UN DÍA DESPUÉS DEL ANIVERSARIO DE JAIME GARZÓN
Jaime Garzón, como Gabo y Camilo Torres fueron estudiantes de Derecho en la Nacional por corto tiempo. Aprendieron lo que debían, y tomaron luego las de Villadiego. Con diferente fortuna contribuyeron a la causa de la transformación de Colombia desde una visión anti-oligárquica, por diversos medios.
Ayer se conmemoró ese aniversario luctuoso de Heriberto de la Calle, con un nuevo asesinato de otro comunicador, Luis Carlos Cervantes, en Tarazá, cuyo asesinato fue protestado en Medellín, la capital, de un departamento al cuidado de un matemático muy aplicado, Sergio Fajardo, pero impotente ante la realidad de la miseria, y la desigualdad.
Tal es el caldo de cultivo de los gatilleros a sueldo de los poderes informales, en cuyas redes sobreviven los más para beneficio de los menos, ocultos, semi-ocultos o disfrazados.
Descubriendo las cartas
La "eficiente" Fiscalía del doctor Montealegre, y las anteriores no ha podido culminar las "exhaustivas" investigaciones que resuelvan el caso del asesinato de Garzón, sobre el cual él mismo habló con sus amigos más cercanos, a pocos días de la muerte en Quinta Paredes, muy cerca de su "alma mater".
La periodista Myriam Bautista, a quien sus cercanos llaman entre cariño y picardía, "la compañera", en la crónica de El Tiempo, del pasado miércoles, destapa en la crónica de título aparentemente inocente, "El Mediador", las consideraciones sobre los actores intelectuales del asesinato del humorista político, y qué pistas rastrear al respecto.
Heriberto tiene la otra cara de la historia en la "farsesca" figura real de Humberto de la Calle, como oficiante que es de las "trampas de la fe" en La Habana, a nombre de su nuevo jefe, Juan Manuel Santos. Esto se pondrá a prueba cuando a partir de esta o la otr semana empiezan llegar a las víctimas de diversa procedencia, de las cuales ya se adelantaron los primeros 12 nombres.
Explorando indicios
Explorando indicios
Myriam dicen en la crónica:
"Una noche, semanas antes del asesinato, bastante nervioso, hizo a sus amigos del Rotundo la confesión de las amenazas. Los enteró en detalle de ese expediente siniestro que había ido recopilando, en los dos últimos años: cómo operaban las mafias del secuestro...
Uno de ellos...lo conminó a entrar a la clandestinidad. Su plan, dijo el médico, era sacarlo de inmediato del país.
Esa noche, en la próxima hora, debía abandonar su casa, en alguno de los presentes o en su propio jeep, para pasar el resto de la noche en la casa que escogiera...
Según Garzón, Carlos Castaño ya había enviado la orden a un grupo de criminales de la banda de Las Terrazas de Medellín que se hallaba en Bogotá, aun cuando le aclaró que, muchas veces, las órdenes no alcanzaban a ser acatadas por los ejecutores materiales...
Jaime Garzón esgrimió una y mil razones para no atender a esa operación de salvación...que su buena suerte le serviría para esquivar a la muerte a la que invocaba...todas las mañanas se cambiaba el calzoncillo porque no podía haber nada más patético que un asesinato con la ropa interior sucia."
Una denuncia en el desierto
Dice Myriam, y es la novedad en torno al crimen, anunciada al público lector, lo siguiente:
"Uno de los periodistas del grupo, unos meses atrás, le había organizado a Garzón una reunión en casa de Rafael Pardo y Claudia de Francisco, quienes fueron entrañables amigos del ministro de Defensa, Rodrigo Lloreda, en la que participaron, entre otros, Enrique Santos Calderón, María Emma Mejía y otras personalidades, con el fin de enterarlos de lo que el periodista había descubierto. Por el fatal desenlace, la reunión no tuvo ninguna consecuencia."(ET, 13/08714, p.13).
De todas las personalidades, hay una, el exministro de defensa, quien pintaba como carta presidencial, y que lo arrebató el cáncer de esta aspiración, conoció del asunto en aquella lúgubre cena.
Lloreda fue el artífice, dicen los entendidos, de poner a funcionar la estrategia contra-insurgente del Plan Colombia; y en tal función conoció, aunque Pastrana diga que él nada supo, del que hacer de las Auto-defensas, en función claramente contra-insurgente y totalitaria; así como la embajada estadounidense en Bogotá.
Los antecedentes de la guerra sucia
Manuel Marulanda en vida, junto con el regalo del reloj para medir el trámite de la paz, le reclamó a Pastrana, varias veces desmontar el paramilitarismo. A lo que éste hizo oídos sordos en público y en privado. Allí ubicamos la genealogía del régimen para-presidencial con el invaluable aporte anterior del presidente Samper, cuyo ministro Botero y la cúpula militar le dieron patente de corso a las autodefensas contra-insurgentes.
Reviviendo lo que el gobierno del Frente Nacional había institucionalizado 40 años atrás, con ocasión de otro plan, el Laso, con el que se bombardearon "las repúblicas independientes", que volvió a recordar en su crónica Alfredo Molano.
En ese torbellino murió asesinado Jaime Garzón. El otro periodista, el asesinado quince años después, Luis Carlos Cervantes, por denunciar desde el año 2010, la relación entre Los Urabeños y su conexión con funcionarios públicos en Tarazá y Caucasia lucrándose de la extorsión y los estupefacientes.
A raíz de que le quitaron las escoltas, Luis Carlos, se escondió para salvar su vida durante dos semanas en casas de amigos. Pero, salió a ver a su hijo, y a 15 minutos de Tarazá, fue acribillado por una banda armada. La gobernación de Antioquia, y no solo la familia de Cervanes, Teleantioquia, y el periodismo todo están de luto.
¿Qué nos falta?
Pero, lo que falta es la movilización directa a lo largo y ancho del país contra esta bestialidad que no cesa, y que tiene patrocinio de los poderes instituidos, ante los cuales fracasa con estruendo hasta el gobernador verde, Sergio Fajardo, lleno de tantas buenas intenciones, pero que tiene que hablar sin pelos en la lengua, ante quienes desde los tiempos del gobernador expresidente dieron nacimiento y carta blanca a estos procederes, con la tristemente célebre fórmula de las "Convivir".
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