UN DIÁLOGO TRUNCADO
ENTRE LOS UNIVERSITARIOS Y LA MINISTRA DE EDUCACIÓN
Miguel Angel Herrera Zgaib, Profesor asociado,
C.Política, Universidad Nacional.
Proyecto Constituyente social,
paz democrática. Grupo PyP.
Dos vocerías
"El gran reto de Colombia es volver la educación el tema
más importante de la agenda pública." María Fernanda Campo, Mineducación
Colombia.
“Alguien está mintiendo acá, permita que el país decida quién
es.” Sergio Fernández, dirigente de la MANE. Estudiante de maestría, Unal,
Bogotá.
Padecemos una "calma
chicha" en la lucha por una educación superior de calidad, descentralizada
y gratuita en Colombia. Tres palabras mayores definen el escenario que exige acciones
de iguales dimensiones. Para prevenir situaciones como las que agitan a Chile, y que cubren sus dos últimas presidencias, Bachelet
y Sebastián Piñera, y preparan
su lucha para la tercera. Otro tanto
ocurre en Brasil, y en Venezuela, con sus especificidades, porque aquí tienen una crítica interlocución con
proyectos políticos de signo diferente.
En Colombia, el proceso de reclamo por una reforma educativa
democrática que enarbola en algunos sectores movilizados la constituyente como
forma de decisión, en otros, contempla también la posibilidad de configurar una
lista de estudiantes que participaría en
las próximas elecciones para el congreso, que establezca una directa vocería y
desequilibre la actual relación de fuerzas, donde la parapolítica no ha perdido
su presencia.
Chile, Brasil y Venezuela
El 17 de noviembre sabremos quién
gana, si el bloque de centro-izquierda cuya candidata es Michelle Bachelet, o el bloque de centro
derecha, heredero de Pinochet, y
continuidad del actual presidente, que se agrupa en la UDI. Y la más prominente lidereza estudiantil, Camila
Vallejo, estará también encarando la suerte de las urnas, como aspirante a
congresista en la coalición del partido comunista de Chile, de la que es ya una
destacada militante.
En Chile, sin embargo, esta lucha
sigue sin que se desmonte todavía el modelo privatizador que fue una de las
taras heredadas de la dictadura de Pinochet, y un modo de decapitar la rebeldía
intelectual que acompañó el frustrado experimento de la Unidad Popular que hizo
presidente a Salvador Allende.
En Brasil, este año, tenemos
también en las calles a los jóvenes estudiantes, o no, que sin dejarse
engatusar por el fútbol, reclaman de los gobiernos de izquierda otra
destinación para la riqueza pública, que han visto, en buena parte, sepultada
en la remodelación y construcción de estadios para el próximo mundial, y en los
bolsillos de los constructores de las obras civiles, y de los facilitadores
"lobbystas" ante los poderes públicos que las autorizan.
La Venezuela
poschavista no "chave" qué hacer con el descontento de sus jóvenes y
los maestros e investigadores que animan con ellos la protesta y las críticas
de derecha e izquierda al rumbo de la revolución bolivariana. La protesta
empezó con el presidente Chávez vivo, y sigue después de su muerte. Está en
curso un paro nacional, que los señalamientos de la dirección bolivariana no logran
intimidar, y menos persuadir.
En los tres lugares, con sus
diferencias, las economías nacionales no marchan bien, y la llamada fórmula
"extractivista" que las sostiene, en términos de economía real, hace
agua, y el mercado de las "commodities" sufre contracciones severas,
que hacen del modelo exportador ahora un dolor de cabeza que amenaza con
convertirse en "migraña".
El gobierno de los Estados Unidos
al comando de la emisión de dólares legales empieza a cerrar el chorro, y los
capitales golondrinos migran a la tierra de Obama, produciendo connatos de
tsunami y terremoto en la mayoría de las bolsas del mundo. Y como lo estamos
experimentando por estos días, Colombia no es la excepción, sino otro trompo de
poner.
¿Y Colombia?
