PRESIDENCIA IMPERIAL Y EXCEPCIONALIDAD
DE EUA EN LA ERA DEL IMPERIO.
Por Miguel Ángel Herrera Zgaib, PhD.
Tom Engelhardt escribe para CounterPunch, el 2 de febrero, The Imperial Presidency comes home to roost*,
sobre la presidencia imperial americana. Anuda el recorrido de esta institución
con su propia vida, para encontrarse enfrentando los ejercicios dictatoriales
de Donald Trump, y lo que viene haciendo su sucesor, Joe Biden.
La
circunstancia es que el nuevo ocupante de la Casa Blanca, con quien el escritor
simpatiza, no puede prescindir de blandir las órdenes ejecutivas para cumplir
con su programa en los primeros 100 días. Un periodo mítico desde los tiempos
de F.D. Roosevelt.
La
razón principal es el bloqueo que a pesar de tener mayoría demócrata pueden los
republicanos ejercer sobre las reformas que son urgentes para darle un respiro
democrático a la maltrecha nación americana; de modo especial, a los muchos,
los pobres, los trabajadores, las mujeres, los jóvenes y las minorías étnicas,
sin exclusiones.
Uno
de estos grupos subalternos, los Lakota, los Sioux de nuestros cuentos de
vaqueros, le reclamaron a Biden que suspenda el fracking que
se practica cruzando las tierras que les quedaron, segregados en las
reservaciones construidas por los colonos europeos durante el siglo XIX.
Esta
medida la había tomado la pareja Obama/Biden en
2016, pero Trump la quitó e impulsó el fracking con
el pretexto de hacer a "América grande" de nuevo. Esto supuso
conjugar el verbo depredar, y engañar a toda costa de modo superlativo.
Ahora,
en apariencia es otro el cantar; primero, porque el propio Trump quedó sin audiencia virtual, los "dueños de las redes" le
suspendieron el jueguito que ha estuvo desarrollando antes y después de ser
presidente, con la "docta e inescrupulosa" asesoría de Steve Bannon.
Segundo, Mr.Donald,
el mago de los gorgeos, enmudece hasta este sábado, luego que las alegaciones
de los acusadores y defensores en el segundo “impeachment le
den paso a la votación del senado para resolver la consecuencia del juicio
político. Poquísimos piensan, incluido el “zorro” Biden,
que el guasón de Trump reciba la muerte política.
En la ciudad gótica la saga de la presidencia imperial
continua, es el tiempo de Marvell, si no que lo diga El Tiempo de Colombia, que, guardadas
distancias, este viernes dio inicio casual a la venta de los dos primeros
comics de Batman, baratos para provocar a los lectores.
Pero, eso sí, antes, la familia Sarmiento amenazó a la
posible Batichica, La Mencha, de la saga presidencial de 2021, de cortarle la
comunicación en los editoriales. Pero, ella, tan presumida, dio el salto al
vacío, en “Desafío”, leyendo el Manifiesto del Pacto Político.
Actualizar
el régimen presidencial de excepción
Actualicemos
el asunto del presidencialismo imperial, al ponerlo en contrapunto y
complemento con base en la caracterización hecha para la era del Imperio, por Hardt & Negri.
Estos dos militantes del nuevo comunismo, democrático, quienes han
escritos tres libros de la saga Imperio, donde explorando las fortalezas y
debilidades del gobierno mixto imperial, de cara a la retadora emergencia de la
ambivalente multitud.
Ellos
anuncian para este año la aparición de un cuarto volumen. Veremos qué novedades
e intuiciones nos comparten, “coladas” todas por el reciente asalto a la sede
del poder legislativo, que nadie había pronosticado. Un hecho que nos remonta doscientos
años atrás. A 1812, cuando las tropas inglesas entraron en Washington, y
destruyeron el Capitolio parcialmente, en represalia por el ataque
estadounidense a Toronto.
El
ensayo de Tom Engelhardt que motiva esta conversación escrita, - si me permiten
la licencia -, sirve de antesala bien informada, con el toque personal que él
incluye al escribir sus líneas, en función de aprender de la historia viva.
Por lo pronto, veamos qué uso sigue dándole Biden a
la excepcionalidad en presente, para atemperar la convulsionada democracia
representativa liberal de la nación más poderosa en el mundo globalizado
agobiado por las pandemias del tercer milenio.
En
las primeras semanas de su estreno, el moderado Joe, guardián del capitalismo
global, consiguió por mayoría simple, resolver un primer empate 50/50. Tuvo que aprovar con
el “voto finish” de la vicepresidente, un estímulo de us$1900 billones.
Este permitirá pagar los subsidios a millones de desempleados, calmar la contra-insurrección del 6 de enero, e incentivar una economía que
experimentó una caída del 10%, cuando está a riesgo de deprimirse o estallar en
una abierta guerra social de la que el mono Trump ofició de válvula de escape.
