miércoles, 30 de diciembre de 2015

UNA PERSPECTIVA SUBALTERNA DEL POSCONFLICTO.

POSIBLES REPERCUSIONES  EN  ECUADOR, 2015-2016.

MIGUEL ANGEL HERRERA ZGAIB[1].

Presentación necesaria
                                                              Quiero agradecer la deferencia de la dirección de la IAEN, un complejo universitario estatal dedicado a los posgrados; así como al selecto grupo de docentes y estudiantes, quienes con la coordinación de la doctorante Ginneth Esmeralda Narváez hacen posible esta interlocución binacional. Hoy, 23 de marzo de 2015. Así las cosas, damos inicio a este conversatorio con la autorizada interlocución del general Castillo, experto ecuatoriano en asuntos estratégico fronterizos.
Igualmente, quiero relievar la disposición de este grupo de profesores investigadores y estudiantes de posgrado, civiles y militares, como a los asistentes en general, por la generosa disposición de su tiempo para intercambiar reflexiones sobre este tópico del posconflicto en el marco de la culminación eventual de la negociación de paz entre el gobierno del presidente Juan Manuel Santos y las Farc-ep, y sus repercusiones regionales.
El devenir de la paz es, cómo no, de inocultable proyección política, económica y geoestratégica para el presente y porvenir de la subregión Andino amazónica; y de modo puntual lo es, por su incidencia y relevancia inmediatas  para dos naciones hermanas, Ecuador y Colombia, que comparten extensas fronteras, con sus respectivas fortalezas, debilidades y dilemas.

¿Una recesión democrática?

“Desde el 2000 he contado 25 rupturas democráticas en el mundo, no solo a través de golpes sino de degradaciones sutiles de derechos democráticos y civiles.” Larry Diamond, “Democracia en recesión”. Traducción de Martín Pallares.

                                                                       En la sección Tendencias de  la edición dominical del diario ecuatoriano El Comercio, del 22 de marzo, el editor Martín Pallares, citó el escrito del politólogo estadounidense Larry Diamond, un notable especialista de las transiciones democráticas durante los años 70 y 80 del pasado siglo.
Hoy, activo en el departamento de Ciencia política en la Universidad de Stanford, el profesor Diamond difunde un pensamiento pesimista que tituló “Democracia en recesión” en el Journal of Democracy. El tono del mismo contrasta con el optimismo que él despegó para el año 1974, cuando divulgó la secuencia de cambios en los gobiernos autoritarios de Europa continental. Empezando con Portugal (1974) hasta el reemplazo de la dictadura de los coroneles en  Grecia, que recuerda dramáticamente el célebre film de Costa Gavras.
La transición de los años 70 fue bautizada por Samuel P. Huntington la “Tercera ola” democrática. Luego él navegó en los meandros de la democracia liberal estadounidense, y encalló en lo que denominó El choque (global) de las civilizaciones, donde el Islam aparecía como el principal enemigo de Occidente, una convicción que mantuvo hasta su deceso.
Ahora bien, este esquema analítico, en cierto modo, lo continúa su colega, el profesor Diamond,  quien advierte cómo la que entonces parecía ser una nueva ola democrática, la cuarta, vive sus retrocesos. Esta última ola, para efectos de mi presente análisis arrancó en 1989, a partir de la caída del muro de Berlín, y empieza a decaer 18 años después, durante el año 2007.
Nadie interesado en la política, la economía, y sus relaciones, olvida todavía que es entonces y hasta el  2008, cuando los Estados Unidos experimentó la más severa de las recesiones, solo comparable en magnitud y profundidad con el crack de 1928/1929. La gran potencia apenas está recuperándose de ella en el corriente bienio, con un monumental rescate financiero.
Tal rescate capitalista que costó “sangre, sudor, y lágrimas” a millones de compatriotas de clase media, precarizados y en trance de proletarizarse. Un rescate asumido draconianamente por el primer presidente negro, Barack Obama, quien había cultivado su electorado inicial como activista y voluntario social en los barrios deprimidos de Chicago.
Así volvía a aplazarse el “país de Jauja” que primero pronosticó su correligionario, John F. Kennedy, a comienzo de la década de los 60, y que desvaneció la guerra neocolonial imperialista en Indochina. Igual se marchitó  la Alianza para el Progreso, ofrecida por él a sus parientes pobres del Sur, soliviantados por el curso independiente de la revolución cubana, devenida socialista a los pocos años. Latinoamericanos a quienes nunca alcanzó la “bondad” del Plan Marshall, con el que sí se recuperó a Europa devastada por cinco años de guerra.


