Intelectuales
mujeres y pandemia
Giovanni Mora Lemus
Antonio Gramsci diferenciaba entre los
Intelectuales orgánicos y los intelectuales tradicionales. Estos últimos
representaban a sectores sociales como la aristocracia terrateniente y al clero
católico en el vecchio regime; por el contrario, los orgánicos surgieron a
partir de los cambios económicos, sociales y políticos que trajeron los vientos
modernos de la revolución Industrial, y del fordismo que Gramsci conoció bajo
la denominación de americanismo.
Desde su propia concepción heterodoxa del
marxismo, el autor italiano afirmaba que las clases sociales “crean” una o
varias capas de intelectuales. Son estos hombres y mujeres los que proveen de
cierta homogeneidad y dirección política a la clase a que pertenecen y
defienden, de allí la utilización del adjetivo “orgánico”.
En estos tiempos de pandemia y confinamiento
obligatorio, no acatado por muchos sectores empobrecidos urbanos, algunas
mujeres intelectuales orgánicas se cuestionan cosas vitales. Judith Butler, por
ejemplo, nos interroga diciendo: ¿por qué seguimos oponiéndonos a tratar la
vida de los seres humanos como si no tuviera el mismo valor?[1]
Aunque el interrogante es para la ciudadanía estadounidense y sus gobernantes,
bien puede formularse para la multitud global y local, utilizando aquí el
concepto de Hardt y Negri.
Pero en su artículo ella va más allá porque
lanza una pregunta al corazón de la nación norteamericana: ¿por qué algunos
todavía se entusiasman con la idea de que Trump asegure una vacuna que
salvaguarde la vida de los estadounidenses (como él los define) antes que a
todos los demás? Hoy, la supremacía blanca, el racismo y el patriarcalismo
siguen alimentando la cultura del grupo dominante: white-anglo-saxon-protestant-male.
La propuesta socialista de un sistema de salud
público y universal para los EEUU se presenta como un esperpento para la
derecha norteamericana y los vastos sectores sociales que aún representa.
Aunque suene paradójico, lo que debería ser considerado un derecho humano
fundamental se ha convertido en un macabro negocio en el país de las
libertades. Aunque la medicina social latinoamericana iría más allá, y le
preguntaría al típico ciudadano blanco, anglo-sajón- protestante y macho
norteamericacno: ¿no es hora de revisar el american lifestyle?
Por su parte, la socióloga uruguaya y profesora
Anabel Riero[2]
hace otra pregunta que es central en estos momentos de covid-19, la siguiente:
¿quién paga los platos rotos? En el caso uruguayo los “sin techo” y “los
informales” son los sectores más golpeados en esta coyuntura.
Un segundo grupo social son los trabajadores
formales que se defienden con el tele-trabajo, trasladándonos a Colombia. Pienso
en los profesores universitarios, los independientes, en España les llaman los
autónomos. Hombres y mujeres que, aunque no están en la informalidad, sus condiciones
de vida empiezan a precarizarse, no solo por efectos del virus, sino por cuenta
de otro veneno, el neoliberalismo.
Pero, el grupo social más afectado será, a
juicio de la socióloga, las mujeres, sus cuerpos y subjetividades. La violencia
intrafamiliar empieza a sentirse, aún más, en el país de Pepe Mujica, en estos
días de confinamiento y aislamiento social. A su lado, los adultos mayores
soportarán la peor carga, o mejor, siguiendo con la metáfora, recogerán las trizas
de los platos rotos…
Anabel Riero encuentra otra pista para entender
esta coyuntura, la da otra mujer conocedora de la economía política global,
Naomi Klein[3],
reconocida por su doctrina de shock.
La estrategia ya ha sido ensayada en otras ocasiones, por ejemplo, con el
huracán Katrina. Entonces sectores empresariales hicieron grandes fortunas con
esa crisis. Las catástrofes son otro nicho de acumulación, seguramente así será
en esta coyuntura también.
¿Por qué no? A no ser que la vocería activa de
los subalternos, virtual y real, asalte la escena, y proponga sus alternativas,
aquí, allá y acullá.
Nota Bene: Por estos días conmemoramos en
Colombia el día de la enfermera, una profesión feminizada, un reconocimiento a
todas ellas, partiendo de recordar una mujer excepcional, Florence Nighttingale.
[1] Véase el artículo titulado “El capitalismo
tiene sus límites” publicado en el libro Sopa de Wuhan.
[2] Véase el artículo titulado: Coronavirus:
¿crisis o recrudecimiento del capitalismo global? https://www.hemisferioizquierdo.uy/single-post/2020/03/19/Coronavirus-%C2%BFcrisis-o-recrudecimiento-del-capitalismo-global
[3] Klein, Naomi (18 de marzo, 2020)
“El coronavirus y la doctrina del shock” Rebelión. En: https://rebelionrg/el-coronavirus-y-la-doctrina-del-shock/
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