¿Contra
Spinoza? el cardumen contra el pez grande
La
anterior medida implica la inundación del mercado con más millones de dólares
sin respaldo; y con esta maniobra keynesiana el incentivo a prácticas
especulativas como la que acaba de vivir Wall Street.
Hubo una subida estrepitosa de las acciones en GameStop,
que los grandes accionistas no pudieron manipular, sin embargo. Porque la masa
de pequeños accionistas, en inteligente movida neutralizó la caída inducida por los peces
gordos. Y el cardumen, no el enjambre les ganó esta primera partida “democratizando” las ganancias al nadar
contra la corriente con conocimiento de causa.
Como
su contracara reaccionaria, en política exterior Biden no
es Obama, está enrazado de halcón. Se hizo el desentendido,no detuvo la inclusión de Cuba como
estado terrorista por el Pentágono, buscando también el favor futuro del
electorado de la Florida.
En
relación con el impeachment a Trump, que Biden dejó
en cabeza de Schumer y Pelosi, el Senado lo decidió a su favor, 56/44,
con seis republicanos respaldándolo. En algo más de una semana, el resto, hasta
contar 17, sopesará el riesgo inmediato de perder luego sus cargos, porque la
base del partido los castigue, y votarán este sábado según lo anunciado.
De
parte de la poderosa minoría afro-americana, y uno de sus ápices en materia política,
Black lives matter partió
cobijas con los demócratas, al señalar que mantienen su autonomía. Para, está
claro, materializar lo prometido por el binomio gobernante.
Fuera
de Cuba, Biden/Harris nada han hecho para cambiar el
rumbo de la crisis venezolana, y menos para favorecer un giro reformista que
emule con la Alianza para El Progreso, un verdadero New Deal, que sepulte la demagogia trumpiana, cuando la región está en los límites
de la guerra social.
Si Negri y Hardt no
fallan en el blanco teórico, cuando revisaron en el primer volumen, Imperio, la
caracterización de imperialismo capitalista hecha por Lenin el siglo pasado,
para postular en su lugar la novedad de la era imperial, como tiempo de la
decadencia capitalista. El devenir de la presidencia de Joe Biden será
desastroso. A no ser que defina la nueva ecuación geopolítica en términos
del antagonismo democracia y guerra, alineándose con la primera.
Los
primeros 100 días corren.
Así
las cosas, no lo queda mucho espacio para la maniobra en la Ciudad Gótica al
progresista de derecha que es Joe Biden.
A la vista tiene una válvula de escape en materia de biodiversidad, respetando
de nuevo los Acuerdos de Paris, que Trump hizo a un lado, estimulando las
industrias extractivas a todo riesgo.
El
camino de las energías limpias es más largo y culebrero. No aparece todavía en
las ejecutorias de los demócratas como la principal opción para recuperar el
empleo, y complacer al aterido electorado blanco, a los afro cesantes, que son subsidiados directa e indirectamente, y a
los jóvenes deudores a corto y largo plazo.
Los Estados que le dieron la victoria a Biden,
incluida la estratégica Georgia, que le permitió ganar el precario control del
senado, tienen una espera condicionada. Para ver qué correctivos se
implementarán y no solamente la gentil sobrevivencia.
En
suma, vivimos la decadencia del imperio capitalista, y del gobierno mixto que
lo dirige, en su monarquismo presidencial con el uso de la excepcionalidad y la
soberanía del dólar, que pasa la cuenta a los estados subordinados e
interdependientes.
La
única salida para este progresismo que está entre las cuerdas, en el “in fighting”
es dar el timonazo de los derechos civiles y la igualdad, una carta
que se lo indicaron el independiente Bernie Sanders,
y los socialistas liberales, de la llamada ala radical del partido demócrata,
desde la competencia con Hillary Clinton, la derrotada candidata pro-establishment, quien aún no asimila la lección sufrida.Porque ella y su esposo, siguen pensando, que entonces
escogieron el mal menor.
Estos
no son cantos de sirena, porque no tenemos a la vista un Ulises
individualizable, sino llamadas de auxilio para evitar un segundo hundimiento
del Titanic, dándole juego y prestancia a la multitud subalterna, a
sus demandas democrática de igualdad social.
Son los nuevos versos del Capitán, cantados desde el
acantilado de El Capitolio, que no puede seguir siendo objeto de pillaje por el
corsario que emula con Francis Drake, valiéndose de la excepcionalidad de la
que está investido para prevenir la rebelión interna de los muchos, el 99 por ciento de los
Estados Unidos.
Entonces, a izar la bandera de la biopolítica interna y
externa, en Ciudad Gótica, presidente Biden, a salvarla, en compañía de la Batichica, porque está en ascuas, al borde de
una guerra civil.
*https://www.counterpunch.org/2021/02/02/the-imperial-presidency-comes-home-to-