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viernes, 27 de marzo de 2015
DEBATE PÚBLICO SOBRE LA EDUCACIÓN PÚBLICA COMO PATRIMONIO COMÚN
Continuamos la iniciativa del debate público, argumentado y plural, con este escrito del docente investigador Carlos Medina Gallego, quien establece una interlocución crítica con Salomón Kalmanovitz, en particular, a raíz de una columna escrita en El Espectador.
Kalmanovitz fue animador intelectual en los años 70 de la experiencia marxista, de raigambre trotskysta conocida como Bloque socialista, y luego como Partido Socialista. Escritor lúcido sobre los tópicos del subdesarrollo, la cuestión agraria, canalizados a través del periódico, y la revista Ideología y Sociedad.
Luego Salomón transitó por los espacios de la burocracia, en su condición de Ph.D. en Economía, y llegó a presidir la nueva junta del Banco de la República, y defensor del ordenamiento constitucional de 1991.
Al mismo tiempo, Salomón hizo a un lado, su militancia marxista, y sus esquemas de interpretación para transitar al sionismo en materia ideológica, y al neo-institucionalismo en el campo académico intelectual.
Es hoy uno de sus principales exponentes en Colombia, como que escribe, no sólo con estas claves de interpretación sobre las instituciones nacidas en 1991, en la revista del Externado de Colombia, y en publicaciones afines.
Conviene recordar que Douglas North, uno, si no el padre del neo-institucionalismo, tuvo un comienzo marxista, cercanía y participación con los núcleos trotskystas universitarios, como ocurrió con otros intelectuales alineados después en el neoconservadurismo del que son emblemáticas las figuras de Daniel Bell e Irving Kristol. NdR.
Kalmanovitz y la Universidad Nacional
CARLOS MEDINA GALLEGO
Docente – Investigador
Universidad Nacional de Colombia
Desde hace varios años, Salomón Kalmanovitz viene descargando sobre la Universidad Nacional una serie de críticas a su administración y a la calidad académica. Bajo la premisa, que pese a la fortalezas culturales e históricas, al número de sus doctores y la calidad de sus estudiantes, el desgreño administrativo ha dejado que se derrumbe la Universidad y se diezme su calidad, olvidando que ese desgreño obedece a que cada día la institución se sostiene con menos recursos, se endeuda más, pierde autonomía, saturan hasta lo indecible las cargas académicas, se disminuyen sus posibilidades de investigar por la precariedad de los recursos y por la búsqueda de recursos propios a través de postgrados y contratacion se pierde las posibilidades de la extensión solidaria.
No se entiende como un economista como Kalmanovitz, adoratriz de la cliometría y la econometría, que reduce los problemas sociales a fórmulas matemáticas, estadísticas y contables, a través de las cuales se justifica cualquier política pública, porque lo que si está demostrado de manera irrefutable es que mientras en las cifras disminuye la pobreza y el desempleo en la realidad crece, piense que la critica situación de la UN se puede administrar mejor en un universo creciente de responsabilidades institucionales que se deterioran ante las limitaciones de todo tipo, porque no crecen sus presupuestos, no aumenta su planta docente, se degradan sus sistemas de contratación laboral, se deteriora su planta física y su logística científica se renueva con paquidérmica lentitud, mientras la institución recibe todos los calificativos de problemática y conflictiva, por tratar de desarrollar el pensamiento crítico, fundamento esencial de una auténtica democracia y generador de movilización como única posibilidad de visibilizar sus problemas y luchar por la defensa de lo público.
Nunca la Universidad Nacional de Colombia se ha mirado su propio ombligo de forma lastimera. Ésta ha buscado, en medio de la adversidad política, mantenerse libre de la influencia partidaria, respondiendo de la mejor forma posible a la finalidad para la que fue creada: ayudar a construir el proyecto de Nación y contribuir desde la ciencia y la cultura a resolver los problemas de la sociedad colombiana creados por las élites sociales, políticas y económicas del País. La pobreza, la marginalidad, la exclusión, la violencia y la guerra no las inventó la Universidad Nacional de Colombia.
