dispositivo principal que garantiza la gobernabilidad de los subalternos con el mínimo empleo de las reglas democráticas liberales establecidas en el pacto constitucional excluyente promulgado en 1991.

Explicaré el problema de la excepcionalidad inscrito en una situación histórico social de disputa contra-hegemónica, porque ésta no sólo tiene dimensión nacional sino global, porque la formación social colombiana es interdependiente y requiere para su reproducción como sistema capitalista singular de una alianza con el gobierno imperial en cabeza de EUA, líder del vértice monárquico.

Para empezar

Para empezar digamos que el estado colombiano fue articulado al sistema imperial por la vía expedita del Plan Colombia, a partir de 1999, pretextando la creciente acción disruptiva de una fuerza guerrillera durante un tiempo de recesión capitalista. Ésta tuvo por epicentro a Asia con una primera estación en Japón (1990-97), la segunda produjo el derrumbe de los tigres asiáticos, y la tercera impactó a Rusia (1998), Brasil, Colombia y otros países de América Latina. [i]

El episodio descrito es la antesala al giro de guerra abierta, que ocurrió bajo la presidencia de Andrés Pastrana Arango para cortar el avance político-militar de la guerrilla de las Farc-Ep, por una parte; y de otra con el propósito de detener el amenazante despliegue de la economía ilegal del narcotráfico, que a la vez obra como actividad de subsistencia de las capas campesinas más empobrecidas, a la vez que atrae al proletariado urbano expulsado de las ciudades, convertido en un ejército nómade de raspachines y recolectores de cosechas que recorren toda la república para mitigar su hambre y miseria juntas.

Esta condición de sumisión política desigual ante un poder imperial, de por sí tampoco excluye intervenciones imperialistas en cualquier parte del globo, incluida Colombia, si lo fuera necesario. Esta lógica de dominio es impuesta por el ejercicio de la soberanía imperial envuelta en la estrategia de la guerra preventiva justa.[3]

La acción subalterna

Ahora bien, estos grupos y clases subalternas actúan en pos de la autonomía y la abolición de los privilegios sociales; así que no sólo resisten, desobedecen, se rebelan contra la política pública de guerra interna[4]. Ellos también antagonizan cada vez más con el bloque en el poder que impulsa como agente colectivo, heterogéneo, una revolución pasiva neoliberal que es todo menos democrática. Ésta sigue al comando en la escala planetaria e impone de modo diferencial, a toda costa, el posfordismo como régimen de acumulación que sobredetermina la reproducción capitalista [5].

La nueva realidad del trabajo en el capitalismo nos revela sintomáticamente,[6] como lo afirma Mario Tronti, un rasgo característico: la supresión pura del viejo trabajo y la precarización salvaje del nuevo. Fenómenos que también se registran en las condiciones presentes de Colombia.


Una transformación negativa

Para explicar esta transformación retrógrada de la democracia colombiana que estableció la Constitución de 1991, - que no tuvo el refrendo de la ciudadanía-,[7] postulo un choque antagónico político social a lo interno de la forma democrática liberal de representación entre el bloque de poder que representa los intereses estratégicos del capital glocal, y la heterogénea resistencia cívica y armada contra la nueva guerra del capital.

En este teatro de lucha se perfila la multitud ciudadana, diversa, plural como un nuevo sujeto en procura de una identidad que es constituida a partir del ciclo de luchas que libra por la autonomía, en contra el autoritarismo, como vector en el que confluyen los grupos y clases subalternas contra-hegemónicos: los trabajadores sindicalizados, los precarios, los pobres del campo y la ciudad, las minorías étnicas y sociales, los grupos originarios indígenas y capas medias de la intelectualidad arruinadas y excluidas del festín del capital especulativo.

Las luchas dispersas de los subalternos en procura de la autonomía, definen, en la medida que condicionan el curso y el carácter de la guerra interna en Colombia[8]. Así, se viene realizando el tránsito de-democratizador a los dos gobiernos de la seguridad democrática con los que se entroniza y desarrolla el régimen para-presidencial. Este redujo la participación a su mínima expresión para dar paso a las formas concentracionarias de la legalidad marcial.[9]

Ahora, una vez producida la derrota a la segunda reelección, y sus promotores sindicados por los cuerpos judiciales y de control, la nueva etapa de la prosperidad democrática no despega del todo, pero el nuevo presidente, Juan Manuel Santos, y su ministro del interior, Germán Vargas Lleras con la coalición de fuerzas de la Unidad Nacional, en este interim que ya superó los cien días, quieren fijar en el imaginario de la opinión pública un nuevo talante gubernamental, y poner el límite espacio temporal de aquel proyecto degenerador que consumió los dos gobiernos del expresidente Álvaro Uribe Vélez, y aumentó el déficit fiscal en demasía.



[1] En Apuntes sobre la historia de las clases subalternas. Criterios de método (1934), Antonio Gramsci dice: “la historia de los grupos sociales subalternos es necesariamente disgregada y episódica. No hay duda que en la actividad histórica de estos grupos hay una tendencia a la unificación, aunque sea a niveles provisionales; pero esta tendencia se rompe constantemente por la iniciativa de los grupos dirigentes y, por tanto, sólo es posible mostrar su existencia cuando se ha consumado ya el ciclo histórico, y siempre que esa conclusión haya sido un éxito.”, en Escritos Políticos (1977. Cuadernos 54. Siglo XXI. México, p. 361. A partir de estas formulaciones se creó en la India el campo de investigación denominado Estudios Subalternos, que aquí se toman en consideración, y en particular, en la indagación actual del Grupo presidencialismo y participación, sobre la base de estos antecedentes.