La democracia liberal hoy

                                                         David Harvey, geo-economista radical de renombre en el campo marxista, profesor asociado en investigación con la IAEN, en cuatro proyectos estratégicos para el Ecuador, disertando en la conferencia multitudinaria que ofreció en el paraninfo de la U. Central de Quito, recuperó y precisó los alcances del marxismo para las ciencias sociales. Al divulgar su reciente libro “Las 17 contradicciones del capitalismo,” que él difundía entre la intelectualidad ecuatoriana reunida aquel día.
 De sus reflexiones quiero entresacar el dato de cómo en los EUA, algo más de 6 millones de personas perdieron la propiedad de sus hogares, como resultado catastrófico de las fórmulas especulativas del capital financiero. Este sacó ventaja “inmoral” de las hipotecas basura; se lucró del entusiasmo del ciudadano del común por obtener una vivienda propia, para resguardarse también, en últimas, de los corrientes coletazos inflacionarios.
Ante todo, estas y otras oscilaciones intempestivas hacen del capitalismo actual, una civilización “al debe” para los muchos; una asociación egoísta  que preñada de “riesgos” reproduce la “ley de la selva” entre una población que aterida no encuentra refugio en los estrechos entresijos e instancias de la sociedad civil contemporánea.
Aquí habita el fantasma de la miseria y el maligno geniecillo de la obsolescencia programada. Tal y como lo describiera y analizara el  fallecido sociólogo reflexivo alemán Ulrich Beck, autor de un ponderado y debatido best seller, La sociedad del riesgo.
Este rodeo circunstancial es para encadenar con algo de contexto, la indicación que el enfoque sobre la democracia recesiva que se diagnostica en el texto de Larry Diamond, que nutrido con las series estadísticas levantadas por Freedom House, busca y encuentra relaciones, así no se diga en la reseña de Pallares, entre  la recesión económica y política que enfrenta la globalización capitalista.
A partir de lo cual, nos enseña lo acontecido en Tailandia, Egipto, Honduras, Turquía y ahora Túnez. Diamond traza así, una distinción entre las democracias electorales, y las democracias liberales, de las cuales el modelo son los EUA.
Esta bifurcación que reproduce el gráfico de El Comercio del pasado domingo, nos muestra cómo las democracias electorales tienen, según Diamond, un ascenso sostenido hasta llegar al 59 % en el 2010, mientras que las formas democrático liberales vienen cayendo en forma sostenida comparadas con las electorales, llegando al 40% en el 2010. Ello se traduce en una diferencia de 19% para el mismo año de cierre que es mostrado en el infograma.

