UNA PERSPECTIVA
SUBALTERNA DEL POSCONFLICTO.
POSIBLES
REPERCUSIONES EN ECUADOR, 2015-2016.
MIGUEL ANGEL HERRERA ZGAIB[1].
Presentación
necesaria
Quiero agradecer la deferencia de la dirección de la IAEN, un complejo
universitario estatal dedicado a los posgrados; así como al selecto grupo de
docentes y estudiantes, quienes con la coordinación de la doctorante Ginneth
Esmeralda Narváez hacen posible esta interlocución binacional. Hoy, 23 de marzo
de 2015. Así las cosas, damos inicio a este conversatorio con la autorizada
interlocución del general Castillo, experto ecuatoriano en asuntos estratégico
fronterizos.
Igualmente, quiero relievar la disposición de este
grupo de profesores investigadores y estudiantes de posgrado, civiles y
militares, como a los asistentes en general, por la generosa disposición de su
tiempo para intercambiar reflexiones sobre este tópico del posconflicto en el
marco de la culminación eventual de la negociación de paz entre el gobierno del
presidente Juan Manuel Santos y las Farc-ep, y sus repercusiones regionales.
El devenir de la paz es, cómo no, de inocultable
proyección política, económica y geoestratégica para el presente y porvenir de
la subregión Andino amazónica; y de modo puntual lo es, por su incidencia y
relevancia inmediatas para dos naciones
hermanas, Ecuador y Colombia, que comparten extensas fronteras, con sus
respectivas fortalezas, debilidades y dilemas.
¿Una recesión
democrática?
“Desde el 2000 he contado 25 rupturas democráticas en
el mundo, no solo a través de golpes sino de degradaciones sutiles de derechos
democráticos y civiles.” Larry Diamond, “Democracia en recesión”. Traducción de
Martín Pallares.
En la sección
Tendencias de la edición dominical del
diario ecuatoriano El Comercio, del
22 de marzo, el editor Martín Pallares, citó el escrito del politólogo
estadounidense Larry Diamond, un notable especialista de las transiciones democráticas
durante los años 70 y 80 del pasado siglo.
Hoy, activo en el departamento de Ciencia política en
la Universidad de Stanford, el profesor Diamond difunde un pensamiento
pesimista que tituló “Democracia en recesión” en el Journal of Democracy. El tono del mismo contrasta con el optimismo
que él despegó para el año 1974, cuando divulgó la secuencia de cambios en los
gobiernos autoritarios de Europa continental. Empezando con Portugal (1974)
hasta el reemplazo de la dictadura de los coroneles en Grecia, que recuerda dramáticamente el célebre
film de Costa Gavras.
La transición de los años 70 fue bautizada por Samuel
P. Huntington la “Tercera ola” democrática. Luego él navegó en los meandros de
la democracia liberal estadounidense, y encalló en lo que denominó El choque (global)
de las civilizaciones, donde el Islam aparecía como el principal enemigo de
Occidente, una convicción que mantuvo hasta su deceso.
Ahora bien, este esquema analítico, en cierto modo, lo
continúa su colega, el profesor Diamond, quien advierte cómo la que entonces parecía
ser una nueva ola democrática, la cuarta, vive sus retrocesos. Esta última ola,
para efectos de mi presente análisis arrancó en 1989, a partir de la caída del
muro de Berlín, y empieza a decaer 18 años después, durante el año 2007.
Nadie interesado en la política, la economía, y sus
relaciones, olvida todavía que es entonces y hasta el 2008, cuando los Estados Unidos experimentó la
más severa de las recesiones, solo comparable en magnitud y profundidad con el
crack de 1928/1929. La gran potencia apenas está recuperándose de ella en el
corriente bienio, con un monumental rescate financiero.
Tal rescate capitalista que costó “sangre, sudor, y
lágrimas” a millones de compatriotas de clase media, precarizados y en trance
de proletarizarse. Un rescate asumido draconianamente por el primer presidente
negro, Barack Obama, quien había cultivado su electorado inicial como activista
y voluntario social en los barrios deprimidos de Chicago.
Así volvía a aplazarse el “país de Jauja” que primero
pronosticó su correligionario, John F. Kennedy, a comienzo de la década de los
60, y que desvaneció la guerra neocolonial imperialista en Indochina. Igual se
marchitó la Alianza para el Progreso,
ofrecida por él a sus parientes pobres del Sur, soliviantados por el curso
independiente de la revolución cubana, devenida socialista a los pocos años.
