¿QUÉ PASÓ EN EL ECUADOR?
Giovanni Mora Lemus[1]
Después de la tempestad viene la calma, reza el adagio popular. Sin
embargo, una vez los subalternos abandonaron las calles de Quito no llegó el
sosiego, porque la coyuntura sociopolítica ecuatoriana sigue ardiendo.
Así las cosas es el momento de los balances: ¿qué se logró y qué se
perdió, para el movimiento popular en este último levantamiento? Permítanme
valerme de algunos análisis académicos para valorar la situación del país
suramericano.
Según el politólogo argentino Atilio Boron[2] la movilización
de los subalternos - a quienes él no los nombra de esa manera - indígenas,
sindicalistas, transportistas, entre otros sectores sociales, fue derrotada el
pasado 14 de octubre. Nunca hubo un acuerdo entre la Confederación de
nacionalidades indígenas del Ecuador (CONAIE) y el gobierno de Lenin Moreno.
Más bien las fuerzas gobiernistas lograron desmovilizar a los insurgentes con
el pretexto de la negociación.
Aunque es un hecho que lograron frenar el aumento del precio de la
gasolina, las restantes medidas del llamado “paquetazo” siguen intactas. Los
acuerdos con el Fondo Monetario Internacional (FMI) están vigentes, y es
cuestión de tiempo poder evidenciar el próximo movimiento del gobierno en su
programa de ajuste económico.
¿Cuál dirección ideológica y
política?
Boron critica la falta de dirección ideológica y política en el
movimiento popular liderado por la CONAIE. Además, se dejó ver la animadversión
de algunos dirigentes indígenas contra Rafael Correa y sus fuerzas políticas. ¿Por
qué los líderes del movimiento no siguieron, en cambio, con la condena a la
brutalidad policial que dejó por lo menos diez muertos? Se cuestiona el
argentino.
Hay otra pregunta clave que nos ofrece este análisis polémico: ¿qué
ocurrió con los apoyos de los sectores sociales urbanos que se esfumaron con el
paso de los días? Aunque se logró una articulación en el seno del movimiento
popular, articulando ciudad y campo, en particular en Quito, por qué solo fue
momentánea.
Para el sociólogo ecuatoriano Mario Unda,[3] la
estrategia del presidente Moreno buscó desde el inicio del levantamiento, fragmentar el movimiento social y popular. Él
siempre quiso negociar por aparte con los indígenas, obreros y transportistas,
y se entiende por qué. Cosa que al final logró, pero que según él no es algo nuevo:
la atomización de los subalternos se debe, entre otras razones, a que en los
años del Correísmo, el entonces presidente de manera equivocada atacó a los
movimientos sociales. Punto bastante polémico para quienes, desde la otra
orilla de análisis, Borón incluido, señalarían que eso nunca estuvo en las
intenciones de un gobierno progresista. En todo caso, el analista argentino
guarda silencio al respecto.
Una pifia presidencial
En una infortunada alocución, el presidente Lenin Moreno, le echó mano a
la vieja estrategia de la “teoría de la conspiración”. Según él, los
encapuchados eran guerrilleros colombianos pagados por el expresidente Correa y
Nicolás Maduro.
Es un libreto ya conocido por muchos en América Latina, y que
hoy se cae por su propio peso. Seguramente los intelectuales del
establecimiento deben estar pensando cómo innovar el discurso, cuando tengan
que enfrentar las próximas protestas, ellos también sacan conclusiones de su
praxis política.
Pese a que es evidente la tensión entre un sector del movimiento social
y el correísmo como fuerza política y electoral, lo acontecido en Ecuador deja
ver el enorme potencial de los subalternos, su capacidad de organización y por
ende de proyecto político. Amedrentar a un presidente por sus actos de
gobierno, a tal punto que tuvo que salir de Quito e instalarse en Guayaquil,
refleja el tamaño del movimiento y la separación suya del interés de los
muchos, que se gestó caminando al lado de
Correa.
Casi paralelamente a lo acontecido en Ecuador, los estudiantes
colombianos y chilenos empezaron la refriega contra el neoliberalismo. La
lección esta aprendida, y el ejemplo cunde. El modelo económico aplicado en los
últimos veinticinco años está agotado, no garantiza los derechos sociales, y
este recorderis en las calles, plazas y
carreteras se lo debemos a los amigos ecuatorianos.
[1] Miembro Grupo Presidencialismo y Participación. Coinvestigador. Profesor
T/C Universidad de Monserrate.
[2] Véase el artículo titulado “Un octubre que fue febrero” http://www.rebelion.org/noticia.php?id=261487
[3] Véase el artículo titulado “se abre un nuevo ciclo de protesta popular
contra el neoliberalismo” http://www.rebelion.org/noticia.php?id=261489
Interesante reflexión. Gracias
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