domingo, 8 de agosto de 2010

Un escrito de la revista virtual Sin permiso que dirige el intelectual español Antonio Doménech, destacado discípulo del filósofo e investigador social Manuel Sacristán ya fallecido. N de la R.


Colombia y las bases

de datos basura

Laurent Jones

Laurent Jones es una joven jurista francesa actualmente radcada en Bogotá y colaboradora en Colombia de la Revista Sinpermiso.

Sinpermiso

Agosto 1 de 2010

La reciente decisión del Departamento de Estado de los Estados Unidos de negar la solicitud de visado a uno de los periodistas más reconocidos por la denuncia de la vulneración de los DDHH en Colombia, Hollman Morris, le da la razón a los activistas que en múltiples oportunidades han manifestado el intolerable nivel de persecución al que el actual gobierno ha sometido a todo lo que huela a oposición.

Quizá lo primero que haya que decir es que Colombia se ha convertido en un patético país-prisión en el que sus ciudadanos no pueden trasladarse prácticamente a ningún lugar del mundo, salvo importantes excepciones como Brasil, sin haber sido previamente sometidos a un humillante cacheo en su vida financiera, profesional y familiar en aras de satisfacer las exigencias que a cada país se le antoje imponer, lo que en ningún caso garantiza la obtención del visado.

La amplia potestad de los estados de negar el visado sin que medie ni la más minina justificación, permite que la discrecionalidad encubra vulgares criterios discriminatorios. Esta lamentable situación ha establecido una cómplice vulneración global de los DD.HH. a sus nacionales.

El origen de esta realidad ha sido producto de una combinación de dos aspectos, primero, la actuación del gobierno de Estados Unidos que en los 90, en el marco de su lucha antidrogas, incluyó a Colombia en la lista de los parias del mundo; y segundo, la gran debilidad de sus gobiernos, que, pese a ser excluidos de los grandes réditos del turismo y comercio internacional; y verse aislados social y políticamente, no han sido capaces de controvertir en forma seria dicho estatus.

De hecho si bien el origen del veto a los nacionales colombianos fue la lucha antidrogas, la misma no tenía ningún sustento cuando con los cambios políticos estadounidenses hacia el polo del antiterrorismo, se propició una profunda alianza entre el gobierno de Bush y Álvaro Uribe. Al parecer las dos veces que Uribe vino al rancho tejano de Bush no fueron suficientes para que este tema se ventilara.

En este contexto, el ascenso del presidente Obama fue recibido por la izquierda democrática como una esperanza de cambio en Colombia y en especial, de mayor control al gobierno de extrema derecha de Uribe inflado por el discurso antiterrorista tras los ataques del 11-S.

De hecho la apuesta de Uribe con el partido republicano llegó a tal nivel que recibió en Cartagena de Indias, y con honores de estado, al apenas candidato republicano John McCaine, cuando éste se encontraba en plena contienda política. Por lo que en sus inicios, el triunfo de Obama parecía una verdadera cachetada al mandatario del sur.

No obstante, las cosas no necesariamente se enrumbaron por el camino más evidente. Durante el gobierno de Obama las relaciones con USA han permanecido en una zona de turbulencia y constante ambigüedad, por una parte la distancia marcada por el mandatario estadounidense frente a la potencial reelección de Uribe con la célebre frase de que “dos periodos de gobierno son suficientes” fue leída como un gesto de rechazo a la gestión del presidente colombiano y de alguna manera un veto a las múltiples denuncias de 8 años de escándalos por extralimitaciones y abusos en las actividades de los organismos de inteligencia y de seguridad, dentro de los cuales se encuentran los conocidos como los “falsos positivos”, el desplazamiento masivo y forzado de la población campesina e indígena hacia las ciudades, y las allí denominadas “chuzadas” telefónicas: un plan de espionaje organizado por el mismo gobierno en contra de altos funcionarios de la rama judicial, congresistas de la oposición, periodistas críticos y prácticamente toda persona que se le interpusiese al entorno de unanimismo que pretendió crear el saliente gobernante.

