BOGOTÁ, UNA CIUDAD REBELDE PERO DIVIDIDA
Miguel Angel
Herrera Zgaib
Los analistas
sin excepción, y ante el peso de los resultados, reconocen que el triunfo de
Juan Manuel Santos en la segunda vuelta
se debió a la concurrencia principal de dos votaciones, la de la región Costeña
y Bogotá.
Si la campaña
del presidente, sus asesores, sumados a los compromisos de figuras de la
izquierda, el progresismo y los verdes, no hubiesen estado en la brega de los
últimos días, el ganador hubiese sido otro.
Los resultados de la segunda
vuelta
Conforme a lo reportado por la Registraduría, con la excepción de las
localidades de Usme y Sumapaz, Santos
ganó en las restantes 18 en la segunda vuelta. Para ambos candidatos hubo un
crecimiento en los votos obtenidos en la primera vuelta, lo que revela la
intensidad de la lucha en las localidades para conseguir el mayor número de
votantes a favor de cada causa.
Las cifras, a la postre, establecen
en la segunda vuelta, que Juan Manuel consiguió 1.337.349 votos, incrementó lo
conseguido en la primera en 893.298; mientras que Oscar Iván obtenía 1.045.638, con un aumento de 503.206, en
relación con quienes los respaldaron en Bogotá durante la primera vuelta.
En la jornada del 15 de junio, cuando
la contienda era solamente entre los dos contrincantes finalistas, Oscar triunfó en Sumapaz y Usme, al tiempo
que perdió sus mayorías en Los Mártires, Fontibón, Chapinero y Usaquén, que lo
habían respaldado en la primera vuelta.
El contraste con la primera vuelta
Es “requete-sabido” que Juan Manuel sufrió una soberana paliza en
Bogotá, durante la primera vuelta del año 2014. Aquella vez, el ganador fue
Oscar Iván con 542.432, el segundo lugar
lo consiguió Clara López, con 501.302, mientras que el tercer lugar fue para
Juan Manuel con 444.051. En esa oportunidad fue el más votado en las
localidades de Teusquillo, Barrios Unidos, la Candelaria, Santa Fé, y Suba. En
tanto que, el PDA/UP, liderado por Clara López resultó favorecido en Engativá,
Bosa, Kennedy, Puente Aranda, Tunjuelito, Antonio Nariño, Rafael Uribe, y San
Cristóbal.
Si observamos en términos geo-poblacionales
la distribución de las preferencias en materia de representación política es
fácil determinar que el sur bogotano se encuentra repartido entre el Centro
Democrático, y la alianza PDA/UP. Pero a la vez, esta fuerza electoral y
política, conforme a la distribución de sus votantes, divide en dos el mapa bogotano,
dejando en los dos extremos, arriba a
los animadores de la Unidad Nacional, mientras que al otro lado está el Centro
Democrático.
En materia de voto en blanco y nulos,
en la segunda vuelta el primero pasó del
8.4 (207.783) al 5.3 (135.000), en tanto que los votos nulos pasaron, en
cambio, a 2.9 (76.193), con un aumento
comparado con la primera votación, que fue de 2.18 (54.989). Al sumar, nulos y blancos en la segunda
vuelta el resultado es de 2011.193.
Es conveniente,
por supuesto, hacer la lectura por estratos socioeconómicos, quiénes son los
que votan y no votan en esos tres escenarios bien marcados de la geografía
electoral citadina. Pero, es esta, una tarea a cumplir en otro escrito de mayor
profundidad y detalle.
Pero, en todo
caso, me atrevo a anticipar que son los estratos medios los que siguen
definiendo los resultados de la votación bogotana, y en ellos está ya asentada
una tendencia de izquierda que fluctúan entre los 250 mil y los 500 mil votos,
que, sin embargo, no tiene adecuada representación en los cuerpos colegiados de
hoy.
Lo que va de la elección del 2010
al 2014
En la primera vuelta del año 2010, cuando Santos y Uribismo marchaban
juntos, de un total de 2.832.483 votantes
(59.68%), Juan Manuel consiguió 1.130.815 (40.34%), seguido por
Antanas Mockus con 771.239 (27.51%), y la tercera posición de Germán Vargas
alcanzó 413.576 (14.75%). Haciendo la
suma de los dos para el mismo año, el resultado era: 1.544.391 votos, y para la primera vuelta en el 2014 solo
lograron 444.051 votos. Así que la caída fue estruendosa, pero define la
realidad de su propia fuerza electoral, para el caso del presidente en la
ciudad capital.
El otro fenómeno que se incrementó en
la primera vuelta de las dos elecciones fue la abstención y el voto en blanco.
La abstención pasó de 40.32 a 51.69,
esto es 11.37 %. Si miramos el desempeño del PDA en Bogota, con Gustavo Petro
como candidato presidencial se alcanzó el 8.61 % (241.384); y esta vez teniendo
a Clara López, después del desprendimiento de Petro y su movimiento
Progresista, el resultado en alianza con
Aída Abella consiguió el 20, 41, llegando a 501.302 votos.
Es evidente que la izquierda nacional
tiene su principal fortín en la ciudad capital, pero, no tiene la
representación que se correspondería con este resultado, porque, en efecto, en
la pasada elección para Congreso, el PDA apenas alcanzó 145.959 sufragios.
Al mismo tiempo, los votos de la
izquierda que una vez estuvieron juntos en el proyecto del PDA hoy alimentan de
modo desigual a tres fuerzas principales, que deberían ser el núcleo
hegemónico, orientador del bloque de la paz democrática, un imaginario que no
se confunde con la paz liderada por el presidente hoy reelecto.
