ENTRE VOTOS Y GOLES, NO ES TIEMPO PARA DEVOTOS.
Miguel Angel Herrera Zgaib
Hoy, a las 11 am., la
colombianidad, dividida en materia electoral, vistiendo camisetas tricolores,
acostada, sentada en las casas o en sitios públicos, o con viva presencia en el
estadio Minerao, de Belo Horizonte, dispondrá corazones, emociones y
pronósticos en la idea que el equipo que orienta Pékerman nos ofrezca un parte
de victoria, en medio de tanta derrota histórica por hacer de esta tierra una
democracia real, de palabra y obra.
Desde el afónico Zuluaga, y su ventrílocuo en adelante hasta
el Santos de "la tercera vía al capitalismo" estarán preparados para
gritar los goles de Colombia; y murmurar en silencio, si los hay en contra, de
los griegos, sucesores de Atenas y la cultura de la temprana "ilustración".
Aquí estamos viendo a los jóvenes descendientes de 26 siglos
de los padres fundadores de la primera democracia; restringida, pero ejemplar,
en la enseñanza que los seres humanos no dependemos de fuerzas exteriores, que
dizque nos dictan como enrutar nuestras vidas, hasta derrumbarlas siguiendo a
ciegas fantasmas e ilusiones, así se vistan de utopías.
Votos y Goles
Los
griegos han mordido el polvo, con honor de la destorcida capitalista que les ha
arrebatado derechos sociales conquistados, antes y después de las dictaduras
militares. Y un candidato de la izquierda, y un conjunto de parlamentarios
mantienen la lucha política reivindicativa contra los ejercicios punitivos del
gran capital transnacional.
La democracia del común da la pelea contra los rebrotes del
fascismo/nazismo social en el seno de la Unión Europea, donde la extrema
derecha y la izquierda democrática hicieron inocultable avance, mientras las
fórmulas del centro socialista, de la tercera vía, recularon por su
inconsecuencia política y social. Merkel, la heredera de la pareja Thatcher y
Reagan no la pasa bien por otros días.
El Brasil de los juegos del hambre enfrenta también el
recuerdo aciago de su catástrofe futbolera de 1950. Pero tiene ahora otras
camadas, forjadas en la lucha contra el hambre, millones de pobres,
trabajadores organizados, campesinos, gente de clase media, que no le come
cuento a los embelecos de Cardoso y las cajas destempladas de Dilma Roussef,
que le invirtió algo así como 90.000 millones de dólares al jogo bonito, cuando el milagro brasileño
se angostó para los muchos como la piel de zapa del inolvidable Balzac.
A su manera, en las calles, ruge el descontento, y pueda que
lo opaquen las gargantas al unísono en los estadios que se volvieron nuevos
campos de concentración de la biopolítica, con cerco que los rodean con 3 kms
de tierra de nadie, que los custodian las fuerzas del orden, para prevenir
cualquier protesta.
Es como si estuviéramos a una reedición de lo que pasó en
Seattle, y lo que ha aprendió de ello, allí y en Génova, el bloque dominante
del capitalismo global, en lo que Negri y Hardt denunciaron en el año 2000,
como la era imperial, regida por una ecuación antagónica, democracia y guerra.
Colombia, su combinado, donde tres jugadores juegan en el
país, y el resto por fuera, en el gran negocio global de la pos-industria
cultural, que no alcanzaron a pensar los creadores de la escuela de Frankfurt,
atesora la energía pulsional y la potencia constituyente de millones de
compatriotas, que después de hoy, en pocas horas estarán decidiendo quién los
mandará?
Será el representante del partido de la guerra, y la tradición del capitalismo enfeudado,
dependiente, que odia la reforma campesina, y la liberación de los "siervos
de la tierra", o, por el contrario, con ironía y sarcasmo desmesurados,
sortearán el acertijo de la paz, y pondrán condiciones a la paz neoliberal de
Santos y sus aliados y conciliados de ocasión?
Lo cierto es que en la cancha de Minerao no serán ni los
hijos de Zuluaga ni los de Santos los que harán los goles, o evitarán que los
griegos los hagan en su valla. Será, en buena medida, el concurso de
deportistas nacidos en los hogares de clase media y trabajadores.
Contra viento y marea han superado los límites de una
sociedad de castas y privilegios, con ingenio y potencia, vuelven después de 16
años a ser sacerdotes de la más poderosa religión laica conocida, como que
agrupa a 208 colectividades nacionales. Los dos equipos, sin embargo, en parte,
reflejan lo que pasa en sus sociedades, carecen de timoneles conocidos.
