XIII FORO PALABRA
Y ACCIÓN
PONENCIA
DEMOCRACIA SUBALTERNA, PARO Y PENSAMIENTO DE RUPTURA.
Miguel Ángel Herrera Zgaib, PhD.
Profesor
asociado, Departamento de Ciencia Política
Universidad
Nacional de Colombia.
ELEMENTOS DE TEORÍA
La presencia de la Multitud Ciudadana Subalterna
Cuando
proyectamos este Foro, las deliberaciones que comenzaron el lunes 3 de mayo, en
el espacio de la facultad de Derecho y Ciencia Política de la U. Nacional, no
teníamos a la vista el devenir de la protesta nacional, y mucho menos la
coyuntura del paro que cumple su quinto día. Sí teníamos en nuestro haber
analítico explicativo, una caracterización del devenir previo de una coyuntura estratégica que rastreo desde
los años 1999-2010, en el grupo presidencialismo y participación; y cuyos
primeros hallazgos plasmé en lo que fue mi disertación doctoral presentada a
comienzos del año 2019.
Conviene no olvidar cómo en el acto público de sustentación reiteré, que
Colombia, su comunidad política, gobernantes y gobernados, experimentan el
desenlace de una crisis de hegemonía, ante un auditorio de más de 100
asistentes, quienes me honraron con su presencia. Esa crisis postulaba, a fuer de síntesis, una
relación entre dos extremos dinámicos a la vez que traumáticos, la democracia
subalterna y el para presidencialismo.
Las conclusiones de la disertación fueron objeto de un comentario de uno de
los jurados, cuando sostuve ante el público que estaba en curso una revolución
democrática interrumpida en el marco de una crisis orgánica de larga duración.
Que para entonces, ya firmada la paz con las Farc-Ep a finales del 2016, no
sólo este hecho, la firma de la paz, a contravía de la “emboscada” del
plebiscito, sino el accionar de los subalternos, nos mostraba el sostenido
ascenso de la lucha social y política en cabeza de un nuevo sujeto político
plural, la multitud ciudadana subalterna,
que tenía expresiones capilares, moleculares que se comprobaban en la matriz de
subalternidad que fui elaborando a lo largo de diez años en mis clases y
trabajos investigativos con el grupo que creamos desde el año 1999.
Este nuevo fenómeno político y social que transforma la gramática de los
movimientos sociales en Colombia, se venía mostrando con anterioridad, y, en su
potencialidad, ofreciéndonos pruebas indiciarias, cuando el profesor Moncayo empezó
una marcha casi en solitario desde Sandoná, y como en la fábula del flautista
de Hamelin, se le fueron sumando cientos de protestantes contra la guerra
social fratricida, que afectaba en primera persona la libertad de su hijo,
retenido por las Farc-Ep.
Hasta que la marcha de la paz llegó,
tocó a las puertas del Capitolio, donde lo recibió con arrogancia el presidente
de turno, Álvaro Uribe Vélez, sordo antes como ahora al clamor humano de una
ética de vida que se sustenta en una paz duradera y reconciliatoria. Porque
hasta la fecha se trata de parar, como tarea inaplazable, la bestial sangría de
la guerra social orquestada desde arriba contra los muchos. Porque los
subalternos siempre anhelan y demandan de manera heroica, desde los tiempos de
la Constitución de la Gran Colombia, cuando menos, democracia con reformas para
abolir los privilegios.
Con todo, uno de los jurados sostuvo ante el auditorio de mi disertación que
lo sustentado era, por decir lo menos, demasiado optimista al detectar primero,
e insistir luego que las potencialidades del hacer de los grupos y clases
subalternas de Colombia marchaba en la dirección de un nuevo ciclo de la
revolución democrática interrumpida, varias veces, con causa en la guerra
social de la guerra desplegada desde arriba, desde cuando ocurrió el asesinato
de Jorge. E. Gaitán.
El ejercicio de cualquier sustentación doctoral tiene límites temporales,
establecidos de antemano, 20 minutos, y 5 minutos de réplica para el expositor
delante del jurado y la audiencia. Entonces, uno de los oyentes reclamó que me
dieran tiempo para ampliar lo que de modo sustancial ya había expuesto, pero
fue conminado a guardar silencio.