[2] La escuela de la política contenciosa que tiene como principales exponentes a Charles Tilly, ya fallecido, Sidney Tarrow, y Bert Klandermans. Ellos han desarrollado la teoría de la acción colectiva que explica en parte la dinámica de los movimientos sociales y políticos en Occidente. En el marco de estos procesos, Charles Tilly ha planteado para el estudio de la tercera ola democrática la existencia de movimientos de democratización y de-democratización, sobre lo cual hablaré más adelante.

[3] Antonio Negri llama la invasión estadounindese de Iraq fue un golpe de estado al orden imperial, y en particular, por ende, a la autoridad global de la ONU, que es parte del gobierno mixto global, la democracia, que se articula junto con la monarquía y la aristocracia.

[4] Basándome en el análisis discursivo que desarrolla Frank FISCHER, de la política pública, aplico de modo heterodoxo tales instrumentos e intuiciones para definir a la guerra como la principal política pública de Colombia durante el periodo 1999-2009. El carácter de la guerra es prevenir las demandas democráticas de los de abajo, que juntas tienen la potencia de una revolución de los de abajo.

[5] JESSOP, Bob (1999). Capítulo 1. Fordismo y Posfordismo en: Crisis del Estado de Bienestar. Siglo del Hombre Editores/Unal. Bogotá, pp. 40-62.

[6] En este análisis se asume, igualmente, el aporte de Jacques Lacan en teoría de la ideología, a partir de la afirmación que Marx inventó el síntoma. Lo cual procesa, Slavoj Zizek, su continuador heterodoxo, para desarrollar su crítica política y cultural.

[7] Como sí lo obtuvo, para citar solo un ejemplo, la constitución actual de la República Bolivariana de Venezuela, mediante el referendo del 15 de diciembre de 1999, según se dispuso por la Constituyente entonces presidida por Luis Miquelena, Isaías Rodríguez y Aristóbulo Istúriz el 17 de noviembre de 1999.

[8]Guerra de posición es la expresión que Antonio Gramsci empleó para entender la reacción capitalista al curso expansivo de la revolución rusa en Occidente, mediante la revolución pasiva del bloque capitalista internacional que tornó hegemónico el régimen fordista de acumulación, hasta alterar incluso el curso mismo de la revolución proletaria en su escenario original. Ver Cuaderno Americanismo e fordismo (1950). Universale económica. Milan.

[9] Ver HERRERA ZGAIB, Miguel Ángel et al (2007). Presentación, en: El 28 de mayo y el presidencialismo de excepción en Colombia. Unijus/UNAL. Bogotá, pp. 7-36.



[i] NOVACK, George (2000). Prólogo, Cinco siglos de revolución. Colección Construyendo Ideas. México, p. xxvi.

Los colegas del Bildner Center, y en particular el profesor Mauricio Font, en esta oportunidad desarrollor en Cuny una reflexión sobre la situación de las ciudades colombianas con la participación de estudiantes doctorales colombianos. Divulgamos este evento para los interesados aquí y en otros países. N de la R.


The Bildner Center cordially invites you to the Research Seminar:

Violence and Security in Colombian Cities

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Eduardo Moncada
Brown University

Discussant:
Mark Ungar
Brooklyn College

Moderator:
Desmond Arias
Bildner Center for Western Hemisphere Studies

WHEN: Thursday, March 17, 2011, 4 PM

LOCATION: The Graduate Center, Room C202

365 Fifth Avenue (@34th Street)

Talk Description
Eduardo Moncada will discuss his dissertation topic on the role of business in shaping urban government responses to violence with an empirical focus on several major cities in Colombia.

About the Speaker:
Eduardo Moncada is a Ph.D Candidate in the Department of Political Science at Brown University. His research interests include the politics of violence, comparative political economy of development, "city politics" in the developing world, and state-business relations. Moncada is currently a 2010-11 Predoctoral Fellow with the Program on Order, Conflict and Violence at Yale University.

Please pre-register by sending an e-mail to bildner@gc.cuny.edu.

For further information about this and other events, please visit
www.bildner.org (click “Events”).

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martes, 22 de febrero de 2011

Prólogo

DEL MAL VIVIR AL BUEN VIVIR

UNA LECTURA ACTUAL, INCÓMODA Y COMPROMETIDA

Alberto Acosta*

“En última instancia, iglesia y secta, ortodoxia y heterodoxia es cuestión de poder. Por eso, defensas y propagaciones son propias de los imperios o de quienes se han identificado con ellos”.

José María Tortosa, 1982

José María Tortosa, sociólogo español (por pasaporte, como él suele decir), no estuvo en Ecuador durante el debate constituyente (1). No obstante, varios de sus aportes han sido ya recogidos en esta serie de textos que reflejan una parte de la discusión constituyente. Tortosa, un librepensador glocal, interesado tanto en los temas de su localidad como del mundo, fue una de las personas que más acompañó desde la distancia este proceso de creación constituyente. Sería imposible enumerar en estas páginas el contenido y el significado de todas sus comunicaciones que recibí durante ese período. Y no sólo en ese lapso histórico.

