miércoles, 11 de noviembre de 2009

Un conflicto de Guerra Fría

Justo cuando se conmemoran 20 años de uno de los días más memorables de la humanidad, La Caída del Muro de Berlín, Colombia y Venezuela se enfrascan en una vergonzosa actitud bélica de Guerra Fría que divide cada vez más a dos países vecinos.


Hace 20 años las 2 republicas alemanas eran una misma nación dividida por caprichos gubernamentales, una nación que ya había pagado con creces su nefasta actitud hacia el mundo en la II Guerra Mundial. Hoy Colombia y Venezuela, son dos países que a pesar de sus diferencias deberían, por simple sentido común, estar integradas especialmente en el plano económico; pero, aquellos caprichos gubernamentales del presente han generado dentro de la población esa sensación de estar divididos por una cortina de hierro que retrógradamente responde a utopías ideológicas como aquel ridículamente llamado “muro de protección antifascista” del Berlín dividido.

En Latinoamérica, el rincón del mundo que a muy pocos interesa, como es costumbre, todo nos llega tarde, y este distanciamiento de la Guerra Fría recae en una parte del mundo grande en su ignorancia y pequeña en su tolerancia. Colombia y Venezuela se acercan a esa dinámica de la “Republica Federal” y la “Republica Democrática”. En Colombia, los hábitos de consumo se interponen sobre el bienestar colectivo y las garantías de una vida digna son establecidas por el poder económico individual. Pese a poseer un gobierno democrático, la influencia de los Estados Unidos en este país en innegable, especialmente en política exterior. La reciente polémica desatada por las bases militares norteamericanas en territorio nacional ha desatado la mayor consecuencia de la Guerra Fría, La Paranoia.

En Venezuela, la tierra del “socialismo del siglo XXI”, donde el Estado se apodera de todo para tratar de garantizar “lo necesario”, se ha desatado por parte del gobierno un estado de alerta a raíz de las bases estadounidenses.

Colombia no ha sido ajena a este nivel de alerta, ya que día tras día los medios de comunicación (en especial la "Radio Casa de Nariño") presentan de manera amarillista la forma como Venezuela establece constitucionalmente dentro de su territorio terrenos que hoy pertenecen a Colombia. En Venezuela, los medios, controlados de manera directa por el Estado alertan con similar actitud amarillista de la presencia norteamericana en Colombia como el punto de partida hacia una invasión. Es como recordar aquella manipulación usada por la Alemania nazi en la que previo a la II Guerra Mundial se informaba de “provocaciones de Polonia” en la zona de frontera.

Mientras esto ocurre, la sociedad civil queda en medio de los mandatos paranoicos de sus gobernantes y sus medios de comunicación, en nuestra “Republica Federal”, Colombia, la calidad de vida se limita al consumo mientras el bienestar social ha quedado reducido a las migajas de la empresa privada y al turismo. Del otro lado en la “Republica Democrática”, Venezuela, el Estado busca copar todos los aspectos de la vida, incluso la privada. Los índices elevados de inflación han forjado en Venezuela un costo de vida sin precedentes, y la inseguridad, en materia de protección de la propiedad privada, se incrementa del mismo modo.



A pesar de poseer regímenes autoritarios de similar arrogancia, Colombia y Venezuela viven con una población dividida como en aquella Alemania de buena parte del siglo XX. Las desigualdades sociales nos hacen pensar en la necesidad de la igualdad, mientras en Venezuela, la extrema intervención estatal hace pensar y clamar la libertad. A pesar de la mutua persecución entre Colombia y Venezuela se empieza a creer en un utópico equilibrio entre Libertad e Igualdad.

Nuestra joven y traumática historia nos coloca en una débil posición de defensa. Tanto Colombia como Venezuela carecen de un mito fundacional y una rica historia que justifique un orgullo el cual defender. La gran mentira que se desprende de todo esto es el orgullo coyuntural ejercido por dos gobernantes egocéntricos, tan parecidos y a la vez tan distantes, Álvaro Uribe y Hugo Chávez. El primero, elegido y reelegido para acabar con el mal del terrorismo, aun no lo consigue. Por el otro lado, Hugo Chávez, elegido para acabar con la política tradicional en Venezuela, derrocado, restituido y reelegido; a pesar de reducir el accionar de la política tradicional se ha convertido en un gobernante arrogante y totalitario.

A pesar de poseer modelos económicos diferentes, tanto en Colombia como en Venezuela la independencia de los poderes se desvanece, la intervención en los medios de comunicación es constante (ya sea mediante la persuasión al sector privado o mediante el apoderamiento de los mismos) gracias a su amplia visibilidad y “carisma”. Mientras Uribe resuelve su “encrucijada en el alma” para aspirar a un tercer periodo, Chávez busca la forma de también manipular la constitución para permanecer en el poder hasta que su resistencia física se lo permita, al estilo Fidel Castro.

A 20 años de que en Europa el sentido común se impusiera sobre el totalitarismo y las injusticias del socialismo, en Latinoamérica las divisiones sociales, marcadas por las injusticias del capitalismo, emergen en medio de dos gobiernos que promueven un amplio gasto militar, un constante irrespeto institucional y constitucional, y un constante llamado a la intolerancia. Mientras persista ese afán por permanecer en el poder, también nos llegara tarde esa crisis institucional que trae la monotonía en la democracia. Colombia se acerca a un tercer mandato con cara de renuncia, al estilo Fujimori en el Perú del 2000; y Venezuela se asemeja cada día mas a esa Rumania de Ceauşescu marcada por un amplio culto a la personalidad y unas duras condiciones de vida que forjaron el único derrocamiento violento de un régimen socialista que termino con la muerte de su líder en 1989.


El panorama es sombrío. Los gobiernos de Colombia y Venezuela viven bajo sospecha, las bases estadounidenses llegaran al país bajo la controversia. Chávez argumentara el constante llamado a la guerra bajo la amenaza de invasión. (Sin el ánimo de justificar la presencia de las bases, los Estados Unidos mantienen presencia militar en una gran cantidad de países sin que esta se considere una amenaza a sus vecinos incluyendo su Comando Europeo en Alemania, ademas en Europa varias de las tensiones a raíz de esta presencia se han resuelto por los medios diplomaticos.)

Al no trascender de lo ideológico, el imaginario colectivo seguirá guiado por aquellos gobernantes como Uribe y Chávez que aun hablan de los fantasmas del comunismo y las amenazas del imperio, respectivamente. Y gracias a su discurso y manejo mediático han contribuido a la satanización de la oposición sumergiéndonos en una débil democracia de caudillismos y sin partidos políticos. Viviremos entonces con esa sensación de que allá, en Venezuela, algo anda mal y del mismo modo allí se vivirá con la idea de que aquí algo malo también sucede, pero con el deseo mutuo de la ciudadanía de que aquellas diferencias se puedan superar para dar paso a una vecindad en donde prime el sentido común y se abra paso la Libertad.

Jonathan Gamboa Melo

Politólogo - Universidad Nacional de Colombia

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