¿Qué prueban los hechos, y
qué explica la teoría política?
Hoy está claro, más que nunca, ¿qué tan adecuado fue mi diagnóstico de
enero del año 2019? Éste nada tenía que ver con futurología, ni emulaba con las
“predicciones” de las ciencias naturales, que, por lo demás, naturales son todas,
incluidas las humanas y sociales, pero no solamente eso. Ellas, cada una de las
ciencias, tienen sus especificidades, porque, además, incluyen tanto carga
histórica como ideológica. Tal y como lo probó el epistemólogo materialista,
Louis Althusser en sus trabajos ampliamente difundidos en la década de los años
70.
No por eso eché para atrás, en la sustentación, lo que había afirmado y
probado “tendencialmente” en mis hallazgos consignados en el trabajo doctoral
que es un ejercicio de saber materialista, uno que Althusser denominó “materialismo
aleatorio”, al final de su vida cerrada por la tragedia,. Hace años que, en
materia de epistemología, soy cuidadoso en no confundir “condiciones” y “determinaciones”
en materia de saberes sociales.
Porque lo aprendí de la vida misma, propia y ajena; y de la lectura de
Carlos Marx, y Antonio Gramsci, entre otros. A quienes estudié y estudio con
rigor, en medio de las limitaciones existentes, personales y de la sociedad en
la que vivo, sin que, por lo demás, mi pensar estos asuntos se haya acabado y
concluido.
A propósito de lo que implica en el ámbito de las epistemologías del sur,
el materialismo activo, aleatorio, que no rinde culto a las determinaciones,
pero que nunca ignora las condiciones de diverso tipo y rango, pero condiciones
al fin, porque a la base de lo dicho por las ciencias está la libertad y
creatividad humanas inagotables.
Como los asistentes lo supieron ese mismo día de la disertación, mi trabajo
doctoral fue aprobado, y recomendada su publicación. Después de más de un año,
presentada ante el Comité de publicaciones, fue autorizada ya, este semestre su
publicación oficial en la colección Gerardo Molina. Así que el público tendrá
la oportunidad de juzgar lo que yo califico como pensamiento de ruptura. Sobre
el particular, hago este nuevo avance como un componente de las deliberaciones
del XIII Foro palabra y acción, de frente a una coyuntura estratégica
extraordinaria, cuyo desenlace vengo diagnosticando con el equipo de estudiantes
que habitan de manera circunstanciada los espacios de reflexión del Grupo
presidencialismo y participación que dirijo desde que son docente de planta en
la Universidad Nacional de Colombia.
De otra parte, la disertación que tomo como base de esta ponencia está
elaborada y prueba la refundación de la Ciencia Política moderna, desde la
perspectiva de los grupos y clases subalternas. Es una hipótesis que formulé
para su prueba en un trabajo anterior, con el cual me gradué como maestro en
Ciencia Política en la UNAM. Escribí y sustenté la tesis Antonio Gramsci y la Crisis de Hegemonía. La refundación de la Ciencia
Política (2016). Está publicada como libro en la facultad de Derecho y
Ciencia Política, donde puede ser adquirida, y consultada para los interesados.
Es una operación doble, porque entraña una refundación de la ciencia
política clásica burguesa, que arrancó con fundamento en la sociología política
comprensiva elaborada por Max Weber. La refundación de este saber moderno, que
arrancó con Nicolás de Maquiavelo, plasmado en De Principatibus, La Historia de Florencia, Los Discursos sobre la
Primera Década de Tito Livio, lo reelaboró Antonio Gramsci con el nombre de
ciencia política, que nunca empleó Maquiavelo. Lo cual nunca hizo Weber, quien
prefirió continuar hasta su muerte siendo un sociólogo. Tampoco lo hizo su
discípulo estadounidense más connotado, Talcott Parsons. Ambos están en la
fundamentación de la ciencia política norteamericana, la de David Easton,
Gabriel Almond, Verba, Pye, y otros, que sigue siendo hegemónica hasta hoy en
día.