El análisis gramsciano in situ

                                                    Para lidiar con la situación coyuntural glocAL, retonemos para probar la batería analítica acuñada por Antonio Gramsci en sus Cuadernos de la Cárcel (1929-1935). Claro está, para situar la lectura crítica de Larry Diamond sobre el rumbo actual de la democracia en el mundo.
El politólogo que primero cité, fue un escritor acucioso y acreditado de las transiciones políticas, hasta que se llegó al bloqueo de los procesos de consolidación democrática. Igual le pasó al difunto  Guillermo O´Donnell, su compañero de viaje en América Latina. Aunque entonces éste estuvo asociado con Philippe C. Schmitter, scholar de Stanford como Larry Diamond hoy; un estudioso de la democracia y el neo corporativismo por sus propios méritos, como lo fuera del autoritarismo O'Donnell.
Volviendo con los aportes de Gramsci, él habló del estado durante la primera posguerra del siglo XX, definiéndolo como un Estado ampliado, un estado integral. Para registrar así entre otras novedades, el creciente intervencionismo en la economía capitalista nacional, y en la socialista que cumplía el primer cuarto de siglo.
Este intervencionismo lo teorizaron los economistas Keynes, Kalecki, y en cierto modo Schumpeter, luego. Lo practicaron, lo implementaron a su manera, Lenin y Stalin, y su alumno atento, Franklin Delano Roosevelt  para sus países-continente. El tres veces presidente de los Estados Unidos cosechó fama perdurable sacando a su país de la depresión, movilizando a millones de parados en proyectos monumentales de obras civiles, y agricultura.  
Dicha categoría/noción: el Estado integral, ha vuelto a la palestra en el novedoso escenario suramericano, a raíz de las fórmulas políticas y económicas de la transición democrática interrumpida durante lo que fuera la “década perdida”. La novedad es el llamado socialismo del siglo XXI, donde el Estado interventor renace con inusitado protagonismo para confrontar la pobreza de las multitudes de campo y ciudad.
De esta tendencia hace parte el Ecuador de Rafael Correa y la “revolución de los forajidos”. Es la acción política que siguió al fracaso de los levantamientos indígenas semi-rurales, aptos para desbancar gobiernos, pero ineptos para constituir nuevos, y  apropiados al devenir de sus intereses y necesidades.
Lo anterior, la acción política propositiva de mayoría indígena sí triunfó como gobierno en Bolivia. El MAS, con la conducción política de un mestizo Aymara, Evo Morales, y la orientación ideológico-política de un blanco de clase media pobre, Álvaro García Linera, quien fuera partícipe de la insurgencia subalterna del Tupac Katari. Él, después de pagar cárcel, hace parte del gobierno de mayoría indígena hasta ahora.
Desde Bolivia, el vicepresidente García Linera propone como fórmula práctico explicativa de la transición democrática al socialismo, una modalidad del Estado integral. Así piensa él  la transición boliviana en curso. Esta estrategia la pensó  Gramsci, estando en la cárcel fascista, para Europa continental y los Estados Unidos durante la primera mitad del pasado siglo.

Fue un pensamiento político estratégico que sobrevino a la derrota de la revolución mundial, que actuada como en Rusia, a través de una fulminante guerra de movimientos, fracasó en los demás países, luego de rápidas victorias militares que le daban acceso a comunistas y sus alianzas al control de la sociedad política, pero nunca lograron, en el siguiente y definitivo paso, dirigir, hegemonizar la sociedad civil, erizada de casamatas y trincheras, donde se parapetaba la moderna sociedad burguesa.
 Con este aprendizaje catastrófico, y el filo analítico y práxico gramsciano, Álvaro García busca situar y caracterizar el entramado institucional de las superestructuras complejas: la sociedad civil y la sociedad política, especializadas la una en la dirección, el ejercicio hegemónico, la creación del consenso de los gobernados; y la otra en la función de la dominación, la coacción, sobre estos. O al revés de lo que hablamos es de una revolución de los muchos, de una transformación radical de las estructuras capitalistas.
Estas dos funciones que desempeñan las capas intelectuales, en las que materializan la ideología de los grupos y clases dominantes, y quienes resisten tal binomio hegemonía/dominación, comportan una dinámica y una articulación que responden a las relaciones de fuerza existentes. Así las cosas, producen equilibrios inestables dentro del estado, recuerda Gramsci, en una determinada coyuntura y/o periodo de la historia de la lucha de clases moderna.