No los tiene ni Grecia ni Colombia a la vista, porque
quedaron lesionados en el camino hacia este mundial, cuando la explotación
capitalista hace estragos en la humanidad de las grandes estrellas del
balompié; y dónde el juego fuerte ha reemplazado a la habilidad y la habilidad que impide la brutalidad del
gladiador dañino y mañoso, una fórmula perversa que la competencia capitalista
y el rendimiento estimulan hasta el paroxismo.
Así que ambos equipos, hoy a las 11 am., tendrán que echar
mano, como en la vida política, a la creatividad, a la productividad de lo
común, practicado entre singularidades para tejer la alegría del gol en la
cancha, y potenciar la autonomía de ser individual y colectivo en los hogares a
lado y lado del océano.
Un doble pronóstico
Empecemos por el fútbol. Hoy, es posible que Grecia y Colombia empaten
1-1, o que si hay goles en el primer tiempo, Colombia logre obtener un triunfo
2-1.
En cualquier caso, mucho tendrá que ver con lo que haga el
armador inspirado que conquiste la hegemonía, auto-organizando a los restantes
10 compañeros, en un escenario estratégico para quebrar a la más sólida defensa
europea, cuando los griegos están ayunos de volantes y delanteros creativos
suficientemente probados.
Cerremos con la política. Mañana, a las 5 de la tarde, como
en el poema del inmortal romancero, Federico García Lorca, el registador Carlos
Ariel Sánchez haciendo realidad una de las pocas promesas que en Colombia se
cumplen, esto es, dando los resultados del pre-conteo sin que le falten mesas
por escrutar.
Para entonces, sabremos, uno, si la votación se incrementó,
cuando menos en 1 millón de votos, bajando la abstención de la primera vuelta;
dos, si las lealtades prometidas por los adherentes de los candidatos
derrotados han hecho caso a lo sugerido por sus liderazgos; tres, si la paz o
la guerra, como en las anteriores cuatro presidencias es el asunto fundamental
que preocupa a los colombianos que creen en la representación política como
fórmula de resolver los conflictos.
Para luego, prepararse para acabar con la desigualdad social
y los privilegios ancestrales; cuatro, si la no participación de los
abstencionistas, y la activa de los que votan en blanco, o anulan su voto,
supera el 50 por ciento, y deja abierta a cualquiera de los ganadores la
ventana del control y la prudencia en el triunfo que obtengan.
Pero, ¿quién ganará?
No sabemos que le han dicho los
encuestadores privados a los candidatos en la contienda, pero, si la tendencia
advertida en las 5 encuestas conocidas
ha capturado el alma variopinta de la nación, y la voluntad que la
expresa, ganará la alternativa de paz con el respaldo de los cacaos del gran
capital financiero; y el apoyo ancilar de una izquierda que fue inconsecuente
en el tratamiento diferencial y claro de la alternativa de una paz democrática,
y que ahora tiene que ser un socio de segunda en su obtención, pero clave para
que la reacción guerrera con su cadena de errores y bestialidad no triunfe.
En cifras, pienso que el triunfo de Santos, de mantenerse el
volumen de la votación anterior no superará los 200.000, y si hay un incremento
de un millón alcanzará a una diferencia del medio millón de votos, y
proporcional a tal incremento.
Fútbol y política se tocan, pero son trayectorias paralelas.
Ambas son juegos de estrategia que apasionan, pero en el presente caso, en la
política, los perfiles individuales de los "líderes políticos de
ocasión" son personalidades de segunda, pero el "innovador
relativo", apropiado para luchar por la hegemonía del bloque dominante
sobre los subalternos no es el candidato
del uribismo, sino el portaestandarte tardío de la tercera vía, el liberalismo socializante que coopta, en lo
posible la marcha de la revolución democrática de los de abajo, sin los cuales
su triunfo se tornará en amarga derrota.
En todo caso, tenemos que estar preparados con autonomía,
para encarar cualquiera de los escenarios con un tercer imaginario, en
apariencia minoritario, y sin clara representación, el imaginario de la paz
democrática, cuyo contenido efectivo estará dado por el ejercicio
multitudinario que se obtendrá en la dinámica de una constituyente social, que
corrija las inconsecuencias del rumbo fijado en la Constitución de 1991, que,
sin embargo, dejó la marca de una tarea a cumplir por los muchos de este país,
"que la igualdad sea real y efectiva", más allá de las vicisitudes
del orden estatal.
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