viernes, 13 de diciembre de 2019

LA POLICÍA ES UN CUERPO CIVIL. UNA DIRECTIVA PRESIDENCIAL
NO LA CONVIERTE EN PARTE DE LAS FF.AA.
ACABEMOS LA CAUSA DE LOS (DES)ESMADNES!!!

MIGUEL ANGEL HERRERA ZGAIB, Ph.D.

Conviene recordar que la policía es un cuerpo civil, y que haberla transmutado en un componente de las fuerzas armadas es una aberración, fruto de la guerra social creada y alimentada por el "establecimiento corrupto" que quiere prolongar hasta hoy ese horripilante, perverso estado de cosas.

Héctor Peña, destacado jurista, especialista internacional en derechos humanos, así lo recuerda, denuncia y escribe en esta punzante columna, que "libera" el pus de tanta hipocresía y falacia difundida a granel, y sin continencia alguna, para tratar de desvirtuar la incontenible protesta ciudadana, a golpe de perdigones disparados irresponsablemente contra manifestantes indefensos que huyen del Esmad, que los acorrala para el "sacrificio" ejemplar en las calles del centro de Bogotá.

Es bien sencillo lo que corresponde hacer: cambiar el libreto de la guerra librada a mansalva y sobre seguro contra los subalternos insurgentes, o en rebeldía. Parar de una vez por todas la falsa especie de que la nuestra es una democracia imperfecta, y construir sí la democracia de "a de veras", como la vuelven a demandar hoy, miles de miles en las calles, con los jóvenes en la "línea del frente".

Para recibir éstos, indefensos, de manera estoica y digna, golpes de los mismos subalternos, quienes disfrazados de gorilas, son parte de la miríada de pobres que encuentran en la policía una única forma de sobrevivir al desempleo, en condiciones por demás precarias, y a veces, hasta perder la cabeza, para terminar recluidos buena parte de sus vidas, de resultas de estas órdenes estúpidas.

Oficiales, como el capitán de la tragedia del 21N, que usan instrumentos pretendidamente no letales, con consecuencias letales, y que son "protegidos" por sus superiores; y otros que ordenan operaciones encubiertas para trasladar protestantes en carros no identificados, con personal cuyas identidades siguen ocultas para la ciudadanía, como en películas de la vida real, como La noche de los lápices, y Desaparecido. Tienen que pasar a dedicarse, en verdad, a quehaceres que honren sus condiciones humanas a plenitud, y no los alienen en detrimento de la convivencia pacífica de sus conciudadanos.

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