sábado, 12 de octubre de 2019

PERSPECTIVA SUBALTERNA

La Otra Historia de la Violencia en el Bicentenario de Colombia.
Miguel Angel Herrera Zgaib, Ph.D.

                                                                      Hoy, sábado 12 de octubre, leyendo un escrito de Alfonso Cuéllar Solano, en Caja de Herramientas, fuí a la búsqueda de la carta de Juan Carlos del Castillo, hijo del representante conservador Carlos del Castillo, quien en una discusión en la sesión de la Cámara de representantes, en noviembre de 1949, le quitó la vida al representante liberal  Gustavo Jiménez.

El heredero del representante conservador, escribe una nota el ESpectador, para celebrar el acuerdo de paz entre gobierno Santos y Farc-Ep, en septiembre de 2016. Dice que fue militante de la izquierda, pero se cansó de su debilidad ética frente al fanatismo, el odio y la violencia. Y reclama: esta generación... tiene derecho a salir de la maldición de la sangre.

Crisis orgánica y comienzos de la gran violencia

Aquella vez, los dos congresistas, Jiménez y del Castillo, se tranzaron en una discusión personal, cuando debatían sobre el decreto presidencial de Mariano Ospina Pérez, que cambiaba la forma de votación y la organización de la Corte, que antes había dado vía libre al adelanto de la elección presidencial, según proyecto aprobado por las mayorías liberales en cámara y senado.

Las elecciones para Congreso en 1949, dieron la victoria a los liberales con 920.718 votos, y los conservadores consiguieron 788.662, esto es, una diferencia de 132.056. Había entonces 63 senadores, 33 L, y 30 C; 132 representantes, 69 L, 63 C. Había, igualmente, control liberal de 15 asambleas departamentales y 820 concejos municipales.

Con esa mayoría conseguida en el poder legislativo, el presidente entonces de la cámara, Julio César Turbay se refirió a "la batalla por la reconquista del poder", que fue el modo de presentar el proyecto de adelantar la elección presidencial para junio de 1950. Cercano estaba el asesinato de Gaitán, y el desastre del 9 de abril y los siguientes días y meses de 1948.

El proyecto lo objetó el ejecutivo presidido por Ospina Pérez, pero la CSJ le dio vía libre. El liberalismo propuso como su candidato presidencial a Darío Echandía. Pronto renunció, al producirse la muerte de su hermano Vicente, cuando participaban de una manifestación en Bogotá.

Estando en sesión de la cámara , se produce un rifirrafe entre el representante Gustavo Jiménez, liberal, y Carlos del Castillo, conservador. Jiménez le dice que él no es del Castillo, sino Castillo, y tampoco Isaza, sino Saza, hijo de una modesta familia campesina de Boyacá. Castillo ripostó: Yo al menos soy hijo legítimo ¡Ud no lo es, y reaccione!
Jiménez le contestó: mal nacido!

Gustavo hizo un movimiento con su mano, a la derecha de su saco, y del Castillo, quien tenía la mano en el bolsillo con gesto amezante antes, sacó un revólver y le disparó a Jiménez, quien estaba a poca distancia, y quien pronto murió. Se desató la balacera entre unos y otros, y quedaron 3 heridos. De estos, uno, el representante Jorge Soto del Corral, alcanzado en una pierna, murió también a los pocos meses.

La excepcionalidad como forma de gobernar

Al poco tiempo, a un mes de la balacera mortal, el ejecutivo conservador, por decreto, echó atrás lo decidido en Corte, y, en cambio, procedió a modificar la forma de votación de la CSJ así como su organización.

Se esgrimió por la bancada conservadora, que el presidente Ospina​ iba a ser acusado ante la Cámara. Y éste, con tal pretexto, y la situación de orden público precario, que inspiró la oración de la paz, de Gaitán, un año atrás, febrero de 1948, para parar la sangría, que respondía de hecho al triunfo electoral liberal de 1947, clausuró el congreso que no lo favorecía, valiéndose de la medida de estado de sitio, que de aquí en adelante se volvió una pandemia política.