Latinoamericanos a quienes nunca alcanzó la “bondad” del Plan Marshall, con el
que sí se recuperó a Europa devastada por cinco años de guerra.
La democracia
liberal hoy
David Harvey, geo-economista radical de renombre en el campo marxista,
profesor asociado en investigación con la IAEN, en cuatro proyectos
estratégicos para el Ecuador, disertando en la conferencia multitudinaria que
ofreció en el paraninfo de la U. Central de Quito, recuperó y precisó los
alcances del marxismo para las ciencias sociales. Al divulgar su reciente libro
“Las 17 contradicciones del capitalismo,” que él difundía entre la
intelectualidad ecuatoriana reunida aquel día.
De sus
reflexiones quiero entresacar el dato de cómo en los EUA, algo más de 6
millones de personas perdieron la propiedad de sus hogares, como resultado
catastrófico de las fórmulas especulativas del capital financiero. Este sacó
ventaja “inmoral” de las hipotecas basura; se lucró del entusiasmo del
ciudadano del común por obtener una vivienda propia, para resguardarse también,
en últimas, de los corrientes coletazos inflacionarios.
Ante todo, estas y otras oscilaciones intempestivas
hacen del capitalismo actual, una civilización “al debe” para los muchos; una
asociación egoísta que preñada de
“riesgos” reproduce la “ley de la selva” entre una población que aterida no
encuentra refugio en los estrechos entresijos e instancias de la sociedad civil
contemporánea.
Aquí habita el fantasma de la miseria y el maligno
geniecillo de la obsolescencia programada. Tal y como lo describiera y analizara
el fallecido sociólogo reflexivo alemán
Ulrich Beck, autor de un ponderado y debatido best seller, La sociedad del riesgo.
Este rodeo circunstancial es para encadenar con algo
de contexto, la indicación que el enfoque sobre la democracia recesiva que se diagnostica en el texto de Larry
Diamond, que nutrido con las series estadísticas levantadas por Freedom House,
busca y encuentra relaciones, así no se diga en la reseña de Pallares,
entre la recesión económica y política
que enfrenta la globalización capitalista.
A partir de lo cual, nos enseña lo acontecido en
Tailandia, Egipto, Honduras, Turquía y ahora Túnez. Diamond traza así, una
distinción entre las democracias
electorales, y las democracias liberales, de las cuales el modelo son los
EUA.
Esta bifurcación que reproduce el gráfico de El Comercio
del pasado domingo, nos muestra cómo las democracias electorales tienen, según
Diamond, un ascenso sostenido hasta llegar al 59 % en el 2010, mientras que las
formas democrático liberales vienen cayendo en forma sostenida comparadas con
las electorales, llegando al 40% en el 2010. Ello se traduce en una diferencia
de 19% para el mismo año de cierre que es mostrado en el infograma.
El análisis
gramsciano in situ
Para lidiar con la situación coyuntural glocAL, retonemos para probar la
batería analítica acuñada por Antonio Gramsci en sus Cuadernos de la Cárcel (1929-1935). Claro está, para situar la
lectura crítica de Larry Diamond sobre el rumbo actual de la democracia en el
mundo.
El politólogo que primero cité, fue un escritor
acucioso y acreditado de las transiciones políticas, hasta que se llegó al
bloqueo de los procesos de consolidación democrática. Igual le pasó al difunto Guillermo O´Donnell, su compañero de viaje en
América Latina. Aunque entonces éste estuvo asociado con Philippe C. Schmitter,
scholar de Stanford como Larry Diamond hoy; un estudioso de la democracia y el neo
corporativismo por sus propios méritos, como lo fuera del autoritarismo
O'Donnell.
Volviendo con los aportes de Gramsci, él habló del
estado durante la primera posguerra del siglo XX, definiéndolo como un Estado
ampliado, un estado integral. Para registrar así entre otras novedades, el
creciente intervencionismo en la economía capitalista nacional, y en la
socialista que cumplía el primer cuarto de siglo.
Este intervencionismo lo teorizaron los economistas
Keynes, Kalecki, y en cierto modo Schumpeter, luego. Lo practicaron, lo
implementaron a su manera, Lenin y Stalin, y su alumno atento, Franklin Delano
Roosevelt para sus países-continente. El
tres veces presidente de los Estados Unidos cosechó fama perdurable sacando a
su país de la depresión, movilizando a millones de parados en proyectos
monumentales de obras civiles, y agricultura.
Dicha categoría/noción: el Estado integral, ha vuelto
a la palestra en el novedoso escenario suramericano, a raíz de las fórmulas
políticas y económicas de la transición democrática interrumpida durante lo que
fuera la “década perdida”. La novedad es el llamado socialismo del siglo XXI,
donde el Estado interventor renace con inusitado protagonismo para confrontar
la pobreza de las multitudes de campo y ciudad.
De esta tendencia hace parte el Ecuador de Rafael
Correa y la “revolución de los forajidos”. Es la acción política que siguió al
fracaso de los levantamientos indígenas semi-rurales, aptos para desbancar
gobiernos, pero ineptos para constituir nuevos, y apropiados al devenir de sus intereses y
necesidades.
Lo anterior, la acción política propositiva de mayoría
indígena sí triunfó como gobierno en Bolivia. El MAS, con la conducción
política de un mestizo Aymara, Evo Morales, y la orientación
ideológico-política de un blanco de clase media pobre, Álvaro García Linera,
quien fuera partícipe de la insurgencia subalterna del Tupac Katari. Él,
después de pagar cárcel, hace parte del gobierno de mayoría indígena hasta
ahora.
Desde Bolivia, el vicepresidente García Linera propone
como fórmula práctico explicativa de la transición democrática al socialismo,
una modalidad del Estado integral. Así piensa él la transición boliviana en curso. Esta
estrategia la pensó Gramsci, estando en
la cárcel fascista, para Europa continental y los Estados Unidos durante la
primera mitad del pasado siglo.
Fue un pensamiento político estratégico que sobrevino
a la derrota de la revolución mundial, que actuada como en Rusia, a través de
una fulminante guerra de movimientos, fracasó en los demás países, luego de
rápidas victorias militares que le daban acceso a comunistas y sus alianzas al
control de la sociedad política, pero nunca lograron, en el siguiente y
definitivo paso, dirigir, hegemonizar la sociedad civil, erizada de casamatas y
trincheras, donde se parapetaba la moderna sociedad burguesa.
Con este
aprendizaje catastrófico, y el filo analítico y práxico gramsciano, Álvaro
García busca situar y caracterizar el entramado institucional de las
superestructuras complejas: la sociedad civil y la sociedad política, especializadas
la una en la dirección, el ejercicio hegemónico, la creación del consenso de
los gobernados; y la otra en la función de la dominación, la coacción, sobre
estos. O al revés de lo que hablamos es de una revolución de los muchos, de una
transformación radical de las estructuras capitalistas.
Estas dos funciones que desempeñan las capas
intelectuales, en las que materializan la ideología de los grupos y clases dominantes,
y quienes resisten tal binomio hegemonía/dominación, comportan una dinámica y
una articulación que responden a las relaciones de fuerza existentes. Así las
cosas, producen equilibrios inestables dentro del estado, recuerda Gramsci, en
una determinada coyuntura y/o periodo de la historia de la lucha de clases
moderna.
¿Guerra de
posiciones democrática?
La primera vez que hablé y escribí del posconflicto en Colombia fue en el año 2003, esto es, hace
casi doce años, cuando las negociaciones de paz en San Vicente del Caguán se
fueron al traste, y la guerra (sin nombre) copó todo el escenario nacional,
convirtiéndola en un conato de guerra civil nacional dirigida a aplastar a la
insurgencia subalterna de las Farc-ep. De una vez por todas.
Este intercambio académico y político coyuntural quedó
registrado en un libro que hicimos
conjuntamente la fundación Ebert en Bogotá, los Andes, que hizo una tipología
de los posconflictos conocidos, y el departamento de Ciencia Política de la U.
Nacional, que estaba entonces a mi cargo. Estuvieron presentes las vocerías de
todos los colores políticos, y las principales escuelas analíticas que alimentaban
el pensamiento reaccionario, la centro-derecha, el liberalismo, y la izquierda
en sus variantes.
