viernes, 14 de mayo de 2010

UN DIáLOGO CON PUNTA

¿MOCKUS MALTHUSIANO?

mIGUEL ANGEL HERRERA ZGAIB

PROYECTO AUTONOMISTA/pda


Humberto y Oscar, a punto el comentario Mockus antimockusiano. No parece estar en la consideración de Antanas, más matemático que filósofo ahora, en el sentido griego del término la preocupación por liberarnos de la guerra. Mucho menos parece recordar la sentencia heredada y difundida en la vulgata cristiana que "quien a hierro mata a hierro muere".

No parece que el colega de la Universidad Nacional, el profe Mockus, quien mostrara las nalgas en público para ponerle un silencio a los actos de violencia real resignificándolos con ejercicios de violencia simbólica en 1993; y quien fuera luego sustituyendo la simbolización por lanzar agua física a la cara del candidato liberal Serpa, visite y haya visitado la otra Colombia, donde hoy se escenifica la guerra, donde se descargan toneladas de bombas sobre "el enemigo", no el adversario, con el sofisticado apoyo tecnológico del gobierno estadounidense; sin respetar siquiera las lindes de las casas vecinas, y que a esto no se le ocurra llamarlo también por su nombre: intervención extranjera.

Peor ahora, cuando el mismísimo gobierno que preside Obama empieza a aceptar el rotundo fracaso de su guerra contra el narcotráfico en Colombia, y también en México, donde la bestialidad ya desborda la frontera del río Grande, y amenaza enceder las tierras de Arizona. El fracaso de la estrategia de guerra desplegada entre nosotros con el eufemismo de Plan Colombia, una guerra fallida contra el despliegue ilegal del capitalismo dentro y fuera de las lindes de la república imperial estadounidense.

¿Cuál es el heroismo de esta guerra, colega Mockus? ¿De qué modo contrastan los bombardeos de las F.A. con las bombas hechizas, y los campos minados que le oponen los antagonistas del gobierno de turno? ¿Cuál es la cosecha que se pretende recoger, después de todo? ¿Cuál es el heroismo y el humanismo de los falsos positivos y de las chuzadas? ¿El silencio de las fosas comunes?

Antanas, como pedagogo de multitudes es urgente que no renuncie al ateismo practicante contra el dios de la guerra, para que no resulte, como ahora, dándole la bienvenida al desierto de lo real concreto, donde usted inmola los restos de sus creencias anarquistas de antaño en el altar del dios Moloch, que no es otro que la república de la propiedad que aplasta el horizonte promisorio de lo común.

Si no toma en consideración estos consejos, poco o nada lo diferenciará de su aparente adversario, Juan Manuel Santos. El delgado hilo de la legalidad irracional, a la postre, no hará la diferencia entre ambos. Y en el altar de la guerra fratricida de la que no parece distanciarse usted terminará también consumido por la hoguera del odio, y perderá las elecciones que tanto desea ganar.

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