miércoles, 20 de junio de 2018

¿Y ahora… qué?

Giovanni Mora Lemus (18/06/18)
Grupo PyP. Docente investigador U. Monserrate
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La tendencia se confirmó en estas pasadas elecciones presidenciales y en menor medida en las parlamentarias, las fuerzas subalternas continúan en un proceso de reagrupamiento. Bogotá es el botón de muestra.

El mejor laboratorio para este tipo de experiencias que poco a poco están erosionando el muro de la hegemonía de los poderosos es Bogotá, donde en la primera vuelta la fórmula del uribismo no llego a un millón de votos.

Mientras que los candidatos de la Coalición Colombia (conformado por el Partido Verde, Polo Democrático y Compromiso ciudadano) y de la Colombia Humana (conformado por el Movimiento Alternativo Indígena, Decentes, Unión Patriótica y Partido Comunista) tuvieron sendas votaciones que sumadas superaron indiscutiblemente a las fuerzas conservadoras 3 a 1.

En la segunda vuelta

La ciudadanía capitalina tenía al frente dos proyectos de país marcadamente distintos pero fue clara la preferencia por las propuestas de la Colombia Humana. Los apoyos de Antanas Mockus y Claudia López así como de Iván Cepeda, fueron definitivos para este importante triunfo de la candidatura alternativa.

La diferencia entre las dos campañas en Bogotá fue de 3,2 puntos porcentuales en la primera vuelta mientras que en la segunda la diferencia se amplió a 12,4%. Además todo el Pacifico colombiano y regiones del Atlántico se sumaron a esta experiencia contra-corriente.

Tanto el proyecto de la Colombia Humana, como de la Coalición Colombia recibieron el apoyo de una parte importante de la intelectualidad colombiana y extranjera. Personalidades de la academia, del arte y de la literatura tuvieron posturas públicas donde apoyaban a una de las dos candidaturas subalternas en la primera vuelta. Aunque algunos prefirieron el voto en blanco en la segunda, pero su distanciamiento con el proyecto protofascista fue elocuente.

Es un imperativo

Seguir caminando en la construcción de un bloque histórico, que tiene varios momentos, uno de ellos es la tarea de la contra-hegemonía, no es solo la unión de clases o fracciones de clase, movimientos sociales y partidos políticos a propósito de unas elecciones, es más bien la sistemática lucha ideológica y política por la consecución de valores como la solidaridad, la igualdad y la paz, contra los que pregonan el individualismo, la competencia y el mercado a ultranza.

Conseguir la materialización de los derechos sociales solo se logra con un cambio de modelo socioeconómico, por lo tanto, la superación del extractivismo y el desmonte de los privilegios de los sectores sociales de elite, son ideas que se deben seguir madurando en la cabeza de los subalternos con sus movimientos sociales.

Sin embargo, hay nuevas preguntas a resolver: ¿Cómo hacer estas transformaciones sin caer en la tentación autoritaria? ¿Cómo hacerlo cuando sabemos que el bloque en el poder sí que sabe de autoritarismos?

La posibilidad de la paz

en clave positiva (más derechos sociales y más democracia) quedo de nuevo en suspenso con la transitoria victoria uribista ¿Va a romper cualquier posibilidad de negociación con el ELN? ¿Qué pasará con la Jurisdicción Especial para la Paz? ¿Continuará con la estigmatización contra el partido político FARC?

En últimas, la pasada contienda electoral nos reafirmó la idea que la paz positiva es consecuencia de un proyecto subalterno y contra-hegemónico. No podemos esperar mucho de los poderosos.

Ahora bien, la Colombia Humana y la Coalición Colombia no puede ser proyectos de un grupo de líderes políticos, es menester pensarlo desde la arena de la sociedad civil y de sus movimientos sociales subalternos. Es aquí donde se deben dejar de lado los personalismos, los dirigentes inician y terminan sus ciclos, es sano que sean remplazados por mujeres y hombres de base, de no hacerlo es más de lo mismo.

¿Ganó el uribismo, y perdió la Colombia Humana?

Eso depende desde donde se mire, los primeros no pueden jactarse de una victoria absoluta, fueron más de ocho millones de votos los que rechazaron sus propuestas.

Los segundos, iniciarán la honrosa construcción del edificio de la oposición, es solo una derrota relativa.





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