Acefalia y la tormenta.
Actitud
frente a la tormenta
Existe lo que se
da en llamar "actitud ante la tormenta". Cuando a uno lo alcanza un
inesperado chaparrón, se puede hacer dos cosas: o bien se hecha a correr lo más
rápido posible, o se pone uno a resguardo bajo los aleros de las casas que
bordean el camino. De todas formas, siempre se terminara mojado.
Pero si uno se
prepara mentalmente, y con anticipación, a la idea de quedar mojado, no se
sentirá muy contrariado por la llegada de la lluvia.
Se puede aplicar
beneficiosamente este principio a cualquier circunstancia.
HAGAKURE
Jocho Yamamoto
Había
una idea entremezclándose, mientras pequeños distractores emanados de un
computador y las diminutas réplicas que
se hacían por algunas redes sociales hacían que esta idea no tomara forma (tal
vez como él quería); sin embargo había cosas confusas que eran evidentes,
además un aire desesperanzador en la jornada democrática. Esto ya era normal.
Sin embargo, Acefalia no lo
superaba fácil; recordaba que en el estado de cosas actuales, la excepción se
volvía normal. Todo anunciaba un ejercicio liberal de representación democrática,
bueno tanto como lo permitían los distintos mecanismos de control, mecanismos
del proceso como tal, los doctos sobre el tema y la elite educadora (un
discurso suena a lo lejos). El encierro hacía que la idea recorriera, a pesar
de los distractores; algo sigue recorriendo la cabeza sin tomar forma. En ese
momento eran impulsos eléctricos que daban imágenes y palabras dentro del cuerpo.
La confusión se hacía más presente,
mientras la noche avanzaba dilatando el tiempo. Acefalia no entendía como un
candidato que en los anteriores años había demostrado ser estratégico frente a
la clase política; tenía un equipo el cual se podía calificar de envidiable;
reduciendo a la oposición y calmando bríos con violencia donde los medios no
podían (o no querían) entrar y gran
diplomacia frente a las cámaras.
Ahora este candidato que tiene a su
disposición todo el parapeto económico y político, es decir, que puede ejercer
el poder desde su gran capital a más de un flanco, había tenido una pobre
actuación, dejando al candidato peor que el en ventaja; de todos modos ninguno
de los dos era buena opción, la diferencia radicaba en la intensidad de la
hediondez a muerte; el candidato de la actuación pobre se había conformado con
un resultado que dejaba mucho que desear para sus condiciones. Por eso Acefalia
se preguntaba: ¿qué paso con el estratega que en público y en secreto tiene más
de un admirador? ¿dónde está la Maquinaria al servicio de la candidatura?
Se sentía agotado, recordó las
campañas, mientras se recostaba en la cama, en ese momento un televisor en el
cuarto continuo anuncia resignación. Ahora todos eran expertos. Acefalia hizo
una fuerte respiración en medio de libros hechos a un lado con su brazo, para
poder recostarse, en todo momento el computador seguía encendido.
II
Se echó
mientras el ordenador seguía prendido. Acefalia miraba al techo y hacía más
lenta la velocidad del aire que salía de sus pulmones, entonces comenzó a
buscar algo de calma en ese ejercicio, con el fin de poder escuchar que era eso
que se dibujaba, cuál era el sentido de las imágenes que parecían presentarse
con tanto desorden.
Su cuerpo se puso algo frío, y la serenidad iba en aumento, entonces lo
atropellaron una serie de imágenes terribles que llegaron a su cabeza. Aquel mandatario había entregado su puesto,
su torpeza, las alianzas que eran inconvenientes para abonar electorado; la
pelea declarada con el contendor que había sido ganador en esta ocasión, y el
contraste con la falta de protagonismo propio.
Todo esto parecía acorde con una de
tantas reuniones secretas en un bello cuarto con muebles clásicos, de colores
claros con algo de dorado, y a la vez colores que combinaba con estos muebles
en toda la decoración de aquel cuarto de reuniones (lámparas bellas que
dibujaban pequeños espirales que terminaban en flores, pinturas de paisajes y
una o dos de algún hecho histórico que se podían calificar de repudiable;
contrastaban con un bello marco tallado a mano y restaurado posteriormente) de
pronto unas palabras de inconformidad y gente poderosa que discute.
Ahí se
había acordado todo. Todo parecía acorde al escenario planteado. El presidente
tenía que entregar su puesto. Un respiro fuerte se escuchó, Acefalia espero
equivocarse y además de poder dormir rápido, el frio que sintió ahora lo hizo
agarrar una cobija con su mano y llevarla a su cuerpo.
Anderson
Hernández
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