Allí concurrieron varios especialistas, algunas voces
están en un segundo plano hoy. Otros
como el colega Alejo Vargas comparten como cabeza del Centro de pensamiento de
la Nacional, responsabilidades con el PNUD, las funciones de secretaría
organizativa en Colombia, así los quehaceres participativos y de
divulgación de la negociación de paz. También
en el polo reaccionario, José Obdulio Gaviria defiende la perspectiva del
Centro Democrático y su mentor, Álvaro Uribe, protagonista de la guerra civil
contra-insurgente.
Para el año 2009, pasando a la otra orilla de la
reflexión binacional, el comunicador y periodista ecuatoriano, Arturo Torres,
publicó el libro El juego del Camaleón,
para divulgar lo que denominó, con cierta espectacularidad, los secretos de
Angostura. Ya que tal insuceso del bombardeo, contrario a la ley internacional,
puso a prueba inmediata el porvenir del conflicto colombiano.
Al transpasar el espacio nacional de Ecuador, con una
acción de guerra del gobierno colombiano, éste contrariaba una efectiva
estrategia binacional de paz. Esta acción, exitosa en apariencia, se tradujo en
la muerte de Raúl Reyes, quien era el responsable internacional de las Farc-Ep,
el interlocutor válido frente a potenciales aliados.
Él se encontraba asentado, hacía varios años, en su
campamento, con pertrechos y apoyo logístico de habitantes y finqueros de la
provincia de Sucumbíos. Durante aquella acción de medianoche, junto con él, había otras 24 personas, visitantes unos, militantes
y colaboradores otros. La mayoría perdió la vida; y parece que él fue liquidado
mediante tiro de gracia, por la fuerza especial que recuperó su cuerpo,
violando el espacio aéreo y físico ecuatoriano.
El resumen de la investigación periodística de Torres,
que contó con apoyo oficial ecuatoriano, concluía que la porosa frontera
binacional que comunica al Putumayo con
la provincia de Sucumbíos, en particular, Santo Domingo y la Bocana tenían
presencia guerrillera y núcleos poblacionales que simpatizaban con ella de
tiempo atrás.
Al respecto escribía Torres en su libro:
“Entrevisté a varios moradores que viven en la zona y
por temor a retaliaciones vinieron a Santo Domingo. Todos coincidían en que los
armados tenían el control en la Bocana (del Búa). (p. 221)”
Merly es la que ofrece el testimonio al periodista, y
cuenta, además, que “hasta poco después del bombardeo de Angostura, en marzo de
2008, los armados (la guerrilla de las
Farc) llegaban permanentemente al pueblo.” (p. 223)
El libro, prácticamente, concluye con el comentario de
otro parroquiano habitante del área de Angostura, Guillermo González:
“Esa es mi mayor preocupación: que se repita lo mismo
que ha vivido Colombia las últimas décadas. Los grupos armados se apoderaron
del territorio y empezaron los enfrentamientos con los hacendados que
contrataron paramilitares para defenderse. Esa guerra se mezcló con el
narcotráfico y el estado perdió el control de extensos territorios. Es
exactamente lo que está ocurriendo en Santo Domingo y sus alrededores…”
Más adelante dice González, “Por una extraña
coincidencia la pista de la Bocana conduce hasta la misma zona del bombardeo de
Angostura. Después del ataque aéreo del 1o. de marzo de 2008, los soldados
ecuatorianos barrieron la zona buscando todo tipo de evidencias.” (p. 225).
Para el epílogo del libro, Torres aventuraba lo
siguiente: “Al primer año del bombardeo de Angostura, las relaciones
diplomáticas entre Ecuador y Venezuela siguen rotas. Y nada hace pensar que ese
problema se resolverá en breve.” (234)
El hecho es que el problema se resolvió, y,
particularmente, teniendo como interlocutores principales a los dos
presidentes. Uno de ellos, Juan Manuel Santos, había sido, ni más ni menos, que
el ministro de defensa; es decir, el responsable del ataque de Angostura con que
se violó tout court la soberanía ecuatoriana.
¿La llave de la
paz está “refundida”?
A
partir de 2010, él mismo Juan Manuel Santos, en su discurso de posesión afirmó
que la llave de la paz no estaba refundida, con desagrado manifiesto de su
antecesor guerrero. Hace ya más de dos años, que los antagonistas caminan sobre
un plan común que tardó alrededor de un año en pactarse, antes de sentarse a la mesa de negociación de La Habana, donde
sigue deliberando.
