sábado, 23 de febrero de 2019


COLOMBIA, VENEZUELA Y ESTADOS UNIDOS
LA CHARADA DE AYER, Y EL "PAN" DE HOY.
DE LA DEMOCRACIA AL PLACEBO DE LA LEGITIMIDAD LEGAL.

MIGUEL ANGEL HERRERA ZGAIB

Ayer, viernes 22 de febrero de 2019, desde Cúcuta, se ofreció circo a los asistentes colombo-venezolanos, entre 200 y 300 mil, reunidos en Tienditas para escuchar a 32 artistas, protegidos del sol, en tarima, y la audiencia, al rayo del sol, de clase media y plebeya, durante un cancionero con exhortaciones políticas que duró 8 horas.

No hubo pan para ella y los de abajo concurrentes. Éste se ofrecerá hoy, un día después, provisto por los "caricativos" containers donados por USAID, y otros contribuyentes de "buena voluntad."

PAN Y VELLOCINO NEGRO

El pan del sábado llegará con la ayuda "humanitaria" no pedida, regida por Mr. Trump, quien confisca los fondos del petróleo, y bloquea al gobierno electo de Maduro, a la par que defiende el muro de la ignominia israelí, ocupante, invasor y opresor impune de Palestina, por un lado.

DE otra parte, él es el constructor frustrado, dictador legal mediante decreto presidencial, de otro muro de Berlín, promesa de campaña de otra cortina de hierro, que impida a toda costa el éxodo, el paso libre a los latinoamericanos parias que sufren de desigualdad, pobreza e inseguridad en los países al sur del Río Grande.

Países que han sido el patio trasero de la gran nación americana, genocida de poblaciones indígenas y esclavista de millones de africanos, antes y después de la doctrina Monroe, cuando su dirigencia saboteó el proyecto anfictiónico de Bolívar en Panamá (1826), como lo enseñó el excanciller e historiador liberal Indalecio Liévano Aguirre, en los tiempos del MRL y La Calle.

Los cancerberos de Trump, los halcones John Bolton y Elliot Abrams, que volaron sobre Iraq, ahora planean sobre Venezuela y Colombia, dizque para defender la libertad y la democracia, y tienen como sus procónsules a la comparsa de presidentes reaccionarios.

Sebastián PIñera que no ha sido capaz de condenar el régimen del general carnicero, Augusto Pinochet, entre cuyas responsabilidades, sin castigo se cuenta el asesinato bestial del canta-autor, Víctor Jara.

Iván Duque, el presidente del Centro "Democrático", quien a toda costa insiste en hacer trizas el acuerdo de paz demorando la sanción de la JEP, para hacerle conejo a la exguerrilla de las Farc-Ep con el sirirí que el plebiscito fue derrotado, en efecto, por 52.000 votos.

Pero, en los hechos, Duque es la segunda voz del partido de la guerra en Colombia, porque la primera es la de Álvaro Uribe, quien quiso, y fracasó, aunque utilizó todos los medios a su alcance, además del articulito para hacerse re-elegir por segunda vez, como el demócrata modelo que dice y pregona ser.

El otro mosquetero es Abdo, el presidente del Paraguay, el país donde se puso a prueba la estratagema de emplear el Congreso para "defenestrar" a un presidente electo por voto popular directo, conforme a la usanza manida y remanida de la representación liberal con la que se define a quienes mandan y obedecen.

Es la misma fórmula que se quiso aplicar en Venezuela, a través de la Asamblea cuya mayoría ganó la oposición en 2015, y que cuestiona el hacer del presidente Maduro, y la mayoría que controla los demás poderes.

PRESIDENTES POR ENCARGO Y LEGITIMIDAD
Guaidó y los líderes de la oposición llaman a este juego una dictadura, y señalan que la segunda presidencia de Nicolás es ilegítima, mientras que el supuesto encargo como presidente de Guaidó, ese si es legítimo, porque, según la asamblea, de la que es presidente, lo encargó.

Esto es, que ahora en los presidencialismos latinoamericanos se crea de hecho, una nueva figura: presidencia por encargo, cuando hay un presidente en funciones. Para lo cual se invoca la Constitución Bolivariana vigente, dice la oposición.

Sin embargo, si de legitimidad democrático liberal se trata, Guaidó no ha sido electo directamente por la ciudadanía, sino por un cuerpo intermedio, la mayoría de la asamblea, que no es el constituyente según lo dice la teoría y la práctica del constitucionalismo, sino a lo sumo, el eufemismo del "constituyente derivado".

Quien corona la "charada" democrática es Donald Trump, quien tampoco fue elegido de manera directa por la ciudadanía estadounidense, sino por los colegios electorales, que son un cuerpo intermedio, porque, en efecto, la mayoría votación la obtuvo su rival, Hillary Clinton, con una mayoría superior a los 2 millones de votos.

En el mejor de los casos, la reacción política que encabeza el orden imperial ejercita, eso sí, como dijo hace casi 100 años, el sociólogo alemán, Max Weber, una dominación legal legítima, porque eso dicen las leyes electorales estadounidenses, votadas por sus representantes, nunca por un ejercicio constituyente, a través de las enmiendas.

REPÚBLICA, PARAREPÚBLICA Y DEMOCRACIA

Así lo acordaron, primero, los llamados padres fundadores de la nación americana, cuya mayoría al inicio, prefirió la república en lugar de la democracia. Tal y como lo defendió James Madison y lo apoyó Hamilton, para precaver la libertad de las monorías.

Lo anterior quiere decir, que se prefirió por ellos, en los orígenes de los Estados Unidos, una república aristocrática para imponer el orden de la propiedad privada a las mayorías de plebeyos, mediante un régimen presidencial.

Esto para volver a las clases de derecho y política, que dicen el hoy presidente Duque Márquez, ofrecía en la U. Sergio Arboleda, que consagra la ilustre memoria de un propietario de esclavos, defensor, igualmente, de una república aristocrática de prosapia peninsular.

A hoy, cuando se empieza a celebrar el Bicentenario, se ha querido, igualmente, hacer una revisión reaccionaria de la historia constitucional colombiano, haciendo a un lado la insurrección comunera e indígena, del siglo XVIII.

Se trata de posicionar, de entronizar, poner en lugar de la potencia plebeya, la doble presencia, de estirpe calvinista y peninsular de los criollos, como la base del orden político con que se quiere continuar dizque la "refundación de la patria" con la impronta del régimen parapresidencial en que degeneró el neopresidencialismo establecido en la Constituyente elegida en 1990, y que instituyó el orden reformado de 1991.

Está empezó en Santa fé de Ralito, durante la administración de Andrés Pastrana, y se pretendió sellar con el esperpento de la Ley de Justicia y Paz, preparada en el mismo lugar, bajo el descarado patronato de Álvaro Uribe y Salvatore Mancuso.

Contó con los oficios del fugitivo doctor ternura, Luis Carlos Restrepo, quien prohijó la estafa de la desmovilización paramilitar, Sellada luego con la extradición de los principales cabecillas paramilitares, puestos a buen resguardo del hegemón imperial, el gobierno estadounidense de turno.

Tales son los fundamentos de la Pararepública, que fue la cuota inicial del modelo reaccionario del Estado Comunitario, corporativo, del llamado país de propietarios, que ahora se reedita con el embrujo elitista, versión Duque, de la economía naranja.

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