domingo, 6 de noviembre de 2016

PREPARANDO LA SEGUNDA PARTE DEL XI SEMINARIO INTERNACIONAL GRAMSCI, 16-17  de Noviembre de 2016.

Conversaciones para un tiempo Pre-constituyente.

Miguel Angel Herrera Zgaib.
Profesor asociado, ciencia política, Unal. Colombia.
Director proyecto Sociedad GlobAL Gramsci, SGG/GGS

“Este resultado (plebiscito) creó una gran incertidumbre en torno al futuro de Colombia. Existe un riesgo cierto que el proceso de paz sea interrumpido y que la guerra civil se reanude.” Comité noruego del Nobel, ET, 8/10/16.

“Si el NO pierde sería legitimar la violencia.” Alejandro Ordóñez, 30/09/16, en ET, p. 4.

“La exposición hecha por Gramsci sobre la “Constituyente” había sido precedida por dos conversaciones sobre los temas: “Los intelectuales y el partido” y “El problema militar y el partido”, cuyos conceptos fundamentales trataré de reproducir..” Ver Apéndice de Gramsci, Escritos Políticos (1917-1933). Cuadernos de Pasado y presente 54. 2a. edición. México, 1981, p. 376.

                                             En medio de la crisis política desatada por la derrota  de la iniciativa neoliberal presidencial, el desenlace de la crisis de hegemonía del bloque histórico nacional tomó un curso extraño, contrario por demás a lo pronosticado y medido por todas las firmas encuestadoras; porque ninguna de éstas se atrevió a decir que el No ganaría, con fundamento en lo encuestado una semana antes de la votación. 

Tal y como pasó en Chile, en 1988, aquí triunfó también el NO, pero al revés, porque allí el triunfo fue contra una causa reaccionaria: negar la reelección del cacreco dictador Pinochet. Aquí fue en contra de la paz con las Farc-Ep, en el espíritu de la pax romana coludida con los coletazos de la iglesia cesárea, que nos hizo recordar El sueño de las escalinatas de Jorge Zalamea Borda.

Derrotado el plebiscito presidencial, que fue avalado primero por la Corte Constitucional, y aceptó la insurgencia subalterna como mecanismo para la refrendación de lo acordado en La Habana, haciendo a un lado su propuesta constituyente.

Fue, según parece, la cuota inicial de la insurgencia para ir haciendo tránsito de enemiga a adversaria del establecimiento, en la disputa contra-hegemónica por el orden instituido. Así, se abre un escenario diverso, donde propusimos el ejercicio académico y político sostenido con el inicio de las jornadas convocadas en la Universidad Nacional para el XI Seminario Internacional A. Gramsci, Octubre 10-13.

Pos-plebiscito y Constituyente Social 

Para postular, primero que nada, una transición entre el fracasado plebiscito neoliberal y la que denominamos Constituyente Social que es el instrumento que hará posible la otra paz, la paz subalterna que requiere y exige el cumplimiento del artículo 13 de la Constitución, esto es, que la igualdad sea real y efectiva. Para que el derecho y el deber de la paz no sea un ave rara¨, esta tarea no puede seguirse aplazando por un cuarto de siglo más. 

Con anterioridad, en la primera jornada del XI Seminario Gramsci, se habían escuchado las voces en favor del Sí, con las intervenciones de Carlos Medina Gallego, miembro principal del Centro de Pensamiento que con el PNUD acompañara el trámite de los Acuerdos de La Habana en los últimos dos años, en diálogo con Hugo Cadavid, vocero nacional de los jóvenes por el NO.

En la segunda jornada se pronunció el líder del progresismo, Gustavo Petro, quien estuvo acompañado en la mesa de deliberación y debate en un rico diálogo e interlocución con los representantes del PDA, el Congreso de los Pueblos, y el Moir, con la vocería de Sergio Fernández, el responsable de organización del Congreso, y el representante a la cámara  por Antioquia del PDA.