¿Guerra de posiciones democrática?
                                                            La primera vez que hablé y escribí del posconflicto  en Colombia fue en el año 2003, esto es, hace casi doce años, cuando las negociaciones de paz en San Vicente del Caguán se fueron al traste, y la guerra (sin nombre) copó todo el escenario nacional, convirtiéndola en un conato de guerra civil nacional dirigida a aplastar a la insurgencia subalterna de las Farc-ep. De una vez por todas.
Este intercambio académico y político coyuntural quedó registrado en un  libro que hicimos conjuntamente la fundación Ebert en Bogotá, los Andes, que hizo una tipología de los posconflictos conocidos, y el departamento de Ciencia Política de la U. Nacional, que estaba entonces a mi cargo. Estuvieron presentes las vocerías de todos los colores políticos, y las principales escuelas analíticas que alimentaban el pensamiento reaccionario, la centro-derecha, el liberalismo, y la izquierda en sus variantes.
Allí concurrieron varios especialistas, algunas voces están en un segundo plano hoy.  Otros como el colega Alejo Vargas comparten como cabeza del Centro de pensamiento de la Nacional, responsabilidades con el PNUD, las funciones de secretaría organizativa en Colombia, así los quehaceres participativos y de divulgación  de la negociación de paz. También en el polo reaccionario, José Obdulio Gaviria defiende la perspectiva del Centro Democrático y su mentor, Álvaro Uribe, protagonista de la guerra civil contra-insurgente.
Para el año 2009, pasando a la otra orilla de la reflexión binacional, el comunicador y periodista ecuatoriano, Arturo Torres, publicó el libro El juego del Camaleón, para divulgar lo que denominó, con cierta espectacularidad, los secretos de Angostura. Ya que tal insuceso del bombardeo, contrario a la ley internacional, puso a prueba inmediata el porvenir del conflicto colombiano.
Al transpasar el espacio nacional de Ecuador, con una acción de guerra del gobierno colombiano, éste contrariaba una efectiva estrategia binacional de paz. Esta acción, exitosa en apariencia, se tradujo en la muerte de Raúl Reyes, quien era el responsable internacional de las Farc-Ep, el interlocutor válido frente a potenciales aliados.
Él se encontraba asentado, hacía varios años, en su campamento, con pertrechos y apoyo logístico de habitantes y finqueros de la provincia de Sucumbíos. Durante aquella acción de medianoche, junto con  él, había  otras 24 personas, visitantes unos, militantes y colaboradores otros. La mayoría perdió la vida; y parece que él fue liquidado mediante tiro de gracia, por la fuerza especial que recuperó su cuerpo, violando el espacio aéreo y físico ecuatoriano.
El resumen de la investigación periodística de Torres, que contó con apoyo oficial ecuatoriano, concluía que la porosa frontera binacional que comunica al Putumayo  con la provincia de Sucumbíos, en particular, Santo Domingo y la Bocana tenían presencia guerrillera y núcleos poblacionales que simpatizaban con ella de tiempo atrás.
Al respecto escribía Torres en su libro:
“Entrevisté a varios moradores que viven en la zona y por temor a retaliaciones vinieron a Santo Domingo. Todos coincidían en que los armados tenían el control en la Bocana (del Búa). (p. 221)”
Merly es la que ofrece el testimonio al periodista, y cuenta, además, que “hasta poco después del bombardeo de Angostura, en marzo de 2008, los armados  (la guerrilla de las Farc) llegaban permanentemente al pueblo.” (p. 223)
El libro, prácticamente, concluye con el comentario de otro parroquiano habitante del área de Angostura, Guillermo González:
“Esa es mi mayor preocupación: que se repita lo mismo que ha vivido Colombia las últimas décadas. Los grupos armados se apoderaron del territorio y empezaron los enfrentamientos con los hacendados que contrataron paramilitares para defenderse. Esa guerra se mezcló con el narcotráfico y el estado perdió el control de extensos territorios. Es exactamente lo que está ocurriendo en Santo Domingo  y sus alrededores…”
Más adelante dice González, “Por una extraña coincidencia la pista de la Bocana conduce hasta la misma zona del bombardeo de Angostura. Después del ataque aéreo del 1o. de marzo de 2008, los soldados ecuatorianos barrieron la zona buscando todo tipo de evidencias.” (p. 225).  
Para el epílogo del libro, Torres aventuraba lo siguiente: “Al primer año del bombardeo de Angostura, las relaciones diplomáticas entre Ecuador y Venezuela siguen rotas. Y nada hace pensar que ese problema se resolverá en breve.” (234)
El hecho es que el problema se resolvió, y, particularmente, teniendo como interlocutores principales a los dos presidentes. Uno de ellos, Juan Manuel Santos, había sido, ni más ni menos, que el ministro de defensa; es decir, el responsable del ataque de Angostura con que se violó tout court la soberanía ecuatoriana.
¿La llave de la paz está “refundida”?