Recuerdo que en medio de la grave crisis del tornasiglo, que asoló la economía, la sociedad y la institucionalidad política ecuatoriana, Tortosa, en el año 2000, en un breve texto, indagó sobre las “erupciones” en marcha en este país. El sabía que “las erupciones no se anuncian pero son previsibles, sobre todo si se hace tan poco para reducir las fracturas sociales o lo único que se hace es ‘politiquerismo’”. Y son esas erupciones las que construyeron las bases del actual proceso político ecuatoriano.

Tortosa, quien ha demostrado ser profundo conocedor de la realidad andina, a través de prolongadas y repetidas estadías en Bolivia y Ecuador, se ha convertido en un vigoroso lector, a la vez que crítico constructivo, de dicha realidad, de la que, como él lo reconoce, ha aprendido mucho. Sus profundas reflexiones y aportes, casi siempre llenos de datos empíricos y cuadros tipológicos que facilitan la lectura, son múltiples: las cifras sobre la pobreza y la inequidad a nivel de la economía-mundo, como la entiende Immanuel Wallerstein, con quien Tortosa ha caminado largos trechos de su vida de científico social, o sobre las actuales crisis que afectan a la Humanidad, son contundentes, como se podrá ver con la lectura de este libro.

Los temas tratados por Tortosa son múltiples y diversos, pero siempre interrelacionados entre sí por la búsqueda de explicaciones a todas las preguntas que el mundo contemporáneo plantea. Basta revisar el índice de este libro para comprender la multiplicidad de asuntos abordados por José María Tortosa, y que los presenta en esta ocasión en cuatro capítulos. En el primero aborda la desigualdad, analizando los entretelones e interrelaciones del maldesarrollo y la crisis, insistiendo en los procesos de empobrecimiento y polarización globales; habría que hacer un paréntesis para reconocer su preocupación permanente sobre la situación de empobrecimiento de las mujeres.

En una segunda parte entra de lleno en unos de sus temas favoritos: la paz, las violencias y las posibilidades de solución, campo en el que, en varias oportunidades conjuntamente con Johan Galtung, ha aportado con sugerentes análisis. Su abordaje del desarrollo en el tercer capítulo de este libro, tema en el que coincidió frecuentemente con André Gunder Frank; está dedicado a analizar, entre otras cosas, el retorno del Estado en la actualidad, sin llegar a proponer transnochadas opciones estadocéntricas. El libro concluye proponiendo el ¿qué hacer?, lejos de la “falsa esperanza del optimismo, desconectada de la fuerza de las cosas” (Roger Scruton).

Vale resaltar la importancia de este último capítulo. Este indígena valenciano, afincado en Alicante, profundamente respetuoso de la opinión de los otros, dejando a un lado su inveterada posición de teórico (theoretikós, como él mismo lo reconoce), cierra su libro arriesgando “soluciones, propuestas, caminos al cambio, utopías incluso”. Está consciente de que no puede “quedarse en el puro entendimiento de las situaciones sin preocuparse por pasar a su cambio”. No hacerlo, según él, sería “un ejercicio tal vez tan placentero como la erótica del poder, pero estéril, casi masturba torio, casi autista. De ahí que este libro tenga que terminar por lo menos preguntándose qué puede hacerse frente al maldesarrollo estructural o frente al Mal Vivir de las personas concretas para que no sea un libro sólo para entenderlo.”

Esta multiplicidad de temas, tratados en forma comprometida y a profundidad, abordando cuestiones de actualidad sin renegar nunca de la historia, como hacen muchos de los autores de best sellers baratos y transitorios, transforman a este libro en una gran oportunidad para comprender de mejor manera el mundo y sus complejos procesos.

Tortosa, un pensador siempre cercano a las periferias en el mundo, en su país-local y en su país-ampliado, fue uno de los primeros que comprendió la significación de las propuestas para construir el Buen Vivir en los países andinos. Apenas concluyó la Asamblea Constituyente de Montecristi, consciente de lo que se había aprobado, aseveró que “la idea del sumak kawsay o suma qamaña: nace en la periferia social de la periferia mundial y no contiene los elementos engañosos del desarrollo convencional. (…) la idea proviene del vocabulario de pueblos otrora totalmente marginados, excluidos de la respetabilidad y cuya lengua era considerada inferior, inculta, incapaz del pensamiento abstracto, primitiva. Ahora su vocabulario entra en dos constituciones.”

Recordemos que en la Asamblea Constituyente de Montecristi, uno de los puntos medulares del debate fue el cuestionamiento al régimen de desarrollo imperante. La discusión se enriqueció con propuestas diversas y plurales que recogían elementos planteados dentro y aún fuera del país. Allí, entonces, como reconoce Tortosa, desde la visión de los marginados por la historia, desde los pueblos y nacionalidades indígenas, se planteó el Buen Vivir, sumak kawsay (en kichwa) o suma qamaña (en aymara) como una oportunidad para construir otra sociedad sustentada en una convivencia ciudadana en diversidad y armonía con la Naturaleza, a partir del reconocimiento de los diversos valores culturales existentes en el país y en el mundo.

Esta concepción del Buen Vivir desnuda los errores y las limitaciones de las diversas teorías del llamado desarrollo; aunque aquí cabría empezar a generalizar el concepto que propone Tortosa: el “maldesarrollo”; concepto planteado con anterioridad, como él mismo lo describe al inicio de su libro. La aceptación del Buen Vivir en las constituciones de Bolivia y Ecuador consolidó la crítica al concepto mismo de desarrollo transformado en una entelequia que norma y rige la vida de gran parte de la humanidad, a la que perversamente le es imposible alcanzar ese tan ansiado desarrollo.

Es más, lo que se observa en el mundo es un “maldesarrollo” generalizado, existente inclusive en los países considerados como desarrollados. Y este “maldesarrollo” es el que, en definitiva, impide el desarrollo. José María Tortosa va inclusive más allá, él demuestra que “el funcionamiento del sistema mundial contemporáneo es “maldesarrollador” (…) La razón es fácil de entender: es un sistema basado en la eficiencia que trata de maximizar los resultados, reducir costes y conseguir la acumulación incesante de capital. (…) En otras palabras, el sistema mundial está maldesarrollado por su propia lógica y es a esa lógica a donde hay que dirigir la atención.” Y si el sistema es maldesarrollador, mal se puede lograr el desarrollo… al menos para la mayoría de habitantes del planeta, menos aún para todos. El capitalismo, en tanto civilización de la desigualdad, puede producir importantes acumulaciones materiales, pero no asegura su adecuada distribución. Además, esta civilización está demostrando ser en esencia depredadora de la Naturaleza.

Entonces, la pregunta que cabe en este punto es si será posible y realista intentar un ordenamiento social diferente, sustentable, igualitario y equitativo dentro del capitalismo. La respuesta es simple: no. Sin embargo, con la sola aceptación constitucional del Buen Vivir no se superará el sistema capitalista y tampoco se lo logrará desde y en un país aislado.

Para entender lo que implica el Buen Vivir o mejor aún el Buen Convivir, que no puede ser simplistamente asociado al “bienestar occidental”, hay que empezar por recuperar la cosmovisión de los pueblos y nacionalidades indígenas. En la Constitución de la República del Ecuador se establece que “el régimen de desarrollo es el conjunto organizado, sostenible y dinámico de los sistemas económicos, políticos, socio-culturales y ambientales que garantizan la realización del buen vivir, del sumak kawsay” (art. 275). Y en la Constitución del Estado Plurinacional de Bolivia se aprobó que “el Estado asume y promueve como principios ético-morales de la sociedad plural: ama qhilla, ama llulla, ama suwa (no seas flojo, no seas mentiroso ni seas ladrón), suma qamaña (vivir bien), ñandereko (vida armoniosa), teko kavi (vida buena), ivi maraei (tierra sin mal) y qhapaj ñan (camino o vida noble)” (art. 8.I).

Esta propuesta en proceso de construcción, siempre que sea asumida activamente por la sociedad y no se circunscriba a unos cuantos artículos constitucionales, se proyecta con fuerza en los debates que se desarrollan en el mundo. Dicho en otros términos, la discusión sobre el Buen Vivir no debería reducirse a las realidades andinas.

El reconocimiento de los valores y prácticas provenientes de los pueblos y nacionalidades indígenas no significa negar la posibilidad para propiciar la modernización de la sociedad, particularmente con la incorporación en la lógica del Buen Vivir de muchos y valiosos avances tecnológicos. Tampoco margina notables aportes del pensamiento de la humanidad que están en sintonía con la construcción de un mundo armónico, como se deriva de la filosofía del Buen Vivir. Por eso mismo, una de las tareas fundamentales recae en el diálogo permanente y constructivo de saberes y conocimientos ancestrales con lo más avanzado del pensamiento universal, en un proceso de continuada descolonización de la sociedad.

En la cosmovisión indígena no hay el concepto de desarrollo entendido como un proceso lineal que establezca un estado anterior o posterior. No hay aquella visión de un estado de subdesarrollo a ser superado. Y tampoco un estado de desarrollo a ser alcanzado forzando la destrucción de las relaciones sociales y la armonía con la Naturaleza. No existe, como en la visión occidental, está dicotomía que explica y diferencia gran parte de los procesos en marcha. Para los pueblos indígenas tampoco hay la concepción tradicional de pobreza asociada a la carencia de bienes materiales o de riqueza vinculada a su abundancia.

Desde la cosmovisión indígena, el mejoramiento social -¿equivale al desarrollo?- es una categoría en permanente construcción y reproducción. En él está en juego la vida misma. En este punto cabe anotar que Tortosa, quien ha reconocido que habla mal todas las lenguas que habla, que es conocedor del kechwa, aprendido en Bolivia, hace muchos años, comprendió lo que significaba incluir las lenguas de los pueblos dominados en las respectivas constituciones. Ese fue un logro en Bolivia y no en Ecuador, en donde la cúpula del movimiento oficialista no tuvo la capacidad ni el valor para asumir ese reto derivado del reconocimiento de un Estado plurinacional e intercultural.

