miércoles, 25 de diciembre de 2013

¿PERDER LA ALCALDÍA DE BOGOTÁ PARA GANAR LA PRESIDENCIA?

Juan Carlos García
Profesor Departamento de Psicología
Grupo de investigación Presidencialismo y Participación
Universidad Nacional de Colombia

La coyuntura política que vive Gustavo Petro con su destitución por parte de la Procuraduría enseña algunas ideas fundamentales sobre el devenir del proceso político colombiano.

Abocado en el primer semestre de 2014 a unas elecciones de Congreso y Presidencia en el contexto de una negociación histórica con la insurgencia armada y la posible reelección de Santos, por demás incierta. Desde el año 1991 no se presentaba un panorama tan variado y conflictivo en el que la izquierda o la oposición política pueda derrotar al partido político del presidencialismo, el cual se organiza a partir del apellido del Presidente.

En principio, la relación de fuerzas sociales y políticas advertidas en el último semestre de 2013 revela que la izquierda con todos sus matices ideológicos tiene opciones reales de intentar hacerse hegemónica con un 30% del electorado, cuando menos. Pero todo  lo anterior depende de la destitución de Petro de la Alcaldía de Bogotá. Porque la capital, lo sabemos, es el centro de gravedad de la movilización social urbana y rural en Colombia, y en ese sentido de la izquierda, que es gobierno y oposición.

Recordemos

Recordemos que Bogotá concentró el mayor paro agrario de su historia que llevó a Santos a sacar de sus cuarteles a 50 mil militares;  igualmente fue el epicentro de  la movilización nacional a favor de la paz negociada con las Farc-Ep donde cifras generosas hablan de un millón de personas, y ahora se manifestó la ciudadana que convocó Petro desde la Alcaldía Mayor en pro de una “revolución democrática”.

Los tres acontecimientos referidos están conectados, han sido multitudinarios y no se presentaban sumados desde la época de Jorge Eliécer Gaitán. Nos aventuramos a contar un millón de personas con una conciencia política definida en Bogotá. Militantes políticos subalternos que superaron los más de 700 mil que eligieron a Petro como  Alcalde Mayor.

Pero volviendo con la destitución, el que está en la encerrona no es propiamente el Alcalde Mayor, al cual le quedan 2 años de gobierno y algunos recursos jurídicos en juego. Es el Presidente Santos, a quien sólo le restan 7 meses de gobierno (y un proceso de paz), quien está entre la espada y la pared con la decisión administrativa de la Procuraduría contra Petro. Lo está porque su pretensión, ya la conocemos, es reelegirse para el cargo hasta el 2018.

Es la primera vez que Santos como político se hará contar en las urnas sin deberle el favor a algún padrino. Porque en el 2010 fue a las elecciones con la cauda electoral del uribismo unido, del cual después se apartó ideológicamente en virtud de que los privilegios de Santos no son los mismos de Uribe Vélez.

Por eso, para el primer semestre de 2014, Santos que nunca fue electo para ninguna corporación pública nacional, departamental o municipal y que llegó a la Presidencia  por interpuesta persona en virtud de que su jefe, Uribe Vélez, no podía volver constitucionalmente, tiene ante sí el mayor reto político de su vida: 

Ganar una Presidencia cuando las llamadas élites tradicionales están divididas en fracciones que parecen antagónicas. Ya no hay partidos hegemónicos, hay opiniones, y ellas no bastan. Es lo que llamamos el partido político del presidencialismo.

Si Santos secunda al Procurador Ordóñez y destituye a Petro, la reelección de aquel queda potencialmente herida de muerte. Porque bien sabemos que Santos, que no es un hábil político electoral, con el caudal que tiene la Unidad Nacional no llega a ganar en la primera vuelta presidencial que requiere el 50% más un voto. 

No olvidemos que en la primera vuelta presidencial del año 2010 contando todo el poder nacional que daba ser heredero del uribismo no pudo hacerse al poder de la Casa de Nariño. Santos solo pudo ganar a un débil Mockus en la segunda vuelta  cuando este enseñó sus taras.