Ahora, a 70 años de tales episodios, a menos de un mes de aquel brutal episodio, estamos a dos semanas escasas de una nueva elección local y regional, donde la disputa entre gobierno y oposición está bastante cerrada, según lo indican las variopintas encuestas que conocemos. 

¿Una salida para el régimen para-presidencial?

Es ejemplo de este clima de tensiones, las escasas diferencias entre los candidatos a la alcadía de Bogotá, el bastión más evidente de la oposición  democrática  y de izquierda. Son pocos puntos los que separan al hoy puntero, Carlos Fernando Galán, de Claudia López y Hollman Morris. 

El más rezagado es el nieto de Julio César Turbay, Miguel Uribe.  El entonces presidente de la cámara llamaba a la reconquista del poder, entonces, para los liberales en 1949, ad portas de desencadenarse la gran violencia.

Está claro que los tiempos y las circunstancias no son los mismos. El bipartidismo tiene delante una tercera fuerza plural, repartida entre el progresismo, el centro y la izquierda, que intenta concluir la agonía del bipartidismo y acceder por fin, a un gobierno presidido por otra tendencia programática. 

Por el contrario, el gobierno actual, fruto de juntar reacción y derecha, quiero hacerse al poder, tanto legislativo, que no tiene en las cámaras, como el poder judicial, cuya corte suprema de justicia hoy adelanta un proceso formal a su máximo líder, el expresidente Álvaro Uribe Vélez, sindicado de compra de testigos y fraude procesal.

Lo que va de Builes a del Castillo.

"Esta generación tiene que salir de la maldición  de la sangre"

Existe la posibilidad de quebrarle el espinazo a la parapolítica, incubada en las regiones de dominio bipartidista reaccionario, que tiene en la franja que se extiende desde Antioquia hasta la Costa Caribe. y Norte de Santander  las casamatas y trincheras políticas de la para-república, el engendro degenerado del hiperpresidencialismo nacido en 1991.

Esta de-democratización fue impuesta a partir de los años 90, a sangre y fuego en la guerra social no resuelta todavía contra el pueblo subalterno, compuesto de campesinos, pobres urbanos, y minorías étnicas, parias del remedo de república que empezó a malnacer en 1819.

El laboratorio de esta reacción contra la presencia de una tercera fuerza democratizadora la Alianza Democrática/M19, que emergió de la asamblea constituyente, arrecia a partir de 1994, y tuvo su laboratorio de incubación en la gobernación de Antioquia, cuando estaba a la cabeza Álvaro Uribe Vélez, con el apoyo de las Convivir, relanzadas legalmente por el presidente Ernesto Samper y su ministro Fernando Botero.

Como lo han probado varias investigaciones y reconstrucciones periodísticas, entre otros, los trabajos dirigidos por Claudia López, el libro de Olga Béhar, los expedientes de las causas penales, y una reciente recopilación de millones de datos, hecha por el politólogo Ariel Ávila, Detrás de la guerra en Colombia, que fuera su trabajo de maestría, el nacimiento de las Auc pasó por la Hacienda Guacharacas de la familia Uribe.

Es  lo que han denunciado, corriendo todos los riesgos, el mayor Meneses de la Policía; el paramilitar Monsalve, hijo del mayordomo de esa hacienda, que tenía a Santiago Uribe como codueño y administrador, cuando se dio existencia al llamado Clan de los 12 apóstoles, porque hay cura incluido en esa triste creación.  Porque Monseñor Miguel Angel Builes dejó retoños hasta hoy en día.

Era Builes, quien había espetado para los años 1948/49, lo siguiente:

"La revolución del 9 de abril de 1948 dejó los campos políticos perfectamente alineados con nuevos y definidos mojones: el comunismo y el orden cristiano". 

Con esta falacia sigue cabalgando la reacción política, y desechando las tareas el posconflicto y la reconciliación, con todo tipo de argucias y sofismas. Sorda a lo dicho por el hijo de Carlos del Castillo, quien diera muerte a un liberal, Gustavo JIménez, aquel día de 1949. Estamos a 70 años de hacer profundas rectificaciones en el rumbo de la República. 

¡Palabra y obra que sí !

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