Este intelectual de creación, en un texto publicado hace casi tres décadas, anticipaba que “la lengua es un instrumento más de una lucha política más general”. Él consideraba que “si el inglés es la lengua imperial, la solución no es negarse a aprenderlo o a hablarlo (eso sería condenarse a la alineación con respecto a un sistema imperial intacto), sino unir una postura frente al inglés con una postura frente al imperialismo”. No se trata, entonces, de defender o propagar lenguas, sino que, aceptando el pensamiento de Tortosa, hay que preocuparse por las personas concretas y por la transformación del poder dominante. Hay que tener presente que “no hay política lingüística sin relaciones internacionales”. Es decir, que incluso el tema de la lengua imperante e impuesta, el inglés en términos internacionales, y el mismo español, en términos nacionales, produce y reproduce las relaciones de dominación y de dependencia. La imposición de una lengua, sea cual fuere ésta, o la incapacidad de aceptar, adecuadamente valoradas, las lenguas de los grupos tradicionalmente dominados, con los que se quiere integrar democráticamente, es lo que incomoda. Esto es aún más complejo e indignante si, como sucedió con la Constitución de Montecristi, ya se había dado el paso histórico hacia aceptar la plurinacionalidad como punto de arranque de una nueva forma de pensar y organizar la sociedad entera.

Volviendo al tema del Buen Vivir y siguiendo con este planteamiento holístico, podemos decir que, por la diversidad de elementos a los que están condicionadas las acciones humanas que propician el Buen Vivir, los bienes materiales no son los únicos determinantes. Hay otros valores en juego: el conocimiento, el reconocimiento social y cultural, los códigos de conductas éticas e incluso espirituales en la relación con la sociedad y la Naturaleza, los valores humanos, la visión de futuro, las mismas lenguas, entre otros. El Buen Vivir aparece como una categoría en la filosofía de vida de las sociedades indígenas ancestrales; concepción filosófica que ha perdido terreno como consecuencia de las prácticas y mensajes de la modernidad occidental, así como por efecto de “la colonialidad del poder”, tal como lo entiende Aníbal Quijano. Su aporte, sin embargo, sin llegar de ninguna manera a una equivocada idealización del modo de vida indígena, nos invita a asumir otros “saberes” y otras prácticas, en este caso de los pueblos y nacionalidades tradicionalmente marginadas.

El Buen Vivir, en tanto propuesta en construcción, cuestiona el concepto occidental de bienestar y en tanto propuesta de lucha, enfrenta “la colonialidad del poder”. Entonces, sin minimizar este aporte desde los marginados de la historia, hay que aceptar que la visión andina no es la única fuente de inspiración para impulsar el Buen Vivir. Incluso desde círculos de la cultura occidental se han levantado y ya desde tiempo atrás muchas voces que podrían estar de alguna manera en sintonía con esta visión indígena y viceversa. Los aportes de Tortosa son una demostración de esta aseveración. Y es que el concepto del Buen Vivir no solo tiene un anclaje histórico en el mundo indígena, se sustenta también en algunos principios filosóficos universales: aristotélicos, marxistas, ecológicos, feministas, cooperativistas, humanistas…

Tortosa, al concluir el capítulo sobre “los futuros del desarrollo”, asevera, engarzando su pensamiento con el debate andino en marcha, que “si el desarrollo (como valor, como objetivo) lo que tiene que pretender, básicamente, es una reducción de la pobreza con equidad o, en términos más generales, una superación del Maldesarrollo o una reducción del Mal Vivir, la construcción teórica necesaria para ello no está hecha. Es un reto para los académicos y para los políticos, con independencia de cómo se llame la cosa que, evidentemente, no tiene por qué seguir llamándose desarrollo y tiene muchas ventajas llamarla Buen Vivir.”

Vistas así las cosas, el Buen Vivir, propuesto constitucionalmente en dos países andinos, no es un punto de llegada. Es apenas un punto de partida para construir otras formas de vida profundamente fundamentadas en la vigencia de los Derechos Humanos y de los Derechos de la Naturaleza. Estos últimos derechos no son asumidos fácilmente por Tortosa, vale reconocer. Sin embargo, Tortosa tiene muy claro el reto de la crisis ambiental. El reconoce paladinamente que “la Historia de la Humanidad es la historia de sus agresiones a la Naturaleza. La especie humana nunca ha sabido convivir con la Naturaleza y los cantos dedicados a otros pueblos (“ancestrales”) que sí supieron, más parece una idealización del pasado que una descripción del mismo. Lo que sucede es que mientras las agresiones fueron locales o menores, dieron tiempo al Planeta para recuperarse, aunque algunas desapariciones de civilizaciones podrían tener una relación directa con esta agresión a la Naturaleza. Sin embargo, ahora se levantan las voces de los que dicen que o ya no podrá recuperarse o que está cerca del punto de no-retorno para la recuperación”.

Este sociólogo, consciente de todos estos retos, ha sido uno de los artífices de varios talleres y seminarios sobre el Buen Vivir. Él ha convocado a profesores e investigadores de varias universidades de América Latina, la de Cuenca en Ecuador o la Central en Caracas, y de Europa, la de Alicante o la Complutense en España, para mencionar apenas a algunas de ellas, a debatir el tema. Su objetivo, una vez más, sigue siendo aprender del Sur. Sus aportes se enriquecen en la discusión permanente con otras posiciones, en un verdadero diálogo de saberes y experiencias, tal como lo reconoce en la amplia y diversa bibliografía recopilada en este libro.