Si Santos ha probado algo en su vida política es que los cargos de elección popular le son ajenos, si se quiere los desprecia: tal es el “talante santista”. La mecánica electoral, el contacto con la gente, el ser popular no van con él: su ideología es de raigambre elitista, tipo club. 

Por el contrario, su vida política revela que para llegar a los cargos públicos en los ministerios que ocupó se ha aliado con todas las fuerzas políticas del presidencialismo, viviendo de favores o dándolos: gaviristas, pastranistas, uribistas y sus variantes.

¿Santos, presidente de nuevo?

Santos quiere ganar la Presidencia en el año 2014 en primera vuelta (o la segunda), y necesita de los sectores sociales, subalternos y de izquierda, los cuales se apartarían ideológicamente de él si confirma la destitución de Petro de la Alcaldía de Bogotá.  

Estos mismos sectores ante el anuncio de la Procuraduría ya han mostrado, en actos y discursos, sus intereses políticos no solo contra Ordóñez, sino contra Santos, quien lo mantuvo en el cargo. No olvidemos que Ordóñez es heredero del uribismo, como Santos. Solo que aquel es fiel a su  jefe y más ortodoxo.

Santos al destituir a Petro puede estar contando sus días en la Presidencia, porque desde ya es claro que los sectores subalternos y de izquierda van por un camino distinto del de Santos y su partido de la U está divorciado del Centro Democrático. Frente a ellos, claro que sí, se encuentra la reacción del uribismo en cabeza de Zuluaga como candidato ungido.

Si en el año 2010 Santos tenía que derrotar a un deslucido Mockus, en el 2014 Santos tendrá que derrotar a una izquierda potencialmente organizada, de un lado; y, de otro, la reacción agraria que encarna el uribismo, viudo del poder, de los contratos y de la nómina estatal. 

A falta de un oponente político como en el año 2010, en el 2014, Santos tiene a dos sectores social y políticamente distintos. En suma, no la tiene fácil, y él lo sabe. Más aún, la decisión sobre Petro será la prueba palmaria para saber qué entiende Santos hoy  por paz y qué por democracia.

Entonces: "santo" y seña

Volvamos sobre lo anotado. Santos por ser un hombre de privilegios oligárquicos no es un político electoral, por lo cual no sabe cómo ganar elecciones ni menos reelegirse. Pero sus oponentes,  a la izquierda y a la derecha, sí se han jugado la vida en las elecciones. Ellos saben cómo pueden ganarlas. Por último, advertimos que el discurso electoral de Santos en el año 2010 fue pobre, en verdad, y llevado al límite, contraproducente.

Por supuesto, estamos hablando de un político derrotable. La gran ventaja de Santos en la elección presidencial que se avecina no son sus apellidos, sino el poder político y económico que da la Presidencia de Colombia. Pero ni estos  ni aquellos le servirán si destituye a Petro.

Al acercarse a la reacción agraria que lidera Uribe Vélez, Santos deja espacio para que las fuerzas de oposición alinderadas en el último semestre de 2013 se organicen como poder presidencial de centro-izquierda en pleno proceso de paz, y lleguen a ser hegemónicas para la segunda vuelta electoral, donde todo puede pasar.

Incluso puede ocurrir que un eximio jugador de póker, como Santos, pierda ante un hábil político electoral de izquierda. Petro ya anunció la perspectiva de los subalternos si se unen a partir de su destitución: la “revolución democrática”. La oposición política ya tiene pues el santo y la seña. 

La pregunta entonces es: ¿dónde está este candidato de izquierda que haga suyo el discurso y la acción de la “revolución democrática”? 

martes, 17 de diciembre de 2013

¿QUÉ PASÓ CON EL  "DESTECHE"  DE DERECHO Y CIENCIA POLÍTICA?

Esta, la última semana de diciembre, que debía ser el cierre normal del semestre, viene acompañada por una novedad: el encerramiento de una zona verde, contigua al edificio emblemático de la Facultad de Derecho y Ciencia Política.

Se nos anuncia que en ese lugar se levantará el edificio de Enfermería, en las propias barbas del Ché y Camilo, y para la comunidad expectante de la Facultad nada, ningún anuncio del nuevo edificio, sino la ordalía de seguir moviéndonos por todo el campus, cuando regresemos en enero del 2014.