                                             A partir de 2010, él mismo Juan Manuel Santos, en su discurso de posesión afirmó que la llave de la paz no estaba refundida, con desagrado manifiesto de su antecesor guerrero. Hace ya más de dos años, que los antagonistas caminan sobre un plan común que tardó alrededor de un año en pactarse, antes de sentarse  a la mesa de negociación de La Habana, donde sigue deliberando.
Ahora, voy a centrarme en uno de los puntos de la nueva Agenda de paz, que no reprodujo la de la anterior negociación del Caguán, que quedó estancada, ahogada en San Francisco de la Sombra, la se ha venido cubriendo punto por punto durante este periodo presidencial, contempla el refrendo de los acuerdos de paz por la ciudadanía.
El gobierno Santos,  se apresuró a tramitar en el Congreso donde es mayoritario,  el mecanismo del Referendo sin acuerdo previo con su adversario, quemando prematuramente una de las opciones, para hacer efectivo tal refrendo.

A todas éstas, las Farc-Ep, quienes rechazaron ese proceder unilateral, por el contrario, han insistido en la necesidad de un refrendo por la vía de una asamblea constituyente, el procedimiento democrático más incluyente, que el gobierno Santos no está dispuesto a aceptar, entre otras razones, alertando sobre el riesgo de que triunfe la reacción al votar lo acordado con esta forma de participación aún no probada después de la Constituyente de 1991, que, en cambio, sí eligió delegados democráticamente, pero no hizo lo mismo para refrendar lo que ellos acordaron entonces.
Esta insistencia de la insurgencia subalterna, en apariencia, ha sido reforzada por la fuerza de la reacción política, el Centro Democrático, que liderada por Álvaro Uribe Vélez habla también de Constituyente; pero a contrario de la guerrilla, quiere fijarle un temario distinto del acordado previamente por las dos partes. La intención manifiesta es sepultar la paz que viene acordándose con laboriosos tropiezos.
Con independencia de qué ocurra con el refrendo, entre tanto, los enemigos convertidos en adversarios coyunturales, avanzan en uno de los dos puntos más candentes de la agenda. Es el que tiene que ver con las víctimas. Ahora se aproxima la temática de la participación política de la guerrilla, y la incorporación a la sociedad civil en qué condiciones, porque este tópico bajo examen está acompañado por la denominada “justicia transicional”.
Al respecto, el cotarro político es agitado de modo diferente por las tres fuerzas políticas con la presencia electoral más importante en Colombia: el partido de la U, de centro derecha, la reacción orientada por el Centro Democrática, y una mixtura de izquierda y liberalismo que se expresa en el PDA, y en la Alianza Verde, de modo principal. Estos últimos no llegan aún a consolidar un acuerdo operativo, pero su presencia, es en últimas, decisiva, cuando arribemos al momento del refrendo de los Acuerdos de La Habana.

Política subalterna y la impunidad

                                                         El otro asunto en disputa es el tópico de la llamada “impunidad” y los alcances de la justicia transicional. A ese coro se une la voz del Procurador Alejandro Ordóñez de una parte, y de otra, la vocería liberal del Fiscal, Eduardo Montealegre y del actual ministro de gobierno, Juan Fernando Cristo.
Uno advierte y publicita que los insurgentes tienen que responder por sus crímenes y tendrán que pagar cárcel, y perder sus derechos políticos. Los otros recuerdan que ninguna guerrilla hace la paz para irse a la cárcel, y para quedar, además, excluida del juego político del posconflicto.
Tales son los pasos previos para que las compuertas de acceso al posconflicto se abran, de lo contrario, no pasan de ser conjeturas, y fórmulas abiertas de pensar con el deseo. Sin embargo, como parte de optimismo, las Farc-Ep ha hecho el gasto de un cese unilateral del fuego, que ha respetado con altísimos costos.
Hace pocos días, el gobierno dio muestra de reciprocidad ordenando suspender los bombardeos contra los campamentos de la guerrilla por un periodo de 60 días. Este anuncio a los muy escasos días se incumplió, y quedó registrado el dramático testimonio de un campesino, en una de las regiones bombardeadas por el ejército, a pesar de lo anunciado. Aunque pueda pretextarse que la acción no fue contra un campamento sino contra una columna guerrillera que se desplazaba.
Cualquiera que sea el argumento, la verdad está en la debilidad y fragilidad de cualquier negociación de paz hasta tanto no sea firmada la paz entre los antagonistas. Pero, ello no prohíbe para que nos hagamos preguntas acerca del posconflicto y las medidas que consolidan progresivamente la paz en los territorios y poblaciones antes hollados por la guerra. Tal y como, por ejemplo, lo hicimos casi doce años atrás.