Es la obra fùr ewig de refundar la política y su ciencia en la modernidad
subalterna y su despliegue revolucionaria en el posterior ciclo de las
revoluciones proletarias. Así llamó Antonio Gramsci también este saber nuevo,
en la correspondencia con su cuñada Tatiana Schucht, anunció que trabajaría un
plan para la eternidad humana.
Es la obra que plasmó en los
Cuadernos de la Cárcel, que son sus borradores, concebidos a la manera de los
Grundrisse de Marx, en condiciones heroicas, en una celda, aquejado de varias
enfermedades, bajo condiciones de censura permanente.
La diferencia con los Borradores de Marx, es que éstos, de cierto modo se
plasmaron en vida de éste, en la publicación de un primer libro, de la Crítica
de la Economía Política, que tardó diez años en entregarlo a las prensas. Este
primer volumen, en forma corriente, lo conocemos como “El Capital” publicado en
1867.
¿Qué es el pensamiento de
ruptura, y hacia dónde orienta?
Quienes tendrán la oportunidad de
leer mi escrito de disertación podrán convalidarlo o no, en ese horizonte, teórico
científico, epistemológico pensado, visto y probado desde y en el Sur. El
enfoque general que adopto, que reviso, Antonio Gramsci lo denomina Filosofía de la Praxis, porque así lo
derivó y aprehendió de su lectura crítica de Antonio Labriola, a quien nunca
conoció en persona, y quien en el marco
de la Segunda Internacional, siendo un intelectual socialista independiente.
Así nombró Labriola al materialismo histórico como bautizara Federico Engels, en su obra de divulgación, al hallazgo marxiano del materialismo práxico, y que no ocultó al publicar como un apéndice las Tesis sobre Feuerbach, llevadas y traídas por muchos comentaristas y glosadores, entre los que se incluye al monstruo del existencialismo contemporáneo, Martin Heidegger.
Dicho enfoque lo denomino pensamiento de ruptura. Es un nombre que tiene antecedentes. Ante todo, las referencias a las rupturas epistemológicas tratadas por las escuelas de la epistemología francesa, con Gastón Bachelard a la cabeza, y Louis Althusser después, para el campo de los saberes sociales. En particular, al pensar la produccoón de Carlos Marx como descubridor de un nuevo continente científico, la historia.
Antes, en términos filosóficos, con respecto al pensamiento de ruptura, hay una trayectoria fecunda que nos puede llevar, sin duda, hasta el mismo Epicuro, como lo rescató también al doctorarse Marx, y escribió su disertación sobre la filosofía natural en Demócrito y Epicuro para su defensa en la Universidad de Jena.
En términos lógicos, el pensamiento de ruptura es lo fundamental una operación de conocimiento
científico materialista, esto es teórico práctico, que aprehende lo concreto
real como un concreto pensado. Que toma en consideración la práctica social, y
la praxis que abreva en ella. Esta coupure
la califico como pensamiento de ruptura, en los ejercicios formativos de las
clases que comparto a lo largo de estos años.
De este hallazgo epistémico hice una primera exposición en la primera parte
de otro libro ya publicado en la colección Gerardo Molina, “Antonio Gramsci y
el pensamiento de ruptura,” cuya generosa tarea de edición hizo el joven
colega, politólogo e historiador en ciernes, Juan Carlos García Lozan.
En suma, se potencia y rastrea la rica veta del pensamiento revolucionario en sus
fundamentos, todo en consonancia con el materialismo práxico, en interlocución
crítica con la obra seminal de Max Weber. La he compartido entre otros
intelectuales destacados, con Juan Carlos Monedero, quien me confesó que había
pensado hacer un ejercicio comparado entre Gramsci y Weber, para rendir su
disertación en Alemania, pero que su director, aquella vez, le había escogido
que escogiera algo más expedito para
graduarse entonces.
Reconozco que el pensamiento de ruptura, transformador, lo refirió de
manera sucinta, a la vez que esclarecedora, Marx en sus “olvidadas” Tesis sobre Feuerbach (1845), las que
rescató Federico Engels, y publicó como un anexo a su escrito publicado varios
años después: Ludwig Feuerbach y el Fin
de la Filosofía Clásica Alemana (1888). Pero este pensamiento de Marx tiene
sus antecedentes más remotos en la filosofía natural de Epicuro, al que él
compara con la obra de Demócrito en su trabajo doctoral para la Universidad de
Jena.
