lunes, 1 de julio de 2019


Algunas señales en el horizonte
Giovanni Mora Lemus (28/06/19)

Después de casi once meses del gobierno de Iván Duque podemos advertir algunas señales que marcarán el devenir del país en los próximos años. La primera de ellas es el entrampamiento por parte del ejecutivo del proceso de paz y los acuerdos de la Habana- Teatro Colón. 

Está claro, no hay voluntad política para profundizar en los acuerdos; peor aún, hay una persecución directa contra la justicia transicional. La última zancadilla al proceso la encabeza el uribista Herbin Hoyos, quien está recolectando firmas para hacer un referendo que derogue a la JEP.

Ante nuestros ojos se levanta un nuevo ciclo de violencia. Atrás quedaron los ímpetus de los subalternos por empezar, después de una larga noche, un tiempo de paz y reconciliación. Los datos son elocuentes, según INDEPAZ[1] entre el 1 de enero de 2016 y el 20 de mayo de 2019 fueron asesinadas 837 personas, de ellas 702 líderes sociales y defensoras de Derechos Humanos y 135 exguerrilleros en proceso de reincorporación.

La violencia golpea de modo selectivo a los liderazgos en las regiones y a sus organizaciones sociales, así como al naciente partido político. Indignados vimos, hace algunos días, las dramáticas escenas del asesinato de la lideresa María de Pilar Hurtado en Córdoba.

Organizaciones sociales y políticas como la Marcha Patriótica merece especial cuidado según el último informe de INDEPAZ. Desde que se suscribió el acuerdo, 77 integrantes de este movimiento han sido asesinados. Asimismo, los departamentos que más presentan casos de asesinatos de mujeres y hombres, líderes sociales, en este año son; Cauca, Nariño y Antioquia. Lo que el saliente y renunciado fiscal general de la nación nunca quiso reconocer es que asistimos a una sistematicidad en los asesinatos. El tristemente célebre abogado de transnacionales y cacaos nativos, Néstor Humberto Martínez negó siempre que existiera un patrón en estos hechos, la realidad nos dice todo lo contrario. 

El pasado mes de mayo un artículo en el New York Times prendió las alarmas sobre el regreso de prácticas de terror, llamadas en años pasados como falsos positivos. Por su parte, el analista León Valencia en su último libro[2] recuerda al periodista estadounidense Brian Winter, quien publicó una columna titulada el verdadero Iván Duque. Allí se pregunta a propósito del retorno del uribismo lo siguiente; ¿Los monstruos capaces de asesinar a personas inocentes y hacerlas pasar por guerrilleros de las Farc se sentirán empoderados otra vez? Los hechos le están dando la respuesta.

Después de diez meses es fácil advertir que la llamada economía naranja era solo un sofisma de distracción. La orange economy se presentó como la alternativa al cacareado castro-chavismo, pero hoy sabemos muy poco de esa “teoría económica”, apenas algunos programas que desde el ministerio de cultura lo nombran en cuñas televisivas.

 Lo cierto es que caminamos hacia un estancamiento de la economía, la advertencia la hacen expertos en la materia como Eduardo Sarmiento Palacios, el mismo presidente del Banco de la República, Juan José Echavarría.            

Las señales para los próximos tres años no son halagüeñas, el partido de gobierno, insiste en la idea de un imaginario estado de opinión. El retorno del glifosato sobre los cultivos ilícitos, por ejemplo, se sustentaría bajo la supuesta unanimidad que existe en la sociedad civil; veneno y más veneno para acabar con el narcotráfico.

Voces extremas como la de Félix Lafaurie[3] pregonan desde su columna de opinión que la salud y el ambiente no se afecta con el herbicida: “la aspersión aérea se suspendió en Putumayo en 2013 por exigencia de Correa”. Afirmaba el regente de los ganaderos, y conviene recordarle a los subalternos que un estudio hecho por la Comisión científica ecuatoriana[4] concluyó otra cosa.

Según los cientistas ecuatorianos, sí hay una afectación negativa en la salud física y mental de los pobladores que se exponen a las aspersiones aéreas; asimismo, hay daños a nivel ecológico, en la economía local y en la seguridad alimentaria. Más aun, la investigación indicó, desde el año 2007, fecha de su publicación, “que existe daño a nivel cromosómico de los individuos, en un rango de 26% comparado con una población no expuesta al paquete herbicida”.

La última palabra en materia de paz, y de aspersión con glifosato la tiene la Corte Constitucional, pero sabemos que el uribismo no descansa. Seguramente idearán otra estrategia sin encuentran un revés frente a este tribunal.  A lo cual es necesaria la auto-organización de los subalternos para defender lo defensable.                         






[1] http://www.indepaz.org.co/wp-content/uploads/2019/05/SEPARATA-DE-ACTUALIZACIO%CC%81N-mayo-Informe-Todas-las-voces-todos-los-rostros.-23-mayo-de-2019-ok.pdf
[2] Véase “El regreso del uribismo” León Valencia. Editorial Planeta. 2019
[3] Véase la columna titulada “el glifosato de vuelta” https://www.centrodemocratico.com/?p=7100
[4] Véase “El sistema de aspersiones aéreas del Plan Colombia y sus impactos sobre el ecosistema y la salud en la frontera ecuatoriana”. file:///C:/Users/acer/Downloads/InformefinalGLIFOSATOdelaComisionCientificaEcuatoriana.pdf

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