LOS CUATRO AMIGÜES, LA ÉTICA Y LA COLOMBIA DEL ÉXODO
Miguel Ángel Herrera
Zgaib, Ph.D.
Director Grupo
Presidencialismo y participación, Unal/Unijus, y
La International Gramsci
Society - COLOMBIA.
“La idea que la ética y la política son dos espacios
diferenciados solo conduce a un indeseable relativismo moral y a que las
sociedades se vuelvan inviables y los estados “fallidos”. Pilar Gaitán et al,
ET, 18/12/2020, 1.18.
“La Fiscalía tiene 29 casos por presuntos “falsos positivos”
en los que aparecen 22 generales del Ejército. Así lo informó en un documento
enviado a la Corte Penal Internacional (CPI),
en donde Colombia está en evaluación.” ET, 17/12/20, 1.6.
Comencemos con una pareja de politólogos
colombianos de reconocida trayectoria, Pilar Gaitán y Eduardo Pizarro, quienes
cursaron sus pregrados en Ciencia Política y Sociología en Colombia, en prestigiosas
universidades privadas, Andes y Javeriana, antes de incursionar en la política
local.
Hoy, ambos exhiben sus preferencias, y de paso avanzan sus
ideas en favor del que llaman “centro político,” ad portas del 2022. Quieren
contribuir señalándole a todos los competidores, ya dispuestos en el partidor
de la carrera política, un deber mayúsculo: celebrar un pacto ético.
La acuciosidad los lleva hasta el mismísimo Aristóteles,
quien se hizo célebre por su Ética a
Nicómaco, su hijo, un texto que Occidente
conserva y todavía se lee en algunos cursos de Introducción a la Ciencia
Política, y más probablemente, en las clases de Historia y Pensamiento
Político. Ellos tienen interés manifiesto en proponer un debate ético que creen
es necesario y urgente, tomando del pelo a las enseñanzas de Niccolo
Machiavelli.
De la restauración
moral al pacto ético
Los colegas también acuden a la fama bien cultivada de Adela
Cortina, quien ha dedicado sus mejores años a instruir a los empresarios de
España, primero, y de América Latina después. Ella es autora de un tratado que
atrae por su brevedad, Etica mínima
(1986), que emula bien con la pieza de Aristóteles, quien conviene recordarlo,
hizo causa común con Macedonia. Esta polis que sometió a Atenas, conducida por
los ejércitos de Filipo y Alejandro, sepultó su democracia, y las autonomías
que caracterizaron a Grecia antigua. Aristóteles, ya cercana su muerte, al
triunfo el partido de la democracia en Atenas, en rebelión contra la
imposición, puso pies en polvorosa regresando a su terruño.
Adela en aquel escrito, sin embargo, no entra en honduras,
sino que va al grano en los deberes éticos. Emula con su coterráneo filósofo
Fernando Savater en construir best sellers en estos saberes sociales. No tiene
en cuenta lo dicho por Immanuel Kant, filósofo de la Ilustración, del sujeto
individual consciente, quien en la Metafísica
de las Costumbres, nos habla, nos expone en términos modernos la moral individual y el imperativo de la
libertad como características de la Ilustración que aspira a los individuos de
la especie humana que alcance la mayoría de edad intelectual.
Ambos son evangelistas universitarios de las “nuevas”
ciudadanías nacidas del Pacto de la Moncloa, cuando el franquismo prolongaba su
agonía a plazos. A propósito de lo cual, que se sepa, no dicen ni pío de la
urgencia de que España sea república, y menos que haya más de una, cuando se
lee lo que escriben a propósito de vascos y catalanes.
La pareja colombiana en comento, igual, guarda silencio con
respecto al famoso grito de Gaitán, el
líder popular, que se hizo célebre en sus peroratas a las multitudes del teatro
Municipal, las calles y plazas, cuando insistía en la “restauración moral de la
república”. Sellaba su exhortación al Pueblo, con “A la carga!”
Quizás, porque para Eduardo, recordando una anterior
contribución suya para El Tiempo, A fondo, se fue lanza en ristre contra los
populismos que calificó de derecha e izquierda. Para jugarse, sin sonrojo
alguno, por el “bendito” Centro, y que algo tiene que ver también con el
“bendito” Fajardo, el ciclista, por supuesto, no el futbolista.
Los cuatro Amigües y sus rivales
“Leopoldo López es un amigo de la
libertad”. Palabras del exsenador subjúdice, Álvaro Uribe Vélez. Visita del
“fugitivo”Leopoldo al Ubérrimo.