Consideraciones provisionales entre vecinos

                                                     Bajo el supuesto que este es un tiempo para la paz, en que la democracia, en su verdad, está disputada. Es fundamental considerar que la participación de los muchos, esto es,  la ciudadana organizada, y la que no lo está, tiene que hacerse protagónica a lado y lado de la frontera.
Ella es el tercer y definitivo actor, en los ejercicios tradicionales de la democracia representativa. Ella hizo de nuevo, un ensayo bastante raquítico pero significativo, movilizada en una marcha por la vida, que, sin embargo, estuvo direccionada por el gobierno a través de la figura emblemática del profesor Antanas Mockus, quien recibió buen pago por ello, para concluir un estudio pre-contratado con “Visionarios”.
Este episodio ocurrió el pasado 8 de marzo de 2015, y en él estuvo marchando el mismo presidente, y el comisionado de paz, Sergio Jaramillo, y el alcalde progresista, Gustavo Petro, entre otras personalidades, pero las multitudes no confluyeron.
No hay que hacer esperar el papel protagónico de sectores subalternos urbanos de la sociedad civil, sin restar importancia a otros actores sociales significativos. Me refiero en este caso, a los estudiantes, y en particular, a los que organizados en la Mane echaron para atrás las medidas regresivas que en materia educativa intentó implementar la administración casada con la negociación de paz.
Ellos a hoy, en la U. Nacional con ocasión de la designación de rector están volviendo a recuperar momento. Con la paz, ellos insisten en defensa de la designación del profesor Mario Hernández, el ganador absoluto de la consulta pasada.
Todo lo cual, de materializarse, conduciría a la realización de un Congreso universitario con eje en la Universidad Pública, que requiere un urgente rescate financiero, y una reforma administrativa y una democratización de su gobierno. Estudiantes, profesores y trabajadores  tienen el interés de agenciar la paz con todas sus consecuencias.

Para el caso del Ecuador, se resiente la presencia de un actor cualificado, la diáspora colombiana, y en particular la que habita a lado y lado de la frontera. En particular, en el caso del Ecuador, los exiliados que pueblan la provincia de Sucumbío, donde se calcula que puede haber una población regular de 200.000 personas.
Estas requieren hacer oír su voz en la Habana, y juntarla al coro de los exiliados por diversas razones, que son víctimas de la guerra y el despojo, en grado sumo. Por lo que en esta gestión, los hermanos ecuatorianos, y, en particular los comprometidos en estos ejercicios binacionales tienen un papel relevante por cumplir, desde abajo. 
A Angostura podríamos convertirla en una ciudadela binacional en la que el posconflicto tenga un punto de encuentro; en las que las poblaciones más sufridas de los dos países encuentren el camino de la paz, por fin. Ello quiere decir, impulsar un desarrollo construido desde abajo, con todos los correctivos que le quepan, empezando con una manifiesta vocación anticapitalista que recobre y proyecte en lo común en sus múltiples formas.
Esta es una alternativa a la lectura e impulso del posconflicto que le cambie el rostro y el rumbo al modo de gestionar la paz hasta hoy. Haciéndola democrática y reforzándola con el trámite de una constituyente social, que despeje el horizonte baldado de las democracias liberal, y electoral, dándole paso y trámite a la democracia en sus múltiples dimensiones como quehacer político, como gobierno absoluto de las multitudes.



[1]Profesor asociado, ex director Ciencia política y Unijus, Unal, Bogotá. Catedrático en la maestría de Estudios políticos, U. Javeriana. Ex rector U.libre, Colombia. Director grupo investigación presidencialismo y participación, colciencias/unijus, 2000-2015.
Autor de los libros: La participación y la representación política en Occidente (2000),  Antonio Gramsci y la crisis de hegemonía (2013),  Gramsci y el pensamiento de ruptura (en preparación). Coautor  y editor: el 28 de mayo y el presidencialismo de excepción en Colombia; Seguridad y gobernabilidad democrática. Neopresidencialismo y participación en Colombia, 1991-2003;  Ingeniería política compleja, entre otros títulos.

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