sábado, 17 de agosto de 2019

De la fábrica del consenso al "estado sutil" en Brasil

miguel angel herrera zgaib

El periodista argentino Bruno Bimbi pone el dedo en la llaga, al pasar revista a lo que ocurre con la que, valiéndose de Manuel Castells llama "dictadura sutil" de Bolsonaro, de la estirpe de los torturadores de la nefasta secuela de las dictaduras brasileñas.

En su artículo, Bimbi del NYT, pone de presente las amenazas recibidas por el periodista Glenn Greenwald y su familia, quien ha indagado por las prácticas extrajudiciales, y para nada aceptables, del juez Sergio Moro en la causa seguida y fallada contra Lula.

En los comportamientos intimidatarios, fascistoides, del periodo anterior del diputado, hoy presidente Bolsonaro, quien arremetió contra el diputado Willys, de la causa gay, quien, pese a haber sido electo para un tercer periodo, decidió irse del Brasil ahora. Exilio "voluntario" que Bolsonaro no dejó de celebrar ruidosamente.

No tiene garantizada la vida, y las amenazas y bots se mueven de un lugar para otro, instrumentalizados por los apoyos políticos mafiosos y delincuenciales del entorno del bloque de poder que gobierna desde Planalto.

Siguiendo la pista abierta por Castells, el sociólogo urbano que escribió acerca de la sociedad de la información, estamos en este tiempo enfrentando, no sólo la fábrica del consenso, teorizados por Chomsky y Edward S. Herman, el libro escrito en 1988, cuando el orden imperialista combatía la oleada insurreccional en Centroamérica, sino el establecimiento de un prototipo de dominación política sobre la sociedad civil toda, que guarda sus parecidos con la expansión totalitaria que diagnosticó Arendt durante el siglo pasado.

Tal es un nuevo dispositivo en prueba, la dictadura sutil, que se vale de la parafernalia tecnológica, y la analítica mejorada, aumentada, que perfecciona el quehacer truhanesco de Analítica Cambridge, con la que no sólo se cambia la voluntad de los electores, en uno u otro sentido, sino con la que se intimida y engaña a los opositores, después de "derrotarlos", en los Estados Unidos de Trump, la Argentina de Macri, y el Brasil de Bolsonaro.

Claro, esta táctica tiene sus límites, hasta que la economía desnuda brutalmente las trapisondas de estos gesticuladores del neoliberalismo tardío, que por estos días, con cinismo de altísimo voltaje posan dizque de nacionalistas.

A la vista tenemos la debacle hiperinflacionaria de la Argentina, contra la que lucha Macri sin el más mínimo escrúpulo, y corriendo todo riesgo, con miras a regresar a la clase media, golpeada, esquilmada y aterida a su redil electoral, desprendiéndola, a como de lugar, del Frente de todos.

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