En esos espacios, comprendiendo la inviabilidad global del estilo de vida dominante, se ha abierto la puerta al Buen Vivir como una plataforma para discutir respuestas urgentes frente a los devastadores efectos de los cambios climáticos a nivel planetario. El crecimiento material sin fin podría culminar en un suicidio colectivo, tal como parece augurar el mayor recalentamiento de la atmósfera o el deterioro de la capa de ozono, la pérdida de fuentes de agua dulce, la erosión de la biodiversidad agrícola y silvestre, la degradación de suelos o la acelerada desaparición de espacios de vida de las comunidades locales…

Por lo tanto, el crecimiento material no es la única vía a la que debería darse necesariamente prioridad. A escala global, la concepción (¡equivocada!) del crecimiento basado en inagotables recursos naturales y en un mercado capaz de absorber todo lo producido, no ha conducido ni va a conducir al desarrollo. “El mercado como religión universalista”, como definió la cuestión neoliberal Tortosa mucho antes de que fenezca el siglo pasado, en pleno frenesí del librecambismo globalizante, no consiguió ser la solución mágica que anticipaban sus panegíricos. El anarcocapitalismo, según Tortosa, en el que no cabe Dios, ni patria, ni bandera: sólo mercado, no fue sólo un estrepitoso fracaso. Fue un engaño de tal magnitud que aún ahora, cuando su aplicación es cada vez más aceptada como inviable, sigue siendo defendido por personajes que siguen cargando el Cristo cuando la procesión ya debía haber terminado… aunque, ahora, con el logro obtenido por el Tea Party en los Estados Unidos parecería que se anuncian nuevas procesiones al mejor estilo del Ku Klux Klan.

Eso no es todo. A más de que la mayoría de la población mundial no alcanza el bienestar material, con estas ideas del libre mercado se están afectando su seguridad, su libertad, su identidad. Resulta lacerante que hoy, a pesar de todos los avances tecnológicos, al decir de José Saramago, Premio Nobel de Literatura del 2001: “la cosa más desechable del mundo sea el ser humano”. Algo que también reconoce el autor de este libro: “La vida humana vale poco. Y cuanto más pobre se es, menos vale”.

Si durante la Edad Media la mayoría de la población estaba estructuralmente marginada del progreso, también hoy la mayoría de habitantes del planeta no participa de los beneficios del progreso; está excluida. No tiene, en muchos casos, ni el privilegio de ser explotada. Si, en lo más profundo de la Edad Media la gente no tenía tiempo para reflexionar, estaba demasiado preocupada en sobrevivir a las enfermedades que asolaban en forma de pestes, a la desnutrición, al trabajo servil y a los abusos de los señores feudales así como a las interminables guerras; en la actualidad, muchas de estas pesadumbres, que para más de la mitad de habitantes del planeta se mantienen, parecen haberse incrementado por efecto del consumismo y de la sobrecarga de informaciones alienantes, que perversamente están minando la capacidad crítica de las personas.

La difusión global de ciertos patrones de consumo, en una pirueta de perversidad absoluta, se infiltra en el imaginario colectivo, aún de aquellos amplios grupos humanos sin capacidad económica para acceder a ese consumo, manteniéndolos presos del deseo permanente de alcanzarlo. Recuérdese que hoy los grandes medios de comunicación, en un paralelismo con las prácticas inquisidoras del medioevo, en una suerte de modernizada escolástica, marginan lo que no debe ser, al negar espacios para su publicación y, por ende, difusión.

Ese maldesarrollo, generado desde arriba, como lo entiende Tortosa, sea desde los gobiernos centrales y las empresas transnacionales, o desde las élites dominantes a nivel nacional en los países subdesarrollados, tan propio del sistema capitalista, implica entonces una situación de complejidades múltiples que no pueden ser explicadas a partir de versiones monocausales.

La búsqueda de nuevas formas de vida implica revitalizar la discusión política, ofuscada por la visión economicista sobre los fines y los medios. Al endiosar la actividad económica, particularmente al mercado, se han abandonado muchos instrumentos no económicos, indispensables para mejorar las condiciones de vida. La resolución de los problemas exige, entonces, una aproximación multidisciplinaria. Y esa aproximación es la que nos propone Tortosa con este magnífico libro, en el que recoge varios de sus últimos aportes, planteando preguntas y más preguntas, como la ha hecho con frecuencia, y en esta ocasión arriesgando respuestas.

Este es un libro cargado de datos y reflexiones, muchas de ellas incómodas y siempre comprometidas. No será una lectura grata para los detentadores del poder, guardianes de los privilegios de aquellos pocos que se benefician del maldesarrollo. Y tampoco será una lectura cómoda para quienes se nutren de dogmas y de (sin) razones coyunturales con las que, al justificar todo lo que se hace en algunos procesos políticos en marcha, cierran la puerta a la crítica, es decir la misma democracia. Será una lectura para seguir aprendiendo y cuestionando sociedades en donde, con la crisis global, una vez más, como reconoce Tortosa, se ha puesto de manifiesto “que la lucha de clases constante y despiadada es la de ‘los de arriba’ contra ‘los de abajo’”.

