EN DIÁLOGO
JORGE DESDE NUEVA YORK
Me veo  y me  place hacerle notas al margen al  comentario de Miguel cuya teoría central comparto. Sin embargo quiero  también decirte, Miguel, que, como todos sabemos, los cambios raramente  son totales (excepto en el caso de rupturas como las de Venezuela). 
Mi  punto es, como me dijo un amigo indígena de Popayán: "Hay que elegir a  Mockus no porque nos guste, sino porque votando por él nos deshacemos de  algo que no nos gusta (énfasis mío). "  Mi punto es que aunque todos conocemos las banalidades a las que es  susceptible el profesor Mockus, de su maniqueo abuso del poder a fin de  manipular las debilidades de una sociedad de masas, de sus coqueteos  fascistas y copialina de las antorchas de Gaitán y Mussolini, y de su  aura pseudo-intelectual que como espada utiliza para evitar el dialogo  con el opositor.  
A pesar de todo ello, el pequeño  avance que hacemos al poner a este “monigote” (como diría mi mamá) en  el poder es demostrar que el acceso al gobierno (que no al poder, pues  no podemos aspirar aun a tanto) ejercido por las elites tradicionales se  está acabando. Por eso, la elección de Mockus lo que hace es mostrarle  al pueblo que en Colombia los presidentes no solo tienen que venir de  las 25 familias de siempre. Por eso, como a Mockus tanto le gusta, y  abusa, de la simbología, su elección no será más que otro símbolo: ese  en el que él es una estatua, o un mimo -de los que a él tanto le  gustan-. Está claro, y acepto, como dices  Miguel,  que entre él y Santos no hay mayor diferencia ni en su política ni en  el ejercicio del poder.
Sin embargo, lo que también debe quedarnos claro  es que si le damos la espalda a la oportunidad de elegir a esta quimera  con lo que nos vamos a quedar es con otros 4 anos de una copia mal hecha  de Uribe y, peor, una copia en la que la brecha entre ricos y podres  del país se va ampliar de una manera que ni siquiera nosotros podemos  imaginar.
Y ahí sí diremos: “al menos a Uribe, le gustaba el campo, las fincas y los caballos, al menos él si trataba bien a los mayordomos.” Vuelvo a las palabras de mi amigo: Con Mockus “nos deshacemos de algo que no nos gusta,” tal y cual si nos quitáramos uno de nuestros callos de los pies.
Abrazo,
Jorge
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