miércoles, 17 de octubre de 2018

PREPAREMOS LA CONSTITUYENTE EDUCATIVA INTEGRAL.
SALDANDO UNA DEUDA HISTÓRICA.

miguel angel herrera zgaib
profesor asociado, C.Política, Unal.
Ex rector interventor, U. Libre de Colombia.
Director IGS-Colombia.

El divorcio histórico, entre intelectuales y pueblo que Jorge E. Gaitán, advirtió para los tiempos de la generación de los nuevos, se mantiene de modo persistente.

A esta separación han respondido los herederos del grito de Córdoba de 1918, los sectores medios, principalmente, cuando organizaron el paro nacional universitario del año 1971. Allí se acordó el Plan Mínimo de los Estudiantes Colombianos, y se defendió durante un año de "anormalidad" académica en la Universidad Nacional, sede Bogotá..

Era la respuesta universitaria a la reforma Patiño, que no pocos alaban, porque aclimató en últimas la universidad nacional a los imperativos de la modernización capitalista, como un antídoto al socialismo triunfante en Cuba.

De nuevo, en 2011, el estudiantado en lucha recogió y amplió con lucidez las banderas de 1971. Organizado en la MANE sucumbió ante un Congreso reaccionario, que impidió la prosperidad de una reforma progresiva de la Ley 30 de 1992, a la cual respondieron en el clímax del movimiento universitario. El proyecto quedó sepultado en los cajones del Congreso entonces controlado por el bloque en el poder del reformista neoliberal, Juan Manuel Santos.

La contra-reforma

Siguió, sin embargo, avanzando, a través de la asfixia al presupuesto de las universidades públicas. Drenándolas con el “invento” del programa “ser pilo paga”, que utilizó a los pobres inteligentes y aprovechados, en número superior a 40.000, para con ese pretexto subsidiar groseramente a la universidad privada de élite.

Siete años después, con renovadas banderas, y dos organizaciones estudiantiles nacionales, animadas por dos proyectos políticos de signo diverso, la responsabilidad con la reforma y la salvación de la universidad colombiana, experimentan su prueba de fuego en público y en privado.

En la plaza pública, ante una imponente movilización, se dieron dos indicios contraproducentes. Primero, el intento de impedir la intervención de Jennifer Pedraza, militante del proyecto organizativo de la OCE, del que es animador político el PDA/MOIR. Ella hablaba en nombre del estudiantado como representante electa ante el CSU, de la U. Nacional.

El segundo fue la censura, a posteriori, de la participación de Gustavo Petro, el candidato presidencial de la oposición, senador comprometido con la causa de la educación pública; a la que se sumó la imposibilidad que interviniera la senadora Angélica Lozano, de la Alianza Verde, que apenas le fue permitido subir a la tarima.

Después de la movilización del 10 de octubre, las 32 universidades están deliberando, y más de 10 han decretado como resultado, un paro hasta el 21 de octubre, al ser notificados de los $500.000 millones que entregará el gobierno nacional para paliar la crisis, cuando el funcionamiento de las universidades públicas requiere $ 4,5 billones para el año 2019.

La nueva manifestación y el horizonte de la Constituyente
Todas las universidades en paro, o en asamblea permanente han convocado a una mega manifestación nacional para el 17 de octubre. Las direcciones del movimiento estudiantil, y en particular, dos, la UNEES, y la ACREES, junto a la tendencia libertaria tienen que rescatar en común la pluralidad, a la vez que corregir los errores del inmediato pasado, ahora cuando han vuelto a la calle con cientos de miles de estudiantes, profesores y padres de familia.

Ellos que encarnan, la parte de los sin parte, tienen que convocar con el ejemplo, sin exclusiones. Para mostrar la madurez del conjunto del movimiento estudiantil, y el empuje de la democracia subalterna. Y convencer a la gran mayoría de la nación que los respalda como respuesta a su efectiva pedagogía ciudadana, azotada como está, por demás, por las afugias producto la crisis del modelo minero energético y agro-exportador impuesto por la vulgata neoliberal.

El curso de este y los siguientes días probará a todos si la intelectualidad joven corrige con audacia e ingenio propositivo el mundo de los mayores; y lo más importante, que está preparada para hacer las reformas urgentes, así como para convocar, si la negativa gubernamental se empecina en quemarle billones a la guerra, en vez de invertirlos en desmontar la desigualdad social, a una Constituyente Educativa.

Ella será el portal de entrada a la Constituyente Social que le de concreción a los acuerdos de paz, que la reacción y la derecha quieren “festinarse” impunemente, como si la nación colombiana aguantara otra guerra.

Mientras el gobierno Duque/Uribe y sus aliados hacen sonar en contravía de la paz los tambores a somatén, que aúpan los sectores medios y populares que siguen atraídos por las prácticas del fascismo social denunciados ya en los años 80, por el profesor Boaventura de Sousa Santos y sus aventajados discípulos nacionales, agrupados hoy en DeJusticia.

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