Concluyo estas pocas líneas agradeciendo a José María por haber aceptado la invitación que le formuláramos para preparar este libro, en donde se sintetiza al menos una parte de su pensamiento.

Estas líneas preliminares, sin lugar a dudas, no hacen el honor debido a este libro. Pretenden ser apenas un abreboca para invitar a la lectura. Dudo que lo haya logrado. De lo que sí estoy convencido es que nuestra serie sobre los debates constituyentes se ha enriquecido con estos aportes de José María, que contribuirán a la discusión democrática. Le agradezco a él por todas sus generosas enseñanzas, solicitadas y no solicitadas, particularmente por todas sus críticas y también por sus voces de aliento. Y reconozco, para concluir, que su amistad me honra y acompaña en el camino.-

Enero, 2011

*Economista ecuatoriano. Profesor e investigador de la FLACSO. Ministro de Energía y Minas, enero-junio 2007. Presidente de la Asamblea Constituyente y asambleísta octubre 2007-julio 2008.

(1) Otros pensadores de diversas partes del planeta sí nos acompañaron directamente en las discusiones de Montecristi. Esta lista es larga. Aquí seleccionando a quienes, sin ser ecuatorianos (que somos quienes cargamos con todo el peso del debate y construcción cosntituyente), aportaron con ideas y tesis para construir otra forma de organizar las sociedades en el mundo y la vida misma en el planeta, cabría resaltar los aportes de Francois Houtart, Aníbal Quijano, Boaventura de Souza Santos, Eduardo Gudynas, Antonio Elizalde, Oscar Ugarteche, Edgardo Lander, entre otros. Muchos de los aportes de ellos han sido ya incluidos en esta serie en torno a los debates constituyentes.

sábado, 19 de febrero de 2011

PINCHÓ LA LOCOMOTORA

El presidente Santos y el Ministro del Transporte fracasaron en el nuevo intento por imponer la medida de acabar los fletes que es una trinchera de los pequeños y medianos propietarios del transporte. El presidente ha dicho que "la autoridad del Estado no es negociable". Y el ministro hace coro , cuando insiste, que "el decreto no se derogó".

La libertad vigilada

"Ya no se volverá a decir que se dictó un decreto sin consultarlo. Germán Cardona. Ministro del Transporte.

Los transportadores en paro, que abarcó a más de la mitad del país, orientados por Aguilar y Virviescas, exigían que se suban los fletes de aquí al 15 de junio, y que se reemplacen los vehiculos uno a uno en la chatarrización, pero el gobierno quiere que haya libertad para hacerlo según "las necesidades del país".

Pero, la directriz del Conpes debía aplicarse este 28 de febrero, contra viento y lluvia, pero no será así. Y aparece como mediador, el vicepresidente exobrero, a lo cual Germán Cardona llama, algo que no tiene mayor incidencia. El decreto no había sido consultado, y, en última, tenía poco o nada de libertad, y mucho de imposición.

El paro de dos semanas terminó con un acuerdo firmado entre la ACC y el gobierno, cerrando los bloqueos de cuatro días, que sentaron al gobierno, a regañadientes a dialogar, y a concertar. Pero la situación conflictiva no está aún resuelta.

La situación que afectó a todo el país, directa e indirectamente, definió una vez más el talante del gobierno de la prosperidad. No es democrático, y quiere imponer vía decreto la fórmula de la privatización concentrada de los medios de producción, en este campo del tranporte de carga, donde aun existen pequeños y medianos propietarios.

Este sector de la clase media ha utilizado las vías de hecho para responder a la excepcionalidad vía decreto para pasar por alto los controles jurídicos que garantizan el ejercicio de la propiedad privada sin grandes sobresaltos. Pero eso ya no es más así.

Pinchó la locomotora

Angelino le hizo el milagrito al Santo(s), haciendo de amable componedor antes que la situación se tornara irreversible. Pero, sólo para dulcificar, en apariencia, el trago amargo que se viene, tal y como lo anuncian Germán y Juan Manuel, atrincherados en el principio de autoridad dejando a un lado el asunto de la legitimidad democrática.

De aquí a junio hay plazo para que las cosas se enderecen en esta república de opereta, y el decretismo y la diarrea de proyecto de ley se encauce ahora que el invierno ha cedido un poco, y las aguas toman un curso normal. No es así, en cambio, con las multitudes descontentas y empobrecidas.

Estas le han "medido el aceite" a la locomotora del crecimiento impuesto. La gente exige desarrollo, cuando menos, con rostro humano. Y sin que el fantasma de la para-política lo contagie todo, incluido el transporte a través del lavado de divisas camuflado con la aparición providencial de tracto-mulas sin control, detrás de las cuales se ocultan capitales golondrinos y amasados ilegalmente.
Por lo pronto se pinchó la locomotora de la movilidad a costillas de los más débiles. El puente está quebrado.

¿Con qué lo curaremos?

El pastorcito mentiroso

El rebaño se le rebotó al señor de la picardía, y tiene que hacer pública penitencia. Y los "culpables" no se pueden buscar río arriba. El ministro tiene que renunciar, y el Conpes recibir una reprimenda ciudadana. No puede ser el cónclave de obispos que decide en secreto, a través de micos congresionales, y asalto de la fe pública, el defícit fiscal que dejaron 10 años de trapisondas perpetradas impunemente por el régimen de la (in) seguridad y la degeneración democrática.

