martes, 17 de junio de 2014

REVISIONISMO  O REVOLUCIÓN DEMOCRÁTICA.

EL LEGADO DE GARCÍA NOSSA VISTO POR UN HIJO DE LÓPEZ MICHELSEN

Miguel Angel Herrera Zgaib

Un vástago del buen y brillante burgués que fuera el presidente Alfonso López Michelsen, Juan Manuel, se atreve a recordar uno de los n trabajos de la autoría del prolífico pensador Antonio García Nossa, animador de los socialismos de mitad del siglo pasado, "El materialismo dialéctico y el voto", publicado en 2006, por  Luis Emiro Valencia, exposo de Gloria Gaittán, y De la Pava, del fondo editorial recuperado y coleccionado con devoción por el jurista Rugeles Castillo, joven discípulo de García Nossa.

Pero, este otro Juan Ma, se toma licencias frente a las denominaciones. Por ejemplo, Antonio García habla de "realismo dialéctico, no de materialismo, y luego en la "jerga" de cuño marxiano habla de la dialéctica de la historia; e indica que Marx no fue economista, sino historiador y sociólogo. La verdad, Marx no fue economista sino crítico de la economía política, una suerte de Kant radical en el estudio del porqué de la insociable sociabilidad del hombre burgués revelado en el siglo XIX, y después.

Pero, el heredero del segundo López nos habla de la evolución de la sociedad, y se cuida de "desterrar" la expresión revolución en su nota, como se verá; pero, en cambio, encara la pregunta: ¿cómo o qué determina la forma en que se pasa al estado siguiente en la llamada dialéctica de la historia, regida por la presencia de contrarios?

Dice que Marx destaca los "intereses materiales y económicos"; y deja ahí para recordar lo advertido por los prologuistas del texto de García Nossa, quienes señalaban las falencias del sistema político y social colombiano, preñado de privilegios varias veces centenarios; y cerrar con una pregunta:

 ¿Votar para legitimar un sistema que niega sus defectos y pretende continuarse?

Aquí, Juan Ma no se equivoca. La tarea de la igualdad social está incumplida, y la desigualdad es la evidencia incuestionable. Pero, el marxismo no es un realismo, ni tampoco una doctrina, como se convirtió en la U. Soviética el legado de Marx, para disponer y disputar acerca de unas inexorables "leyes de la historia" que estaban de parte de los devotos de los manuales del materialismo dialéctico y el materialismo histórico que fue la vulgata marxista dictada por Stalin y la intelectualidad obsecuente con sus catastróficos designios.

Una excepción notoria a este culto a la ignorancia de Marx, un hereje encarcelado, Gramsci, no fue un autor que trabajara en forma explícita nuestro Antonio García Nossa, quien sí le puso, en cambio, atención a lo escrito por el liberal Benedetto Croce, discípulo de Antonio Labriola. Tampoco parece que hubiera atendido García Nossa, a otra víctima del orden político e intelectual bajo la égida de Stalin, Isaak Rubin, quien puede dar cuenta de los talentos de Marx en la lectura crítica y tendencial de la economía capitalista. 

Con todo, lo que señala Juan Ma, quien tuvo como jovencito que ver, cuando su padre recordó a los rebeldes y revolucionarios del MRL, que no se olvidaran que era, primero que todo, un burgués reformista, ayudan a iluminarle el camino al hoy presidente reelecto que es proclive hace 20 años de la tercera vía; y pronto traerá a sus gurús de las cuatro esquinas del hemisferio occidental.

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