No se equivoque profesor Kalmanovitz, la Universidad Nacional de hoy no es la misma en la que usted dio despliegue a su militancia e ideas socialistas, de las que seguramente hoy se avergüenza: la Universidad de hoy ha sido capturada por los “Doctores” que se formaron con los presupuestos de la institución en las mejores universidades del mundo, donde les enseñaron a hacer de la cultura, la academia y la investigación un negocio, no son los endogámicos que usted tanto aborrece los que hicieron de la institución el antro de la corrupción que es hoy. Usted, que tanto le preocupa la situación de desgreño, debería liderar una investigación sobre los procesos de endeudamiento y los mecanismos de contratación de las últimas administraciones, agentes dinámicos de las introducidas y vergonzosas prácticas de corrupción que hoy golpean la Universidad.
La Nacional no es una Universidad Comunista, ni de izquierda como se cree y usted hace eco, ni sus representantes son “progresistas conservadores”. Con muchos sacrificios y persecuciones, un grupo de maestros y estudiantes, cada vez menor y con muy pocos logros, defiende en la Universidad, como fundamento de la vida institucional, su carácter público, un presupuesto adecuado, suficiente y oportuno, la pertinencia de sus programas académicos, algún grado de autonomía y una democracia auténtica. Ese es todo el conflicto. Esta Universidad, sépalo, es NEOLIBERAL, no sólo por el comportamiento generalizado de su comunidad académica, sino por la imposición e implementación de las políticas estatales neoliberales, a base de extorsión presupuestal y sacrificio de autonomía.
Sí, qué pena que la Universidad no se haya transado en un negocio con un Estado vergonzante que busca diezmar su territorio en un cambio extorsivo por edificios, de los cuales debía como obligación dotar a la Universidad. La Universidad no se está cayendo porque ella quiere o porque sus administraciones fueran, siéndolo, negligentes. Se cae por el desgreño estatal y el comportamiento excluyente y menesteroso de todos los gobiernos con la principal universidad del país. Porque, sea dicho de paso, nunca han fluido con suficiencia los presupuestos para el mantenimiento y funcionamiento de sus unidades académicas y el desarrollo de sus programas académicos, de investigación y extensión.
Déjeme recordarle, que pese a los esfuerzos que la comunidad universitaria ha hecho para corregir esto proponiéndole al gobierno candidatos que se revistan de todas las legitimidades (es absolutamente falso que no estén dispuestos a coordinar con el gobierno las preocupaciones por mejorar y hacer más pertinente la educación superior) es el Consejo Superior Universitario, quien a través del Ministerio y desde Presidencia, impone los rectores que conducen la institución de manera que sirvan a los requerimientos de la política de privatización creciente de la educación pública. Es el gobierno el responsable del desgreño del que usted habla.
Profesor Kalmanovitz, dese una vuelta por la Universidad a ver donde es que se contratan profesores izquierdistas y posmodernos, cuando en el caso de ciencias humanas no hay ni con que contratar profesores ocasionales; neoliberalismo puro y ramplón es lo que esta llegando a la Universidad, cargado de los títulos de las universidades que a usted le gustan. Pero, si eso fuera cierto, que no lo es, tienen todo el derecho a ser profesores de la Universidad todas las formas de pensamiento porque, no sé si lo sepa, esa es la democracia. Que mal señalamiento y vieja estigmatización esa que usted amplifica contra la Universidad.
Tampoco son ciertas las cifras de deserción, las que hay que acompañar de explicaciones sociológicas y políticas, si lo permite, y no reducirlas a frías cifras estadísticas. La deserción está por el orden del 27%, y sorprende que en una Universidad, en la que se perdió significativamente todas las posibilidades del Bienestar Universitario, se incrementan cada vez más las matriculas, y se exige académicamente más a los estudiantes, no sea mayor.
