viernes, 14 de mayo de 2010

EN DIÁLOGO

JORGE DESDE NUEVA YORK


Me veo y me place hacerle notas al margen al comentario de Miguel cuya teoría central comparto. Sin embargo quiero también decirte, Miguel, que, como todos sabemos, los cambios raramente son totales (excepto en el caso de rupturas como las de Venezuela).

Mi punto es, como me dijo un amigo indígena de Popayán: "Hay que elegir a Mockus no porque nos guste, sino porque votando por él nos deshacemos de algo que no nos gusta (énfasis mío). " Mi punto es que aunque todos conocemos las banalidades a las que es susceptible el profesor Mockus, de su maniqueo abuso del poder a fin de manipular las debilidades de una sociedad de masas, de sus coqueteos fascistas y copialina de las antorchas de Gaitán y Mussolini, y de su aura pseudo-intelectual que como espada utiliza para evitar el dialogo con el opositor.

A pesar de todo ello, el pequeño avance que hacemos al poner a este “monigote” (como diría mi mamá) en el poder es demostrar que el acceso al gobierno (que no al poder, pues no podemos aspirar aun a tanto) ejercido por las elites tradicionales se está acabando. Por eso, la elección de Mockus lo que hace es mostrarle al pueblo que en Colombia los presidentes no solo tienen que venir de las 25 familias de siempre. Por eso, como a Mockus tanto le gusta, y abusa, de la simbología, su elección no será más que otro símbolo: ese en el que él es una estatua, o un mimo -de los que a él tanto le gustan-. Está claro, y acepto, como dices Miguel, que entre él y Santos no hay mayor diferencia ni en su política ni en el ejercicio del poder.

Sin embargo, lo que también debe quedarnos claro es que si le damos la espalda a la oportunidad de elegir a esta quimera con lo que nos vamos a quedar es con otros 4 anos de una copia mal hecha de Uribe y, peor, una copia en la que la brecha entre ricos y podres del país se va ampliar de una manera que ni siquiera nosotros podemos imaginar.

Y ahí sí diremos: “al menos a Uribe, le gustaba el campo, las fincas y los caballos, al menos él si trataba bien a los mayordomos.” Vuelvo a las palabras de mi amigo: Con Mockus “nos deshacemos de algo que no nos gusta,” tal y cual si nos quitáramos uno de nuestros callos de los pies.

Abrazo,

Jorge

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