Por otra, el aplazamiento de la discusión del Tratado de Libre Comercio –TLC- con Colombia, que definitivamente ha quedado de último en la lista de espera de los países en vías de desarrollo que buscan el supuesto beneficio (lo que por lo demás no está nada claro), quedando detrás de los recién llegados.

Esto mostró otro gesto de rechazo, aunque el mismo no resultaba obvio con la actitud del ex embajador de Estados Unidos en Colombia, muy cercano a Uribe y prácticamente indiferente a los escándalos, lo que pareció evidenciar que su gobierno no tenía directrices claras.

Quizá lo único que pueda afirmarse con relativa solidez es que para Obama, el país preferido de Bush en A.L., es realmente irrelevante y tal relajamiento ha permitido que se lleve a cabo el refrán de que “cuando el gato no está, los ratones hacen fiesta”.

Así, pese a no contar con su apoyo, Uribe ha hecho fiesta con la ausencia de un mayor seguimiento a sus movimientos por parte del gobierno del norte.

Ahora bien, es posible suponer que ante la inicial presión con el TLC, Uribe se haya visto obligado a ofrecer ciertos beneficios al gobierno estadounidense, el primero de ellos pudo ser la aceptación de las bases militares teniendo a todos sus vecinos en contra, el segundo pudo ser la entrega de la bases de datos de los organismos de inteligencia y contrainteligencia creada con chuzadas realizadas por el Departamento Administrativo de Seguridad –DAS-, claro, totalmente contaminada.

Con lo que Uribe mataba dos pájaros de un tiro: quedaba bien con Obama y, de paso, le daba un escarmiento a sus contrincantes.

Así el gobierno demócrata de Obama le presta, sabiéndolo o no, un invaluable servicio al gobierno de derechas colombiano. El problema ahora es que hará el Presidente estadounidense con el titular del Nuevo Herald en Miami que dice “Polémica por visa de periodista colombiano” y en sus páginas interiores “niegan visa a fuerte crítico de Uribe”.

En palabras del Director de la división para las Américas de Human Rights Watch, José Manuel Vivanco, quien justamente había premiado a Morris en el 2007 por su destacado trabajo a favor de los DD.HH. “Aquí hay que asegurarse que la administración de Obama no se deje usar o manipular por el gobierno y los servicios de inteligencia de Colombia”. (Nuevo Herald, 13 de julio 2010).

Para terminar vale la pena anotar que la ley de inteligencia y contrainteligencia (1288 de 2009) que permite el espionaje a cualquier persona por los cifrados conceptos de seguridad nacional, terrorismo, orden democrático, por parte de los organismos de inteligencia colombianos, prácticamente sin ningún control institucional, ha sido recientemente demandada por la organización de defensa de DDHH -Asociación Colombiana de Juristas- y la Fundación Reiniciar, conformada por los sobrevivientes del genocidio al partido político de izquierda, la Unión Patriótica.

En el Concepto que en dicho trámite debe rendir el Procurador General de la Nación se solicitó a la Corte Constitucional declarar inconstitucional la integridad de la ley por vicios de fondo al no haber sido tramitada como ley estatutaria pese a comprometer el pleno ejercicio de los derechos fundamentales a la intimidad, el buen nombre, al habeas data, la honra, entre otros.

Así, la Corte Constitucional tiene la palabra en Colombia, pero lo que no queda claro es quién parará esa rueda suelta de las bases de datos basura, creadas con datos falsos y con el único propósito de estigmatizar y perseguir a los defensores de derechos humanos en países con graves vulneraciones de estos derechos.

Lo que está sucediendo en la embajada de Estados Unidos en Colombia nos alerta sobre esta nueva arma de la información creada con espionaje, mentirosa y secreta, recopilada, guardada e irresponsablemente negociada entre países en detrimento de los ciudadanos.

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www.sinpermiso.info, 1 agosto 2010

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