Las elecciones
en Venezuela de la nueva asamblea nacional bolivariana, con los resultados
conocidos, y el referendo convocado por la oposición que animan el autonombrado
presidente interino, Juan Guaidó, y el fugitivo líder Leopoldo López, quien se
encontraba en la sede diplomática de España en Caracas, de donde salió en
secreto para completar su fuga, se convirtieron, luego en la martirizada
Colombia, en la oportunidad para que el país político rinda honores y respaldo
al político reaccionario venezolano.
Leopoldo fue invitado, primero, a reunirse
con el ganadero y criador de caballos, Álvaro Uribe, en su propiedad, en las
cercanías de Montería, posando al lado de uno de los sementales con su “nuevo
amigo” en mangas de camisa y sin tapabocas.
Luego hubo la aparición de Leopoldo
como figura, en el seriado del presidente Duque, pagado por la ciudadanía que
tributa, donde al entrevistarlo hubo oportunidad de denostar del gobierno del
presidente Nicolás Maduro, que no bajan de calificar de una dictadura, y lanzar loas a la
“democracia” de la que es guardián Leopoldo después de su fuga.
Luego el turno fue para la alcaldesa
de Bogotá, Claudia López, quien al ganar la elección para la alcaldía ipso
facto lanzó la candidatura de Sergio Fajardo, quien es una lumbrera matemática
que se define como centro, a distancia entre la derecha y la izquierda, y
excluye de cualquiera alianza al candidato de la Colombia Humana, Gustavo Petro. El cuarto de los amigües es el
ministro de defensa, Holmes Trujillo, a quienes otros identifican como un
potencial candidato presidencial para el año 2022.
Esta confluencia de los cuatro
amigües está identificada en una potencial alianza con miras a los ejercicios
que conduzcan a ganar la presidencia para la coalición de centro, que no
volverá a ganar en la primera vuelta. Esto sostenido a la luz de las
debilidades reconocidas de cada una de las fuerzas políticas. Hoy unidas en la
“cruzada reaccionaria” contra la Venezuela bolivariana, que no se ha rendido a
los dictados del gendarme regional, el gobierno estadounidense.
Es de parte de ellos, la consabida
reverencia al presidencialismo imperial estadounidense. A través de los
sucesivos presidentes, desde George W. Bush, “Mr. Danger”, según la jocosa
denominación del Comandante Chávez en la Asamblea de la ONU, y los sucesores, Barack Obama, el actual
ocupante de la Casa Blanca, Donald Trump, quien no quiere hacer a un lado su
pretensión de fraude, contra el nuevo presidente, Joe Biden, cuya victoria ya
fue acreditada por el Consejo Electoral.
Joe no ha hecho ni hará ningún giro
que contraríe las afrentas y denuncias contra la revolución bolivariana, cuyo
bloqueo criminal siguen manteniendo, congelando fondos y persiguiendo a los
funcionarios y dirigentes de proyecto del socialismo del siglo XXI, con sus
vicisitudes y logros. Es el mismo libreto ensayado contra Cuba, solo que bajo
otras circunstancias.
No hay duda que el bloque de Centro y
reacción a la vista, de los cuatro amigües tiene unos interlocutores y adversarios
en lo electoral de cara a la presidencia de Colombia, así como en los
escenarios de participación que van más allá de lo instituido, de las
representaciones convencionales. El adversario más reconocido, sin duda, de
facto, es el senador Gustavo Petro, el contendor principal, puesto que obtuvo
más de 8 millones de votos, y quien ha puesto en claro quienes están del lado
de la paz y de la guerra, en el debate congresional citado con cuatro
senadores, Cepeda, Sandino, Robledo, y
Barreras, que descubrió las patrañas y artimañas de otro frustrado candidato
“destapado”, el exfiscal Humberto Martínez.
Éste organizó la tragicomedia de la
sindicación de Jesús Santrich, que lo condujo a un año de prisión en la Picota,
y al riesgo de ser extraditado, a raíz
del concurso delictiva de Marlon Marín, quien aprovechó su relación familiar
con uno de los dirigentes del nuevo partido Farc, y de la Fiscalía que procuró,
según lo denunciado, fondos y los kilos de cocaína, que buscaron ser exhibidos
como prueba fehaciente por parte del bloque de enemigos de la paz.
