sábado, 30 de enero de 2021

 Un interludio ejemplar:

La revolución democrática interrumpida y el fulminante estudiantil, 1971-2021.

Miguel Angel Herrera Zgaib, PhD.
Presidente de IGS-Colombia.

El año 2021 marca grandes desafíos a la multitud subalterna, global y localmente. En lo fundamental, en qué medida avanzará la revolución democrática contra y más allá del capital. De modo particular este año, sus desafíos, interpelan a la intelectualidad colombiana, y las tareas inconclusas de reforma intelectual, moral, y, en específico, educativa.

De ese modo, esta semblanza, retrotrae el poderoso recuerdo de la lucha emprendida en 1971, que se tradujo en la primavera brevísima del cogobierno y el programa mínimo de los estudiantes colombianos.

En Colombia, luego de las luchas de 2018, 2019 y la resistencia contra la aplicación de la excepcionalidad indiscriminada y cegatona para combatir la pandemia.

50 años de Luchas

Tenemos los 50 años de la lucha estudiantil universitaria, que estalló en 1971, con los asesinatos de Edgar Mejía, y otros 6 estudiantes que protestaban contra la injerencia imperialista en los programas de la educación superior. Fueron masacrados en Cali, el 26 de febrero.

Luego vino el fusilamiento por la espalda de Tuto González, a comienzos de marzo del mismo año, en Popayán. Un joven activista político, cuyo sepelio fue acompañado por miles en condiciones de estado de sitio.

De ello quedó también un poema, algunos apartes que quiero recordar ahora: "Te partieron la risa, camarada./Marzo te sorprendió con balas en la espalda...
Yo empezaba a estudiar derecho en la Universidad Nacional. Era decano Abel Naranjo Villegas, un conservador humanista, y de pronto, entraron a nuestra clase, los "heraldos negros" de aquel día.

Pero, a contrario de lo que dice el poema del inmenso peruano, César Vallejo, venían a reclamar rebeldía, a reunirnos en asamblea y lanzarnos a la calle, a continuar la protesta anti imperialista, y contra el gobierno de Pastrana, que se había robado las elecciones el 19 de abril de 1970, con la aquiesencia final del exdictador Rojas Pinilla, que aceptó el plato de lentejas.

La lucha continuó, se había nombrado ministro de educación a Luis Carlos Galán, quien asistió, como casi ninguno lo volvió a hacer después, a las sesiones del CSU. El carro del ministerio fue "vandalizado".

En el mismo tiempo, Jaime Arenas, quien trabajaba como asesor de aquel ministro, encontró la muerte en las calles de Bogotá, asesinado por un comando del Eln, que sigue todavía sin arrepentirse de aquella bestialidad, cometida en retaliación por quien escribiera "la guerrilla por dentro".

En octubre de aquel año, ante una movilización extraordinaria que cubrió a toda Colombia, y sacudió la hegemonía cultural dominante, se instalaron los cogobiernos en la Universidad Nacional y de Antioquia, focos principales de la protesta.

Hubo emulaciones en la U de Nariño, y la Santiago de Cali, y
el cogobierno duró pocos meses. Fue suspendido su ejercicio por el gobierno nacional, quedaron impunes las muertes de los estudiantes y los ciudadanos que se solidarizaron con aquel climax de la protesta democrática.

Luego vino el corto ciclo de los rectores policías, porque el ejército resguardaba las clases, y revisaba a los estudiantes para que ingresaran a éstas. Así ocurrió, p.e., en la facultad de derecho y ciencias sociales, en la que llamamos "plaza de la verdad", desde el XIII seminario internacional Gramsci. Para recordar los asesinatos políticos, y la impunidad que subsiste. Empezando por el de Gaitán, el Che, y los universitarios, y la persecución a la oposición política y la criminalización de la protesta.

Un tiempo de ruptura propositiva

En aquellas jornadas de tres días realizamos el primer Subaltern Fest/Festival Subalterno en apoyo de la libertad para los universitarios presos políticos, que luego se tradujo en la libertad del estudiante de sociología, Mateo Gutiérrez, y después de otros más, aunque otros dos, sigan en espera de la administración de "una pronta justicia".

