LA COYUNTURA ECONÓMICA
A PROPÓSITO DEL PUNTO DE ARRANQUE
Un artículo aparecido en Cotizalia, de José María de la Viña, que remite el colega Delgado de la U. del Rosario, a propósito de un libro escrito por Reinhart y Rogoff, cuyos cálculos estadísticos fueron rebatidos por profesores de Amherst, en la Universidad de Massachussetts, reconstruye la revisión hecha al libro, y el error advertido. Hay varios economistas de postín envueltos en la disputa que toca con los criterios científicos que maneja la economía, y lo que implica en las medidas de austeridad presentes para Europa, sus mayores damnificados y lo que correspondería hacer en los Estados Unidos después de la recesión 2008/9. N de la R.
¿Y si Reinhart y Rogoff no estuviesen equivocados?
Ai
La diferencia entre un pasapuré y un programa estadístico es el granulado del puré resultante. Si los ingredientes no están frescos o no son los adecuados, por mucho que el pasapuré gire a destajo, sea a dedo o por ordenador, con Stata, Excel o a mano, el puré no será ninguna delicia gastronómica ni escanciará ningún aroma complejo o sofisticado.
Tal pobreza de ingredientes básicos es el gran drama de la econometría, por muy sofisticado que sea el pasapuré utilizado, y de la inmisericorde economía técnica que lo promueve: garbage in, garbage out.
Se critica despiadadamente a Reinhart y Rogoff, los hasta ayer aclamados y hoy vilipendiados autores del libro This Time is Different. Imploremos clemencia. Apelemos a la razón, si queda algo de eso en economía.
Reinhart y Rogoff erraron…
Errores en un artículo publicado en el año 2010 al no incluir determinados datos y países, en la codificación y en la ponderación pontificaron que, a partir del umbral macabro del 90% de deuda sobre PIB, el crecimiento económico se volvía negativo (-0,1%).
Un estudio llevado a cabo en la Universidad de Massachusetts ha sacado a relucir tales errores y omisiones, llegando a la conclusión de que el crecimiento debería ser del 2,2%.
Alegaciones que han sido aceptadas por los autores, las cuales no hacen variar ningún corolario. Aunque tales resultados erróneos hayan contribuido, según dicen, a afianzar la política de austeridad en vigor en Europa como libro de dura de cabecera para que sestearan sus molleras cuadriculadas individuos como el Ministro alemán de Hacienda, Schäuble, o los republicanos más recalcitrantes que braman en EEUU contra los estímulos indigestos de la FED.
Todos claman ahora, incluido el ínclito Krugman, que tales errores en el Excel están llevando a Europa a la ruina, ya que parece que las decisiones se basaron en tales resultados erróneos. ¿Tomaron los que mandan al pie de la letra las cifras sin mayor interpretación?
Si obviamos por un momento el resultado previo equivocado al alcanzar el mencionado umbral ya no tan fatídico, el gráfico de moda confeccionado por The Economist muestra que, según registros tomados entre 1945 y 2009, a mayor deuda el crecimiento relativo será menor, considérese la media, la mediana o el ombligo de la serie temporal. Es como llevar un saco de piedras a la espalda cada vez más pesado y pretender correr más deprisa.
Es fácil criticar. Más aún un trabajo pionero que pretende abarcar mucho. Tal publicación y sus secuelas, igual de útil entonces que ahora, necesita continua actualización. Fue en su momento sacada de quicio por unos y otros sin mayor interpretación de su abundante información.
Especialmente por aquellos que promulgaban la austeridad a ultranza y les servía para poner en práctica sus ideas preconcebidas o los mandamientos propios. Dicen que fue una de las causas de la cerrazón alemana a permitir el aumento de déficit de los países de la Eurozona del Sur. Fuera o no verdad no andaban tan descaminados los teutones a causa de la tendencia, cualquiera que fuese la cifra final.
La mala utilización de los fondos públicos artificialmente generados por el Banco Central Europeo mediante manivela digital no es capaz de azuzar la economía real, más que incrementar el tamaño del agujero intercambiando papelitos con los bancos. Estos se dedican a mantener préstamos inviables y empresas zombis, afianzar prebendas y burocracias inútiles, y a financiar corruptelas recurrentes mientras se incrementa la deuda y paga el respetable el drama y la cuenta.
… para regocijo de la oposición…
Desde la soberbia que le provee su púlpito infalible, la ideología predicada porKrugman se ha relamido del patinazo a falta de mejor sustento teórico. Ha sido incapaz de argumentar con una mínima profundidad, a la altura de su aura nobeladadesvestida de ciencia.
Continúa erre que erre sosteniendo que inflando la deuda a capón el crecimiento económico volverá a ser una realidad, aunque disminuya su eficacia, por mor de los mandamientos keynesianos desvestidos del genio y la agudeza de Keynes.
Guíaburros que predican que a más gasto mayor consumo y, antes o después, más sueldos y salarios porque es así o porque lo asegura su catecismo. Puro rigor científico con la marcha atrás embragada, embriagada de supuesta teoría y unos multiplicadores que lo fueron antaño, hoy toscos desmultiplicadores debido a la caducidad del modelo económico que nos ha traído hasta aquí, de la falta de sosiego atmosférico y planetario, y de la torpeza que acabamos de describir.