Los competidores por la Alcaldía
Luego del drama de la alcaldía de Gustavo Petro, que ha sido destituido,
y luego por vía de tutela restituido en el cargo; acción la primera que fue
avalada por el propio presidente Santos; para después pactarse el apoyo del
progresismo a la reelección de Juan Manuel, aventajando a todos en más de dos
meses, ahora estamos en presencia a algo más de un año vista, de una lista de
aspirantes a reemplazarlo.
Ahora que la derecha fue quebrada en
su dominio electoral sobre Bogotá en elecciones para Congreso y presidenciales,
con el triunfo en la pasada segunda vuelta presidencial, la pregunta obvia es
si se mantendrá el gobierno de la izquierda con aliados de centro en Bogotá, o
si, por el contrario, la ganará un candidato del partido de la U, o del Centro
Democrático, CD.
Al respecto, está claro, primero, que
Clara López quiere ser alcaldesa, y que a sus aspiraciones, por lo menos, se le
oponen dos candidatos en perspectiva,
Rafael Pardo, quien ha dicho que quiere ser nurgomaestre; entre otras
cosas, porque le quedó gustando la “palomita” que le ofreció Santos.
El otro adversario es Francisco
Santos, quien tiene a la vista la herencia de más de 1 millón de votos
depositados por Zuluaga, parte de los cuales él pastoreó al ser responsable
como jefe de debate del CD en la capital de la República.
Bogotá, democracia y rebeldía
Está claro que Bogotá es una ciudad dividida y también segregada; y que
la realidad de la desigualdad que aqueja a Colombia, aquí tiene una prueba
efectiva, y sin aproximación mecanicista al fenómeno político, la abstención
recurrente de la ciudadanía a votar tiene una correlación evidente.
Sin embargo, a la vista de la
propuesta de Frente Amplio por la Paz, las fuerzas de izquierda y centro que se
expresan en Bogotá tienen la posibilidad de madurar lo que no pudieron acordar en la
pasada elección presidencial.
Ahora bien, si en efecto,
progresistas, PDA/UP y Alianza Verde se juntan, y definen una plataforma propia
que reclame la defensa de una paz democrática, al tiempo que se disponen a
combatir los privilegios, en procura de una efectiva igualdad social, que acabe
con el deshonroso puesto que tiene el país en la región, donde ocupa el primer
lugar, podrán aventajar a los otros rivales en el gobierno del segundo más
importante cargo político-administrativo; para pensar en un triunfo electoral
presidencial.
En materia de desigualdad, el coeficiente de Gini, que citó el libro de
Thomas Piketty, para el año 2010, era de
55.4, que corregido con base en el pago
de impuestos se sube a 58.7. Este indica
a Colombia y a la capital que ha mejorado en desempleo , un derrotero, una
brecha socio-económica que la izquierda en Bogotá tiene que encarar y reducir.
No se trata de disminuir la pobreza, sino de quebrarle el espinazo a la
desigualdad, sin lo cual la izquierda no puede aspirar a volver a ser gobierno
local, regional y nacionalmente. Bogotá es, hoy más que nunca, el laboratorio
de este triunfo posible, una vez se consoliden las negociaciones de paz con las
dos guerrillas, las Farc-ep y el Eln.
A la vez, para poder obtener este
triunfo, la izquierda en una suerte de frente democrático, de dirección plural,
tendrá que hacer una efectiva vigilancia de las ejecutorias finales del alcalde
Gustavo Petro, en todos los asuntos que están pendientes; y en primer lugar,
resolver lo que tiene que ver con la
movilidad, que es con la miseria la tenaza que más aprieta la condición
citadina.
Resueltos estos dos problemas le
permitirán escalar posiciones a la capital en el ranking de ciudades globales
más atractivas de América Latina para la inversión extranjera, ya que en la
actualidad a Bogotá se la ubica en 4º. Lugar, después de Ciudad de México. Por
supuesto, que en este caso se tratará de implementar el modelo de la ciudad
social, en franca oposición a la ciudad neo-liberal, obsecuente con el servicio
al capital, y de espaldas al trabajo en sus diferentes figuras.
El talón de Aquiles de los jóvenes y la educación
La realidad de una activa, vigorosa democracia bogotana tiene mucho que
ver con la presencia de sus miles de jóvenes, quienes provienen en buena parte
de los espacios de la educación pública, a todos los niveles. Estos a la fecha
no han obtenido la debida atención, y están a la espera de una respuesta clara
en materia de mejora de sus condiciones de vida. Ellos requieren del apoyo
cierto, en materia de educación, empleo, recreación y transporte. Es el sector social transversal a la pirámide
de clase más sensible y de potencial efectivo para el cambio en procura de la
igualdad real y efectiva.
Por lo pronto estas cuatro exigencias
no están cumplidas para la juventud, y en cambio, sí hay un deterioro dramático
de las instituciones públicas principales con asiento en Bogotá. Las
universidades Nacional, Distrital y Pedagógica requieren auxilio y atención
inmediata. Ellas son el triángulo catalizador de una urgente reforma
intelectual y moral que potencie el quehacer democrático de la ciudad toda.
No puede ocurrir de nuevo lo que ha
pasado con la U. Distrital abandonada de la preocupación de los alcaldes, y
mucho menos que estos le den la espalda a la educación superior de carácter
nacional que tiene aquí sus sedes principales. Una candidatura de la izquierda
democrática y sus aliados provenientes del centro podrá hacer esta diferencia y
ganar la próxima contienda electoral, que prepara la disputa por la presidencia
a un candidato de la izquierda con opciones de triunfo.
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