Ahora, voy a centrarme en uno de los puntos de la
nueva Agenda de paz, que no reprodujo
la de la anterior negociación del Caguán, que quedó estancada, ahogada en San
Francisco de la Sombra, la se ha venido cubriendo punto por punto durante este
periodo presidencial, contempla el refrendo de los acuerdos de paz por la
ciudadanía.
El gobierno Santos,
se apresuró a tramitar en el Congreso donde es mayoritario, el mecanismo del Referendo sin acuerdo previo
con su adversario, quemando prematuramente una de las opciones, para hacer
efectivo tal refrendo.
A todas éstas, las Farc-Ep, quienes rechazaron ese
proceder unilateral, por el contrario, han insistido en la necesidad de un
refrendo por la vía de una asamblea constituyente, el procedimiento democrático
más incluyente, que el gobierno Santos no está dispuesto a aceptar, entre otras
razones, alertando sobre el riesgo de que triunfe la reacción al votar lo
acordado con esta forma de participación aún no probada después de la
Constituyente de 1991, que, en cambio, sí eligió delegados democráticamente,
pero no hizo lo mismo para refrendar lo que ellos acordaron entonces.
Esta insistencia de la insurgencia subalterna, en
apariencia, ha sido reforzada por la fuerza de la reacción política, el Centro
Democrático, que liderada por Álvaro Uribe Vélez habla también de
Constituyente; pero a contrario de la guerrilla, quiere fijarle un temario
distinto del acordado previamente por las dos partes. La intención manifiesta
es sepultar la paz que viene acordándose con laboriosos tropiezos.
Con independencia de qué ocurra con el refrendo, entre
tanto, los enemigos convertidos en adversarios coyunturales, avanzan en uno de
los dos puntos más candentes de la agenda. Es el que tiene que ver con las
víctimas. Ahora se aproxima la temática de la participación política de la
guerrilla, y la incorporación a la sociedad civil en qué condiciones, porque
este tópico bajo examen está acompañado por la denominada “justicia
transicional”.
Al respecto, el cotarro político es agitado de modo
diferente por las tres fuerzas políticas con la presencia electoral más
importante en Colombia: el partido de la U, de centro derecha, la reacción
orientada por el Centro Democrática, y una mixtura de izquierda y liberalismo
que se expresa en el PDA, y en la Alianza Verde, de modo principal. Estos
últimos no llegan aún a consolidar un acuerdo operativo, pero su presencia, es
en últimas, decisiva, cuando arribemos al momento del refrendo de los Acuerdos
de La Habana.
Política
subalterna y la impunidad
El otro asunto en disputa es el tópico de la llamada “impunidad” y los
alcances de la justicia transicional. A ese coro se une la voz del Procurador
Alejandro Ordóñez de una parte, y de otra, la vocería liberal del Fiscal,
Eduardo Montealegre y del actual ministro de gobierno, Juan Fernando Cristo.
Uno advierte y publicita que los insurgentes tienen
que responder por sus crímenes y tendrán que pagar cárcel, y perder sus
derechos políticos. Los otros recuerdan que ninguna guerrilla hace la paz para
irse a la cárcel, y para quedar, además, excluida del juego político del
posconflicto.
Tales son los pasos previos para que las compuertas de
acceso al posconflicto se abran, de lo contrario, no pasan de ser conjeturas, y
fórmulas abiertas de pensar con el deseo. Sin embargo, como parte de optimismo,
las Farc-Ep ha hecho el gasto de un cese unilateral del fuego, que ha respetado
con altísimos costos.
Hace pocos días, el gobierno dio muestra de
reciprocidad ordenando suspender los bombardeos contra los campamentos de la
guerrilla por un periodo de 60 días. Este anuncio a los muy escasos días se
incumplió, y quedó registrado el dramático testimonio de un campesino, en una
de las regiones bombardeadas por el ejército, a pesar de lo anunciado. Aunque
pueda pretextarse que la acción no fue contra un campamento sino contra una
columna guerrillera que se desplazaba.
Cualquiera que sea el argumento, la verdad está en la
debilidad y fragilidad de cualquier negociación de paz hasta tanto no sea
firmada la paz entre los antagonistas. Pero, ello no prohíbe para que nos
hagamos preguntas acerca del posconflicto y las medidas que consolidan
progresivamente la paz en los territorios y poblaciones antes hollados por la
guerra. Tal y como, por ejemplo, lo hicimos casi doce años atrás.