Se le acorte el tiempo al pastorcito, quien dijo ante las cámaras de televisión que él no subiría impuestos y en menos de 100 días ha borrado su palabra, y abandonado el mármol donde iba a esculpir esa sentencia. Antanas quien fuera el rey de burlas sonrie con socarronería, mientras Peñalosa se pone verde de la ira, al ver el descuadernamiento gerencial de Bogotá, que permitió a los transportadores presionar por sus intereses.

De mentiras el país está cansado, y de hacer política al revés, haciendo de los intereses privados propósitos públicos. Las verdades se abren camino con la gente levantada y protestando contra la arbitrariedad del gobierno, y ese es un buen síntoma. Y la cura no puede ser más costosa que la enfermedad del autoritarismo cuando el norte de Africa se sacude. La revolución democrática está en marcha, y aquí también ya marcha "sobre ruedas". Atentos estamos al siguiente pitazo !!!




martes, 8 de febrero de 2011

ObservaTORIO ECOlógico

El pájaro campana !!!


Estuvo y está en la lente de l@s colombian@s el asunto de la minería por la huelga en la Drummond, que acaba de conciliar Angelino, el exsindicalista guardián de las espaldas de Santos, en pos de la prosperidad democrático liberal. Entre tanto supimos, a propósito de lo que aquí dijo Salo, que la Drummond arregló aumento salarial del 6.5 % y aceptó otras exigencias de los huelguistas.

Al mismo tiempo se le permitirá, a la chita callando, vender el 20% de sus acciones birlándonos una billonaria cantidad de la riqueza colectiva a cambio. Esto es, la Drummond transfiere allende nuestras fronteras, en las barbas del "Próspero" local, plusvalía de la explotación de un recurso no renovable sin retribuir nada a cambio que no haya sido al revés daño ecológico irreparable. Excelente "negocio" Juan Ma. ¡Qué picardía !

¿Y qué dirán nuestros esforzados obreros y sus mentores sindicalistas al respecto ? N de la R.


La venta de la Drummond

Por: Salomón Kalmanovitz

SE HA CONOCIDO QUE LA DRUMMOND está negociando la venta de sus activos a Xstrata, una sociedad anónima residenciada en Suiza y socia de El Cerrejón, por una suma cercana a los US$8.000 millones. La transacción genera una valorización muy elevada que no va a ser compartida con la dueña del recurso, la República de Colombia.

La Drummond es una empresa familiar del sur profundo de los Estados Unidos, Alabama. Se ha caracterizado por prácticas depredadoras del medio ambiente en la Jagua de Ibirico, causando enfermedades respiratorias a sus habitantes y trabajadores. Ha sido descuidada en el transporte del carbón hacia las playas del Rodadero y Ciénaga.

Su comportamiento laboral ha estado caracterizado por la tozudez frente a sus empleados, precipitando tres huelgas; tres dirigentes de su sindicato fueron asesinados por los paramilitares en 2004. Ha sido acusada y condenada por evadir regalías a los municipios donde opera y al Departamento del Cesar; además, ha tenido problemas con el fisco nacional.



Entre 1997 y 2010 la empresa invirtió US$1.890 millones, según su propia declaración. Al serle adjudicada la mina El Descanso en 2008, la Drummond ha aumentado sus inversiones a US$400 millones anuales. Ha estado exportando en promedio 22 millones de toneladas de carbón anuales, que proyectaba ampliar a 25 millones por la nueva mina, graciosamente concedida por la administración Uribe.

La mina de carbón de La Loma en la Jagua sólo cuenta con reservas marginales, o sea que al municipio y al país les queda un inmenso hueco con el aspecto de un paisaje lunar. La empresa prácticamente pagó lo que quiso en regalías, o sea que estuvo lejos de compensar por la extinción del recurso no renovable.



En términos gruesos, la empresa ha invertido US$2.000 millones a lo largo de los años de su operación en el país, lo cual significa que la valorización de sus activos es del orden de los US$6.000 millones. Bajo la ley tributaria colombiana, una venta por fuera de bolsa y que dé lugar a una ganancia ocasional debe pagar una tarifa del 35% sobre ésta: cerca de US$2.100 millones, es decir, casi un punto del PIB nacional.



Pero, ¿adivinen qué? La transacción se hace por fuera de las fronteras del país entre la casa matriz de la Drummond en Alabama, que es “independiente” de su filial colombiana, y Xstrata, de tal modo que la soberanía tributaria del país es inexistente en este caso y en otros. Así también se hizo la venta de Bavaria a SAB Miller por US$7.000 millones, cuya dueña era una firma residente en Islas Caimán; eludió así pagar varios billones de pesos al fisco nacional.

Muchos ciudadanos colombianos tienen registradas inversiones extranjeras situadas en los paraísos fiscales de Panamá y algunas islas caribeñas, de tal modo que, como la Drummond, eluden la legislación tributaria colombiana; para todos, sus inversiones en el país producen supuestas pérdidas, sus patrimonios son bajísimos y pagan pocos impuestos, mientras que las ganancias las depositan en los paraísos donde no les cobran ningún tributo. ¿Qué hacemos Juan Ricardo?