miércoles, 23 de septiembre de 2020

 CONVERSANDO CON JESUVÉ

miguel angel herrera zgaib, PhD

Grupo PyP, IGS-Colombia

                                                                  Jesuvé yo no estuve en la calle esta vez, pero he leído con atención tu comentario y la denuncia acerca de quiénes provocaron la marcha pacífica, sin agresiones, cuando ésta se acercaba a su destino. Es un ciclo que conocemos se repite, y luego viene "la cacería" de los manifestantes desagregados, despistados y aterrorizados por la amenaza real de golpes y hasta la muerte como aconteció con Dilan Cruz en esas mismas calles.

Eran y son, en su mayoría jóvenes indignados, excluídos y arrojados, quienes siguen saliendo a protestar después de la semana contra la ignominia que detonó el sacrificio bestial, público y estatal, dentro del CAI, de Javier Ordóñez, de lo que hay un registro audiovisual elocuente a la vista de cualquiera. A pesar de los muertos, la gente menuda, y unos miles de adultos, contra el miedo fundado, por la pandemia y la represión "garantizada" por el ministro de guerra contra la sociedad, y sus mandaderos superiores.

Pero, tienes razón que roto el velo del miedo y de la ignorancia tenemos que volver a salir a las calles, por miles y millones, evitando toda provocación, sin saqueos ni destrucción de propiedades. Apropiarse del espacio público y social urbano en esta revolución democrática que ha sido interrrumpida, pero no detenida, por la guerra social que contra los subalternos lleva contabilizada más de medio siglo de ignominia y odio abyectos.

 Vamos a abrir las puertas de una paz democrática a golpes de multitudes movilizadas hasta que podamos convocar a una huelga general ciudadana que pare esta hecatombe de violencia y desmonte no sólo el Esmad, los cuerpos represivos, sino, por sobre todo, las bases que hacen posible la existencia del régimen para-presidencial que quiere llevarse también la última trinchera de legalidad que queda, el poder judicial que empieza a hacer agua, sitiado por una cuadrilla de rábulas dispuestos a todo.

Pienso que por estos días convendría ver una película italiana de 1973, El delito Matteotti, que con precisión de relojero va desmontando las piezas del que entonces fuera denominado el "fascismo ordinario". Al de Colombia, en la década de los 90, Boaventura de Sousa Santos lo denominó "fascismo social", y así lo pregonaron y difundieron sus discípulos, entre ellos, Mauricio García, uno de los animadores principales de DeJusticia.