sábado, 21 de junio de 2014

BOGOTÁ,  UNA CIUDAD REBELDE PERO DIVIDIDA
Miguel Angel Herrera Zgaib         
Los analistas sin excepción, y ante el peso de los resultados, reconocen que el triunfo de Juan Manuel Santos  en la segunda vuelta se debió a la concurrencia principal de dos votaciones, la de la región Costeña y Bogotá.
Si la campaña del presidente, sus asesores, sumados a los compromisos de figuras de la izquierda, el progresismo y los verdes, no hubiesen estado en la brega de los últimos días, el ganador hubiese sido otro.
Los  resultados de la segunda vuelta
                                                           Conforme a lo reportado por la Registraduría, con la excepción de las localidades de Usme y Sumapaz,  Santos ganó en las restantes 18 en la segunda vuelta. Para ambos candidatos hubo un crecimiento en los votos obtenidos en la primera vuelta, lo que revela la intensidad de la lucha en las localidades para conseguir el mayor número de votantes a favor de cada causa.
Las cifras, a la postre, establecen en la segunda vuelta, que Juan Manuel consiguió 1.337.349 votos, incrementó lo conseguido en la primera en 893.298; mientras que Oscar Iván obtenía  1.045.638, con un aumento de 503.206, en relación con quienes los respaldaron en Bogotá durante la primera vuelta.
En la jornada del 15 de junio, cuando la contienda era solamente entre los dos contrincantes finalistas,  Oscar triunfó en Sumapaz y Usme, al tiempo que perdió sus mayorías en Los Mártires, Fontibón, Chapinero y Usaquén, que lo habían respaldado en la primera vuelta.
El contraste con la primera vuelta
                                                                 Es “requete-sabido” que Juan Manuel sufrió una soberana paliza en Bogotá, durante la primera vuelta del año 2014. Aquella vez, el ganador fue Oscar Iván con 542.432,  el segundo lugar lo consiguió Clara López, con 501.302, mientras que el tercer lugar fue para Juan Manuel con 444.051. En esa oportunidad fue el más votado en las localidades de Teusquillo, Barrios Unidos, la Candelaria, Santa Fé, y Suba. En tanto que, el PDA/UP, liderado por Clara López resultó favorecido en Engativá, Bosa, Kennedy, Puente Aranda, Tunjuelito, Antonio Nariño, Rafael Uribe, y San Cristóbal.
Si observamos en términos geo-poblacionales la distribución de las preferencias en materia de representación política es fácil determinar que el sur bogotano se encuentra repartido entre el Centro Democrático, y la alianza PDA/UP. Pero a la vez, esta fuerza electoral y política, conforme a la distribución de sus votantes, divide en dos el mapa bogotano, dejando en los dos extremos, arriba  a los animadores de la Unidad Nacional, mientras que al otro lado está el Centro Democrático.
En materia de voto en blanco y nulos, en la segunda vuelta el  primero pasó del 8.4 (207.783) al 5.3 (135.000), en tanto que los votos nulos pasaron, en cambio, a 2.9 (76.193),  con un aumento comparado con la primera votación, que fue de 2.18 (54.989).  Al sumar, nulos y blancos en la segunda vuelta el resultado es de 2011.193.  
Es conveniente, por supuesto, hacer la lectura por estratos socioeconómicos, quiénes son los que votan y no votan en esos tres escenarios bien marcados de la geografía electoral citadina. Pero, es esta, una tarea a cumplir en otro escrito de mayor profundidad y detalle.
Pero, en todo caso, me atrevo a anticipar que son los estratos medios los que siguen definiendo los resultados de la votación bogotana, y en ellos está ya asentada una tendencia de izquierda que fluctúan entre los 250 mil y los 500 mil votos, que, sin embargo, no tiene adecuada representación en los cuerpos colegiados de hoy.
Lo que va de la elección del  2010 al 2014
                                                          En la primera vuelta del año 2010, cuando Santos y Uribismo marchaban juntos, de un total de  2.832.483 votantes (59.68%),  Juan Manuel  consiguió 1.130.815 (40.34%), seguido por Antanas Mockus con 771.239 (27.51%), y la tercera posición de Germán Vargas alcanzó 413.576 (14.75%).  Haciendo la suma de los dos para el mismo año, el resultado era: 1.544.391 votos,  y para la primera vuelta en el 2014 solo lograron 444.051 votos. Así que la caída fue estruendosa, pero define la realidad de su propia fuerza electoral, para el caso del presidente en la ciudad capital.
El otro fenómeno que se incrementó en la primera vuelta de las dos elecciones fue la abstención y el voto en blanco. La abstención pasó de 40.32  a 51.69, esto es 11.37 %. Si miramos el desempeño del PDA en Bogota, con Gustavo Petro como candidato presidencial se alcanzó el 8.61 % (241.384); y esta vez teniendo a Clara López, después del desprendimiento de Petro y su movimiento Progresista,  el resultado en alianza con Aída Abella consiguió el 20, 41, llegando a 501.302 votos. 
Es evidente que la izquierda nacional tiene su principal fortín en la ciudad capital, pero, no tiene la representación que se correspondería con este resultado, porque, en efecto, en la pasada elección para Congreso, el PDA apenas alcanzó 145.959 sufragios. 
Al mismo tiempo, los votos de la izquierda que una vez estuvieron juntos en el proyecto del PDA hoy alimentan de modo desigual a tres fuerzas principales, que deberían ser el núcleo hegemónico, orientador del bloque de la paz democrática, un imaginario que no se confunde con la paz liderada por el presidente hoy reelecto.