Es el mismo bloque que sigue jugando
duro en el interés de desprestigiar las instancias de la JEP, y de bloquear la
realización de los otros puntos que le dieron contenido y sentido a los
acuerdos de paz.
Hechas las cuentas, tenemos a la
vista dos bloques en construcción, con mayor o menor concreción, el de la
guerra, que esta semana ha estado muy atareado, teniendo como anfitrión a
Álvaro Uribe, quien pendiente de su proceso judicial se reunió con su partido y
los miembros de la coalición en El Ubérrimo, donde sigue tuiteando y preparando
su causa en la libertad obtenida a causa de su renuncia a la senaduría, con tal
de defenderse mejor.
Él “no dejó de dar puntada sin dedal”, dando
devoto inicio a la jornada de aguinaldos. Presentando a su queridísimo hijo,
como candidato al senado, para empezar, dizque enarbolando la causa del
trabajo, con el pírrico aumento del 4 %, para el salario mínimo, y la
disminución de la jornada laboral a 44 horas semanales. Es el parto de los
montes, de este joven turiferario del padrecito Uribe, frente a las miserias
ofrecidas por los empresarios, que hacen leña con la pandemia, - a través de
sus asociaciones con el gran capital financiero-, de los trabajadores
colombianos, empleados, desempleados, y precarios, que son la inmensa mayoría
desamparada.
¿De cuál éxodo hablamos?
“…la
perspectiva de resistencia y controversia radical no armada frente al orden
social vigente ha de orientarse al éxodo, sin claudicaciones ni
cooptaciones…sin la utilización de las armas que, de manera simultánea,
permitan la satisfacción de las necesidades básicas de la existencia social sin
obstáculos de naturaleza mercantil…” Víctor M. Moncayo, Éxodo, 2018:329.
“La protección de la población civil
es la prioridad de la estrategia de seguridad dirigida directamente por el presidente
Iván Duque.” Nancy P. Gutiérrez, consejera para los D.H, del gobierno de
Colombia, en ET, 16/12/2020, 1.4.
“Seguimos rechazando esta violencia
sistemática en contra de quienes son parte de las comunidades y han ejercido
como autoridades.” Jhoe Sauca, coordinador del CRIC, en Togoima, municipio de
Páez. ET, 16/12/2020, 1.4.
Nuestra respuesta…no es todavía una
propuesta sustantiva, sino apenas una línea-guía metodológica y, en todo caso,
no se debe esperar que esta respuesta ofrezca una solución y dé reposo al tema
planteado. Antonio Negri, Hacia la redefinición del poder constituyente: más
allá de la soberanía estatal, en: Prólogo, Éxodo. Salir del Capitalismo,
Aurora, 2018: 38.
Desde
antes del año 2002, con el exrector Víctor Manuel Moncayo hemos mantenido un
interés sostenido en las contribuciones del intelectual comunista y autonomista
Toni Negri. Lo hemos hecho de diferentes maneras y diferentes momentos.
Aprovechando los espacios académicos, científicos y políticos de la Facultad de
Derecho y Ciencias Políticas, y la Universidad Nacional de Colombia. Respondiendo
cada uno, a los aprestos de la modernidad que somos, y que son propios del
capitalismo dependiente y periférico que es Colombia.
Las lecturas de uno y de otro han
estado descentradas de la vulgata marxista, desde diferentes orillas. Una
enriquecida por la interlocución previa con Althusser, Poulantzas, Holloway, y
sobre todo, Paolo Virno; y la otra, la mía, de modo principal con la obra de
Antonio Gramsci y las experiencias de la escuela italiana de Galvano Della
Volpe, y la interlocución con la obra de Lucio Colletti y Mario Rossi, así como
los trabajos de Cornelius Castoriadis, y claro, Paolo Virno, en particular, un
ensayo que he trabajado en diferentes momentos de mi docencia, Multitud y principio de individuación,
que es una sintética interlocución con la obra de Gilbert Simondon, el maestro
de cabecera de Gilles Deleuze.
Pero, ahora, en los dos últimos años,
el exrector de la Nacional, quien fuera mi profesor de primer año de Derecho,
en Ciencia Política, se ha lanzado contra viento y marea, a recepcionar el último trabajo de Antonio
Negri, en su libro ensayo Éxodo. Salir
del Capitalismo (2018). Aquí, él involucra y actualiza sus aprendizajes
anteriores, que volcó en parte en el Leviatán
Derrotado (2004), donde la preocupación era por mostrar la crisis del
estado moderno, al modo como lo concibieran Hobbes y sus continuadores, con
aplicación a una lectura descentrada del estado colombiano y su derrumbe.