Esta es la antesala, el interludio de la paz y el posconflicto colombiano en el devenir del año 2021. Mi artículo, La historia, las estadísticas y la paz en el 2020, publicado en Caja de Herramientas este sábado, hace un breve repaso de lo acontecido en 2020, interpelando a diversos modos de ser intelectual, para que cada quien saque sus conclusiones y aporta a la praxis liberadora y el pensamiento de ruptura.

domingo, 24 de enero de 2021

 LA SAGA DE LOS BUTTIGIEG, JOE Y PETE, EN NORTEAMÉRICA

Miguel Angel Herrera Zgaib, PhD.
Presidente de la IGS-Colombia.
Cofundador de la de la Red Latinoamericana y Caribeña de Estudios Gramscianos.


Aquí y ahora , tenemos la postulación del secretario de transporte de los EUA, Peter Buttigieg, alcalde de South Bend, Indiana, graduado de Harvard y Oxford, con la beca Rhodes. Es el único hijo del colega y compañero Joe Buttigieg, fundador de la International Gramsci Society, la que presidió hasta su fallecimiento, que se produjo, y aun lo lamentamos, un año después que nos visitó en Bogotá.

Su padre nos acompañó en las deliberaciones del XIV Seminario Internacional Gramsci, organizado por el Grupo presidencialismo y participación y la Sociedad GlobAL Gramsci. Con Joe instalamos la IGS-Colombia, que es uno de los basamentos fundacionales de la Red Latinoamericana y Caribeña de Estudios Gramscianos que creamos en el año 2019, como fruto de la participación interactiva de la asociaciones hermanas de Brasil, Argentina y México.

A disposición de los proyectos e individuos dedicados y comprometidos con la obra y legado de Gramsci en América Latina, y en otros países y continentes. Suerte para el nominado Pete Buttigieg, quien dio prueba de sus calidades y compromisos, delante de sus compatriotas y ante la causa del mundo.
De padre comunista a político pluralista demócrata

Quedó claro para todxs que Peter Buttigieg es un pluralista y tiene un compromiso con la inclusión de todos los seres humanos, y lo probó al contraer nupcias con el activista LGTBQ, Chasten Glezman, un maestro, en junio de 2018. No es ateo ni cultor del legada marxiano, ni un gramsciano que se sepa.

Es Pete un ejemplo aggiornado de Piero Gobetti, a sus años. Era un liberal, amante del teatro, interlocutor del Gramsci anterior a los Cuadernos de la Cárcel, cuando escribía una columna para L´Ordine Nuovo. Fue perseguido por el fascismo, y golpeado mortalmente, cuando se encontraba exiliado en París, hasta donde lo persiguieron por su firme posición de defensa de las libertades civiles y políticas.

Su activismo en la publicación la Revolución Liberal, suspendidas también las contribuciones a las publicaciones del PC de Italia, al ser ilegalizadas por los decretos de estado de excepción del gobierno Mussolini, tuvo que irse a Francia, donde falleció.

Pete Buttigieg se probó por varios años como alcalde eficiente, y como militante de la causa gay, y contrayendo matrimonio con su pareja en ceremonia pública. Probó sus simpatías, y disposición para gobernar, recordando que también fue militar en Afganistán, donde contribuyó a la derrota final de la presencia soviética.

Tales designios no eran, por supuesto, los de Joe Buttigieg, el intervencionismo estadounidense, entre otras razones, por ser él un maltés amigo personal, por ejemplo, de Edward Said, y la causa palestina. Por ser un antiimperialista, y un comunista demócrata.

Con esas influencias familiares creció el nuevo secretario de transporte, quien desistió de su candidatura a la presidencia para apoyar la de Biden, que lo prueba como un moderado amante de las libertades civiles, al menos en su país de origen. Veremos en qué sigue esta saga presidida por tantos interrogantes.