Los competidores por la Alcaldía
                                                        Luego del drama de la alcaldía de Gustavo Petro, que ha sido destituido, y luego por vía de tutela restituido en el cargo; acción la primera que fue avalada por el propio presidente Santos; para después pactarse el apoyo del progresismo a la reelección de Juan Manuel, aventajando a todos en más de dos meses, ahora estamos en presencia a algo más de un año vista, de una lista de aspirantes a reemplazarlo.
Ahora que la derecha fue quebrada en su dominio electoral sobre Bogotá en elecciones para Congreso y presidenciales, con el triunfo en la pasada segunda vuelta presidencial, la pregunta obvia es si se mantendrá el gobierno de la izquierda con aliados de centro en Bogotá, o si, por el contrario, la ganará un candidato del partido de la U, o del Centro Democrático, CD.
Al respecto, está claro, primero, que Clara López quiere ser alcaldesa, y que a sus aspiraciones, por lo menos, se le oponen dos candidatos en perspectiva,  Rafael Pardo, quien ha dicho que quiere ser nurgomaestre; entre otras cosas, porque le quedó gustando la “palomita” que le ofreció Santos.
El otro adversario es Francisco Santos, quien tiene a la vista la herencia de más de 1 millón de votos depositados por Zuluaga, parte de los cuales él pastoreó al ser responsable como jefe de debate del CD en la capital de la República.
Bogotá, democracia y rebeldía
                                                        Está claro que Bogotá es una ciudad dividida y también segregada; y que la realidad de la desigualdad que aqueja a Colombia, aquí tiene una prueba efectiva, y sin aproximación mecanicista al fenómeno político, la abstención recurrente de la ciudadanía a votar tiene una correlación evidente.
Sin embargo, a la vista de la propuesta de Frente Amplio por la Paz, las fuerzas de izquierda y centro que se expresan en Bogotá tienen la posibilidad de  madurar lo que no pudieron acordar en la pasada elección presidencial.
Ahora bien, si en efecto, progresistas, PDA/UP y Alianza Verde se juntan, y definen una plataforma propia que reclame la defensa de una paz democrática, al tiempo que se disponen a combatir los privilegios, en procura de una efectiva igualdad social, que acabe con el deshonroso puesto que tiene el país en la región, donde ocupa el primer lugar, podrán aventajar a los otros rivales en el gobierno del segundo más importante cargo político-administrativo; para pensar en un triunfo electoral presidencial.
En materia de desigualdad,  el coeficiente de Gini, que citó el libro de Thomas Piketty, para el año 2010, era  de 55.4, que corregido  con base en el pago de impuestos se sube a 58.7. Este  indica a Colombia y a la capital que ha mejorado en desempleo , un derrotero, una brecha socio-económica que la izquierda en Bogotá tiene que encarar y reducir. No se trata de disminuir la pobreza, sino de quebrarle el espinazo a la desigualdad, sin lo cual la izquierda no puede aspirar a volver a ser gobierno local, regional y nacionalmente. Bogotá es, hoy más que nunca, el laboratorio de este triunfo posible, una vez se consoliden las negociaciones de paz con las dos guerrillas, las Farc-ep y el Eln.
A la vez, para poder obtener este triunfo, la izquierda en una suerte de frente democrático, de dirección plural, tendrá que hacer una efectiva vigilancia de las ejecutorias finales del alcalde Gustavo Petro, en todos los asuntos que están pendientes; y en primer lugar, resolver  lo que tiene que ver con la movilidad, que es con la miseria la tenaza que más aprieta la condición citadina.
Resueltos estos dos problemas le permitirán escalar posiciones a la capital en el ranking de ciudades globales más atractivas de América Latina para la inversión extranjera, ya que en la actualidad a Bogotá se la ubica en 4º. Lugar, después de Ciudad de México. Por supuesto, que en este caso se tratará de implementar el modelo de la ciudad social, en franca oposición a la ciudad neo-liberal, obsecuente con el servicio al capital, y de espaldas al trabajo en sus diferentes figuras.
El talón de Aquiles de los jóvenes y la educación
                                                               La realidad de una activa, vigorosa democracia bogotana tiene mucho que ver con la presencia de sus miles de jóvenes, quienes provienen en buena parte de los espacios de la educación pública, a todos los niveles. Estos a la fecha no han obtenido la debida atención, y están a la espera de una respuesta clara en materia de mejora de sus condiciones de vida. Ellos requieren del apoyo cierto, en materia de educación, empleo, recreación y transporte.  Es el sector social transversal a la pirámide de clase más sensible y de potencial efectivo para el cambio en procura de la igualdad real y efectiva.
Por lo pronto estas cuatro exigencias no están cumplidas para la juventud, y en cambio, sí hay un deterioro dramático de las instituciones públicas principales con asiento en Bogotá. Las universidades Nacional, Distrital y Pedagógica requieren auxilio y atención inmediata. Ellas son el triángulo catalizador de una urgente reforma intelectual y moral que potencie el quehacer democrático de la ciudad toda.
No puede ocurrir de nuevo lo que ha pasado con la U. Distrital abandonada de la preocupación de los alcaldes, y mucho menos que estos le den la espalda a la educación superior de carácter nacional que tiene aquí sus sedes principales. Una candidatura de la izquierda democrática y sus aliados provenientes del centro podrá hacer esta diferencia y ganar la próxima contienda electoral, que prepara la disputa por la presidencia a un candidato de la izquierda con opciones de triunfo.


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