martes, 1 de junio de 2010

Un escrito de Carlos Medina Gallego, colega estudioso de la historia y las elecciones en Colombia


Mockus vs Santos

Lo imposible no es más que lo difícil visto por ojos donde no ha nacido la fe y ha muerto la esperanza”

J.E. Gaitan

CARLOS MEDINA GALLEGO

Docente –Investigador

Universidad Nacional de Colombia

Los resultados de las elecciones del pasado 30 de mayo ameritan una reflexión que lejos de las expectativas electorales, para la segunda vuelta, que se mueven entre un triunfalismo absoluto de Santos y el escepticismo total frente a las posibilidades de Mockus, se acerquen a una asimilación de aprendizajes políticos y de posibilidades de acción. Al respecto seria bueno puntualizar lo siguiente:

Primero. Mas allá de las lecturas de las encuestas y las teorías de la conspiración estadística contra las distintas fuerzas, lo que se evidencia es la falta de una estrategia de marketing político, unida a un candidato que sabe comunicar lo que la gente quiere oír y establecer con toda claridad un escenario de alianzas y coaliciones, con todas las fuerzas que le puedan sumar resultados a su propósito de éxito electoral, por encima de los resultados que anuncian las rimbombancias estadísticas. Un candidato que considere que su causa engloba el conjunto de la sociedad, que no excluye a ningún sector y, que además, tiene para cada uno respuesta a sus necesidades y expectativas.

Segundo. Es marcar las diferencias en el discurso propositivo para no caer en la trampa de terminar haciendo eco al discurso que se pretende enfrentar. En este caso los candidatos, exceptuando el Petro en la segunda fase de campaña, terminaron haciendo el coro al discurso de la seguridad democrática, del presidente Uribe, cuyo heredero natural lo representa Santos, su Ministro de Defensa. Lo que se produjo en las urnas fue la ratificación pública de lo que ya habían hecho los demás candidatos, con la excepción señalada también en este aspecto de forma parcial, en las entrevistas y debates.

Tercero. Señalar que quien gobierna debe convertir su administración en réditos políticos para su partido o para su causa. Es un gobierno de partido o de grupo con un interés legítimo de mantenerse en el poder. Ý eso exactamente fue lo que hizo el Uribismo, contrario a la situación del Polo que ha gobernado a la ciudad durante dos administraciones con una importante agenda social que no logra concretarse políticamente en respaldos organizativos y electorales, porque a la postre no es un gobierno de partido sino de clientelas sin compromiso de partido.

Cuarto. Pensar que el voto de opinión, por si solo, define una contienda electoral a favor de uno de los candidatos en el marco de una cultura política como la colombiana construida en el clientelismo institucional y partidario, es absolutamente ingenuo y mas frente a unas condiciones sociales donde los electores de los estratos inferiores están imbuidos de un pragmatismo rentista absoluto. Pero, mas grave aun resulta agredir el voto de opinión, que es en lo esencial el de las clases medias y altas, colocando la campaña en contra de sus intereses al anunciarles incremento de impuestos, mientras el opositor más fuerte, anuncia empleo en un país de desocupados. Los impuestos en ningún país del mundo son parte de la agenda de campaña. Son en lo esencial resultado de las necesidades de un programa de gobierno y su plan de desarrollo.

Quinto. En estas elecciones se hizo evidente en la derrota contundente de los partidos tradicionales la consolidación del modelo Uribista que resulta ser la recomposición de un nuevo bloque de poder político y social que se recicla en una la alianza liberal – conservadora, un neo-frentenacionalismo, con un programa de unidad nacional, bajo la envoltura del Partido de la U. No es la crisis de la hegemonía liberal - conservadora, sino su nueva forma de existir, que sigue representando los sectores agrarios latifundistas y las elites económicas y políticas, históricas y emergentes, militantes de la servidumbre voluntaria en el campo internacional. Seguramente en estos días se producirá el efecto imán y lo que queda de los dos partidos tradicionales irán a esa coalición para no quedarse por fuera del gobierno

Sexto. Lejos de las lecturas que presentan un izquierda derrotada, lo que electoralmente es cierto, en la practica la participación decorosa e inteligente de su candidato lo que le dejo al país fue la imagen de una izquierda democrática y propositiva, que se va legitimando cada día más frente a una opinión publica bombardeada por un discurso institucional que la señala, la estigmatiza, la persigue y criminaliza. Ese acumulado debe conservarse e incrementarse hacia el futuro en los distintos escenarios de la vida política e institucional. Pero a esa izquierda no le quedan sino dos caminos y una exigencia: Apoya al Partido Verde y construye con él una fuerza democrática de oposición en medio de las múltiples diferencias que los animan recuperando para su acumulado parte de las simpatías que se fueron tras la ola verde, o se enquista en un digno, pero improductivo, voto en blanco. La exigencia es aun más contundente y temeraria, recoger sin ningún compromiso el discurso de Santos sobre su programa de Unidad Nacional exigiendole explique al país cual es el lugar que le corresponde a una izquierda democrática en su gobierno, demandarle garantías y un estatuto para la oposición y, que cualquiera que se sea el partido de oposición mayoritario, este regente alguno de los organismos de control, incluyendo la Procuraduría General de la Nación.

Séptimo. Para no señalar lo que otros ya han dicho sobre el país político - un país de cafres- no deja de preocupar que los electores hayan en alguna medida legitimado la ilegalidad de practicas de Estado como los falsos positivos, las chuzadas a las Cortes y a la oposición política por parte del Das, la yidispolitica y la neo- corrupción entre muchas otras escandalosas faltas como la trans-fronterizacion de los operativos militares en su lucha contra la insurgencia, en la medida en que se vota por el continuismo.

Octavo. No deja de sorprender tampoco que las regiones del país más afectadas con las deterioradas relaciones con los países vecinos – Norte de Santander y Nariño- que padecen las crisis de frontera hayan ratificado la “continuación” del conflicto y por lo tanto de su crítica situación comercial.

Noveno. No deja de ser preocupante la situación del Partido Verde, pero no es una situación catastrófica; debe hacer una muy juiciosa evaluación de su situación política y electoral, pensarse a futuro, tomar opciones de decisión…que básicamente son dos: “renunciar” a la segunda vuelta, votando por la borda los acumulados, su electorado prácticamente se triplico en tres meses…, o marchar con entusiasmo, sin pretensiones de éxito a una segunda vuelta cargados de esperanza, tratando de sumar los votos de los candidatos afines, en particular, los del Polo Democrático Alternativo y de algún sector del liberalismo. Para ello, debe comenzar por restituirle al Polo el lugar que ocupa con mucho esfuerzo como izquierda democrática en la sociedad colombiana. Este es el momento en que las coaliciones se construyen haciendo confluir las agendas, no son adhesiones pragmáticas de derrotados buscando participar en un gobierno, ni ideológicas, sino unidades programáticas de construcción de futuro.

Décimo. Una frase de Gaitán que podría servirles, en este periodo, es aquella que señala “lo imposible no es más que lo difícil visto por ojos donde no ha nacido la fe y ha muerto la esperanza”; superar el impacto de los resultados de la primera vuelta, resulta para el Partido Verde una urgencia, así como revisar el discurso haciéndolo más incluyente y social, ajustándolo al interés nacional e impulsar una campaña alegre, distinta, vital, con el convencimiento que cualquiera que sea el resultado es un triunfo significativo para un partido que tiene apenas cuatro meses de existencia política real.

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