miércoles, 2 de febrero de 2011

Venezuela, que no sea demasiado tarde


30 años pasaron para que el autoritarismo se Hosni Mubarak llegara a su punto de ebullición en medio de una ola de anarquía y desesperación popular. Durante estos 30 años, Egipto se convirtió en una nación restringida democráticamente en medio de un constante estado de emergencia. Las recientes revoluciones que se han levantado en Oriente Medio no son un caso ajeno a nuestra realidad latinoamericana en especial para el caso más crítico de autoritarismo y antidemocracia de la región, Venezuela. Hace 12 años Hugo Chávez se impuso en las urnas para convertirse en el más autoritario jefe de Estado de la región, con un alto culto a la personalidad, con constantes atropellos a la libertad y financiando a democracias babosas (llamadas así brillantemente por el Nobel Vargas Llosa) como Nicaragua y Bolivia, Chávez se ha convertido en el Nicolae Ceauşescu latinoamericano.


Las recientes lecciones de Túnez y Egipto no son solo un llamado al mundo Árabe, también lo son para aquellos que en cualquier lugar del mundo sufren de autoritarismos. Aquel estado de emergencia de Mubarak, no se desliga en su similitud de los “superpoderes” que la Asamblea venezolana le ha otorgado al gobierno venezolano dotándolo de un carácter dictatorial y anti democrático.

Por supuesto que no todo es color de rosa en estos levantamientos árabes, puesto que las recientes protestas pueden generar una reacción similar a la revolución islámica iraní en la que los esbozos de multipartidismo y democratización solo llevaron a la imposición de un régimen autoritario que aún persiste a pesar de haber cambiado de rostro. De esta manera el levantamiento popular en la Venezuela caótica de Chávez, no debe depender, como tantos levantamientos populares en la historia, a que al autoritarismo disfrazado de socialismo se le acabe el dinero y los recursos de los demás. El régimen de Chávez está cada vez mas restringiendo las libertades y redirigiendo la opinión hacia una sola, la cátedra escolar y universitaria se ha transformado en un culto a una filosofía de vida totalitaria y la revolución cultural de las redes sociales en la internet se irá convirtiendo en una constante cadena de restricciones a la libertad de expresión en una fachada gubernamental de “control de contenidos”. Son estos antecedentes los que deben servir para hacer un llamado al sentido común y antes de que sea demasiado tarde Caracas, coartada hoy por la inseguraridad, la violencia y los abusos policiales, sea el centro de una trasformación como la que hoy se está esparciendo desde El Cairo.

Obviamente las cosas no son tan fáciles en el contexto latinoamericano. A diferencia de oriente Medio, que tiene una construcción como nación a partir de su historia más que de su filosofía, Latinoamérica parece aun no tener el aprendizaje suficiente de sus errores pasados y persiste en la idea de hacer cambios violentos sobre todo con golpes de Estado. La idea de derrocar a líderes como Chávez o Mubarak no requiere de esas vías de fuerza sino de una paciencia y perseverancia que sirve para desesperar a los que en su ilusión creen tenerlo todo. Este es tan solo un llamado para que no sean mas años los que deban esperar tantos países como Venezuela con una independencia de poderes inexistente y con débiles instituciones, que no sean más los años de corrupción, ruina, polarización y odio que cultiven una violencia descontrolada que lleve a revoluciones violentas que sirven de rio revuelto del cual pescan los extremistas. Que aquella ira de Egipto sirva de lección para una ola de conciencia y democracia en Venezuela.

Jonathan Gamboa Melo

Politólogo. Universidad Nacional de Colombia

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