Gurús que aseguran que desapalancando el sector privado, aunque se acogote más el público, los diferentes agentes económicos podrán gastar y consumir más, espoleando el crecimiento económico. En España se aplica el guión con la letra invertida asfixiando con impuestos al desgraciado que trabaja.
El porcentaje de deuda pública sigue aumentando, además, a causa del desfase presupuestario. No se palpa ningún crecimiento. No se atisba ni se le espera. El aumento de la deuda no se dedica a promover industrias productivas, ni siquiera sano comercio, que no haga escala trágica en Bangladesh o Texas.
Al no invertir la deuda generada en renovada actividad que no sean putiferiosluminosos, bares, ladrillos o papelitos a la inglesa, querido Krugman, sus recetas simplonas no servirán para nada en España ni en el resto de Europa.
El trasvase de deuda privada a la pública está siendo causado por la corrupción y el clientelismo caciquil, al encasquetar al Estado los créditos morosos de ciertos agentes privados que lucen contubernio: inmuebles, aeropuertos, autopistas sin coches y otra basura camuflada. Morralla que se está comiendo o engullirá el sector público, para evitar la justa quiebra de las empresas técnicamente quebradas que los promovieron, y de las cajas y bancos que jamás debieron financiarlos.
Pretenden así librarse de suspensión de pagos merecida los ejecutivos Power Point y los políticos Excel que construyeron tales ruinas. Los malos gestores que, en connivencia con los de siempre, pugnan por irse de rositas con el bonus a reventar y la poltrona bien atornillada de desvergüenza reincidente.
…la terquedad de la razón predicada…
Los economistas técnicos asumen, sin poderlo demostrar y ni siquiera pretenderlo, que el futuro inmediato se comportará de manera similar a como sostiene el gráfico anterior. Acatan religión laica pretendidamente científica sin tener en cuenta si la casuística del futuro se parecerá a la coyuntura pasada, cualquiera que fuere esta.
¿Podrían demostrar aquellos que exorcizan a los autores errados, hayan seguido o no al pie de la letra los resultados del cuestionado pero a pesar de todo valioso trabajo, que el crecimiento futuro pueda ser extrapolable del habido durante el último siglo? ¿Qué teoría económica o científica es capaz de demostrar con los arreos teóricos en vigor tamaña superchería?
¿Son extrapolables a los sucesos actuales o la casuística de mañana las pautas del desarrollo económico ocurrido en Australia, Nueva Zelanda o Canadá entre 1946 y 1950? Son los países que han distorsionado la estadística objeto del regocijo y la controversia, más otros cinco en la codificación. Unas economías que, como todo el mundo sabe, son perfectamente homologables en sus fundamentos a las europeas de hoy.
En aquella época, esos tres países disfrutaban de mucha deuda y alto crecimiento. Terminaba la Segunda Guerra Mundial. Aunque contribuyeron con los gastos, estaban en inmejorables condiciones para prosperar en la posguerra, como efectivamente sucedió.
¿Se puede asegurar que tales circunstancias eran comparables a las actuales? ¿No se debería hacer una valoración cualitativa previa, una validación o justificación de sus fundamentos antes de incluir o excluir datos en un análisis estadístico riguroso y serio, o de tomar decisiones basadas en él?
Lo que ocurrió hace más de medio siglo en las Antípodas había modificado drásticamente el resultado. ¿Tan pobre era el modelo y los datos? ¿Se toman habitualmente las grandes decisiones en economía con alforjas tan livianas y contenido a medio llenar?
…y ausencia de razón pura
Si tan simples son aquellos que dirigen la economía de Occidente, que se tragan todo lo que les cuentan sin digerirlo siempre y cuando se disfrace con atuendo sofisticado y bien publicado; si su capacidad de asimilación es tan escasa que se conforman con pasapuré aliñado de ingredientes escasos sin ninguna validación de sus premisas; si aceptan sin más un puré estadístico que son incapaces de analizar, un aguachirle que no tiene en cuenta las circunstancias pasadas y mucho menos las que vendrán.
Si toman decisiones mirando tozudamente por el retrovisor estadístico aunque esté empañado, en vez de intentar atisbar el futuro y de gobernar para solventar los desafíos que vendrán; si no son capaces de aprender del pasado sabiendo que la historia no se repetirá ni las circunstancias serán las mismas, con cambio o sin cambio climático que complique y distorsione el caótico devenir, apañados vamos con tales lumbreras.
Estremecedora conclusión la de hoy. Si Forrest Gump levantara la cabeza…
El cronista español toma partido por Reinhart y Rogoff. Pero, remata su columna refiriendo para que es útil aprender del pasado, con la certeza que el pasado no se repetirá. A no ser, como lo comentaba Marx con sarcasmo, la historia sí se repite: una vez como tragedia, y la otra como farsa. ¿Se aplicará esto a la causa de la deuda que agobia a la economía capitalista global?
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