Pero, lo que en verdad acometió allí
fue el estudio del régimen político colombiano, y su carácter sistémico. Algo
que él enseñaba desde su cátedra en la Nacional, cuando regresó de Lovaina, y
nos puso en contacto con la obra de David Easton y de Umberto Cerroni.
Ahora, en su segunda parte reflexiva,
ya se aventura a un ejercicio no solo crítico sino propositivo, con respecto a
la caducidad del estado en el mundo y en el país, lo que no quiere decir que
haya desaparecido, o vaya a desaparecer de un momento para otro. Pero, él
también busca salidas para Colombia, que implican, como lo revela el subtítulo,
salir del capitalismo, esto es, el sistema como totalidad, de cuyo estudio
primordial se encargó Karl Marx, entregando su vida a esta empresa heroica,
después del fracaso de la revolución de 1848, y el éxito parcial, provisional
de la Comuna de París (1871), en tiempos de crisis capitalistas.
Estas reflexiones actuales están
abrevadas por su participación en la Comisión
Histórica del Conflicto y sus Víctimas en Colombia, donde fungió como uno
de los relatores. A la cual contribuyeron diferentes visiones, de un espectro
de inclinaciones y credos políticos. A estas él se refiere a espacio y con
diferentes énfasis. Nominándolos por los apellidos de sus autores, sobre todo,
en el recorrido del capítulo VI, que lo denominó La perspectiva colombiana.
Esta parte que se extiende desde la
página 210 a la 329, contiene un muy buen material comentado, y reflexiones
propias para tratar de desentrañar el rumbo de la lucha del trabajo material e
inmaterial en la presente coyuntura estratégica glocal. Valiéndose de claves
interpretativas y explicativas provenientes de un tronco principal, las
cogitaciones del maestro cattivo, de
quien lo separan en edad, nueve años. Él mismo que en el texto que sirvió de
Prólogo a Éxodo, revela la siguiente guía metodológica:
“Nuestra respuesta es la de alguien que se
hace con el balón y dispara, creando así una dinámica, un movimiento…tenemos
que comenzar por investigar las redes de cooperación que animan la producción y
la reproducción de la vida social.”
La comunicación de esta última parte
de mi reflexión, descubre las comunidades con Negri, y Moncayo, con las consabidas distancias
materiales y especificidades formativas e investigativas, a las que ninguno
tiene por qué renunciar, siguiendo la revelación de Antonio:
“Por primera vez, por fin, nosotros
los intelectuales podemos comenzar a hablar como los proletarios. Finalmente,
ha terminado aquella separación del trabajo manual que nos hacía sentir
distintos, y de alguna manera partícipes de la explotación de los obreros.
Ahora sabemos que el trabajo que hacemos con nuestra cabeza no tiene nada que
envidiar al de cualquier otro…nosotros los intelectuales somos también los
explotados y la sal de la tierra.” (Moncayo, 2018: 23)
Al preguntarme por ¿cuál éxodo?
Acepto el reto de estos peculiares compañeros de viaje. Teniendo en cuenta,
como lo expresa Moncayo, el partir del Acuerdo de Paz de La Habana, la
perspectiva del éxodo, que el desarrolló en el capítulo V, de modo general.
Para lo cual él observa las prácticas y movimientos sociales, y no sólo a la
organización guerrillera convertida ahora en partido político legal,
enfrentadas con múltiples retos y expectativas. (Moncayo, 2018: 24)
En materia de diferencias
conceptuales, al hablar de nuestro éxodo y su actualidad, Moncayo recuerda que
la multitud no la componen “ciudadanos”, ni “productores”, porque se rompieron
las distinciones, que no diferencias, entre lo individual y lo colectivo, lo
público y lo privado.
Hablemos, pues, de los “muchos” que
no son todos y cada uno, como aparecen por ejemplo mencionados por Baruch
Spinoza, cuando se refiere a la voluntad de todos, a diferencia de la voluntad
general rousseauniana. La referencia es a multitud como concepto de clase, es
decir, “la clase de todas las singularidades productivas, de todos los sujetos
del trabajo material e inmaterial, inmediato y no inmediato, cuya potencia
puede expresar su deseo de transformar el mundo.” (Moncayo, 2018:25)
Tal es la multitud de la que también
hablo aquí, cuando me refiero al bloque de la paz, enfrentado al bloque de la
guerra; cuando hablo en esta coyuntura estratégica de su potencia desenlace, en
el sentido del triunfo de una de dos alternativas: la paz reaccionaria o la paz
subalterna, en una lógica que pretende ser adversarial, aunque el bloque al
comando del estado insista en la fórmula amigo y enemigo.