Para pensar la crisis actual y el rumbo de su desenlace en Colombia
El presente Foro es la ocasión propicia, con todo y su dramatismo a la
vista, para indagar por el rumbo presente, y en apariencia definitorio, del
desenlace de una crisis de hegemonía que afecta al bloque de clase dominante en
Colombia. Así, se ofrece a nuestra vista de analistas, y de intervinientes en
la política inmediata, la oportunidad de aprender lo útil de lo allí consignado,
que, entonces se nutrió de un espacio colectivo, el de mis clases, durante
cuando menos diez años de docencia, investigación y extensión.
Ahora, recapitulemos, esto es, después, a partir del año 2010, la crisis de
hegemonía siguió su marcha hasta hoy, pero tuvo estaciones significativas no
definitivas. La primera se concreta al final del año 2016. Porque se firman
después de cuatro años de deliberaciones unos acuerdos de paz, que antes sufren
el resultado “desconcertante” del plebiscito, porque una precaria mayoría de
votantes le dijo no. Tal mecanismo no tenía fuerza vinculante para las partes,
esto es, el gobierno, las Farc-Ep y la ciudadanía toda.
Por esta razón, el presidente Santos sometió el acuerdo de paz al refrendo
por parte del poder legislativo, en cuyo trámite le fueron introducidas
modificaciones, en especial, la del bloque dirigido por el Centro Democrático,
agrupamiento que yo defino como el Bloque de la Guerra, aglutinador de masas
que lo reconocen defensor y exponente de la paz reaccionaria, es decir, la que
reclama para hacerla efectiva la rendición del enemigo/adversario, cuya
herramienta privilegiada es la guerra liquidadora.
Es una intención que expresó por primera vez, César Gaviria, y su primer
ministro de defensa, un civil, como lo autorizó la nueva Constitución, quien
pronosticó que liquidarían a la guerrilla de las Farc-Ep, en 18 meses. Esa
mítica cifra continuó gravitando en la cabeza trastornada del dos veces
presidente, hasta que para 2008, las ilusiones de una derrota aplastante de la
insurgencia subalterna se disiparon.
Empezaron de nuevo las negociaciones en secreto, a cuyo cargo estuvo el
nuevo mindefensa, Juan Manuel Santos, un conspirador y un intrigante nato, amante
de los juegos de azar, quien ha preferido el póker al ajedrez, con los
resultados conocidos.
El poder legislativo, sus mayorías, dieron aprobación al acuerdo de paz
reformado, y sancionaron su validez. Este texto es el que se proclamó y firmó
en el Teatro Colón, en acto público con presencia de los acompañantes internacionales
que estuvieron en todas las deliberaciones, selló una paz precaria, porque
tenía como contrafuerte al bloque de la reacción, de la guerra, no dispuesto a
cejar en su proyecto.
Bajo estas condiciones, con todo, la realidad de la paz y el posconflicto
abrió la puerta a un nuevo momento en el desenlace de la crisis de hegemonía, y
así lo entendió la comunidad internacional, y el progresismo burgués global que
premió a Santos, en solitario, con el nobel de la paz, ignorando a la insurgencia
subalterna, la otra cara de la monedad.
A hoy, la disputa de la paz, ya no en el escenario de la sociedad política,
donde no hubo vencedores ni vencidos, sino en el terreno de los llamados
“organismos privados”, en los que y a través de los cuales se cumplen de forma
preferente la función de hegemonía, es decir, de dirección del conjunto de la
sociedad en condiciones de libertad individual y colectiva.
La relación entre una y otra, esto es, la sociedad política y la sociedad
civil, son las superestructuras complejas. Gramsci las abarca con el concepto
de Estado integral o Estado ampliado. Se dice ampliado, porque el estado
moderno, después de la primera guerra mundial se amplía al ámbito de la
sociedad civil en materia económica y social, con su intervencionismo
generalizado que se amplía y consolida para conjurar la depresión económica del
año 1929, con todo lo que implica.
