viernes, 30 de diciembre de 2011

GRAN HACIENDA, AUTONOMÍA Y LITERATURA.

Una nota introductoria de un autonomista.

Yo pienso igual, que el poder de la gran hacienda en las obras de García Márquez es marginal y eso que él es costeño, donde se da la gran hacienda y los inmensos latifundios. Recordemos a Orlando Fals Borda y su historia doble de la costa. Macondo es de la región donde nació el paramilitarismo!!! Y eso que él viene de una familia, digamos de clase media media, que no es subalterna, de iletrados, pero tampoco hacendataria.

García Márquez habla en sus novelas y en este cuento de la Mamá Grande de los derrotados, y Aureliano lo es, pero es un derrotado bello, muy tropical, muy de "mamadera de gallo", un "socialbacan", radical pero no tanto, revolucionario sin serlo. Bueno, y más si consideramos que en la derrota del Coronel Buendía está retratada la historia de aquellos que se han levantado en armas: terminan en una labor banal, sin figuración, tonta, hacer pescaditos de oro, no para venderlos, y cambiar su pobreza, sino por la simple razón de hacerlos una y otra vez.

En Macondo no hay mercado, no hay capital, lo sabemos, no hay empresa, y la única que hay es la de la imperialista United Fruit Company!!! Como diciendo García Márquez: conocemos el "capitalismo" por la imposición!

Luego, pienso yo, no pueden conocer la autonomía. Porque es el capitalismo con sus bestialidades el que enseña que lo contrario al orden de la subordinación, la explotación y la enajenación social es la autonomía. Y Macondo, he ahí su tragedia, viven el imperialismo del banano pero no aprenden nada de él. Creo que es más o menos lo que diría Castoriadis: el capitalismo es la negación de la autonomía. Si en Macondo no hay capitalismo, luego no puede haber una práctica autónoma. Qué tal.

Yo estoy de acuerdo con Miguelángel cuando dice que en Macondo lo que hay es una premodernidad. Es decir, no hay autonomía. No vemos autonomistas!!! Ni el Coronel Aureliano, al que quiero tanto... Pues ahí todos son subalternos y quieren serlo, aman serlo, se sienten feliz siéndolo, incluso los colonos de Macondo.

Un autonomista, pienso en voz alta a la luz de Macondo, hace todo lo contrario que haría Aureliano Buendía: nunca entrega la guerra, recuerden que la entrega a los dos partidos, a la representación, sin reformas de ningún tipo. Es decir, la autonomía asume una posición consecuente: en él, en el coronel, sería hacer la reforma agraria: destruir la gran hacienda. No lo hace, como sabemos.

Todo Macondo gira alrededor de la cuestión agraria, hoy lo veo así. Incluso Macondo no existiría si los colonos que fueron desplazados de una región y otra, hubieran tenido una parcela productiva, un lugar propio, liquidando la gran hacienda. Repito: Macondo sería una no ciudad un no pueblo, porque es premoderno.

Recuerdo ahora a Jaime Bateman, costeño, que decía que la revolución es una fiesta. En la lectura que puedo hacer, sería como en Macondo, creer que con festividades se hacen las cosas, un Buendía eso es lo que hace. Una revolución es lo más jodido de hacer. Marx, del cual me leí otra biografía, decía que la revolución es lo más serio: porque implica hacer la guerra. Y bien lo sabemos: en Colombia no ha habido nunca una revolución triunfante, tal vez porque somos un país alegre, de curramba, fiestero, desbordante... Que no ha aprendido nada de la guerra.

Pero nos queda como inquietud a los autonomistas esto: ¿en qué sentido Cien años de Soledad nos enseña a no ser autónomos? Esa es su gran lección. Porque ser autónomo es ser todo lo contrario al bello Coronel derrotado, solitario, y perdido en lo que no pudo hacer... Pienso yo. SER AUTONOMISTA ES DEJAR ATRÁS "CIEN AÑOS DE SOLEDAD" ¿Qué piensan?

Juan Carlos García Lozano

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