NO puede ser

La negiglencia consentida por los decanos que nos llevan hasta los tiempos en que era rector Víctor Manuel Moncayo, estudiante ejemplar de la carrera de Derecho, y rector de la Universidad Nacional, se tradujo en la debacle que ahora padecemos, y cuyos paños de agua tibia, no son ninguna solución; y tampoco lo será la "curita" de la estampilla aprobada por el Congreso.

Por supuesto, a hoy todos estamos en la consabida tarea de "salvar" el semestre, que no se confunde para nada con la defensa y la práctica de la democracia como remedio contra la ineficacia y la ineficiencia del poder constituido, que ha añadido otra víctima al listado de la Comisión de Verdad Histórica, que preside el excolega de derecho, el blasonado historiador nacional, Gonzalo Sánchez.

SÍ puede ser

El rescate de la Facultad no puede provenir tampoco de la "donatón", sino de una acción radical, que se traduzca en una fórmula de emergencia, especial que le de pie a la disposición inmediata, con la aprobación del CSU, del nuevo edificio de la Facultad, de tal suerte que para el segundo semestre del año 2014 empezamos a prepararnos para su inminente inauguración.

Pero, la revisión no es solo de infraestructura, sino de la superestructura, la academia misma, porque la reforma implementada ya rindió sus frutos, y no son, en lo general, jugosos ni robustos.  Por lo que urge preparar a la Facultad y a la Universidad para los desafíos que provendrán de la paz que se pacte en La Habana, y que se refrende por la ciudadanía.

A la vista no está para nada claro, en qué medida, de qué modo Derecho y Ciencia Política, aunque la Universidad, el Centro de Pensamiento aparece como facilitador, tenga claro qué hacer en la trámite efectivo de solución al conflicto, sin inhibir ningún ejercicio crítico, y durante el pos-conflicto.

En todos los casos, se requerirá de un gobierno democrático para la U. pública, y el mejor ejemplo lo dará la Nacional. Y es compromiso de la nueva representación elegida transitar hacia la mayoría de edad intelectual y política. Y el poder constituyente ejercido brevemente en nuestra facultad no ha de olvidar las elecciones ya aprehendidas. Pero, qué tanto hemos aprehendido y madurado está por verse. La cita es ya, y nos interpela a tod@s.

jueves, 5 de diciembre de 2013

Un llamado de atención, con y sin estampilla

La Universidad Nacional, ni más faltaba, puede quedar estampillada a este logro y la dosificación que se hace para auxiliar a una institución que requiere intervención inmediata en los órdenes infra y supra-estructurales. Exige una mayoría de edad de docentes y dicentes. 
El tiempo trascurrido desde 1867 no pareciera suficiente para que hubiéramos alcanzado la mayoría de edad, proclamada por la Ilustración liberal, con Renato Descartes e I. Kant a la cabeza, para no citar a sus críticos, en particular, Benedictus Spinoza. Por supuesto que estos recursos son bienvenidos, pero, no se hagan los sordos, necesitamos 2 billones inmediatamente

Es entendible la indiferencia criminal de presidentes y congresos, porque con los ruidos de la guerra que han propiciado y aupado, en lugar de ponerle término, hoy por hoy, como dicen "tienen oído de artilleros". Se trata señores del país político, de liberar a Colombia de la guerra, y con ello evitar que se quemen 27 billones más en la estupidez de una guerra que es contra el pueblo, y las multitudes que ya despiertan y se manifiestan en las calles, en las plazas, en las carreteras. 

Así que estimado Rector, se trata de colocarse al frente de esta lucha, sin hacer cálculos matemáticos "chimbos", de pura convivencia, e ir más allá del "balanceo" de ecuaciones y paseos de su antecesor, mientras se mecen las edificaciones y se derrumban. O de la aplicación de la mecánica más elemental del transanterior rector, cuando estamos en el tiempo del acelerador de partículas, y la complejidad, que es distinto a tener "complejo de ignorancia" de las verdaderas causas de la postración de la educación superior en Colombia. N de la R.


RECTORÍA 
 COMUNICADO NÚMERO 035
A LA COMUNIDAD UNIVERSITARIA