En síntesis, cuando advertí en mi disertación de lo que caractericé como el
desenlace de una crisis de hegemonía que afecta al bloque de clase dominante en
Colombia, definía un campo de disputa estratégica modificado por el cambio en
las relaciones de fuerza, durante la guerra de movimientos que con
interrupciones se realizó, en un nuevo ciclo superpuesto, a partir de
1999-2002, cuando la negociación de paz se interrumpió de modo intempestivo por
una de las partes, el presidente Pastrana, cuando tenía delante un compromiso
vinculante, los Acuerdos de San Francisco de la Sombra.
De otra parte, aquella escaramuza definitiva, reveló que el verdadero
tiempo era el de otra guerra, en su comienzo, la guerra de posiciones política,
y que las Farc-Ep la habían confundido con una guerra de posiciones en el
sentido militar estricto, a la usanza en la obra de Carl Von Clausewitz, quien,
sin embargo, no dejó de advertir en su discurso, con fundamento epistémico en
la obra de Kant, que “la guerra es la continuación de la relación política por
otros medios”. Él pensaba en la suerte de la guerra en la primera modernidad,
por supuesto.
Allí se incorporaban reformas sociales, políticas y económicas que tocaban
lo fundamental del orden político dominante, a partir del año 1991. Las que
entrañaban en positivo, avances en lo dispuesto para el quehacer del Estado
colombiano, como lo dice todavía, el artículo 13, esto es, promover que la
igualdad sea real y efectiva. Y así lo reclaman hoy, como nunca, los
subalternos en desobediencia civil, en connatos de rebeldía, en más de 500
municipios.
En el año 2002, el pretexto del secuestro del presidente de la comisión de
D.H. del senado, Eduardo Gechem Turbay, sirvió para desatar la orden presidencial
de un presidente aterido con los alcances de aquella negociación de paz. Así
que ordenó a las fuerzas militares acantonadas en los bordes de los cinco municipios,
sede de las deliberaciones iniciales, que sin saberlo marcaron el cambio de la
guerra de movimientos militar en guerra de posiciones política.
Se traslada la escena de la sociedad política al teatro, a la opera mundi de la sociedad civil. La orden
perentoria fue desocupar el territorio
sede de las deliberaciones, San Vicente del Caguán, en un plazo perentorio de
72 horas, desparramando así el nuevo mensaje por toda la geografía colombiana
que ahora recogemos y vivimos.
Es tal el devenir de una situación que definí como de coyuntura
estratégica, y de transformación del proceso de guerra de movimientos que le
dio paso en 1999, a otra modalidad de en el grupo de investigación como propia
de una coyuntura estratégica específica en el marco de una crisis orgánica de
larga duración.
Para precisarlo más, se trata de un antagonismo histórico que presenta dos
polos adversarios en su dinámica: el bloque de la guerra, y el bloque de la
paz, que enfrenta en la sociedad civil las medidas de la reacción política y
sus aliados de derecha que impiden que la de Colombia sea una real transición
democrática, después de treinta años de vigencia maltrecha de la Constitución
de 1991.
Unas observaciones de carácter práctico inmediato
Movilicémonos ya para quebrar el
bloqueo de la ciudad de Cali. Alcalde Jorge Iván Ospina, llamado hecho hoy en
la mañana del miércoles 5 de mayo.
Los presidentes de las Cortes no
acuden a la mesa del diálogo nacional. Lo harán en privado con el presidente de
la república mañana. No ven prudente compartir cuando se van a debatir
cuestiones políticas con otros interlocutores.
Manifestación de las Cortes,
5/05/21 en la mañana.
Sí, ya se derrotó la contrarreforma tributaria con la praxis callejera de
los viandantes de la democracia subalterna. Mientras, el tercer pico de la
pandemia cobra vidas de más colombianos día a día, sin que haya suficiente
disposición de vacunas en el país. Los preparativos para combatir la pandemia
fueron ineficaces e ineficientes, entre otras razones, porque aún se desempeñan
en el ministerio de salud, ha sido en el inmediato pasado una ficha de la
organización Luis Carlos Sarmiento Angulo, que hace siempre cálculos de
rentabilidad egoísta con la vida de los muchos. Por lo que tiene que producirse
un timonazo triple en la dirección del gobierno actual, con la salida de tres
ministros, cuando menos.