Si no, ¿dónde situar el siguiente
reporte del solo año 2020, entregado por la ONU? En él la alta comisionada para
la paz, Michelle Bachelet, señaló que la Comisión de Verificación documentó 66
masacres, en las que 255 personas fueron asesinadas en 18 departamentos, el asesinato
de 120 defensores de D.H, y 244 asesinatos de excombatientes de las Farc.
La multitud que protagoniza el éxodo
en Colombia está hecha de las víctimas muertas y, claro está, de las vivas que
son millones, sujetas a relaciones de opresión, explotación, dominación y
subordinación, multiplicadas. En entero acuerdo que no se trata, en ningún caso
de homogeneizarlas, a través de una soberanía bajo la forma del pueblo nación.
A pesar de las ambigüedades que la
constituyen, como bien lo subraya Paolo Virno, en sus escritos, esta, en mis
términos, multitud subalterna, tiene la capacidad de imponer una sociedad
alternativa a la sociedad del capital, que para nada requiere que se borren y
resuelvan las diferencias, sino que garantice que las singularidades, las
subjetividades en su pluralidad florezcan con sus respectivos procesos de
individuación, que no hay por qué tronchar o truncar.
A las puertas del estado de emergencia climática
“EE.UU volverá al Acuerdo de París en
el primer día de mi presidencia e inmediatamente empezaré a trabajar con mis
homólogos en el mundo.” Joe Biden
“Tenemos ahora la posibilidad de
congregar al mundo en un enorme esfuerzo para reducir las emisiones de gas de
efecto invernadero.” John Sauven, director ejecutivo de Greenpeace.
Todo lo anterior dicho supone, en el
caso de Colombia, y en el marco indiscutible de la emergencia climática, que la
multitud se haga estado para darle curso radical a la sociedad autorregulada en
procura de lo común. Expresada en las múltiples formas de auto-organización que
tenemos a la vista en el último periodo, que se extiende desde los años
2010/2011.
El hacerse estado de los subalternos,
nos acerca a Lenin como punto de fuga efectiva de lo político estatal sin
romanticismos anárquicos. Este hacerse estado lo es en avance de la lucha
contra-hegemónica que disgrega el bloque histórico que domina a las fuerzas
subalternas en Colombia.
Al respecto existe una discusión
directa, en el marco de esta coyuntura estratégica con respecto al
entendimiento de la autonomía de lo político y de la política, que diferencian
también Negri con Moncayo, y otros tantos. A una y otra caben en la reflexión
en comento, que caen desde el campo liberal hasta la izquierda radical en el
espectro de la soberanía.
Pero, en nuestro caso, la lectura se
hace desde la perspectiva de Jacques Rancière, que propone la política, como el
hacer de los sin parte, que no define a la democracia como régimen, sino, en
últimas como poder constituyente y, añadiría, destituyente, en procura, incesante, de la autonomía
integral que signa la nueva época de la guerra de posiciones política que a nivel planetario se libre entre la
democracia y el imperio.
En este caso de la multitud subalterna
que lucha por la autonomía integral. Ella está, en efecto, compuesta de
diferentes singularidades constituyentes. Empleando y corrigiendo los términos
de Moncayo, no se trata de un pluralismo, sino de una pluralidad multitudinaria
que lo recuerda Negri, rompe “con toda concepción fetichista de la unidad
política”, y corta “amarras con los conceptos de pueblo y de nación
tradicionalmente entendidos como unidad” (Negri, 2018, 35)
Con las diferencias anotadas, la
multitud en movimiento, que arranca cuando menos, en el marco del régimen
para-presidencial gobernado por Álvaro Uribe, con la marcha protesta del
maestro Moncayo, quien partió de Sandoná, para reclamar la liberación de su
hijo militar, y llegó hasta Bogotá. Es la que continua después hasta la
movilización multitudinaria, diversa, de los diferentes de noviembre de 21, y
las protestas espontáneas de rebeldía ciudadana y juvenil de septiembre pasado
en las calles de Bogotá, y Cali, que se sellaron con asesinatos oficiales.
