jueves, 15 de octubre de 2015

DOCUMENTOS PARA EL DEBATE EN EL  X SEMINARIO INTERNACIONAL A. GRAMSCI, 26-31 DE OCTUBRE DE 2015.

BOGOTÁ NO TIENE METRO, PERO TAMPOCO TRANVÍA

Miguel Angel Herrera Zgaib

                                                               Antes de 1948, Santa Marta tenía tren, pero no tranvía, según el estribillo de una añeja canción que decía, además, si no fuera por las olas, Santa Marta moriría. Bogotá no tiene metro, no tiene tranvía, y tampoco olas, caramba.

Entre ayer y hoy, se ha recibido el anuncio nacional que Medellín vuelve a tomar la delantera, inaugurando su línea de tranvía, que estará en funcionamiento pleno para el mes de noviembre. Bogotá después de 70 años tiene la novela negra de los dicen, 17 planes, para construir la primera línea del metro.

El actual alcalde, quien saldrá en 2 meses de su oficio terminó la iniciativa de la construcción del famoso "tranvía", porque había un con-cuñado en la gestación y eventual construcción de dicha línea, que en parte iba a retomar el trazado de lo que fuera el tranvía que en los hechos del 9 de abril existía, y que fue destruido por las llamas, como buena parte de las construcciones aledañas presa de las llamas, y de la ira de las multitudes golpeadas por el asesinato de su caudillo.

Por estos días se discute también, por qué no arranca la construcción del metro, y por qué el presidente Santos se muestra remolón para darle la nación  el gran aventón financiero a este ejercicio, que según decir de Aurelio Suárez, es lo que hizo la diferencia en la solución al problema del transporte público en Medellín. 

En pocas palabras, empezar por construir la columna vertebral del sistema, esto es, el metro, que al principio tuvo tremendos problemas financieros, hasta quedar suspendida su obra por algún tiempo; hasta encontrar también una inyección financiera privada del extinto BIC.

En Bogotá, en cambio, la fórmula fue miserabilista, y en palabras del alcalde Petro, por lasa Caracas lo que se echó a andar fue ell Transmilenio, que se sabía sería un mar de incomodidad, hoy insoportable, pero que en lugar de los buses atestados y en guerra del centavo, ofrecía llegada rápida entre el norte y el sur, cuando menos; y en menor medida entre oriente y occidente.

Pero, el transmilenio se tornó obsoleto en menos de un década, y su propia construcción, del suelo a las estaciones son un problema cotidiano, que su artífice más caracterizado, Enrique Peñalosa, el urbanista, no asume como responsable; y mucho menos Antanas, quienes siguen "malqueriendo" a las multitudes, que lo primero que requieren son condiciones de trabajo dignas y regulares, y por supuesto transporte público confiable y económico. Ni la una ni la otra existen en la ciudad capital, en la que habitan más de 8 millones de personas.

Este 25 de octubre habrá la oportunidad de elegir, en Bogotá, a un alcalde, y concejales, lo que supone que una parte madura, decisiva de la ciudadanía, le fije una ruta clara a la solución de tres problemas, seguridad, y específicamente, trabajo y transporte dignos, que son los garantes, en últimas, que la seguridad ciudadana sea posible. 

Sin descuidar, por supuesto, la presencia real y efectiva de una policía cívica, y no una policía aplicada al quehacer del orden público, que es lo que ocurre desde el tiempo de la Violencia, pero, peor aún, a partir de los años 80 del siglo pasado. 

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