Después de renunciar Alberto Carrasquilla, el ministro de hacienda actual
está bajo observación, porque sus credenciales de ex rector de la U. Rosario
están empañadas por compartir la misma política económica “hambreadora” desde
su anterior posición ante el ministerio de industria y comercio. Igualmente, la
suerte de Carrasquilla tiene que seguirla los ministros de salud y defensa, sin
más dilaciones, construyendo un gabinete confiable, respetuoso y respetable de
los derechos fundamentales.
Diego Molano en sintonía con el Fiscal general han equivocado el
entendimiento del orden público, y piensan que de lo que se trata es de
ejercitar medidas dictatoriales contra los manifestantes y protestantes, con el
desastre humano que tienen a la vista, y del que son también responsables,
porque los que se han perpetrado por sus operadores, tienen la impronta de
crímenes de lesa humanidad.
Para reestructurar el gobierno nacional y darle drásticas salidas a la
crisis de salud, hambre y empleo, y al orden público que tiene por centro
preservar la vida de los asociados, sin acudir más al expediente de las armas y
la represión desatada y demencial de estos diez días, tiene que perfeccionarse
con la salida de los ministros Ruiz y Molano.
Sacar a los efectivos del ejército, para dizque auxiliar las labores de
policía, con el eufemismo de “asistencia militar”, invocando el art. 170, del
Código de Policía, viene convirtiendo a las ciudades grandes y pequeñas en
campos de batalla interna. Exige una censura inmediata de la nación, y una
derogatoria del decreto ejecutivo del presidente Duque de parte de la Corte
Constitucional, porque está haciendo uso de medidas de excepción de manera
embozada, por debajo de cuerda. Pero, en cambio, el día jueves, la Corte
Constitucional, su presidente, se dispuso a firmar una declaración con las
demás cortes, validando las medidas tomadas por el ejecutivo, y contraviniendo
el proceder previamente acordado. Por lo que dos magistrados, hicieron pública
su rebeldía.
Cali vuelve a estar, después de 50
años, en la cresta de la ola de la indignación y la protesta. Ahora, los
jóvenes universitarios fueron el catalizador del paro que cumple diez días,
cuando se les desalojó con violencia de los predios de la U. del Valle. Al
principio, ellos reclamaban otra forma de alternancia, general y con garantías,
para regresar a la universidad con una normalidad relativa.
Después, esta ciudad viene siendo martirizada a gran escala, y en otras
capitales de Colombia, campos y ciudades menores antes, cuando la protesta
social se creció. En Siloé, una asamblea fue intervenida por el Esmad, con la
luctuosa contabilidad de jóvenes deportistas muertos.
Luego de la intervención airada del
general Zapateiro, quien como el presidente han perdido el uso de razón. No
entienden el desastre social y humano que vienen produciendo las equivocadas y
criminales medidas que quieren a toda costa reprimir la protesta ciudadana,
juvenil y popular.
Por estas actuaciones tendrán que responder ante los tribunales de justicia
nacional e internacional. Se trata, sin duda, de crímenes de lesa humanidad, en
el hacer inmediato. Estos son episodios del desenlace de la crisis de hegemonía
en el marco de un paro que en la noche del martes las acciones criminales se
vienen escalando. Ayer ya hubo armas entre los manifestantes y el intento de
incendiar un CAI con policías encerrados en esos locales, en la ciudad de
Bogotá.
Es urgente retirar las fuerzas armadas de las calles, establecer un Comité
de Diálogo sin exclusiones y rendir una información con veeduría de las
agresiones, heridos y muertos a las personas, y los daños a los bienes muebles
e inmuebles ocurridas en las protestas del paro. Es la cuota inicial para pasar
a la concertación de un ramillete de reformas democráticas urgentes:
tributaria, salud, educación pública y a los cuerpos de defensa y seguridad de
la nación. Amanecerá y veremos.