sábado, 10 de diciembre de 2016

UN NOBEL DE PAZ AGRIDULCE.

Miguel Angel Herrera Zgaib
Profesor asociado, C Política, Unal.

El periplo de la paz neoliberal

"El próximo martes se iniciará el movimiento de las Farc hacia las zonas veredales transitorias. Después de 90 días se iniciará la dejación de las armas. Y en 150 días, tan solo 150, todas las armas de las Farc estarán en manos de Naciones Unidas. Ese día, las Farc como grupo armado, habrán dejado de existir." Juan Manuel Santos, entrevista con Yamid Amat, ET, 4/12/2016, p. 10



Hoy, sábado, a las 7 am., hora colombiana, Juan Manuel Santos recibe el Nobel de la Paz, en el Oslo City Hall. Se concreta así el anuncio de ser el único ganador, informado al mundo el pasado 7 de octubre, después que el plebiscito que promovió como presidente fuera derrotado por su principal y más enconado rival, el hoy senador Álvaro Uribe Vélez, quien esta semana desde Washington, siguió insistiendo en que el Centro Democrático, su partido, promoverá un referendo para echar atrás todo lo acordado.

Es un hecho también, que la Corte Constitucional decidió no hacer la felicidad completa del galardonado, pues anunció que dará su "veredicto" sobre el fast track hasta el lunes 12 de diciembre. Por lo que no pocos analistas leen esto como un síntoma que los magistrados no darán la aprobación a la vía rápida a la implementación de la paz, sino que tendrá el Acuerdo de paz pasar por la suerte de las horcas caudinas de un congreso resabiado, y una oposición dispuesta a hacer "parir borugos" a los proyectos de ley que permitirán que la paz siga una trayectoria relativamente normal.

Otra cosa piensa el presidente, quien mantuvo su optimismo en la entrevista que público Yamid Amat, en El Tiempo antes de su partida para Oslo, en compañía de 30 invitados, donde viajo una importante comitiva de representantes y víctimas del conflicto armado más brutal del siglo XX. Sin embargo, no parece que en la delegación que celebrará con Santos fuera ninguna representación de las víctimas de los "falsos positivos", que según lo recordó el abogado Gustavo Gallón, alcanzan las 4190 denuncias ante la Fiscalía, y de las que apenas tienen de ellas 2241 investigaciones.

Por eso, el espaldarazo mundial que recibe la paz parcial que se discutió en La Habana, se acordó en Cartagena y se firmó en Bogotá, finalmente, en el teatro Colón, deja un sabor agridulce, e interrogantes y heridas abiertas para su implementación. En particular, de parte de quienes más la necesitan, los grupos y clases subalternas, los trabajadores, los pobres y los más pobres, los excluídos, y las minorías desfavorecidas, las multitudes, quienes a lo largo de todos estos 50 años han contabilizado la inmensa mayoría de las 260.000 muertes.

El comité que otorga el Nobel de Paz, que tiene asiento en Noruega, el país con el mejor nivel de vida del mundo, fue extremadamente prudente en premiar a una de las dos partes, porque la paz neoliberal la firmaron el gobierno y la guerrilla de las Farc-ep en Colombia. Igualmente, el mismo comité no otorgó tampoco el Nobel a las víctimas de la guerra librada.

Aquella que un expresidente en dos oportunidades se esforzó en negar su existencia. Tampoco será la martirizada Colombia quien reciba los US$ 950.000 dólares, algo más de 2900 millones de pesos colombianos, que se le entregarán en cheque a Santos, quien no tiene empacho en decir, que "Mi gran motor para mantener el esfuerzo fueron las víctimas, su dolor y su generosidad."

Mientras que el presidente hace su periplo europeo, que empieza en Oslo y terminará en Bélgica, donde lo recibirá Federica Mogherini, este lunes próximo, para lanzar de manera oficial el Fondo Fiduciario para el posconflicto, dotado con EU $ 575 millones para el apoyo del punto uno, referido al desarrollo rural integral, en Colombia, la población que tributa y trabaja recibirá el final del año con cajas destempladas, en virtud de dos asuntos cruciales.

Veamos, de una parte, la contra-reforma tributaria, que fijará los costos de la paz, en cabeza de los muchos, y, no, del 5%, que ha concentrado la mayor cantidad de la riqueza social; y de otra parte, el descarado anuncio de los gremios, quienes pretenden que el salario mínimo no pase de un aumento del 6,5%, frente a las exigencias de la dirigencia de los trabajadores que reclama al menos un 14%.

Así las cosas, las de 2016, será una navidad agria. En lo interno y en lo externo prueba que la paz que se firma, y la que se implementará de manera rápida u ordinaria, es la paz neoliberal, sin visos de avances efectivos en lo dispuesto por el artículo 13 de la Constitución, desde hace un cuarto de siglo: "que la igualdad sea real y efectiva.

