jueves, 4 de marzo de 2010

¿Sólo BUSINESS?
Héderman Castro
Proyecto @utonomista
Lo que arguye el Alcalde como antecedente inmediato a las medidas tomadas la noche del pasado miércoles, no contiene ninguna objeción que ponga en cuestión la posición de los pequeños transportadores, quienes desde un comienzo exigen como imperativo de que se le pague el valor real de sus vehículos como única condición para levantar el paro que entra en su cuarto día en Bogotá, un “tsunami social” que tiene repercusiones en Manizales y Cali, por lo pronto.

El alcalde Samuel Moreno se duele en público de que la “intransigencia” de los trasportadores genere malestar y dolencias a la ciudadanía, especialmente, a los menos favorecidos, los miles de trabajadores con salario mínimo, quienes deben caminar largas jornadas, tienen que transportarse enracimados, y sufren el vandalismo de quienes apedrean los buses y vehículos. Pero, ésto no es endilgable exclusivamente a los trasportadores quienes menos que la administración distrital pudieron prever las consecuencias del paro.
Tampoco es argumento en contra, de suyo válido, que este sector de los pequeños transportadores sea una minoría y, por ende, esté en contra de las mayorías, deseosas de la modernización y de una ciudad Globalizada con un transporte digno, seguro, mas barato, mas cómodo…etc. etc. “. Menos verosímil es el esgrimir una tabla indemnizatoria elaborada unilateralmente por la administración.
El punto de vista de los paristas
Si se mira la cuestión desde lo que reclaman los transportadores, el asunto es meramente económico, fácilmente determinable; más cuando no reclaman ni pérdida de oportunidad, ni lucro cesante, si no que apenas ventilan las facturas de compra de su parque automotor. Este aspecto como cualquier otro determinable, debió haberse previsto en el proyecto, máxime si contenía la carga social de la exclusión de quienes históricamente iniciaron el transporte en Bogotá: los pobres, los marginados, los desempleados; y quienes a lo largo de todo el proceso de “modernización” a no ser para ser manipulados electoralmente han sido marginados del reglón.
El problema económico siendo un asunto de cifras enmarcado en un negocio de tan descomunales proporciones, es por demás segundario. Simple justicia retributiva. Lo que sorprende, y es la pregunta que me hago es ¿qué, entonces, fundamenta el alcalde en esa posición intransigente, que, por ejemplo, no tuvo con los proyectos faraónicos de la familia Nule y sus asociadas?
¿Es un modelo alternativo de ciudad al neo-liberal propuesto que vemos hoy hace agua? Ni se conoce, ni es lógico que no lo haya por parte de una representación política alternativa como lo promete el PDA.
¿Los derechos de la ciudadanía en general?
Aparte de que los trasportadores también lo son, no viene al caso reclamar el respeto al disenso, y la capacidad de deliberar del conjunto de la ciudadanía, máxime cuando las representaciones municipal y nacional han fracasado en conjurar con eficacia y claridad una nueva crisis en el proyecto de establecer un sistema integrado de transporte.
No es disparando balas de goma a quemarropa, golpeando a quienes protestan en puntos neurálgicos del tráfico citadino, o haciendo disparos al aire desde una camioneta policial que se construye la renovación urbana que haga viable una ciudad donde los trabajadores y los pobres tengan un lugar decisorio. ¿Sólo business?, ¿será una tara, o una posición iluminada del alcalde?
Cierro con una pregunta de mayor alcance:
¿Qué mantiene al ministro del transporte, enemigo político a muerte del Polo Democrático Alternativo, cuidando el paro de Bogotá, hombro a hombro del alcalde, día y noche? Estamos quizás en el renacimiento de un frente nacional con Anapo incluida. Entonces conviene escuchar también la voz disidente del candidato presidencial Gustavo Petro.

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