miércoles, 27 de octubre de 2010

Esta vez publicamos un escrito del ingeniero y estudioso de las políticas públicas Germán Vargas. El escrito fue publicado originalmente en Portafolio, y su autor tuvo la generosidad de compartirlo con nuestros lectores. Quedamos pendientes de los comentarios. N de la R.

¿Colombia está de moda?

La economía mundial está echada a la suerte: dos caras de una misma moneda -las acciones y las divisas-, lanzada por la debilidad estructural de las potencias, y apostada por los inversionistas hacia las emergentes, pues en épocas de crisis buscan refugio y oportunidades de arbitramento; sin embargo, ¿por qué Colombia?

Claro, hay quienes defienden que estos comportamientos obedecen a realidades estructurales, no coyunturales, e insisten en que Colombia está de moda.

Y la verdad es que ha mejorado la percepción del país, con los logros que en seguridad y confianza inversionista se han materializado; desde luego, es importante ser considerado parte del grupo de países emergentes con potencial, Civets, aunque esto supone entender las expectativas de crecimiento y sostenibilidad que, entre otras, impone este reconocimiento.

Es fundamental que no se nos suba la fama a la cabeza, porque tenemos muchos pendientes: en materia de competitividad no hemos avanzado, según reveló el Informe Global de Competitividad del WEF; las cifras del Dane para desempleo y la informalidad son desalentadoras, y el moderado crecimiento de 4,5 por ciento del PIB, poco significativo y por debajo del promedio regional.

Nuestra economía es básica y tradicional, intensiva en capital, pero no en tecnología y mano de obra; y nuestras exportaciones per cápita son ampliamente menores a las de nuestros vecinos (apenas superamos a Bolivia).

Atravesamos un periodo de revaluación y expansión accionaria; euforia de abundancia, que ha recibido advertencia del IMF respecto a una posible burbuja de precios, en el informe 'aprovechando el viento a favor'.

Fenómenos relacionados, alertas que ya no son tempranas: una plétora de dólares transitorios que llegan con la inversión de portafolio (bolsa) y la minería, presionando a la baja la tasa de cambio, que parece no tocar fondo; una escalada bursátil que supera registros históricos de valorización, y deja espacio para reflexionar sobre la eficiencia del mercado local, tradicionalmente concentrado en renta fija, apenas en crecimiento y posicionamiento variable.

Los efectos de esta bonanza demandan la intervención de reformas integrales, que parecen distantes. De momento, la influencia del Banco de la República en el mercado monetario, para absorber pesos y dólares, ha contenido la inflación, pero erosionó su capacidad de sorprender a los agentes de la revaluación.

Es necesario preservar la independencia y estimular la coordinación institucional, de modo que se controle el déficit, se optimice el nivel de reservas, y se aplique control a la movilidad de capitales, para madurar y mejorar la composición de los flujos.

La economía colombiana es adolescente, vulnerable a la especulación cuando están de moda los precios de los commodities, mientras persiste la incertidumbre en torno a otra recesión, double dip. Claramente, nuestra ventaja no es sostenible ni competitiva. Es transitoria y comparativa.

El problema es que las modas son efímeras; la ventaja comparativa abre espacio a las burbujas. La pregunta de fondo es: ¿estamos preparándonos para un escenario de correcciones globales?

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Germán Eduardo Vargas

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