La paz reformada, en virtud de los reclamos hechos por quienes lideraron el NO, dejó en parte tranquila a las fuerzas armadas y de policía, pero no a la Fiscalía de la Corte Penal Internacional, que antes que Juampa reciba el premio Nobel, llama por tercera vez la atención al gobierno colombiano por la bestialidad cometida con los ciudadanos asesinados por los cuerpos armados.

Entonces cumplían una resolución expedida casi "en secreto" por el ministerio de defensa, cuya cabeza constitucional es el presidente, cuando la fementida "seguridad democrática" era el significante flotante, que permitía avanzar sin limitación alguna en la guerra abierta contra la insurgencia subalterna.

Llenándolo de sangre, y a la postre también, sin fórmula de juicio, de un asesinato, en la persona del principal animador del proceso de paz de las Farc-ep, luego de la muerte natural de Manuel Marulanda, quien reclamó terminar no humanizar la guerra entre colombianos.

De la Paz y los Falsos Positivos

Aquel tiempo de bestialidad inaudita fue acompañado en parte, por quien este sábado recibirá la medalla, y los honores de la paz global. Él era entonces ministro de defensa, y no adelantó ninguna acción contra la causa de las actuaciones criminales de las cúpulas castrenses. Tampoco ha ocurrido ahora, como lo reporte la Corte Penal Internacional.

Hasta febrero de 2016, recuerda Gustavo Gallón en su artículo de El Espectador, hasta febrero de 2016 hubo apenas 961 sentencias, pero ninguna en contra de los altos mandos que prohijaron esta conducta, que se quiere amparar ahora con los cambios introducidos en la justicia transicional, cercenando la fórmula de "la cadena de mando".

A hoy, se registra en el informe de la Fiscalía, hay un general cuya investigación pasó a juicio, y hay investigaciones en curso contra 14 comandantes. Todo lo anterior en conexión con al revisión hecha por crímenes de lesa humanidad, que empezó en 2004, y la que corresponde a crímenes de guerra que empezó a partir del año 2009.

La cuestión agraria, el punto uno del acuerdo de paz, asunto que le da fortaleza al proceso del posconflicto ya que busca remover la estructura afianzada de privilegios que sobreviven al periodo colonial, sin que haya ocurrido la implementación.

Pero, vió ya como el Congreso dispuesto según mayorías al fast track, hundió el proyecto de ley que señalaba el acceso al agua como derecho fundamental; al mismo tiempo el articulado de la reforma tributaria desgravó el uso del agua para los concesionarios actuales y futuros de la mega minería en Colombia.

Al mismo tiempo, se le da el espaldarazo a la agroindustria a gran escala para que las transnacionales entren a saco con la fórmula de las zidres que ahoga y sitia los proyectos de economía campesina a través de las zonas de reserva campesina, que, en cambio, ha padecido todo tipo de cortapisas y aplazamientos.

Cuando el martes se ha de producir la movilización de la guerrillerada de las Farc-ep a las zonas de concentración, es posible que Colombia se encuentre ante el hecho que la Corte Constitucional haya rechazado el fast track, y la guerrilla se encuentre entre la espada y la pared. De ocurrir aquello, tendrán los colombianos que volverse a tomar las calles, e incomodar al burgomaestre de turno, copando un espacio público de concentración y protesta legendario, la Plaza de Bolívar, para que no se le haga conejo a la paz.

Una distancia necesaria

Se marcará entonces la distancia efectiva que hay entre una paz neoliberal, y una subalterna, que requiere seguridad para la insurgencia que resistió y combatió la desigualdad y la exclusión por todos los medios a su alcance.

Una insurgencia subalterna que, con todo, no fue derrotada en el campo de batalla, pero que está a riesgo de quedar en la estacada cuando se ha dispuesto a todo por hacer la paz con su antagonista.

Para darle realidad a una política adversarial, que permita un efectivo desenlace de la crisis de hegemonía que se ha extendido, en diferentes etapas, de su brutal, sangriento inicio en la tragedia del 9 de abril de 1948.

Permitiendo, dándole cabida a la verdadera oposición, que no se reduce a las Farc-ep, por supuesto, para que en sus plurales manifestaciones exponga, debata y defienda en los espacios de representación su proyecto de sociedad inclusiva y plural, que, al parecer, pondrá en cuestión los cimientos de injusticia, exclusión y opresión que el capitalismo ha sembrado en Colombia y en otras latitudes. Para lo cual, la sociedad civil de abajo requiere y reclama seguridad de vida y efectivos espacios de participación política en la implementación de la paz.

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