CINISMO Y DESVERGÜENZA EN EL CONGRESO COLOMBIANO
Por: Hugo Paternina Espinosa.
¿De qué honorables padres de la patria hablamos?
Escuchar al senador por parte del Partido Liberal, Héctor Eli Rojas, en tránsito dicen algunos al uribismo más cerrero y pendenciero cargar contra la Corte Suprema de Justicia el día miércoles en la sesión del Congreso de la República donde se estaba votando el informe de Conciliación del Referéndum reeleccionistas que podría garantizarle al Presidente Álvaro Uribe Vélez una segunda reelección.
Es, sin equívoco alguno, un acto que amerita una reflexión, y ello y como quiera que el despliegue de cinismo y de desvergüenza exhibido por este personaje y también por Nancy Patricia Gutiérrez – senadora-- y José Manuel Corzo ---senador---- en sus funestas y zafias intervenciones en ese corroído recinto quedará (n) en la retina y en los oídos de miles de colombianos/as como una demostración de la extrema vulgaridad que caracteriza cada vez más al ejercicio que despliegan estos/as funcionarios/as mal llamado honorables congresistas y/o Padres de la Patria, aunque digno es reconocer que existen honrosas y bien-pensantes y actuantes excepciones.
¿De qué patria me pregunto son considerados muchos/as de éstos/as señores/as padres como se les suele decir sin advertencia ni distancia? ¿De la Patria que ahora seguirán pisoteando los militares norteamericanos instalados próximamente en las siete bases otorgadas por el gobierno del Presidente Uribe bajo el triple propósito de perseguir a las FARC, a los narcotraficantes y de paso reconfigurar la geopolítica regional? o ¿De la Patria enlutada y ensangrentada que ellos/as con paciente esmero ayudaron a forjar --por activa y por pasiva--- al lado del narco-paramilitarismo militante hasta convertirla en un gran anfiteatro y para lo que se valieron los Castaño, Mancuso, Don Berna, el Alemán y demás de las fatídicas moto-sierras, los hornos crematorios y las desapariciones y masacres?
¿De qué Padres de la Patria hablamos?
Acaso de aquella Patria que hace referencia a los/as Colombianos/as en fuga perenne y la cual ha sido convertida en una masa amorfa y anónima que deambula como alma en pena, que vive bajo un duro helaje su particular destierro interno y debe soportar el estigma social y gubernamental de ser extranjeros en “su propio país”.
O de aquella en que millones de colombianos/as pasaron de ser pobres a ser miserables gracias al todopoderosos Dios de la Guerra y de la Riqueza de los Ricos, mientras con hiriente nostalgia vieron y siguen viendo éstos/as cómo sus tierras fueron usurpadas por siniestras alianzas criminales establecidas y larvadas entre ganaderos, terratenientes, políticos, militares y paramilitares, y santificadas las mismas por el Estado para la sanidad del status quo?
¿De qué Padre de la Patria estamos hablando? No será, por cierto, de otra distinta a aquella en la que su infancia se hunde en el fango de la pobreza, la exclusión y la marginalidad, mientras una parte de su juventud ve morir sus sueños y sus esperanzas de culminar la secundaria, un carrera técnica o profesional, y ello y como quiera que el sistema educativo y el modelo de sociedad no le dieron esa privilegiada oportunidad.
Cuando no terminó bajo el criminal engaño de perpetradores militares que ambicionando condecoraciones, ascensos y nutridos reconocimientos presidenciales se dieron a la repudiable tarea de asesinar jóvenes en distintos lugares del país a través de lo que se ha conocido como los falsos positivos, y esto bajo el sagrado cumplimiento de tributar cuerpos y almas de inexistentes guerrilleros a esa máquina de guerra y de muerte que es la Seguridad Democrática; política, sin duda, que ha servido para desprestigiar aún más a los militares frente a significativos sectores de la sociedad colombiana y del mundo, y para reconfirmar de modo inequívoco e inexcusable su imperturbable práctica de perpetradores y criminales patentados.
Y, que conste, que la Seguridad Democrática del Presidente Uribe no sólo es una amenaza en el frente interno, es también motivo de preocupación y de alta inquietud entre sus vecinos tanto por sus evidencias próximas – léase el bombardeo al Ecuador hace más de un año y presión y acciones encubiertas en Venezuela--- como por sus fines y propósitos en ciernes, reforzado los mismos por los acontecimientos que traerán las nuevas bases americanas en el territorio colombiano.
Poca duda cabe que de esta Colombia descrita aquí no pocos congresistas son sus Padres, sus legítimos y afamados Padres. Por esta razón produce ira militante escuchar al Senador Héctor Eli Rojas protestar enérgicamente contra las investigaciones dirigidas por la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia contra un número que al parecer supera los 30 congresistas y a quienes Manuel Cuello Baute, ---Ex superintendente de Notariado y Registro y hoy convertido en informante estrella de esta Corporación--- ha denunciado por recibir más de 79 notarias a cambio de votar favorablemente la primera reelección presidencial del Presidente Álvaro Uribe.
Lo que se inscribe como una prolongación del caso de la Yidis-política, acto que como sabemos se configuró en un cohecho, pues la Representante Yidis Medina y Teodolindo Avendaño fueron favorecidos por parte del actual gobierno con prebendas burocráticas y dinero, y ello y como quiera que ella con su voto y él con su ausencia en la plenaria del Congreso en su día fueron decisivos para garantizar la reelección presidencial de Uribe, esa misma que lo mantiene en el poder y a la cual aspira de nuevo con la imprescindible colaboración de ese deshonrado, horroroso y prevaricador congreso.
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