viernes, 22 de julio de 2011

En esta oportunidad han casi coincidido dos análisis, el que trae el último número de Desde Abajo, cuyo título del editorial reza "¿La captura y/o muerte de Alfonso Cano? Y la paz, cuándo?, y el que aquí reproducimos de la autoría del colega investigador Carlos Medina G. Por supuesto, la cercanía en la titulación no es lo fundamental, sino lo que en ambos escritos nos plantean los autores. Esperamos que nuestros lectores completen el ejercicio. N de la R.

¿Matar a ALFONSO CANO o…protegerlo?

Carlos Medina Gallego

Docente –Investigador

Universidad Nacional de Colombia

La Fuerza de Tarea conjunta del Sur del Tolima y la Novena Brigada, ubicada en el batallón de artillería No 9 de Neiva, vienen desarrollando intensas operaciones militares, en las regiones del sur del Tolima en limites con el departamento del Huila y Cauca para alcanzar su Objetivo Estratégico de Alto Impacto, dar de baja a Alfonso Cano, comandante en jefe de las FARC-EP-. Esas operaciones se dan en el marco de las orientaciones de la política de seguridad del gobierno de la prosperidad democrática que pese a la percepción que se tiene no ha dejado de operar con el grueso de lineamientos que definieron la estrategia de aniquilamiento de los miembros del Secretariado formulada por el anterior gobierno, en razón que quien se encargo de diseñar e impulsar esa política es el actual jefe de Estado.

Del presidente en adelante, pasando por el Ministro y los generales de la República siguen con marcada atención cada una de las acciones de la fuerza pública y ponderan en alta estima los resultados que se van obteniendo como consecuencia de las labores de inteligencia y los operativos militares que se derivan de sus fuerzas especiales; entre sus logros vale señalar la muerte del “abuelo” de quien se dice era el responsable de uno de los cinturones de seguridad. Cano, según las informaciones que se tiene se encuentra en la zona de operaciones del Comando Conjunto Central (CCC), protegido entre otras estructuras por la columna Teófilo Forero, los frentes 55 y 66, la compañía Alfredo González y las columnas Héroes de Marquetalia y Manuelita Saénz y seguramente con apoyos logísticos y operativos del Comando Conjunto de Occidente (CCO).

Digamos que las declaraciones del Presidente en el sentido de estarle “respirando en la nuca” o “estuvimos a punto de agarrarlo”, constituyen parte del discurso que debe manejar el jefe de Estado ante un enemigo escurridizo que miran como trofeo; pero, en la practica, que lo capturen o lo maten no le quita ni le pone al conflicto armado colombiano. En las FARC-EP, como en cualquier institución o organización a rey depuesto rey puesto.

Esta reflexión busca llamar la atención en otro sentido, no tengo la menor duda que la búsqueda de una solución definitiva al conflicto armado colombiano depende de varias circunstancias, entre ellas, dos que considero fundamentales: La decisión, tomada de manera unilateral, de avanzar de forma irreversible en un proceso de paz que ponga fin a la guerra, decisión que considero ninguna de las partes ha tomado, al menos por la vía dialogada y, la otra, la calidad de los interlocutores y el nivel de sus legitimidades al interior de la organización que solo deje un pequeño margen a la bandolerizacion que seguramente se produciría. En la experiencia seguida por el M-19 y por otras organizaciones que se comprometieron en sacar adelante un proceso de paz en Colombia o, en Centro América, como el Frente de Liberación Farabundo Martí en el Salvador, estos dos requisitos se llenaron a cabalidad pese a las circunstancias y contradicciones que pudieron resultar de ello. La máxima dirigencia había tomado la decisión de ir a un proceso de solución negociada y contaba con las legitimidades que se lo posibilitaron.

Haciendo de abogado del diablo, para algunos analistas idiota útil del terrorismo, creo que Cano le prestaría un mejor servicio a un proceso de paz vivo que muerto. Sin duda Cano representa, conjuntamente con otros miembros del Secretariado, el patrimonio de inteligencia y legitimidad de la organización, el que se degrada en la medida en que las responsabilidades descienden hacia los mandos medios. Es un personaje histórico,

formado académicamente y reconocido sin objeciones al interior de la organización como su máxima autoridad. Es un hombre político, que entiende de las complejidades del mundo económico y social de la nación y que seguramente ha ponderado en alta estima el actual momento de la guerra y la doble imposibilidad de la victoria definitiva: La institucional y la insurgente.

Creo que un gobierno inteligente, interesado realmente en sacar al país de la violencia, lejos de estar festejando cada acción de guerra, debía estar trabajando sigilosamente en acercamientos que contribuyeran a convertir su enemigo militar en un robusto y respetado adversario político. Y. creo, con ingenuidad seguramente, que un buen aliado de esa propuesta seria precisamente Alfonso Cano.

16 de Julio de 2011

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