Pese a todo lo anterior, esa caricatura de Universidad que usted presenta, faltando al respeto a sus tradiciones y excelencias, sigue aportando al País y recibiendo los reconocimientos que su trabajo académico y científico le proporciona en medio de todas las limitaciones enunciadas.
miércoles, 11 de marzo de 2015
25 AÑOS DESPUÉS DEL BOMBARDEO A "CASA VERDE"
GUERRA Y PAZ JUNTAS, ¿ HASTA CUÁNDO?
miguel angel herrera zgaib
director grupo presidencialismo y participación
Corría el mes de diciembre de 1990, y al tiempo que se realizaba la
elección de los delegados a la asamblea constituyente, se acudió al expediente
de bombardear Casa Verde, en una suerte de "blitzkrieg" contra el
secretariado de las Farc-ep, que estuvo remiso como el Coce del Eln a firmar la
paz, al mismo tiempo que lo hacían el M19, y otras agrupaciones de los
subalternos colombianos alzados en armas.
Fue aquel un trámite extraordinario que corrió a cargo del fallecido
presidente Virgilio Barco, acelerado por el secuestro intempestivo de Álvaro
Gómez Hurtado, por una célula urbana del M19. Episodio del que no se conoce aún
la verdad completa.
Pero, que en todo caso tiene un cierre final trágico, el
asesinato del varias veces candidato conservador, a las puertas de la
Universidad Sergio Arboleda, de la que fuera uno de sus mentores. Una
institución que por lo demás honra a un gran propietario de esclavos, residente
en el Cauca, durante el siglo XIX.
Él mismo es autor del libro "La república en la América
Española", que corresponde al número 30 de la colección de la Biblioteca
del Banco Popular, antes que pasara a ser propiedad del potentado Luis Carlos
Sarmiento, sensible a otras causas, siendo la principal, a todas luces,
lucrarse.
Entre leyes y armas, santanderismo trasnochado
La
puesta en práctica de la Constituyente la completó el nuevo presidente, el
emergente César Gaviria, escogido por la
familia Galán, para levantar las banderas de Luis Carlos, asesinado en Suacha,
en agosto de 1989. Gaviria, con el concurso del primer ministro de defensa
civil, Rafael Pardo, dió inicio a la guerra encubierta primero, y al
descubierto después contra la insurgencia nacional.
Fue el anterior un debut dramático y fallido, porque Pardo,
envalentonado, anunció que las Farc-ep serían sometidas en 18 meses, que a la
postre van ya para 25 años de cruentos sacrificios de todo tipo, pero
principalmente humanos, y naturales.
Porque se ha hecho gran daño a ambo s, principalmente, con el
uso del bombardeo sistemático y el minado de las principales zonas de
retaguardia insurgentes, y los municipios sobre los que aún mantienen su
influencia y presencia desde hace medio siglo.
No más bombas y desminado conjunto
Ayer, el mismo día que la tierra colombiana se sacudió por abajo, y dio
la oportunidad fallida al uribismo de
infatuarse de Bolívar, cuando aquel vivía el físico terremoto que asoló a
Caracas, bombas y minas, de parte y parte, el gobierno y la insurgencia
subalterna no hollarán más los campos por 30 días, ensayando lo que otros
llaman "un cese al fuego bilateral", que solo es verdad en parte.
De otra parte, el propio presidente Juampa, quien venía de
una asoleada el domingo al mediodía acompañado de Antanas y Gustavo, hizo este
anuncio de suspensión de la pesadilla de la guerra en los campos ayer, martes.
El trío respaldó la vida caminando con una escarralada
manifestación que no movió a los
millones que lo hicieron contra las Farc-ep en el mes de febrero, cuando Uribe
Vélez era el presidente, y sus asociados baj soplaban y aupaban vientos de
guerra y muerte, y movían a todo el funcionariado a caminar antes y después de
las 12 de aquel día en Bogotá.