Yamit
Amat, quien con el correr de muchos años pasó de El Espacio, donde era
comentarista exitoso de variedades, a las columnas del diario El Tiempo, este
domingo entrevistó a María Fernanda Ocampo, la ejecutiva "estrella"
de la Cámara de Comercio de Bogotá, y a quien Juan Manuel Santos eligió para
reemplazar a la doctora Vélez, antes secretaria de educación distrital, para
"transformar" la educación en lo administrativo.
Las dos ministras hasta la fecha
no ha podido "meterle el diente" a la educación pública superior. La quieren acabar de "mercantilizar" a
todo costo. Bogotá ha sido, en parte, una piedra en el zapato, para que esta
carrera de privatizar triunfe en toda la línea.
La cobertura a cargo de tres
alcaldías de centro izquierda algo ha
hecho en contra-vía. Y para nada ha servido la lección de lo que ocurre en los
tres países vecinos, y lo que ha contramano de la privatización se ha
establecido en Ecuador y Bolivia con sus experimentos que se hacen eco de la
divisa del "socialismo del siglo XXI".
De otra parte, la suerte misma de
millares de bachilleres, que contemplan la imposibilidad de acceso a la
Universidad; o de acceder a un trabajo estable y decente, para quienes tienen o
quieren obtener un ingreso inmediato, empujan la protesta, antes y después de
quedar "midiendo" calles, consumiendo drogas, rebuscándose, o
sobreviviendo auxiliados por las redes de socorro cada vez más débiles de
parientes y familiares.
Los dos campos enfrentados
Enfrentando estas realidades, los jóvenes estudiantes de
Bogotá y Colombia, se han venido reorganizando, construyendo espacios de
participación y acción, que ya hicieron posible detener el proyecto de
contra-reforma a la Ley 30. Después, tomando en serio el desafío de ser
"colegisladores", con la MANE como liderazgo colectivo, - y pese a
todas las críticas y cuestionamientos que ha tenido -, prepararon un proyecto
de ley alternativo, al cual dedicaron casi un año de deliberaciones, cubriendo
los principales escenarios de Colombia.
Entre tanto, la ministra de
educación, y el gobierno Santos no han cejado en su empresa contra-reformadora.
En paralelo, y con un incomparable repertorio de recursos a su alcance, han seguido
su tarea. La estrategia la han
desplazado de la capital a las regiones, con la atractiva idea que "Llegó
la hora de superar el centralismo que ha existido en la educación
superior".
En procura de la hegemonía, la ministra, para
separar la dirección estudiantil de sus bases de apoyo y sostén, promete que
ahora vendrá la ola de "doctorados y maestrías" más allá del llamada
"triángulo de oro" de Bogotá, Medellín y Cali, donde se concentra el
saber y la investigación nacional.
La ministra se ufana de haber
construido un diálogo fluido y provechoso con "más de 31.000 personas en
150 espacios de discusión." Y comparándose con la exministra Vélez señala,
que "es un esfuerzo que supera incluso la cantidad de gente que participó
en la construcción del Plan Decenal 2006-2016".
Un indicio y una propuesta nacional
Sin entrar a disputar las demás
cifras, por lo menos la última citada es indiciaria: si tal ha sido la gente
que ha participado, la cuestión es dramática, porque revelaría la
insignificante minoría que ha discutido el plan decenal de educación, que la
ministra en su retórica anuncia como el más importante de la agenda pública.
Dicha situación validaría con
creces, el reclamo del dirigente estudiantil, Sergio Fernández, del PDA/Moir,
quien en una columna en las “Dosorillas”, afirma lo siguiente: “me asiste la
impresión de que usted ha evadido el
debate con los estudiantes durante este año”.
Si la educación, por la primera
vez tiene el rango que se reclama, conviene que haga parte de la propuesta de
constituyente social, y que la Universidad Nacional albergue un gran foro
nacional, que tenga por punto de irradiación y encuentro al auditorio León de
Greiff, que conmemore con creces los cuarenta años de haber sido construido; y
que a través de las redes sociales conectemos a todas las instituciones de
educación superior , media y elemental, para que el país entero interpele,
cuestione, proponga un rumbo a la educación colombiana y sea el portal de
entrada a las negociaciones de paz, que están en este preciso momento
discutiendo el tema de la participación política.
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