Cuestionando la crisis de hegemonía

                                Apareció durante la segunda jornada de deliberación e interlocución, el cuestionamiento de si estábamos en un momento de crisis de hegemonía. Para Petro, en efecto no lo era, porque las protagónicas en la coyuntura plebiscitaria eran las facciones dominantes, reaccionaria y neoliberal, mientras que la opositora, la insurgencia subalterna, las Farc-ep, había sido la verdadera derrotada, junto con sus aliados de la izquierda legal y la democracia que tienen expresión en movimientos y confluencias de signo diverso. 

De otra parte, Petro, al plantearlo, escogía el enfoque de Negri en interlocución con la obra de Foucault, centrada en la dinámica de poderes y contra-poderes.  Para señalar que no era, así las cosas, Gramsci un interlocutor válido para aprehender el significado político del curso tortuoso de la democracia en Colombia, sino la dupla Foucault/Negri.  

Para él, la palabra de orden era avanzar de lo que fuera la Asamblea Constituyente de 1991, superada ahora por los acontecimientos vividos. Hacia una Constituyente, entendida como proceso destituyente a la vez que instituyente, como lo viene explicando Negri y Hardt. Porque en América Latina, decía el polemista, el constituyente era un proceso continuo, diferente a lo que ocurrió en la revolución socialista en Rusia, y otros procesos revolucionarios.

Sabido es que el doble, simultáneo movimiento constituyente/ destituyente tratan de aplicar con discutible éxito los maestros de Podemos, Íñigo Errejón, Monedero e Iglesias, en particular frente a su lucha contra el bipartidismo español que se resiste a naufragar desde el estallido del 11 M.

Puentes de discusión comunes

Así se estableció un acercamiento, en cuanto a lo de tiempo constituyente, porque proponemos, como grupo de investigación “Presidencialismo y Participación”, un punto a debatir, la Constituyente Social para el quehacer práctico de la hora. 

De otra parte, igualmente, existe también una aparente distancia, en lo conceptual, pensado con la acción como unidad inescindible, en términos de Filosofía de la praxis. Puesto que Negri no es Gramsci en su concepción de poder y el cometido de la lucha revolucionaria proletaria, tal y como insistía en su intervención Petro en interlocución con la propuesta del Grupo presidencialismo y participación. 

Ahora bien, en lo histórico concreto, durante su encierro en la cárcel fascista, Gramsci, primero que todo, revisó la viabilidad de la estrategia de clase contra clase, que la Internacional dominada por Stalin proponía, denominándola entonces lucha contra socialfascismo. Obraba ésta bajo la fórmula de guerra de movimientos, con todos los fracasos que conllevó en todos los lugares en que fue ensayada, incluida Italia. 

Gramsci, en cambio propugnaba en sus conversaciones carcelarias por un frente común entre comunistas, socialistas, y liberales democráticos como Piero Gobetti, el autor de los ensayos contenidos en La revolución liberal. Él fue un contertulio regular de Gramsci en la Turín previa al ascenso del fascismo, y hasta su arresto. A la postre Gobetti fue asesinado, por órdenes del fascismo, cuando estaba exiliado, cumpliendo tareas de oposición, en París. 

El pensamiento de Gramsci lo hizo constar testimonialmente, como se sabe, Athos Lisa, quien firmó con el seudónimo de Porto, el informe original que envió al centro del Partido comunista  el 22 de marzo 1933, cuando Gramsci seguía encarcelado.

El propio Lisa cerraba aquel informe al partido, diciendo, “si algún día el compañero (Gramsci) leyera mi informe, que he desarrollado gustosamente con el fin de hacer algo útil para el partido, me perdonará si no me fue posible repetir con exactitud todo lo que él expuso.” (Ver p. 386)

Sabido es también,  para los lectores del otro Antonio, que Negri también estuvo en la cárcel, luego de la derrota de la insurgencia de los autonomistas, en Italia al final de los años 70. En su Poder Constituyente, él para nada mencionó este testimonio de Lisa, que permitía precisar el debate actualizado en el campo marxista italiano, haciendo a un lado el hegemonismo impuesto por la versión togliattiana del legado gramsciano.