Consideraciones
provisionales entre vecinos
Bajo el supuesto que este es un tiempo para la paz, en que la democracia,
en su verdad, está disputada. Es fundamental considerar que la participación de
los muchos, esto es, la ciudadana
organizada, y la que no lo está, tiene que hacerse protagónica a lado y lado de
la frontera.
Ella es el tercer y definitivo actor, en los
ejercicios tradicionales de la democracia representativa. Ella hizo de nuevo,
un ensayo bastante raquítico pero significativo, movilizada en una marcha por
la vida, que, sin embargo, estuvo direccionada por el gobierno a través de la
figura emblemática del profesor Antanas Mockus, quien recibió buen pago por
ello, para concluir un estudio pre-contratado con “Visionarios”.
Este episodio ocurrió el pasado 8 de marzo de 2015, y
en él estuvo marchando el mismo presidente, y el comisionado de paz, Sergio
Jaramillo, y el alcalde progresista, Gustavo Petro, entre otras personalidades,
pero las multitudes no confluyeron.
No hay que hacer esperar el papel protagónico de
sectores subalternos urbanos de la sociedad civil, sin restar importancia a
otros actores sociales significativos. Me refiero en este caso, a los
estudiantes, y en particular, a los que organizados en la Mane echaron para
atrás las medidas regresivas que en materia educativa intentó implementar la
administración casada con la negociación de paz.
Ellos a hoy, en la U. Nacional con ocasión de la
designación de rector están volviendo a recuperar momento. Con la paz, ellos
insisten en defensa de la designación del profesor Mario Hernández, el ganador
absoluto de la consulta pasada.
Todo lo cual, de materializarse, conduciría a la
realización de un Congreso universitario con eje en la Universidad Pública, que
requiere un urgente rescate financiero, y una reforma administrativa y una
democratización de su gobierno. Estudiantes, profesores y trabajadores tienen el interés de agenciar la paz con todas
sus consecuencias.
Para el caso del Ecuador, se resiente la presencia de
un actor cualificado, la diáspora colombiana, y en particular la que habita a
lado y lado de la frontera. En particular, en el caso del Ecuador, los
exiliados que pueblan la provincia de Sucumbío, donde se calcula que puede
haber una población regular de 200.000 personas.
Estas requieren hacer oír su voz en la Habana, y
juntarla al coro de los exiliados por diversas razones, que son víctimas de la
guerra y el despojo, en grado sumo. Por lo que en esta gestión, los hermanos
ecuatorianos, y, en particular los comprometidos en estos ejercicios
binacionales tienen un papel relevante por cumplir, desde abajo.
A Angostura podríamos convertirla en una ciudadela
binacional en la que el posconflicto tenga un punto de encuentro; en las que
las poblaciones más sufridas de los dos países encuentren el camino de la paz,
por fin. Ello quiere decir, impulsar un desarrollo construido desde abajo, con
todos los correctivos que le quepan, empezando con una manifiesta vocación
anticapitalista que recobre y proyecte en lo común en sus múltiples formas.
Esta es una alternativa a la lectura e impulso del
posconflicto que le cambie el rostro y el rumbo al modo de gestionar la paz
hasta hoy. Haciéndola democrática y reforzándola con el trámite de una
constituyente social, que despeje el horizonte baldado de las democracias
liberal, y electoral, dándole paso y trámite a la democracia en sus múltiples
dimensiones como quehacer político, como gobierno absoluto de las multitudes.
[1]Profesor asociado, ex director Ciencia política y Unijus, Unal, Bogotá.
Catedrático en la maestría de Estudios políticos, U. Javeriana. Ex rector
U.libre, Colombia. Director grupo investigación presidencialismo y
participación, colciencias/unijus, 2000-2015.
Autor de los
libros: La participación y la representación política en Occidente (2000), Antonio Gramsci y la crisis de hegemonía
(2013), Gramsci y el pensamiento de
ruptura (en preparación). Coautor y
editor: el 28 de mayo y el presidencialismo de excepción en Colombia; Seguridad
y gobernabilidad democrática. Neopresidencialismo y participación en Colombia,
1991-2003; Ingeniería política compleja,
entre otros títulos.