jueves, 7 de mayo de 2015

DEBATE EN LA EDUCACIÓN PÚBLICA NACIONAL

CRÓNICA  ROJA

MIRADOR UNIVERSITARIO

¿SE GENERALIZA LA TORTURA?


Están torturando a mi Ministra

                                                    El escuchar notas radiales sobre el conflicto de FECODE me transporta a la UN en Agosto-Septiembre del 2013. En los dos casos el asunto clave es la NIVELACIÓN SALARIAL. Los maestros de educación básica comparan sus exigencias de formación respecto a otros funcionarios públicos (los jueces, por ejemplo) y los salarios que reciben unos y otros, y concluyen que su retraso es del 30%. 

Los funcionarios de la UN, muchos de ellos sobre-calificados (profesor del IPARM con maestría y sueldo de 2 salarios mínimos, personal asistencial también con maestría y ni siquiera sueldo de técnico), se comparan con los administrativos de otras universidades y concluyeron que su retraso era del 60%, ¡qué tal si se compararan con los salarios de los ejecutivos de la UN y los aumentos de estos en breve lapso de tiempo¡¡¡.

Pero hasta ahí llegan las evocaciones. Porque, quién lo creyera, en el mismo país y pese a la UN de clase mundial, paradigmática institucionalmente, el tratamiento que se da al asunto es diferente.  

El alto gobierno agradece la intermediación de la  Defensoría del Pueblo y tras analizar las implicaciones sociales de ese conflicto, instala una mesa de diálogo y se trabaja hasta altas horas de la noche, y pese al déficit fiscal, se acepta que esa nivelación puede diferirse a 4 años. 

En la institución paradigmática, primero se discutió largamente si los funcionarios podían representarse a sí mismos, si lo único importante era el derecho a la investigación o la situación de los trabajadores, se pensó más en una intervención represiva que en las aproximaciones, y sólo después de mucho tiempo, a regañadientes, se aceptó la intermediación de vicepresidencia. 

Pero no fue sólo eso, según la versión del vicerrector Bula, aquel diálogo no se asumió como formal, sino que se tomó a regañadientes como una imposición “bajo tortura” que soterradamente no tenía ninguna implicación legal. ¿ Qué tal  si en los actuales diálogos entre Fecode y el alto gobierno opera la presunción intima de que todo puede negarse una vez se levante la mesa?.

Falta saber qué negocia Fecode y qué cumple el gobierno. Pero lo que sí se sabe es cómo obraron las directivas universitarias. Su acto más acelerado fue aumentarse los salarios ejecutivos aprovechando el pretexto de la nivelación (¿lo hará el Presidente Santos?), además, según el vicerrector, como los dineros de la nivelación no provinieron del presupuesto del gobierno central sino que se echó mano de recursos propios, la UN justificó la aplicación de los propios criterios, desconociendo recomendaciones de la Función Pública, hasta  que finalmente –otra vez según el vicerrector- el acuerdo apenas se “honró hasta donde era factible”, es decir que se cumplió a su modo.

En el mismo país, a propósito de un asunto similar, pese a que hay una autoridad que incluso nombra el Rector de la UN, se actúa con comprensiones y tratamientos diferentes  de conflictos laborales, en que la institución paradigmática hace las cosas según una muy particular lógica. 

Solo un interrogante final: ¿cuáles son los referentes  y la inspiración política del profesor Ignacio Mantilla y de los mismos cuerpos colegiados de la UN?

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