sábado, 26 de octubre de 2019


¿QUÉ PASÓ EN EL ECUADOR?

Giovanni Mora Lemus[1]
Después de la tempestad viene la calma, reza el adagio popular. Sin embargo, una vez los subalternos abandonaron las calles de Quito no llegó el sosiego, porque la coyuntura sociopolítica ecuatoriana sigue ardiendo.

Así las cosas es el momento de los balances: ¿qué se logró y qué se perdió, para el movimiento popular en este último levantamiento? Permítanme valerme de algunos análisis académicos para valorar la situación del país suramericano.

Según el politólogo argentino Atilio Boron[2] la movilización de los subalternos - a quienes él no los nombra de esa manera - indígenas, sindicalistas, transportistas, entre otros sectores sociales, fue derrotada el pasado 14 de octubre. Nunca hubo un acuerdo entre la Confederación de nacionalidades indígenas del Ecuador (CONAIE) y el gobierno de Lenin Moreno. Más bien las fuerzas gobiernistas lograron desmovilizar a los insurgentes con el pretexto de la negociación. 

Aunque es un hecho que lograron frenar el aumento del precio de la gasolina, las restantes medidas del llamado “paquetazo” siguen intactas. Los acuerdos con el Fondo Monetario Internacional (FMI) están vigentes, y es cuestión de tiempo poder evidenciar el próximo movimiento del gobierno en su programa de ajuste económico.

¿Cuál dirección ideológica y política?

Boron critica la falta de dirección ideológica y política en el movimiento popular liderado por la CONAIE. Además, se dejó ver la animadversión de algunos dirigentes indígenas contra Rafael Correa y sus fuerzas políticas. ¿Por qué los líderes del movimiento no siguieron, en cambio, con la condena a la brutalidad policial que dejó por lo menos diez muertos? Se cuestiona el argentino.
Hay otra pregunta clave que nos ofrece este análisis polémico: ¿qué ocurrió con los apoyos de los sectores sociales urbanos que se esfumaron con el paso de los días? Aunque se logró una articulación en el seno del movimiento popular, articulando ciudad y campo, en particular en Quito, por qué solo fue momentánea.    
Para el sociólogo ecuatoriano Mario Unda,[3] la estrategia del presidente Moreno buscó desde el inicio del levantamiento,  fragmentar el movimiento social y popular. Él siempre quiso negociar por aparte con los indígenas, obreros y transportistas, y se entiende por qué. Cosa que al final logró, pero que según él no es algo nuevo: la atomización de los subalternos se debe, entre otras razones, a que en los años del Correísmo, el entonces presidente de manera equivocada atacó a los movimientos sociales. Punto bastante polémico para quienes, desde la otra orilla de análisis, Borón incluido, señalarían que eso nunca estuvo en las intenciones de un gobierno progresista. En todo caso, el analista argentino guarda silencio al respecto.

Una pifia presidencial

En una infortunada alocución, el presidente Lenin Moreno, le echó mano a la vieja estrategia de la “teoría de la conspiración”. Según él, los encapuchados eran guerrilleros colombianos pagados por el expresidente Correa y Nicolás Maduro. 

Es un libreto ya conocido por muchos en América Latina, y que hoy se cae por su propio peso. Seguramente los intelectuales del establecimiento deben estar pensando cómo innovar el discurso, cuando tengan que enfrentar las próximas protestas, ellos también sacan conclusiones de su praxis política.

Pese a que es evidente la tensión entre un sector del movimiento social y el correísmo como fuerza política y electoral, lo acontecido en Ecuador deja ver el enorme potencial de los subalternos, su capacidad de organización y por ende de proyecto político. Amedrentar a un presidente por sus actos de gobierno, a tal punto que tuvo que salir de Quito e instalarse en Guayaquil, refleja el tamaño del movimiento y la separación suya del interés de los muchos, que se gestó caminando al lado de  Correa.

Casi paralelamente a lo acontecido en Ecuador, los estudiantes colombianos y chilenos empezaron la refriega contra el neoliberalismo. La lección esta aprendida, y el ejemplo cunde. El modelo económico aplicado en los últimos veinticinco años está agotado, no garantiza los derechos sociales, y este recorderis en las calles, plazas y carreteras se lo debemos a los amigos ecuatorianos.            
         
 

     
        



[1] Miembro Grupo Presidencialismo y Participación. Coinvestigador. Profesor T/C Universidad de Monserrate.
[2] Véase el artículo titulado “Un octubre que fue febrero” http://www.rebelion.org/noticia.php?id=261487
[3] Véase el artículo titulado “se abre un nuevo ciclo de protesta popular contra el neoliberalismo” http://www.rebelion.org/noticia.php?id=261489

1 comentario: