miércoles, 4 de marzo de 2020


Una mala defensa de García Villegas contra Ramírez

Giovanni Mora Lemus[1]

A propósito de las infortunadas declaraciones de la vicepresidenta colombiana, hace algunas semanas, cuando señaló que lo mejor para las futuras generaciones de mujeres era estudiar matemáticas o ingeniería, porque la sociología y la psicología eran profesiones con baja demanda y mal remuneradas, surgieron varias declaraciones de rechazo a este tipo de manifestaciones, que dejan ver, una vez más, el estereotipo que asocia lo masculino con el positivismo.

El mensaje quería indicar, además, que transitar hacia las ciencias naturales es más oportuno que continuar en el “incierto” camino de las ciencias sociales. Seguramente Martha Lucia Ramírez  quería con su mensaje empoderar a las mujeres para que estudien ciencias “duras” en detrimento de aquellas que prefieren estudiar las ciencias “blandas”; sin embargo, reforzó aquella anacrónica idea de la jerarquización de las ciencias, donde prima la lógica matemática y su correlato empírico- analítico por encima de otros enfoques epistemológicos.

Entre los columnistas que salieron a defender la “pertinencia” de las ciencias sociales fue el profesor de Derecho de la Universidad Nacional de Colombia, Mauricio García Villegas, quien palabras más, palabras menos, sentenció que uno de los problemas de éstas era no asumir el positivismo de las ciencias naturales. Para él, muchas universidades latinoamericanas no forman a los cientistas sociales, hombres y mujeres, en los métodos de la ciencia moderna. De allí que clasifique la cuestión entre una “mala ciencia social” y una “buena ciencia social”.      

Así lo señalo nuestro columnista: “En estas universidades, muchas de ellas privadas y de mala calidad, difícilmente se aprende a medir los hechos sociales con objetividad. La estadística y los métodos de investigación cuantitativos no se enseñan o se enseñan superficialmente”.[2]

Así, nuestro querido profesor se alineó con aquellos que niegan que las ciencias sociales, desde hace ya bastante tiempo, se han desarrollado en el pluralismo epistemológico y metodológico. Las epistemes con que se construyen las ciencias sociales, pueden no ser las mismas de las ciencias naturales y no por eso pierden su “cientificidad”. 

Más aún, pareciera que, en este punto, nuestro connotado profesor estuviera alinderándose con la vicepresidenta; las mujeres pueden estudiar ciencias sociales solo en aquellos centros de enseñanza donde de verdad impartan estadística y los métodos cuantitativos, que al decir de algunos es resorte exclusivo de los hombres.   

Ahora bien, “medir los hechos sociales con objetividad,” tal y como lo buscó hacer Emile Durkheim en su clásico libro El suicidio sigue siendo una opción en el mundo académico, pero no es la única. Algunos creemos que es necesario cambiar la objetividad por la intersubjetividad entre los sujetos sociales y sujeto investigador. Por lo que la Sociología o la Ciencia Política deben o pueden además de medir, interpretar, valorar, cuestionar el orden de cosas y, sobre todo, aportar en la liberación de los subalternos.   

Más adelante,  García Villegas afirma que “en muchas universidades las ciencias sociales son, en la medida de lo posible, científicas, confrontables y verificables”. Es decir, conseguir una “buena ciencia social” requiere pasar por el colador de la verificación y la contrastación; pero, a todas estas, ¿quién hace este filtro? Para el paradigma moderno son las comunidades académicas, por el contrario, para los enfoques emergentes son las comunidades en toda su amplitud, urbanas, campesinas, étnicas las que avalan ese conocimiento en su praxis plural.  

Aunque la columna termina diciendo que las humanidades son un imperativo para el futuro de la sociedad, y que problemas como el calentamiento global no se resuelven solo con conocimientos científicos duros, sino se requiere de la participación de los científicos sociales, la verdad, concluyo que la disertación del socio-jurista García Villegas fue una mala defensa.

A propósito, Duque y su gobierno, ¿cuál fue el lugar que le dieron los sabios y la comisión “armada” a las ciencias sociales?
  
  


[1] Profesor investigador Universidad de Monserrate, Grupo Presidencialismo y participación.
[2] Véase la columna de opinión del sábado 29 de febrero titulada “Los negacionistas de las humanidades”. https://www.elespectador.com/opinion/los-negacionistas-de-las-humanidades-columna-906830

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