CONVERSANDO CON JESUVÉ
miguel angel herrera zgaib, PhD
Grupo PyP, IGS-Colombia
Jesuvé yo no estuve en la calle esta vez, pero he leído con atención
tu comentario y la denuncia acerca de quiénes provocaron la marcha pacífica,
sin agresiones, cuando ésta se acercaba a su destino. Es un ciclo que conocemos
se repite, y luego viene "la cacería" de los manifestantes
desagregados, despistados y aterrorizados por la amenaza real de golpes y hasta
la muerte como aconteció con Dilan Cruz en esas mismas calles.
Eran y son, en su mayoría jóvenes indignados, excluídos y arrojados,
quienes siguen saliendo a protestar después de la semana contra la ignominia
que detonó el sacrificio bestial, público y estatal, dentro del CAI, de Javier
Ordóñez, de lo que hay un registro audiovisual elocuente a la vista de
cualquiera. A pesar de los muertos, la gente menuda, y unos miles de adultos,
contra el miedo fundado, por la pandemia y la represión "garantizada"
por el ministro de guerra contra la sociedad, y sus mandaderos superiores.
Pero, tienes razón que roto el velo del miedo y de la ignorancia
tenemos que volver a salir a las calles, por miles y millones, evitando toda
provocación, sin saqueos ni destrucción de propiedades. Apropiarse del espacio
público y social urbano en esta revolución democrática que ha sido
interrrumpida, pero no detenida, por la guerra social que contra los
subalternos lleva contabilizada más de medio siglo de ignominia y odio
abyectos.
Vamos a abrir las puertas de
una paz democrática a golpes de multitudes movilizadas hasta que podamos
convocar a una huelga general ciudadana que pare esta hecatombe de violencia y
desmonte no sólo el Esmad, los cuerpos represivos, sino, por sobre todo, las
bases que hacen posible la existencia del régimen para-presidencial que quiere
llevarse también la última trinchera de legalidad que queda, el poder judicial
que empieza a hacer agua, sitiado por una cuadrilla de rábulas dispuestos a
todo.
Pienso que por estos días convendría ver una película italiana de
1973, El delito Matteotti, que con precisión de relojero va desmontando las
piezas del que entonces fuera denominado el "fascismo ordinario". Al
de Colombia, en la década de los 90, Boaventura de Sousa Santos lo denominó
"fascismo social", y así lo pregonaron y difundieron sus discípulos,
entre ellos, Mauricio García, uno de los animadores principales de DeJusticia.