miércoles, 18 de septiembre de 2019

EL OTRO BICENTENARIO
SONÓ LA HORA DE NONA. LA PAZ SUBALTERNA Y LA DEMOCRACIA FRENTE A LAS ELECCIONES.

MIguel Angel Herrera Zgaib, Ph.D.
Director del Grupo Presidencialismo y Participación
Presidente de la IGS-Colombia.

Frente a lo que pasa en el posconflicto colombiano conviene releer un escrito de Julien Freund, "La esencia de lo político", porque nos ayuda a pensar este delirio de violencia reaccionaria que no cesa, sino que se agudiza. La paz, aquí y en cualquier parte, sólo es posible si se reconoce al enemigo, entre otras, porque éste no fue derrotado, sometido.

Desde antes de la firma de El Colón, planteamos en el Grupo Presidencialismo y Participación que en Colombia se proponían cuatro modalidades de paz: neoliberal, la de Juampa; reaccionaria, la de Dom Uribe; subalterna, la de la guerrilla subalterna, con sus dos alas más caracterizadas, las Farc-Ep y el Eln; y la democrática, que tiene a los movimientos sociales, y a las corrientes democráticas como sus principales propulsoras.

Meses después, Boaventura mencionó en su conferencia de la Nacho, dos de los cuatro modelos. En la paz neoliberal hay un aparente reconocimiento del enemigo, pero de carácter juridicista, con la pretensión de reducir la política a las formalidades del derecho, con la abierta disposición de cooptar al enemigo, y transformarlo. La reaccionaria le añade al anterior la disposición de liquidarlo, dondequiera que sea posible. Esta última es la que está a la cabeza del poder ejecutivo, y tiene una doble cabeza, Duque en la presidencia, y Uribe tratando de mangonear el poder legislativo.

La rama judicial del poder público no es del control total del proyecto reaccionario, es la trinchera que le queda a la paz neoliberal, que se pondrá a prueba con la indagatoria al cerebrito del régimen parapresidencial que se resiste a morir. Ver al respecto nuestro libro colectivo, El 28 de mayo y el presidencialismo de excepción en Colombia.

Menuda tarea la que le queda a la izquierda, el progresismo, las fuerzas democráticas para avanzar de la moribunda paz neoliberal a la paz subalterna que requiere, ni más ni menos, darle forma al sujeto político plural, a un partido movimiento que los proyectos existentes se rehúsan a crear. Siguen sin entender el proceso de revolución democrática que se expresa en la que llamamos democracia subalterna, cuando faltan pocos días para una nueva prueba.

La sociedad civil colombiana requiere entender la autonomía de la política, y en términos de Freund, entender el objetivo, la esencia de lo político, esto es, la protección, no la seguridad hobbesiana, en la que coinciden, cada uno a su manera, Juampa y Dom Uribe. Del uso discrecional de la excepcionalidad para ahogar, liquidar lo excepcional, la potencia constituyente de los subalternos que luchan por la autonomía en la penúltima ola democrática, que arranca con la rebelión heroica del maestro Moncayo, levantado contra las estupideces de la guerra entre hermanos, exigiendo fraternidad, una de las tres divisas de la revolución burguesa en su fase liberal.

Es tiempo de ganar las elecciones locales y regionales, desmontar la pararepública que parasita más de 500 municipios de Colombia. Allí están las trincheras y casamatas del régimen para-presidencial, y de la paz reaccionaria. Las grandes ciudades, con Bogotá a la cabeza son el foco de resistencia subalterna que tiene que pasar a la ofensiva en términos electorales.

La Colombia Humana tiene que dar ejemplo de democracia, llamando a su congreso de constitución si quiere ser un verdadero partido democrático, e invitar a la Alianza Verde, y a otros agrupamientos partidistas y movimientos sociales que se sumen a esta constitución, para que vivan la prueba de fuego, esto es, la dirección de la sociedad civil que vuelve a ser chantajeada con el terror, y el miedo de la excepcionalidad de hecho y de derecho. A desplegar la fuerza constituyente de lo excepcional que es la nuez de lo político para garantizar la protección del ejercicio democrático negado casi sin excepción desde la creación de la república en 1819.

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