¿La fiesta de la paz, para cuándo?
Parece ser cierto, que la fiesta de la guerra, en principio, tiene más
adeptos que la de la paz. Como lo recordaba en sus escritos el homenajeado
Estanislao Zuleta, cuando era el asesor de paz del gobierno de Belisario
Betancur. A veces, poco importa que se invite al "sancocho nacional",
por quien le faltó la vida para sentarse a manteles, cuando de Los Robles el
M19 bajó a firmar la paz.
Ahora, después de tanta desgracia, que la recogen dos
académicos, leyendo desde arriba, desde la perspectiva de los gobernantes,
Marco Palacios, y Gutiérrez Sanín, en sendos libros, "Violencia Pública, y
"El orangután con sacoleva", que llegan hasta el año 2010.
La paz parece caminar por tierra firme, cuando otros aviones
la transportan desde la Isla de Cuba a la sufrida Colombia de los "Tres
escapularios" que se estrenará en el próximo festival de Cartagena, y que
es el tercer largometraje del director Felipe Aljure, acompañado por su
camarógrafo Carlos Sánchez.
Una amenaza pública
El exministro de defensa de Uribe Vélez, el presidente
reelecto, el mismo día, 10 de marzo pasado, conminó a las FFAA y a la Policía a arreciar ataques y
bombardeos contra el Eln, el otro grupo insurgente que hizo presencia inicial
en la acción de Simacota (Santander), donde ayer tuvo su epicentro el
movimiento telúrico que duró 60 segundo, en La mesa de los santos.
Pero Gabino y Juampa están, o deben estar curados de
espantos, y no es este tiempo para rabietas. Se trata de construir una paz
duradera, y no de seguir quemando más billones cuando escasean, ni tronchando
vidas, cuando Colombia las necesita más que nunca.
No queda duda que no se trata de hacer la paz como
"peluquiando bobos", y que las dos agrupaciones insurgentes
subalternas tienen trayectorias, y exigencias diversas por las que han luchado
y luchan.
La historia conocida y lo que sigue
Hace una buena cantidad de años, cuando el Eln firmaba los
Acuerdos de Puerta del Cielo, con el entonces presidente Ernesto Samper, que la
paz con esta guerrilla de inspiración cristiana, con curas en sus filas,
caminaba hacia el final de su confrontación armada con el Estado.
Pero, todo se hundió en las heces del proceso 8.000, al saber
la opinión pública lo que costaba ganar una elección, ante la imposibilidad de
repetir el fraude descarado, electrónico, con que se raponeó la elección de
Rojas Pinilla, el 19 de abril de 1970, para colocar al último presidente del
primer pacto frente nacionalista, Misael con el concurso "delictivo electoral"
de Carlos Lleras Restrepo.
Curiosamente la denuncia la hacía el hijo, Andrés, exhibiendo
los casettes a la prensa, donde se probaba el involucramiento político de los
Rodríguez Orejuela, en la segunda vuelta que le dio la victoria a Samper.
Ahora, Andrés es parte de la Comisión que acaba de nombrar el presidente para
atender a lo que pase en estos 30 días, que empezaron a contarse a partir de
hoy.
Claro que, como lo recordaba ayer Claudia López, esta es una
comisión de notables, a su modo, pero no de representación de las víctimas del
conflicto, y mucho menos de los subalternos, y en paralelo, hay otra, la del
Centro democrático, que la constituyen otros parecidos a los primeros.
Todo lo cual refuerza la urgencia de la Constituyente social,
que tiene que establecer sus cabales, y exigir participación desde abajo, de
los muchos. Se trata, cómo no, de un ejercicio, una gestión democrática de la
paz, de a de veras, con el concurso de toda Colombia para restañar las heridas
inflingidas a los más, por 115 años de vida republicana, que dirigida por las
elites oligárquicas, ha ocultado y reprimido la otra historia, la de los
subalternos en procura de autonomía y democracia con igualdad social.
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