 Aunque para la década de los 70 estaba por aparecer, y así ocurrió en 1975, una edición más rigurosa de los Cuadernos de la cárcel, bajo la dirección del epistemólogo comunista Valentino Gerratana, coordinando una comisión de expertos nacionales e internacionales. 

En la visita reciente que hizo a Colombia, Antonio Negri reconoció en privado que apenas si empezaba ahora, después de 40 años, su estudio del pensamiento de Gramsci. Aunque ya desde la serie Imperio hemos visto que empiezan a aflorar en dicho volumen planteamientos críticos y reconocimientos tímidos a los aportes hechos por Gramsci.


A manera de ilustración,
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                                                 En particular, voy a referir aquí, el apartado de Commonwealth, escrito con Hardt, que titularon “Gobernando la Revolución”, y que empiezan con un epígrafe de Condorcet, que dice: “un derecho revolucionario es un derecho cuyo objeto es mantener la revolución y acelerar o regular su curso”, Sobre el significado de la palabra Revolucionario. (Ver Commonwealth, p. 361).

Es un anticipo para el debate en la que será la segunda parte del XI Seminario, entre el 16 y 17 de noviembre, durante la presentación de dos libros del grupo, "Antonio Gramsci y el pensamiento de ruptura," del que soy autor, y “La lucha contra-hegemónica de las Farc-ep, 1998-2002, escrito por el colega y compañero Juan Carlos García Lozano, cito estos apartes de Commonwealth.

“La noción de “revolución pasiva” de Antonio Gramsci y sus limitaciones nos ayuda a entender como la relación entre la diagonal política y el diagrama biopolítica direcciona el enigma de las transiciones. Como lo hace con muchos de sus conceptos claves, el emplea “revolución pasiva” en una variedad de contextos con ligeramente diferentes significados, utilizando múltiples puntos de vista para dar al concepto mayor amplitud…

Revolución pasiva, Gramsci explica, es una revolución sin una revolución, esto es, una transformación de las estructuras políticas e institucionales sin que allí emerja centralmente un fuerte proceso para la producción de subjetividad. Los “hechos” más que los actores sociales son los protagonistas reales”. (Ver Commonwealth, traducción mía del original inglés, p. 365).

Con lo dicho ambientamos la continuidad de la interlocución iniciada con Gustavo y todos los intelectuales y comunidad universitaria y ciudadana presentes. A propósito del carácter de la situación presente, cuyo proceso fue aprendido como la transición entre el acontecimiento inducido del plebiscito, ya perdido, y los factores desencadenantes que ahora conocemos e impulsamos, en diferentes orillas.

Por supuesto, buscamos definir una coyuntura política que caracterizamos tendencialmente y resignificamos como un proceso de constituyente social de cara a los resultados del Plebiscito. Por supuesto, y cómo no, desde una lectura interesada, que es la propia de una academia militante; la que, sin embargo, no renuncia a la pasión por la verdad, porque ésta siempre situada y definida en últimas por los resultados de la lucha signada por el antagonismo social concreto. 

Gramsci califica a la verdad como revolucionaria, corriendo todos los riesgos propios de un pensamiento de ruptura que compartimos y en lo posible cultivamos. Yendo más allá de la postura crítica, que, claro, no es poca cosa, puesto que involucra el horizonte kantiano que explora las condiciones de posibilidad de todo pensamiento riguroso, y que tenía presente el paradigma newtoniano de la física, por un lado; y de otro, los resultados de la gran revolución francesa. Y claro, Gramsci, como antes lo fue Marx fueron lectores de la obra de Kant, por vías diversas. La lectura de Marx en clave kantiana, es conocido también, fue una veta explotada por el marxismo austriaco en los trabajos de los hermanos Adler; y en la Italia de los años 60 y 70 por Galvano Della Volpe y su discípulo más destacado, Lucio Colletti.

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