Esta multitud responde, sin duda, a
nuevas formas de antagonismo, que no se reducen al clásico enfrentamiento entre
capital y trabajo que correspondió a la fase del capitalismo competitivo, y del
que dio cuenta de manera magistral el escrito de Federico Engels, acerca de la
situación de la clase obrera en Inglaterra, durante el siglo XIX.
Se trata de una nueva forma de poder
constituyente, no solo política sino social, que está vinculado a “los
comportamientos sociales y a las nuevas tecnologías de subsistencia,
resistencia y transformación de la vida” (Negri, 2018, 38). En Colombia, en
nuestra modernidad, que no responde a ningún molde o prototipo a seguir,
también se da la presencia hegemónica del trabajo inmaterial, que toma cuerpo
en las experiencias protagónicas de modo diverso, de las mujeres, de los
jóvenes, de las minorías étnicas, y la pobrería desempleada e informal. Para
solo referir tres de las realidades observadas en sus luchas, que prueban que
los subalternos en Colombia, no solo pueden hablar, sino que actúan, y
reinventan sus formas de organizarse y reproducir la vida.
Este es el tiempo de la producción
biopolítica, y al respecto, Gustavo Petro, quien rechaza, igualmente, casi en
solitario, los embelecos del centro, en relación con las candidaturas más
opcionadas, por las mediciones iniciales, coloca, en cambio, en uno de los
extremos la defensa de la naturaleza, la alternativa ecológica que se enfrenta
con la voracidad capitalista, y responde al “estado de emergencia climática.”
Al hacerlo está en sintonía desafiante
con lo dispuesto en el Acuerdo de París, de limitar el calentamiento global a
un máximo de 2 oC, pero a todas luces la marcha en el presente siglo, por el
contrario parece acercarse a superar los 3 oC. Reunidos en París, en la Cumbre
de Ambición Climática, a instancias de Antonio Guterres, y el papa Francisco,
con 38 estados reconocen la urgencia de lograr la neutralidad del carbono. Para
empezar, fijan a las claras otra ruta para el éxodo del capitalismo, después de
2015.
Con la expectativa de la inminente
salida de Trump del gobierno estadounidense, y las promesas de Biden, de
recuperar la sensatez en materia de emergencia climática, sin que haya en él, y
en la inmensa mayoría de los gobiernos firmantes ningún giro anticapitalista,
se fija un norte al “credo realista” de la Colombia Humana. Dan una ruta al
rumbo presente de la empantanada paz de Colombia, y a la producción biopolítica
que de paso al desmonte definitivo del régimen para-presidencial y ponga un
alto al avance de la para-república que no cesa por estos días, sino que crece
como verdolaga asesina en casi total impunidad.
Así las cosas, el éxodo
anticapitalista empieza a tomar cuerpo y figura, muy a pesar de los silencios
al respecto del progresista Petro; y sin que dejemos de lado los ejercicios de
las nuevas ciudadanías que pueblan los campos y ciudades de Colombia,
potenciando el núcleo de buen sentido que anida en el corazón del sentido común
dominante. Haciéndose eco inteligente del decir del papa jesuita, amante del
fútbol: “la actual pandemia y el cambio climático, que tienen una relevancia no
solo ambiental, sino también ética, social, económica y política, inciden, sobre
todo, en la vida de los más pobres y los más frágiles.”
Así las cosas, el desenlace de la
crisis de hegemonía en Colombia, está pasada por el diapasón de la bioética, y
por el hacerse estado de los subalternos en procura de las condiciones para una
paz democrática duradera, donde la sociedad autoregulada exhiba sus
potencialidades constituyentes.
Lo cual reclamará una puesta en
situación de los lenguaje puestos en la liza por el accionar de los “cuatro
amigües”, que siguen hurtándole el bulto a la relevancia de la autonomía de las
multitudes para fijarle el rumbo adecuado a sus sociedades, y que le hacen el
juego a los cantos de sirena, supuestamente “democráticos,” tan democráticos
como el del Centro, que empieza a
proyectar las aspiraciones de Tomás, el delfín capitalista, de la prole
ubérrima.
El bloque reaccionario escucha a esta
“oposición,” así llamada por Leopoldo
López, Corina Machado, Juan Guaidó y sus asociados. Mientras guarda silencio
frente a lo que le reclama la oposición interna colombiana, cuyos liderazgos se
anegan en sangre diaria; con la ocurrencia lapidaria de la comisionada de D.H,
del gobierno de Colombia, que dice que el principal problema es la ilegalidad,
y no la hecatombe humanitaria que está delante de sus ojos, y de 48 millones de
compatriotas.